Final
21 de febrero
Las contracciones no dejaban ni caminar a Ámbar, lo que significaba una sola cosa, su hija ya quería nacer.
—¡Luna! —exclama con dolor.
—Ya—dijo Luna tratando de calmarla—. La ambulancia ya viene—informó.
—Tenemos todo listo—Mónica llevaba entre sus manos el bolso preparado de Ámbar.
Cinco minutos después la ambulancia ya había llegado, de inmediato pusieron a Ámbar en trabajo de parto, pasaron dos horas y la bebé ya había nacido.
Se la pusieron en el pecho para comenzar el proceso de apego, la rubia estaba muy emocionada al fin conocía a su hija, y era tal cual la había imaginado. Sólo hubiese deseado que Simón presenciara ese mágico momento.
—Te llamarás Celeste—le habló a su pequeña quien permanecía tranquila en los brazos de su madre.
Unos minutos después se llevaron a la bebé para medirla y todo lo rutinario que hacen cuando nace una nueva vida.
Dos días han pasado desde el nacimiento de Celeste, Ámbar ha recibido muchas visitas por parte de sus familiares y sobre todo sus amigas.
—Es que esta niña es hermosa—decía Delfi mientras cargaba a la pequeña.
—Espero se parezca a ti—dijo Jazmín—. Pero que saque el carácter de Simón—Ámbar rió.
—¡Jazmín! No hables así de mi ahijada—regañó Delfi.
—Delfi, la madrina será Luna—habló con seriedad Ámbar.
—¿Luna? Con ese gusto tan raro que tiene, no amiga le harás un mal favor a tu hija—intervino Jazmín.
—En eso apoyo a Jazmín—dijo Delfina—. Pero lo importante es que crezca con amor—agregó algo triste.
Ámbar comenzó a reír a carcajadas—. Tonta, es obvio que tu seras la madrina—dijo.
—¿De verdad? —preguntó Delfina.
—De verdad—contestó Ámbar—. Eres mi mejor amiga, y a pesar de todo lo que sucedió siempre estuviste ahí—agregó.
—Para eso están las amigas—Delfina se acercó a ella y le acarició la mano, luego Jazmín se unió y las tres se quedaron recordando viejos momentos de cuando eran niñas.
*****
—¿Cómo que ya nació? —preguntó Simón sorprendido cuando Sharon y Luna le dieron la noticia.
—Si, hace dos días—contestó Luna—. Quisimos avisarte de inmediato, pero tuvimos que esperar el día de visita—explicó.
—¡Mi hija nació! —repetía Simón con sorpresa—. ¿Y Ámbar, como está? —preguntó.
—Bien, todo salió perfecto—contestó Sharon—. Tanto Ámbar como Celeste se encuentran muy bien, y pronto estarán en casa—agregó.
—Celeste, como el color del cielo y los ojos de Ámbar, es hermoso—dijo Simón.
—Ten—Luna le entregó una foto—. Se las tomé el mismo día que nació Celeste—explicó.
En la foto aparecía Ámbar con su hija en brazos, lo que enterneció a Simón al punto de las lágrimas.
(...)
—¿Y eso muchacho? —preguntó Pato.
—Mira es mi hija Celeste—contestó Simón—. Nació hace dos días.
—¡Felicidades! —Pato se acercó a abrazarlo.
—Ya quiero tenerla en mis brazos—dijo Simón.
—Así será—afirmó Pato—. Aunque no sea el mejor lugar para conocerla te aseguro que nunca olvidarás ese momento.
—Espero ser buen padre así como tú—confesó Simón, para él Pato se había convertido en más que solo su compañero de celda, lo consideraba un amigo y un ejemplo de padre, por su parte Pato lo veía como un hijo sin dudas ambos habían formado un lazo muy fuerte.
*****
Un mes después.
Al fin había llegado el día, Simón conocería a su hija, estaba nervioso y muy ansioso. Miraba fijamente la puerta para cuando apareciera Ámbar ir de inmediato, y así fue a penas la rubia dejó ver su cabellera, el mexicano se acercó.
—Mis amores—saludó Simón.
—Amor—ambos se abrazaron—. Celeste, el es tu papá—Ámbar le habló a su pequeña quien dormía.
Simón la tomó entre sus brazos la veía tan frágil y pequeña que sólo sentía la necesidad de protegerla, estar a su lado y consentirla en todo.
—Mi pequeña Celeste—Simón le habló despacio, y la bebé se despertó haciendo una pequeña sonrisa o eso fue lo que ambos vieron.
—¿Viste eso? —preguntó Ámbar—. Nunca antes lo había hecho, creo que sabe quién eres—sonrió.
—Gracias, Ámbar—dijo Simón.
—¿Por qué? —preguntó la rubia extrañada.
—Por darme a Celeste, por hablarle de mi, por venir a este feo lugar, y por nunca dejarme—respondió Simón.
—Te amo mucho Simón—Ámbar le dio un beso que Simón obviamente recibió con mucho gusto.
—Te amo, Ámbar—dijo Simón, y Celeste se puso a llorar—. A ti también te amo, pequeña—le dijo y la bebé dejó de llorar.
Así como le había dicho Pato, Simón jamás olvidaría ese día en que conoció a su hija, ese día en que se dio cuenta que el amor hacia esa pequeña criatura era lo más puro que había en el mundo.
—Adiós Celeste—Simón besó la frente de su hija—. Te amo—se despidió de ella.
—Estaremos aquí cada día de visita—dijo Ámbar.
—Las esperaré con la misma emoción—dijo Simón—. Te amo—le dio un beso a Ámbar y se despidieron.
*****
Dos años después.
—¡Que linda habitación! ¿Tendrán un bebé? —preguntó el pequeño Román.
—No—contestó Nico—. Pero sí tendremos un hijo—dijo.
—¿Cómo? ¿La cigüeña les traerá un bebé? —preguntó Román inocentemente.
—No, de hecho nuestro hijo está aqui—dijo Jimena.
El pequeño Román comenzó a mirar, pero no encontraba a ningún bebé.
—No hay ningún bebé—dijo cruzandose de brazos.
—Nuestro hijo no es un bebé—río Nico.
—¿Es un perro? —preguntó Román con ternura.
—No, es un niño que está aqui—contestó Jimena.
—El único niño aquí soy yo—dijo Román—. Esperen ¿su hijo soy yo? —preguntó.
Nicolás y Jimena asintieron, luego de un largo período habían logrado adoptar a Román quien ahora tenía siete años.
—¿De verdad? —preguntó.
—Si—contestó Nico.
Román los abrazó muy fuerte desde que conoció a la pareja sintió una conexión especial con ellos, la felicidad se había adueñado de todos.
—¿Te gusta? —preguntó Jimena.
—Si, mamá—contestó Román, y a Jim se le salieron las lágrimas—No llores, ahora soy tu hijo y tu mi mamá, y tu mi papá—se dirigió a Nico.
—Si, y así será siempre—dijo Nico.
—Quiero pedirles algo—dijo Román.
—Claro, lo que quieras—habló Jimena.
—Un hermanito—dijo Román—. Así puedo compartir todo estos juguetes—confesó.
Jim comenzó a reír—Bueno, los hermanitos tardan en llegar.
—Si—dijo Nico—. Pero puede compartir esos juguetes con tus amiguitos del orfanato, seguiremos yendo a visitarlos.
Román abrazó a Nico y luego a Jim, la nueva familia estaba feliz de estar junta y sin dudas se venían muchas aventuras que vivir.
*****
Río de Janeiro, Brasil.
Yam había logrado convertirse en una reconocida actriz de comedia musical lo que la llevaba a recorrer todo el mundo, se encontraba en Brasil presentando la obra el lago de los cisnes, lo único que no le gustaba era que debía permanecer alejada de Ramiro, pero sabían sobre llevarlo con llamadas y mensajes de texto. Aunque ese día el de rulos no le había contestado.
—Yamila, ya saldremos a escena—informó uno de sus compañeros.
Yam terminó de arreglarse y salió al escenario un poco molesta, y otro tanto preocupada por su novio quien no tenía intenciones de dar señales de vida.
La presentación finalizó entre aplausos, Yam se lanzó de inmediato a ver su celular, pero no tenia nada.
—También te eche de menos—la voz de Ramiro la asustó.
—¿Ramiro?—preguntó cuando lo vio parado frente a ella.
—El mismo—Ramiro se acercó y le entregó un ramo de flores que llevaba—. Estuviste maravillosa.
—¿Cómo hiciste para venir? ¿Y por qué no me avisas te? —preguntó.
—La competencia de patinaje en Francia se suspendió, y quise darte una sorpresa—contestó Ramiro.
—Siempre me sorprendes—Yam se acercó aún más para besarlo.
—El día que deje de hacerlo me lo dirás—dijo Ramiro—. Por cierto ¿Te he dicho que eres la mejor? —preguntó.
—Siempre—sonrió Yam.
*****
—Gracias chicos—agredeció Ámbar a Delfi y Gastón—. Pequeña te vengo a buscar en unas horas, te portas bien y le haces caso a tus tíos.
—Shi mami—dijo la pequeña Celeste—. Haremos un pastel con la tía Delfi—dijo sonriendole a la peli negra.
—Bueno, debo acompañar a Sharon hoy es su operación—Ámbar se despidió.
Celeste entró junto a Delfina y Gastón, era normal que se quedara con ellos y a los chicos les encantaba cuidar de la pequeña.
Delfina llevó a la pequeña hasta la cocina para preparar un colorido pastel, Gastón las observaba desde la puerta, deseando poder tener hijos, sin embargo, los exámenes habían sido arrolladores él era estéril. La peli negra se dio cuenta que la miraba con melancolía.
—Celeste, ve a buscar al tío Gastón—le pidió a la pequeña.
Celeste caminó hasta Gastón le agarró la mano y se lo llevó hasta donde preparaban el pastel.
—¿Pasa algo? —preguntó Delfina.
—Sabes lo mucho que deseo ser padre—contestó Gastón—. Perdón, Delfi por no darte la familia que quieres.
—Amor—Delfina le habló con esa ternura que tanto la carecterizaba—. Ya hablamos de eso, y sabes que cuentas conmigo siempre—dijo.
Celeste miraba la escena con atención y sonreía, lo que obviamente causaba ternura en la pareja.
—Es hora de hornear el pastel—dijo Gastón.
—¡Si! —exclamó la niña.
Una vez que el pastel estuvo horneado lo decoraron y comieron, y durmieron una siesta. El timbre sonó avisando que Ámbar ya había llegado.
—Pequeña—Celeste corrió hacia ella.
—¿Me dejaste pastel? —preguntó Ámbar.
—No, el tío Gastón se lo comió todo—contestó triste la niña.
—Estaba riquísimo, además tenía hambre—se defendió Gastón—. ¿Cómo le fue a Sharon? —preguntó.
—Bien, la operación salió increíble el doctor dijo que recuperará el 60% de su vista—contestó la rubia.
—Me alegro que todo haya salido bien—dijo Delfina.
—Yo también—dijo Ámbar—. Gracias chicos por apoyarme siempre y cuidar de Celeste.
—A ti por confiarnos el cuidado de nuestra ahijada—agradeció Delfina—. Sabes que la queremos mucho todos incluidos Milo, Zoé y Jack—dijo observando que Celeste le daba comida a las mascotas.
—Esta niña es igual de buena que su padre—sonrió Ámbar—. Celeste, ya es hora de irse.
Celeste se despidió de Gastón y de Delfina y se fue junto a su madre.
—Gastón, estuve pensando—Delfi se acercó a su marido.
—¿Sobre qué? —preguntó interesado.
—Ambos queremos tener una familia, y hay muchos métodos para lograrlo no sólo tener hijos biológicos—contestó Delfina.
—¿Hablas de adoptar? —preguntó Gastón.
—Si—respondió la pelinegra—. Jim y Nico adoptaron a Román y son una familia feliz. Podrías pedirles orientación—agregó.
Gastón sonrió genuinamente no se le había ocurrido la adopción, pero le parecía la mejor opción para formar la familia que tanto querían ambos.
*****
Tres años después.
Por fin había llegado el día más esperado por Simón, el tiempo de su condena había sido cumplida, se encontraba ordenando sus últimas cosas, Pato se acercó a él para despedirse, el mexicano le aseguró que seguiría visitandolo durante los próximos tres meses que aún le quedaban de condena.
—No te preocupes en venir—dijo Pato—. Disfruta a tu familia.
—Eres mi amigo, no te olvidaré—dijo Simón.
—Solo me quedan tres meses, luego de eso nos encontraremos—Pato se acercó a abrazarlo—. Ya es hora, saluda a tu familia de mi parte—sonrió.
Un policía encargado se llevó a Simón para realizar los papeles que confirmaban su salida.
—Bueno, eres libre—informó el policía.
Lo acompañó hasta la puerta principal, al otro lado estaba Ámbar junto a Celeste, Sharon, Luna, Mónica, Miguel y Pedro quienes lo estaban esperando. Simón puso un pie en la calle dejando atrás cinco años de prisión, su hija se lanzó a recibirlo.
—¡Papá! —exclamó, Simón la alzó en sus brazos.
—¡Hija! —Simón abrazaba fuertemente a su hija—. Al fin estaremos juntos.
Caminaron hacia donde se encontraba el resto de personas, Ámbar lo recibió entre lágrimas y lo besó.
—Al fin amigo eres libre—dijo Pedro.
—Si, Simón—Luna lo abrazó.
—Felicidades, Simón—Mónica y Miguel también lo felicitaron.
—Mi yerno, al fin saliste de donde nunca debiste estar—Sharon lo abrazó.
—Estoy feliz—dijo Simón—. Al fin estaré con mi familia y mis amigos—se dieron un abrazo entre todos.
Llegaron a la casa donde el resto de sus amigos lo esperaban en una pequeña fiesta de bienvenida organizada por todos.
—Gracias, chicos por nunca haber dejado de ir a verme—dijo Simón—. Y también por apoyar a Ámbar y Celeste.
—Eres un gran amigo, jamas te dejaríamos solos, ni a ti, ni a Ámbar mucho menos a Celeste—dijo Matteo.
—Son nuestros amigos, y siempre estaremos para todo el que nos necesite—dijo Delfina con la pequeña Esperanza en brazos hace tres meses habían logrado adoptar a la niña quien había quedado huérfana luego de que su madre muriera en el parto, y el padre no quisiera hacerse cargo.
—Yam y Ramiro te mandan saludos—dijo Jim—. Dicen que apenas pongan un pie en Argentina pasaran a verte—agregó.
Siguieron compartiendo, Simón se dio cuenta que a pesar de tiempo nada había cambiado entre el grupo, bueno también se dio cuenta que sus amigos habían hecho la vida que siempre habían soñado.
—Simón—llamó Nico—. Con Pedro queremos ofrecerte el puesto de guitarrista oficial de la Rollerband.
—¿En serio? —preguntó Simón.
—Si—contestó Pedro—. Contigo la banda tiene otra onda ¿aceptas?
—Claro que si—contestó Simón.
De inmediato fue invitado a cantar una canción eligieron Alzo mi bandera una canción llena de fuerzas, los chicos comenzaron a irse y Simón quedó junto a su familia.
—Parece un sueño—confesó Ámbar—. Deseé tanto este día y al fin estas aqui—dijo.
—Es el mejor día de mi vida—dijo Simón—. Por fin estaré contigo, y nuestra hija—la niña no se despegaba de Simón.
—Tengo sueño—habló Celeste.
—Vamos a dormir—Simón se levantó y llevó a Celeste a la habitación, le dijo a Ámbar que los acompañara.
Celeste no aguantó el sueño y apenas tocó la cama se quedó dormida, Simón se puso a su lado, y acercó a Ámbar hasta él.
—Juntos para siempre—dijo besandole la frente.
—Para siempre—afirmó Ámbar.
Y así se quedaron abrazados hasta quedarse dormidos al fin estaban juntos y ya no se separarian nunca más.
********************
FIN
❤️
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