38
El día siguiente nos lo pasamos recogiendo las cosas de Hye y de Mía, pues una vez llegara la media noche esa casa que avitamos durante aquel mes simplemente dejaría de tener dueño y aunque quisieran quedarse no sería posible.
Mía y yo nos encerramos en la habitación que fue nuestra esos días, simplemente mirando al techo y sin decir nada; el tiempo se acababa para nosotros y ambos lo sabíamos. Todo lo que habíamos compartido el día anterior, las palabras, los sentimientos, incluso aquel beso, perderían su razón o posibilidad en el mismo momento en el que mis alas volvieran a salir.
—Este mes a pasado muy rápido.— mi niña de ojos grises sonaba triste al hablar y, aunque había emociones, pensamientos y sentimientos que aún no comprendía de los seres humanos, comprendí y copartí la tristeza de Mía.—No quiero volver a casa.— hundió su rostro en mi pecho.
Abracé su pequeño y fino cuerpo con todas mis fuerzas, ese día dolió como nungún otro.
Al atardecer, Luhan vino al edifiocio para buscar a las dos chicas, que se despidieron de nosotros con una sonrisa triste. Luhan mantuvo la mirada en mi persona sin centrarse demasiado en mis hermanos.
—Muchas gracias por haber cuidado de mi hermana.— asentí con el rostro inexpresivo, pues no dejaría de cuidar de ella hasta su último aliento.—Espero que os vaya muy bien en vuestro viaje de negocios.
Tuvimos que mentirle para explicar porqué Mía volvería tan de repente a casa, pero no era como si pudiésemos decirle la verdad de todas formas.
Cuando volvimos a nuestro piso la noche ya había caído, nos reunímos todos en el salón, con caras largas y un aura de arrepentimiento exorbitante.
—Estas vacaciones fueron un error.— Nam fue el primero en decir en voz alta lo que nos rondaba por la cabeza a todos.— JeonGguk, ha roto todas las normas habidas y por haber. — aparté la mirada al suelo al mismo tiempo que suspiraba. No había forma de quitarle la razón.
—Tampoco olvides que nosotros hemos hecho lo mismo.— YoonGi fue el siguiente en hablar.— A ver, que no hemos besado a nadie, pero ninguno puede negar el hecho de que nos hemos encariñado de esas dos chicas.— mis hermanos asintieron dándole la razón.
—Además, lo hecho, hecho está, ¿para qué seguir comiéndonos la cabeza?— Jimin mostró una sonrisa tímida al hablar.— Hemos pasado buenos momentos con ellas y sabemos de sobra que no van a decirle a nadie sobre nuestra existencia. Quedémonos con los buenos recuerdos que hemos creado como humanos.
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