19


Dejé a Mía en su casa cerca de las seis de la tarde, por suerte pudo entender bien las cosas; pasé una de mis manos por el pelo, miré al techo, la noche había caído y yo sólo podía pensar en que, durante gran parte de la sesión de estudio, sólo pude mirar el movimiento de sus labios, la juguetona de su lengua saliendo cada vez que escribía algo, me tapé los ojos con el antebrazo, no era capaz de entenderme.

Mis hermanos intentaron hablar conmigo cuando volví de dejar a Mía en su casa, TaeHyung estaba triste, por mi reacción y por sus acciones, a pesar de que no debía disculparse conmigo lo hizo, me sentía como una mierda, sin entender nada.

-JeonGguk.- escuché mi nombre, reconocí la voz al instante, me senté sobre el colchón, según el móvil eran cerca de las tres de la mañana, ¿qué hacía Mía nombrándome a esas horas?

El timbre de la casa sonó y me temí lo peor, salí de la habitación a toda prisa, sabía quién estaba llamando, la puerta de mi habitación dio un portazo, escuché a mis hermanos salir de sus habitaciones pero, a decir verdad, poco me importó.

Corrí por el largo pasillo, el suelo frío me congelaba los pies descalzos, el viento helado me caló los huesos cuando abrí la puerta que daba a la calle, no tardé en escuchar el llanto de mi niña de ojos grises, tampoco tardé en verla, vestida sólo con mi chaqueta, alzó la cabeza y pude ver su rostro, herido y lleno de lágrimas.

Los pasos de mis hermanos a mi espalda poco me importaron, me dio igual que pudiesen darse cuenta de que me preocupaba por ella, que no era sólo curiosidad, la abracé y la pegué a mi pecho desnudo, sus pequeños y finos brazos me rodearon, sus lágrimas mojaron mi pecho sus manos me congelaron las costillas, su temblor me hizo abrazarla aún más fuerte.

—Mía.— Nam llamó a mi niña de ojos azules pero ella no respondió, se pegó aún más a mi pecho, la ira comenzó a llenarme, a quemarme las venas.

Alejé uno de mis brazos de ella y cerré la puerta con fuerza, antes si quiera de poder fijarme por completo en su estado, el portazo hizo que todos se asustaran.

Pasé el brazo libre por debajo de las piernas de Mía y, haciéndome hueco como pude entre mis hermanos caminé hasta mi habitación, otro portazo resonó por toda la casa cuando cerré la puerta de mi habitación con el pie, me senté en la cama, Mía mantenía su cara escondida en mi cuello, sus hipidos, su llanto, me estaban llenando de rabia y de dolor.

—L-lo siento, — se disculpó.— n-no sabía d-dónde ir. — peiné su pelo negro con delicadeza.

—No te disculpes.— no me gustaba verla así, pero como humano no podía hacer nada.— Déjame revisarte, curemos tus heridas, ¿vale?— intenté que la furia no se notase en mi voz.

Mía se alejó un poco de mí, la senté en la cama y me puse frente a ella; su labio sangraba un poco, su mejilla estaba roja, no quería ver el resto de su cuerpo.

Desabroché la chaqueta, despacio, ni si quiera me importaba que ella estuviese en ropa interior, sus costillas tenían un leve tono amoratado, igual que su estómago, sus brazos tenían marcas, como sus piernas.

Me fijé en sus pies, llenos de sangre y barro, ella estaba descalza, sólo la dio tiempo a coger la chaqueta antes de salir de casa.

—¿Tu hermano está en casa?— negó, entonces debía estar trabajando.— Jin.— al instante la puerta se abrió, no aparté la mirada de mi niña.— ¿puedes encargarte de curar sus heridas?— no me hacía falta preguntarla quién diablos había hecho aquello con su cuerpo.

—Claro.— me alejé de Mía y me acerqué al armario, saqué un jersey y unos pantalones, me vestí rápidamente, aunque Jin no se había movido ni un centímetro de la puerta. Mía me miraba, podía sentir sus ojos sobre mí.—¿Dónde vas, JungKook?

—Tengo que encargarme de algo.— no podía quedarme sin hacer nada.— Cuida de ella mien-

—Ni se te ocurra ir, — me dijo. — Nam, YoonGi, HoSeok, no dejéis salir a Kook de casa.— acababa de llamar a nuestros hermanos, cerré los puños, sentí las uñas clavarse en las palmas de mis manos.

Caminé hacia la puerta, pero mis tres hermanos ya estaban allí, Jimin y TaeHyung estaban detrás de ellos, dieron un paso atrás al mismo tiempo que yo daba uno hacia delante, la puerta a mi espalda se cerró, seguramente Jin no quería que Mía me viese en ese estado.

Intenté dar otro paso, pero antes de si quiera llegar a levantar el pie del suelo tuve a Nam y a HoSeok sujetando mis brazos, YoonGi se puso frente a mí.

Veía sus labios moverse, pero no era capaz de escucharle, unos fuertes pitidos me ensordecieron, mis músculos se tensaban cada vez más, comencé a removerme, mis hermanos me sujetaban con dificultad, YoonGi dio un paso hacia delante, pegándose aún más.

—¡Mía te necesita ahora!— sus palabras me devolvieron a la tierra, me sentí más calmado.—¡No seas idiota, ya podrás llevarte el alma del culpable!— después de decir aquello me empujaron hasta el salón y me sentaron en el sofá, Jimin y TaeHyung se quedaron en el pasillo. 


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Aquí tenéis el capítulo de hoy!

Espero que estéis bien, a ver si esto de la cuarentena termina pronto!

Nos leemos!

Black.

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