36
Quedaban sólo dos días de "vacaciones" antes de volver a ser un Ángel de la Muerte, la incertidumbre y el remordimiento comenzaron a crear un malestar incurable en mi pecho, más de una vez me replanteé si alejarme de Mía fue buena idea o no, en algún momento incluso me arrepentí, pero era lo mejor que podía hacer.
Al menos eso era lo que intentaba meterme en la cabeza.
¿Ser humano era tan difícil?, ¿a caso tener que decidir alejarte de una persona por su bien era una situación normal?
Comenzaba a arrepentirme de haber aceptado la propuesta de mis hermanos, incluso si la piel de mi niña de ojos grises ya no estaba manchada por esas galaxias, porque lo que realmente la hacía ella era el brillo en sus ojos.
Ese brillo que demostraba una gran felicidad, el aprecio por su hermano y amigos, y que se fue apagando por mi culpa.
—JeonGguk, ¿puedes acompañar a Mía al supermercado?— miré con el ceño fruncido a Jin; desde la conversación que tuve con TaeHyung hace un par de noches, todos mis hermanos trataron de encontrar momentos para dejarme a solas con Mía.
—No hace falta, Jin, no hay que comprar demasiado.— Mía intentó salvarme, como en cada ocasión en la que mis hermanos lo intentaron. Aunque no era difícil ver que ella realmente estaba más apagada de lo normal.
—No seas boba, fuera hace mucho viento y está atardeciendo, no es seguro para una humana como tú ir sóla por ahí a estas horas.— Nam saltó a favor de la idea de Jin, como era de esperar.
Con un suspiro me levanté del sofá y fui a mi habitación a por una chaqueta, no podía quitarle la razón a Nam Joon en sus palabras.
—Vamos.— caminé hasta la puerta, sintiendo enseguida los pasos finos y leves de Mía, abrí la puerta dejándola salir en primer lugar.
(***)
Cargué las dos bolsas que ocuparon los alimentos que acababamos de comprar, no quería que Mía cargase con peso alguno; el camino de vuelta fue igual de silencioso que el de vuelta.
O al menos hasta que llegamos a la orilla de la playa, con el sol ya oculto casi por completo y la tenue luz de un par de farolas que a penas comenzaban a encenderse.
—JeonGguk.— un escalofrío me recorrió la espalda, no sólo por ser el nombre con el que podía llamarme cuando quisiera para que me presentase donde fuera que estuviese, sino porque hacía demasiado tiempo que no me llamaba de esa forma. Paré en seco para escuchar lo que quisiera decirme.— Siento haber sido una molestia para tí, — su voz se volvió a penas un susurro y en mi garganta apareción un profundo malestas.— yo... en ningún momento quise molestarte, lamento mucho que te hayas visto en la necesidad de cuidar a una idiota como yo. E-en dos días volverás a ser un Ángel de la Muerte y-y — su voz se había roto a mitad de la frase, y la frustración me apretaba los músculos a cada palabra que escapaba de sus labios.— ¡Ya no tendrás que cuidar de mí!
Las bolsas que llevaba en las manos dieron un golpe seco contra el suelo antes de que mi niña puediese reaccionar. Mis manosapretaron su cintura y su cabeza contra mi cuerpo, en un abrazo que no sólo necesitaba ella. Mis dientes rechinaron por la ira que entí hacia mí mismo.
—No vuelvas a llamarte idiota, ¿me oyes?— un sollozo golpeó mi pecho al mismo tiempo que sus manos se aferraron a mi chaqueta.—Nunca has sido una molestia y mucho menos me he visto en la obligación de nada con respecto a tí, si te he cuidado, si te he vigilado ha sido porque he querido hacerlo.— las palabras corrían a través de mis labios, abrazándola con más fuerza a cada segundo que pasaba.
—Entonces... ¿porqué te has alejado de mí?, ¿porqué ya no quieres hablar conmigo?— el dolor que Mía sifría era fácil de reconocer en su voz rota.
—Porque soy giliipollas, porque es lo mejor para tí, Mía.— me alejé de ella lo justo para poder verla en esos ojos grises que tanto me robaban el aliento y me impulsaban a perderme en ellos; pero que estaban llenos de lágrimas.—Sólo quiero que seas feliz y pienso cuidarte hasta que eso pase, pero no puedo involucrarme en tu vida, no más de lo que ya lo he hecho, ¿entiendes?— acaricié la suavidad de su mejilla, aunque fui incapaz de mostrarla una sonrisa.—Encontrarás a esa persona que te robe el aliento y el corazón, que te cuide y te proteja, formarás tu propia vida Mía, y yo no puedo ser parte de eso.
—¿¡Cómo voy a encontrar a alguien que me robe el corazón si me han robado el alma!?— mi pecho vibró ante sus palabras.— ¡Eres tú, Kook, me cuidas, me proteges y- eres la única persona capaz de robarme el aliento!, ¿a caso no lo ves?, ¡¿a caso no ves que estoy enarmorada de tí?!
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