28
Abrí mis ojos, recuperando el aliento, ya no tenía ese móvil en mis manos, tampoco estaba en la chocolatería con los demás. Estaba en la misma habitación de hacía una semana. Mis manos se volvieron puños.
—Hijo, sentimos una gran cantidad de emociones en tí, nos habías preocupado.— la voz de Dios me resultó más desagradable que de costumbre, mantuve mi mirada en el suelo, aún sentía las lágrimas correr por mis mejillas. —¿Has recordado algo de tu pasado ya?— suspiré, no sabía qué hacer.
Una parte de mí quería gritarles a los creadores todas las preguntas y desfachateces que pasaban por mi cabeza, a pesar de las represalias que pudiese recibir por eso, incluso si me hacían desaparecer como a los que se negaban a cumplir con su trabajo.
Pero, la parte cuerda de mí, aún quería descubrir mucho más sobre Mía, no me interesaba ni mi vida como humano ni las vidas de éstos, sólo quería seguir junto a Mía durante las tres semanas que me quedaban con ella. Y por alguna extraña razón eso me hizo darme cuenta de algo.
Algo que no admitiría para ni para mí mismo, ni en voz alta, en muchísimo tiempo.
(Narrador Omnisciente.)
Los seis Ángeles de la Muerte que se encontraban en la chocolatería junto a las dos humanas comenzaron a temblar y susurrar para ellos mismos. JeonGguk había desaparecido en una luz cegadora de la que ningún humano se había dado cuenta, excepto Mía.
—Mierda.— susurró Nam Joon.— Esto es malo, muy malo.— dejó caer los brazos a los lados, derrotado.
—¿Q-qué ha pasado?, ¿dónde esta JungKook?— la desesperación en la voz de Mía no sorprendió a su mejor amiga, Hye, quien sabía desde hacía años sobre la existencia del pelinegro y de los sentimientos que tenía la de ojos grises hace él.
—Los creadores...— Jimin no terminó la frase hasta pasados unos segundos, comprendía la situación de la chica, sus sentimientos hacia el menor de los hermanos eran obvios en demasía; lo que menos quería era asustarla o ponerla más nerviosa de lo que estaba. — E-ellos le han llamado.— a pesar de todo el titubeo no desapareció de su voz.
Mía no entendía nada y necesitaba, por lo menos, saber que significaba todo eso de que los creadores se lo habían llevado, ¿por qué?
—A ver, tranquilicémonos, ¿de acuerdo?— Hye intentó tomar el control de la situación al ver esa forma a su amiga.— ¿Qué es eso de que los creadores se lo han llevado?, ¿y por qué eso es malo?— los seis Ángeles de la Muerte restantes se miraron entre sí, era obvio que ya no tenían absolutamente nada que perder.
—Kook ha debido sentirse superado por emociones y sentimientos, por lo que Dios y Lucifer, los creadores, — HoSeok explicó lo último para Hye.— han debido sorprenderse, teniendo en cuenta que lo máximo que Kook ha sentido en tres mil años ha sido hermandad y felicidad.
—Es malo porque Kook odia a los creadores, — Jimin, quien mejor conocía a Jeon en ese aspecto, intentó responder lo mejor que pudo a la pregunta de Hye.— y, con todo lo que debe tener ahora mismo en la cabeza, es capaz de soltar cualquier burrada que le cueste las alas. — YoonGi le dio una colleja en la nuca.
Mía tenía los ojos llenos de lágrimas, se sentía culpable de todo lo que pasaba. Estaba abusando de JeonGguk, de su hospitalidad y amabilidad. No quería seguir haciendo las cosas de esa manera, se sentía culpable.
—Recordemos que es un cínico, — Nam intentó calmar la situación, sobre todo a Mía, aunque no se atrevió a acercase demasiado a ella.— él va a mantener la cabeza fría y tendrá las ideas claras, no podemos dejarnos llevar por el pánico.
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