10
Nada más salir por la ventana aparecí en mitad de una tormenta de nieve, todo a mi alrededor estaba blanco, o al menos lo que podía ver ya que mis ojos no enfocaban a más de cinco metros de mí mismo por los copos de nieve.
Bufé, ¿en serio YoonGi no podría haberme llamado en algún lugar cerrado?
—Kook.— y dale con el puto apodo. ¿Cuando dejarían de llamarme así?
—Dime YoonGi.— miré hacia mi derecha y no tardé en verle a él... junto a otros cinco que conocía demasiado bien.— Oh, estáis todos... ¿por qué no hemos hecho la reunión en algún lugar con menos nieve?— me quejé acercándome un poco más a ellos.
Por suerte al ser un Ángel de la muerte el clima y la temperatura no me afectaban en lo absoluto, sino no podría haber permanecido en el aire.
—Vamos a pedir o bien un traslado o unas vacaciones.— Jimin me rodeó los hombros con uno de sus brazos.— Siento haber arruinado tu conversación con la humana, pero debías estar presente.— suspiré y asentí, esperé a que siguiesen hablando.— Queremos ayudarte y, ya que estamos, si se puede, descansar un poco.
—Es posible que todos pidamos un traslado a Corea o, en su defecto, Asia.— HoSeok me sonrió, asentí.
—Aunque yo me quedaré en Japón.— TaeHyung parecía abochornado, me hizo bastante gracia su expresión al decir que permanecería en Japón.— Aunque si me dan vacaciones tendré que quedarme en Corea.
—Tal vez podrías pedir unas vacaciones tú también JeonGguk. — creo que pocas personas sabían lo que implicaban las vacaciones para un Ángel de la Muerte.— Incluso podrías relacionarte con la niña humana sin problemas. — YoonGi tenía razón pero... yo nunca había pedido un descanso, nunca me sentí agobiado o estresado por llevarme las almas de los humanos.
—Me lo pensaré, si hiciese eso... —me quedé en silencio, nadie sabía que todas las noches arropaba a Mía con mis alas para darla algo de calor.— No importa, sólo lo pensaré. ¿Cuándo iréis a pedir ese traslado barra vacaciones?— mis hermanos se encogieron de hombros.
—Realmente estábamos pensando en ir ahora mismo.— Nam no decía ni planeaba cosas sin haber hecho un plan antes, por lo que no tardé en darme cuenta de que llevaban un tiempo planeando aquello. Oculté una sonrisa, mis hermanos eran un caso.
—Yo no puedo, no sé si debería, si me preguntan por qué quiero estas vacaciones no podría decirles nada.— Nam fue el primero en asentir, Jimin, HoSeok y Jin se rieron en voz no tan baja.
—Pregúntale a tu humana qué piensa, — Jin se encogió de hombros mientras una sonrisa burlona estiraba sus labios.— dile los pros y los contras; si no quiere que cojas vacaciones entonces pediremos el traslado, si dice que si, lo tendremos todo arreglado.
—¿Cuánto tiempo lleváis planeando esto?— fruncí un poco el ceño, todos se miraron entre ellos pero ninguno me dio una respuesta.— Será mejor que vuelva de una vez, es raro que aún no me haya llamado nadie.— me alejé de mis hermanos, despidiéndome con un gesto de mano.
(---)
No llevaba ni diez minutos volando de camino a Corea cuando alguien susurró mi nombre, cerré los ojos y, cuando los abrí, estaba de nuevo en la habitación de Mía.
Me miró con la sorpresa bailando en sus ojos grises, su boca estaba abierta. A mis ojos parecía la mujer más atractiva del universo.
—¿Qué-?— no podía ocultar su sorpresa y yo no pude evitar reírme de la situación.
—No te lo avisé antes, — ella intentó acercarse a mí, di dos pasos hacia atrás.— si me nombras apareceré allá donde estés.— hizo una mueca cuando me vió alejarme de ella.
—¿Algo así como un genio?— volví a reírme.
—Ni de cerca, realmente los genios nunca han existido, tampoco los otros seres mitológicos de los que habla la humanidad.— susurré, vi el reloj en la mesilla de su habitación, era bastante tarde, ella debería estar durmiendo.— ¿Por qué no estás en la cama?, mañana tienes que ir a clase.— sus mejillas y orejas se sonrojaron con fuerza.
—No consigo conciliar el sueño.— miré a la ventana, estaba cerrada. Volví a mirarla a ella, de su boca escapó una nube de vaho y un pequeño y mal disimulado temblor recorrió su cuerpo.
Nunca había arropado a Mía, con mis alas, en su habitación mientras estuviese despierta por lo que la situación se me hacía muy incómoda. Con un suspiro me acerqué a ella y, sin tocarla más que con mis alas, la guié hasta su cama; se tumbó con su mirada aún puesta en mí.
—Descansa.— me tumbé en el lado libre de su pequeña cama, boca abajo y la arropé, sentí su pequeño cuerpo moverse en busca del calor de mis alas y me sentí reconfortado aunque bastante incómodo.— Mañana hablaré contigo de algo más.
Me respondió con un sonido adormilado y sonreí, aquella niña estaba encontrando algo que no sabía que tenía.
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