Capítulo Diecinueve
Daniel.-
La vida humana no era tan mala después de todo, me dije a mi mismo mientras colocaba mi mochila en mi asiento. Eli había sido arrancada de mis brazos a mitad del camino, cuando Noah y Abby nos habían encontrado en el patio, la niña rubia había insistido un montón para que mi nueva novia la acompañara a la cafetería y Noah, con más entusiasmo del normal, las había escoltado hasta allá.
Así que cuando entré en el aula, luego de saludar a unos cuantos chicos con los que compartía clase, pero con los cuales no había entablado una gran amistad, caminé a paso lento hasta mi lugar.
—Hola, Daniel—levanté mi mirada para encontrarme con los ojos de Leah, y una pequeña sonrisa instalada en sus labios pintados de color rojo intenso.
—Hola—saludé ofreciéndole un intento de sonrisa.
—Trish me ha dicho que esta mañana te ha visto con Elizabeth Westfall—suspiré y enarqué una de mis cejas.
—Bueno, Trish tiene razón—respondí tratando de recordar si Trish, era la chica pelirroja o la rubia de puntas rosadas que jamás se despegaban de ella.
—De verdad, que no puedo creer que estuvieras con ella—me dijo despectivamente. Negué un poco.
—No estaba con ella. Estoy con ella—corregí y ella enarcó una de sus maquilladas cejas. Se llevó una de sus manos a la cintura y dejó escapar un suspiró como si estuviera realmente cansada de todo aquello.
—Creo que estas cometiendo el peor error de tu vida.—hizo una pausa—pienso que un chico como tú, debería estar con alguien que este a su altura—negué un poco.
—¿Y cómo se supone que sería una chica que este a mi altura?—pregunté bruscamente.
—Alguien como yo—respondió y una enorme sonrisa apareció en su rostro.
—Pues muchas gracias por la información, Leah. Pero no me interesa—le dije poniéndome de pie.
—¿Pasa algo?—cuestionó la voz de Abby detrás de Leah. La chica de cabello negro se giró sobre sus talones y observó a la rubia con desdén.
—No. Solo estaba conversando con Danny—negué un poco.
—Daniel—le corregí.
—Bien, fue un placer hablar contigo, Daniel—me dijo la morena antes de marcharse a paso decidido.
—No la soporto—espetó Abby poniendo los ojos en blanco y aventando su mochila en su butaca--¿Qué se supone que hacías hablando con ella?
Me encogí de hombros—Ella se acercó a mí—me defendí y me volví a sentar.—¿en dónde están Eli y Noah?—cuestioné percatándome que ni mi novia ni mi amigo habían regresado con la rubia.
—Se quedaron pagando los desayunos—asentí un poco.—Lo digo en serio, Dan. Si quieres que tu relación con Eli funcione, es mejor mantener a Leah lejos—aconsejó mirándome con sus increíbles ojos verdes.
—Ya lo sé—susurré y sonreí un poco.
—Galletas de avena y yogur de manzana—anunció Noah de repente ofreciéndole los dos paquetes a Abby.
Miré detrás de mi amigo para encontrar a mi chica con una pequeña sonrisa en los labios sosteniendo dos vasos térmicos. Discretamente llevé mí vista al frente para encontrarme con los ojos azules de Leah posados sobre nosotros, dejándola de lado, me volví a concentrar en Eli, quien ahora me ofrecía uno de los vasos.
—Café con sabor a caramelo—anunció en cuanto lo tomé.
Sonreí.
—¿Comida después de la escuela?—pregunté mirándola a los ojos.
Las mejillas de Eli se tiñeron de color rojo y asintió levemente con una pequeña sonrisa en los labios.
Cuando finalmente el día escolar terminó, cargados de deberes de casi todas las asignaturas y en compañía de nuestros amigos, caminamos tomados de las manos hasta el estacionamiento de la universidad. Conduje por las calles de la ciudad mientras Eli se divertía cantando a todo pulmón con las canciones que trasmitían en la radio, yo me limitaba a sonreír mientras la observaba con el rabillo de mi ojo.
Me hacía recordar a la Eli que yo pasaba horas observando desde mi plano.
Me hacía recordar a la Eli que yo amaba en este plano.
Suspiré.
—Llegamos—anuncié apagando el motor del auto. Caminando a toda prisa para ayudar a Eli a bajar del auto, abrí la puerta y cuando ella observó la fachada del lugar, no fue la respuesta que yo esperaba. Parpadeó un par de veces y esbozó una débil sonrisa.--¿Qué va mal?—cuestioné.
—Este lugar es muy bonito, Dan—me dijo observándome un poco.
—¿Has estado aquí antes?—pregunté y dos segundos después me arrepentí de querer saber la respuesta.
—Una vez.—hizo una pausa—con Collin Sparks.
Asentí un poco y tomé sus manos entre las mías.
—Oye, mi amor—me miró fijamente—no importa, tienes que quitar esa cara, no tiene ningún significado para mí. Es un simple restaurante, no pasa nada—le dije sincero.
—Me encantas—murmuró ofreciéndome una pequeña sonrisa.
—Tú me encantas más—admití con una gran sonrisa, antes de acercarme hasta ella para besarla.
Cinco minutos después, tomados de la mano seguimos al hombre de la recepción hasta una mesa para dos, alejada un poco del resto de las mesas. Cuando me senté frente a Eli, ella me dedicó una pequeña sonrisa que me dejó sin aliento y solté un suspiro.
—Buenas tarde, yo soy Sam, y seré su mozo—dijo un chico de alrededor de los quince o dieciséis años de cabello negro, entregándole una carta del restaurante a Eli. Cuando giró su cabeza para mirarme su sonrisa se esfumó y sus ojos verdes se abrieron con sorpresa.
—Gracias—murmuré ofreciéndole mi mejor sonrisa. Pero él no se movió ni un solo centímetro, parpadeó muchas veces como si estuviera tratando de despertar de un sueño y negó levemente.
—¿Daniel?—cuestionó con voz ahogada. Llevé mi vista a Eli y ella me devolvió una mirada llena de interés. Volví mi vista hasta el chico pelinegro que parecía haber visto un fantasma.
—¿Si?—murmuré.
—¿No me recuerdas?—preguntó en voz baja, casi indignado.
—¿Sam?—cuestioné recordando su nombre, pero para mi sorpresa, una pequeñísima sonrisa apareció en sus labios y suspiró.
—¿Dónde estuviste todo este tiempo?—exigió sin dejar de mirarme. Observé a Eli una vez más y se encogió de hombros.
—Eh estado un poco ocupado—murmuré sin comprender nada.
—Hacía cuatro años que no te veía—sonrió—vaya que has estado ocupado—asentí un poco.
—Demasiado tiempo—coincidí.
—¿Ella es tu novia?—cuestionó mirando a Eli. Esta última, le regaló una preciosa sonrisa que el niño correspondió también.
—Sí, es mi novia—afirmé.
¿Sam? ¿Quién era Sam? ¿Y por qué su nombre me era tan familiar? Era demasiado pequeño para estar en la universidad, así que no podía ser uno de mis compañeros. ¿Tal vez vivíamos en el mismo edificio? No, Clarence tenía una lista de todos los inquilinos y no había ningún Sam o Samuel ahí, yo mismo lo había visto cuando había anexado a Gabbe a la lista, por si algún día le llegaba correspondencia, como Clarence había pedido. Era la primera vez que venía a este lugar, así que tampoco lo podía conocer de aquí. No era ningún amigo de Eli, porque ella parecía no conocerlo. Entonces, ¿de dónde lo conocía?
—Vamos, Daniel. Ben dice que si no comes, morirás de hambre—me dijo un pequeño niño de ojos verdes y cabello negro. Lo miré unos segundos con fastidio.
—No tengo hambre—respondí y volví mi vista más allá de la ventana.
—Pero tienes tres días sin comer—protestó ganándose una mala mirada de mi parte.—Morirás.
—¿Es mejor que estar aquí, no?—pregunté con ironía. El niño me miró con los ojos cristalizados y de repente, una ola de culpabilidad me inundó.
—¿Qué pasara si te mueres? ¿Me vas a dejar con Ben? ¿Enserio, Daniel?—preguntó aterrado y yo suspiré.
—Lo lamento, Sam. No es culpa tuya—murmuré sin moverme.
¡Claro!
No, aquello no podía ser, era un sueño y nada más. Ese niño que estaba frente a mí no podía ser el mismo niño de ocho años que había aparecido en mis sueños, aquello no podía ser real. No había manera.
—Yo soy Sam—le dijo el muchacho a Eli con media sonrisa.
—Hola Sam, yo soy Eli. Es un gusto conocerte—le dijo mi chica con media sonrisa. Las mejillas del niño se pusieron coloradas y le ofreció una dulce sonrisa.
—El gusto es mío. Vaya que has cambiado mucho desde que saliste del orfanato—Dijo en dirección a mí, miré con los ojos bien abiertos y asentí levemente.
—Muchísimo—aseguré. —¿Qué estás haciendo aquí?—pregunté en voz baja.
—Wallace es amigo del dueño del restaurante, habló con él para que me deje trabajar aquí de mozo, después de la escuela.—sonrió—es una buena manera de ganar dinero sin descuidar los estudios—agregó.
—Es un muy buen gesto de Wallace—anuncié sin saber quién era Wallace.
—Pero bueno, ya tienen las cartas. Regresaré dentro de cinco minutos para ver que han pedido—espetó mirando a Eli. Mi novia le sonrió y después lo observó marcharse con una gran sonrisa en los labios.
—No sabía que conocías a este chico—murmuró con media sonrisa.
—Yo tampoco lo sabía—respondí observando en dirección en la que Sam se había ido.
La miré.
—¿Te pasa algo, mi amor?—cuestionó mirándome fijamente.
—Yo..., la verdad es que no lo recordaba—acepté jugueteando con la carta que Sam me había entregado.—es decir, no lo recuerdo con claridad. Sé que lo conozco, pero no recuerdo muy bien de donde—suspiré.
—Creo que eran grandes amigos—sonrió—basta con ver la cara que puso cuando te vio.
—Yo también lo creo—murmuré.
—Eres insoportable, pero me caes bien—dije y chocamos palmas.
—Eres un ángel de la guarda—le dediqué otra sonrisa.
—Me falta mucho para eso.
—Sam—murmuré antes de que él se marchara—¿Quieres pasar la tarde conmigo mañana?—pregunté tímidamente.
Esperaba una negativa por parte del chico, pero una gran sonrisa se extendió por su rostro y asintió entusiasmado.
—Me encantaría—anunció aun emocionado.
—Muy bien. Dame la dirección de tu escuela y mañana saliendo de la universidad, pasaré por ti—ofrecí.
Tomó una pequeña nota de su talonario amarillo donde anotaba las órdenes y me la tendió sin perder la sonrisa. Tomé su pluma y corté un pequeño trozo de la hoja amarilla, garabatee mi número telefónico y se lo entregué.
—Llámame cuando quieras—me sonrió un poco y después se marchó.
Cuando Eli y yo nos quedamos solos nuevamente, ella tomó mi mano que descansaba encima de la mesa y la apretó con un poco de fuerza.
—Eres la mejor persona que he conocido en mi vida—la miré a los ojos y una corriente eléctrica recorrió mi espina dorsal.
—Te quiero—respondí ofreciéndole una pequeña sonrisa.
Sus ojos castaños brillaron un poco y una amplia sonrisa se hizo presente en su rostro.
—Yo te quiero mucho más, Daniel Radcliffe. Mucho más.
_______
Creo que alguien, está empezando a recordar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top