Capítulo •20•

Narrador omnisciente.

Dicen que las personas buscamos aveces nuestro propio mal, que somos esclavos de nuestros deseos, que  nos dejamos guiar por nuestros impulsos y  en algunas ocasiones "Sin pensar",  que pasamos cometiendo errores y un sin fin de cosas más totalmente absurdas.

En lo personal pienso que es una cruel mentira hasta el asesino más psicópata piensa lo que hace, actúa y lo vuelve hacer porque simplemente lo disfruta sin importar si es malo o bueno para la sociedad, en si lo llevará al infierno o no, solo piensa en su placer y en el deseo codicioso de ver en dolor ajeno.

La gran mansión que se encontraba en aquel desolado bosque estaba en su mayor esplendor aún estando bastante antigua, eso no quitaba  que era una de las adquisiciones mayores de la familia Vinográdov, constaba con más de 23 habitaciones pulidas, 10 baños, un campo de fútbol, dos piscinas  «aunque parecen más dos lagos» una sala de laboratorio, un campo de juegos, sala de reuniones, sala de práctica, un cuarto de armas, el ático, una biblioteca,  y finalmente el sótano. En definitiva, era una maravilla digna de presumir. Los pequeños deformados estaban listos para recibir al próximo que se uniría a ellos, pero para su gran desgracia está vez no sería igual.

El joven de cabello azabache se debatía entre el bien y el mal  ¿Que había hecho el para merecer tanto sufrimiento? ¿Solo por desobedecer unas tontas reglas? ¿Que es lo que hay detrás de todo este teatro? ¿Un sueño? ¿Una película demasiado larga o tal vez una alucinación? No tenía las respuestas, su mente era un caos de contradicciones que forzosamente trataba de entender y tenía que entender, el lo sabía, sabía que tenía que ser más astuto. Solo tiene que entender, fácil ¿No?

En aquella habitación oscura y fría quizá la más   escalofriante por su inusuales "decoraciones" y por las manchas en la pared entra aquella mujer canosa con un vestido de tubo en su máxima elegancia, observa a él joven que se encuentra con el torso desnudo,  una mano amarrada a la pared y con moretones en su cuerpo, este había luchado tanto por soltarse que terminó en una esquina tumbado en el suelo con la mirada perdida, ella sonríe  orgullosa cuando su mirada se conecta con el azul cielo del muchacho que la mira con desprecio.

—Algún día me agradecerás lo que estoy haciendo por ti — «Y todavía tiene el cinismo de hablar así» piensa el joven con irá al escuchar sus palabras ¿Puede acaso ser más descarada?

—Algún día te arrepentirás de lo que haces —Responde. Esboza una sonrisa un tanto oscura mezclada con el nuevo brillo que tienen sus ojos que cada vez se intensifica más.

Tauret siente un poco de escalofríos, pero no por lo que sabe que está haciendo efecto, si no por lo que ve en el, es tan idéntico, incluso con ese aspecto demacrado que cada vez empeora.

—Como siempre tan mal agradecido —Su mirada se llena de rabia y le lanza una patada a la cara del joven este, con mucha certeza la detiene en el aire enterrando su uñas, el aún no entiende como en tan poco tiempo tubo tanta fuerza eso, sin mencionar que su cabello está más largo al igual que sus uñas.

El chico aprieta su agarre, siente como sus uñas  llegan a tocar la carne,  la sangre se escurre por sus  manos hasta bajar lentamente por su brazo,  sus ojos se llenan de fascinación al ver lo que está logrando  y solo siente una cosa Placer.  Con una sonrisa macabra se dispone a morder su cuello pero nuevamente entra ese ser enano y peludo, no sabe si identificar si es un mono o algún ser de otro planeta sus ojos saltones le causan náuseas al igual que su piel sarnosa.

Suelta a Tauret antes de que aquel ser deformado lo tocará porque aparte su piel arde sin explicación  cuando está a su lado  y de nuevo la ve,  parada en la puerta con un vestido ceñido a su cintura,  suelto por sus piernas y luciendo su cabello en dos trenzas. Esa mujer es idéntica a su nana solo que luciendo un poco más joven pero su rostro era el mismo, al igual que su cabello y todo lo que tenía que ver con ella aunque su actitud es muy diferente.

—Encárgate de este maldito —Le dice Tauret mientras se va  cojeando con ayuda de ese ser que con solo verlo te daba escalofríos.

Olimpia se agacha  un poco para estar a la altura de su rostro y así poder conectar con la mirada que le recuerda tanto a su amado. Este no tiene expresión alguna solo mirar la lluvia caer y las gotas golpear el vidrio del ventanal, ella le acaricia un poco el cabello mientras esté solo se deja caer de espalda cansado de no entender.

—Ya lo sientes ¿Cierto? —Dice con una voz de dulzura más falsa que sus ojos verdes. Bhel le da una mirada fugas y sigue en lo suyo, en ese momento escuchar las gotas de lluvia era el mejor pasatiempo. Ella continua sin darle importancia.

—Ella siempre fue la preferida de nuestro padre y estoy segura que de la mayor parte de la familia también, en los cumpleaños ella siempre era la adoración, le compraban los mejores vestidos, tenía la atención de los más hermosos príncipes, le hacían los mejores peinados, siempre tenía la mejor atención de los trabajadores —Suelta un suspiro frustrado antes de seguir— Yo siempre vivía bajo su sombra  y aunque ella nunca fue mala conmigo siempre la odie, la sigo odiando y la odiaré eternamente, mientras ella recibía lo mejor yo solo obtuve miserias.

Bhel la miro intrigado, por primera vez decía algo beneficioso que no fueran maldiciones en ruso mientras "los peludos"  lo golpeaban y arrastraban por todo el bosque sin importar cuántas ramas se clavaran en su espalda,  ella sonrió al ver que por fin tenía la atención del muchacho después de tanto, aunque no le hablará sabía que eso era un gran logro. Continuó.

»luego de algunos años nuestro padre enfermo gravemente se desconocía la causa, al pasar los meces solo empeoraba, los habitantes del Reyno estaban pensando tener un nuevo rey pero había un problema el rey nunca tuvo un hijo, solo hijas y  no se podía tener una Reyna al menos eu fuera la esposa del rey.  Eso formó un gran desorden, ella se aprovechó de eso y estuvo todo el tiempo cerca de mi padre a él no le molestó en absoluto, como te dije antes ella era su favorita, por esa razón le entrego su más grande riqueza. Eso valía mucho más que un país entero.

Una hermosa esfera que colgaba de su cuello cambiaba de forma a medida que se movía, aveces podría parecer un lobo, otras veces un escorpión y así, había pasado de rey en rey de la familia Vinográdov, decían que era protectora y aquel que la tuviera sería tan fuerte e indestructible que cualquier rey. Pero también tenía un lado oscuro.

Era lo único que yo siempre deseé y en el fondo tenía alguna esperanza, pero como siempre ella obtenía lo mejor.  Años después Tauret heredó el castillo, yo solo recibí este bosque de mierda que no sirve para nada —Suelta una mirada de fastidio mientras golpea el suelo—  Pero ahora todo puede cambiar porque la portas tu, muy pocas veces los encontramos pero si me la entregas juro que no seguir pactando contigo Y podrás tener una vida normal.

El joven la mira por unos segundos analizado sus fracciones, ella esperaba ansiosamente  mirando el cuello del chico con deseo,  para ella los minutos fueron eternos hasta que Bhel rompió el silencio con una carcajada fuerte y burlona <<Me cree tan idiota como para pedirlo así nada más>>  Pensó. Ella al darse cuenta que era una payasa de circo para el, lo golpea fuete en el rostro sumando otro hematoma a su pálida piel al mismo tiempo también intenta jalar el amuleto pero este se aparta arrastrándose sin importar el dolor.

Esto solo empeoró, el chico ya harto de ser juzgado sin ninguna razón se levanta enfurecido, la toma del cabello con su máxima fuerza la estampa contra la pared, una dos, tres cuatro... Perdió la cuenta solo se detuvo cuando de su boca salió un grito anormal, el rostro ensangrentado de Olimpia se deforma en una sonrisa sobre natural que incluso llegó a sus ojos. Pero nada de eso intimidó al muchacho para acercarse a su oído sin soltarla del cabello.

—Yo lo tengo, yo ordeno, yo controlo, yo mando ¿Quedó claro? —Le dijo, su voz sonaba más gruesa de lo normal y en algún lugar del más allá unos ojos café los miraban con admiración sabía que está vez no se había equivocado, no en elegirlo a él.

Los seres peludos y anormales llegan dispuestos a matar al joven pero se detienen al verlo, sus ojos cielos ya no tenían esa mirada amistosa e inocente, estos cambiaban de amarillo a naranja mientras una sonrisa perversa acompañaba el pálido rostro del muchacho, ellos lo vieron y entendieron. Se arrodillaron avergonzados, sus lenguas trataban sin éxito formar alguna palabra de perdón que solo se oían como susurros en el cuerpo del joven.

Desde entonces todo cambio por completo, el  destino fue transformando cuando por fin había entendido. Después de todo no tenía nada que perder, era el heredero del mal y el dueño del amuleto poderoso.

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