Capítulo 23
Cuatro meses después.
Berlín, Alemania.
El ambiente navideño comenzaba a inundar las calles de casi todo el mundo, en Alemania la temporada era muy fría, sin embargo, el espíritu navideño presente sobre.
Yam se encontraba recorriendo las calles de Hanukkah en Berlín quería hallar un regalo especial para Ramiro, aunque recién comenzaba diciembre ella estaba completamente emocionada, con algunas decoraciones en mano llegó al departamento que compartía con el de rulos coquetos.
—Ramiro—llamó extrañada de que el aún no hubiese llegado.
El timbre sonó al abrir la rubia se encontró con un gran ramo de rosas amarillas sus favoritas.
—¿Yamila Sánchez? —preguntó el repartidor.
—Si—contestó ella emocionada.
—Le envían estas flores—el chico la hizo firmar el típico formulario donde se confirma que fue recibido.
Entró nuevamente con una gran sonrisa eran sus favoritas, leyó la tarjeta que venía adjunta claramente Ramiro era un romántico aunque muchas veces no lo pareciera.
—Yami, llegué—avisó Ramiro.
Yam se lanzó para abrazarlo y darle un beso—Gracias por las rosas—dijo.
—¿Qué rosas? —preguntó Ramiro desentendido.
—Las que me enviaste—contestó Yam.
—Yo no te mandé nada—dijo Ramiro caminando hacia la cocina.
—¿Entonces quién? —cuestionó Yam—. Estoy segura que la letra de la tarjeta es tuya.
Ramiro escupió un poco del agua que estaba tomando para reírse a carcajadas, Yam lo miró extrañada.
—Fui yo quien envió las flores—confesó Ramiro—. Quería jugar un poco—volvió a reír.
—Eres un tonto—Yam le lanzó un cojín que tenía cerca.
Ramiro caminó hasta ella la alzó en sus brazos y le dio un beso.
—Siempre me ha gustado molestarte, y la forma en la que arrugas la nariz cuando estas enojada—confesó mirándola a los ojos—. Te amo mucho y perdón por la broma.
—Me encantan tus bromas aunque a veces sean crueles—rió la rubia—. Gracias por las flores, te amo—lo besó.
Buenos Aires, Argentina
Simón no podía conciliar el sueño hace unas noches que estaba preocupado por Ámbar, pues el embarazo se había estado complicando bastante, por lo que el doctor le ordenó reposo inmediato, y eso significaba que el no podía verla lo que obviamente lo agobiaba.
—Hey, ¿Estás bien? —preguntó Pato.
—No puedo dormir—contestó Simón—. No he podido ver a Ámbar y me preocupa.
—Lo sé muchacho—dijo Pato—. Pero ella está bien cuidada junto a su madre y esa chica extraña con nombre de satélite que viene a verte—Simón rio al escuchar eso último.
—Pero no es lo mismo que verla con mis ojos ¿Qué tal si me ocultan algo? —preguntó.
—Tienes que relajarte—pidió Pato—. Cuando Clara quedó embarazada yo sentía lo mismo que tú, pero recordé que las malas noticias vuelan muy rápido... Además a ti te vienen a ver siempre tus amigos ya te hubiesen contado si algo sucede—hablaba en tono calmado lo que hizo que Simón se relajara un poco.
—Si, tienes razón... Lo que daría por estar con ella y mi hija escuchar sus latidos, sus pataditas... —lágrimas comenzaron a brotar.
—Ven acá—Pato lo abrazó y Simón lloró con más intensidad—. Estoy seguro que será un gran padre aunque estés aquí.
—Quisiera estar ahí cuando nazca, pero es imposible—dijo Simón secando sus lágrimas.
—Lo sé—Pato dio un suspiro—. Es un momento súper importante... Pero sabes que—hizo una pausa—. Muchos padres están ahí solo físicamente teniendo su corazón y mente en otro lado... Tú no estarás físicamente pero si de corazón y eso es mucho más importante—finalizó.
Simón se acercó para abrazarlo, y agradecerle por aquellas palabras tan reconfortantes que Pato le había dicho. Su compañero tenía razón el no podría estar físicamente, pero siempre estaría junto a su hija y Ámbar de corazón.
*****
—Mamá quiere que pasemos las fiestas con ellos—habló Delfi durante la cena.
—Mi madre también—dijo Gastón.
—¿Qué haremos? —preguntó Delfi.
Gastón no respondió a él le daba igual donde pasar las fiestas, pero Delfi se sentía en una encrucijada no sabe con quien celebrar.
—¿Y se te ocurre algo? —preguntó nuevamente.
—No—contestó Gastón—. Me da igual donde vayamos lo único que me importa es que estemos juntos—dijo.
—¿Cómo no te va a importar? —preguntó Delfi—. Son las fiestas de fin de año—agregó.
—Delfi calmate—pidió Gastón—. Hagamoslo al azar el primero que salga es navidad y el otro es año nuevo.
—¡Ash! —bufó Delfi—. No se puede hablar contigo—se levantó de la mesa y se fue a la habitación.
Gastón se quedó en silencio y algo extrañado en todo el tiempo que llevaban viviendo juntos nunca habían tenido una discusión que terminara así.
—Iré a hablar con ella—dijo Gastón mirando a su perro.
Caminó hasta la habitación y allí estaba Delfi junto a sus gatos mirando la televisión.
—¿Qué haces parado ahí? —preguntó mirándolo.
—Venía a hablar contigo—contestó Gastón—. Sabes que no me gusta que estemos enojados, además nunca antes habías actuado así... Sin hablar primero ¿Pasa algo? —preguntó.
—Lo siento... Creo que estoy estresada son las últimas semanas de universidad el próximo año se viene intenso y me preocupa no ser capaz de terminar—dijo Delfi.
—Amor—Gastón se sentó en el borde la cama—. Sabes que te entiendo perfectamente, y obviamente serás capaz de terminar y ser la mejor de tu generación—le dio un beso en la frente.
—Odio estar así y desquitarme contigo que siempre has estado apoyándome—dijo Delfi—. Prometo no volver a hacerlo—levantó su mano en señal de promesa, Gastón también alzó su mano y ambos las juntaron.
—Aún queda tiempo para decidir donde pasamos las fiestas, ahora disfrutemos dormir juntos—Gastón se acomodó junto a ella y la abrazó—. ¡Ay!—se quejó.
—¿Qué pasó? —preguntó Delfi.
—Miño me rasguñó creo que ese gato me odia—contestó Gastón mirando su mano.
—Como te va a odiar un inocente gatito—Delfina tomó al gato en sus brazos—. Seguro lo molestaste—regañó a Gastón.
—Ese gato solo te quiere a ti, pero yo igual lo quiero—Gastón quiso acariciar al gato, pero se fue.
Delfina comenzó a reírse a carcajadas y Gastón aprovechó de hacerle cosquillas, ambos pensando en que lo importante es que a pesar de las discusiones mantenerse unidos.
*****
Con lo complicado que se había tornado su embarazo, Ámbar sólo debía permanecer en cama con reposo absoluto lo que la había sentirse mal, ya que ni siquiera podia ir a ver a Simón y mostrarle la abultada panza que tenía... Y ni siquiera podía distraerse en el Roller.
—¿No puedes dormir, Ámbar? —preguntó Luna entrando en la habitación.
—Estoy cansada de estar en cama—contestó Ámbar.
—Es lo que el doctor recomendó para que tu bebé esté bien—dijo Luna—. Mira cuando nazca esa niña apenas podrás estar en cama.
—Es horrible, Luna, ni siquiera puedo ver a Simón para que sea parte del embarazo—dijo Ámbar—. Además te tengo aquí y no puedes hacer tus cosas... Sharon esta preocupada por mi y se que eso le hace muy mal—confesó.
—Ámbar estoy contigo porque quiero que cuidarte... Además estos meses contigo me han servido para reeplantearme las cosas ya no quiero dedicarme al mundo del espectáculo—dijo Luna.
—¿Qué? —preguntó Ámbar—. Creí que amabas actuar y las luces.
—Si, pero no es lo que quiero hacer para toda la vida—respondió Luna—. Descubrí que quiero ser enfermera... Ya estuve buscando información para el próximo año ir a la universidad—agregó con emoción.
—Me alegra, Luna—dijo Ámbar y en ese momento sintió una fuerte patada que le daba su bebé—. Creo que la señorita en mi panza quiere dormir—rió.
—Está bien—rió Luna tocando la panza de Ámbar—. Descansen—salió de la habitación.
Ámbar acarició su panza cerró los ojos tratando de dormir lo que fue muy fácil al parecer solo necesitaba conversar con alguien.
*****
—Fue horrible ese final—comentó Nico mientras recogía los vasos para llevarlos a la cocina.
—A mi me pareció muy romántico—dijo Jim.
—Pero ella dejó su sueño por estar con él—analizó Nico—. Cuando estas con alguien esa persona debe apoyarte no hacerte elegir—agregó.
—Si, pero ella no tenía claro si dedicarse a las leyes, pero si estaba segura de lo que sentía por él—dijo Jim.
Siguieron hablando de aquella película que los había dejado pensando en tantas cosas, ambos tenían puntos de vistas diferentes.
—Igual fue una buena película—finalizó Nico.
—Si—Jim rió—. Hablando de películas olvide contarte que me eligieron para la adaptación musical de la película fantasía navideña—agregó emocionada.
—Eso es increíble—Nico sonrió—. ¿Cuándo es el estreno? —preguntó.
—En dos semanas—contestó Jim—. Sólo hay un problema....
—¿Qué sucede? —preguntó Nico preocupado.
—Haremos una función para los niños del orfanato el día de Navidad... No podré pasarla contigo—dijo con tristeza.
—Puedo ir contigo—dijo Nico—. Tal vez no la pasemos solos, pero podemos disfrutar con esos niños que tanto lo necesitan, además yo podría cantar villancicos—agregó.
—Eres tan especial—Jim le dio la mano—. Hablaré con la profesora a cargo para ver si esta de acuerdo... Aunque yo creo que si.
—Dile que también podemos realizar una campaña de recolección de juguetes de seguro los chicos del Roller van a querer ayudar—propuso el rubio.
—Le diré—Jim sonrió—. Siempre me sorprendes para bien—se levantó para darle un beso.
*****
Jam&Roller
—Estos días serán de locos—comentó Eric.
—Si, los chicos lo único que quieren es despejarse un rato—apoyó Pedro.
—Delfi está completamente estresada—dijo Gastón—. Ayer discutimos, por suerte lo solucionamos aunque aún no sabemos donde pasar las fiestas—agregó.
—Eso está difícil—dijo Eric.
—Deberían pasarlas ustedes dos en su casa solos al final son familia y así se ahorran problemas innecesarios—aconsejó Pedro.
—No lo había pensado—dijo Gastón—. Pero es una gran idea.
—Son problemas de convivencia que se pueden solucionar—dijo Pedro.
*****
Como Ámbar estaba en reposo sus amigas iban a visitarla muy seguido.
—¿Qué tal la universidad? —preguntó.
—Estoy estresada—contestó Delfi—. Ayer discutí con Gastón.
—¿Pero se arreglaron? —preguntó Jazmín.
—Si, pero me da miedo que vuelva a pasar y se aburra de todo y me deje—contestó Delfi.
—Eso no pasará—dijo Ámbar—. Lleva poco tiempo viviendo juntos tienen que ajustarse... Cuando comenzamos a vivir con Simón tuvimos varios problemas yo creo que más de una vez pensé en dejarlo o el pensó en dejarme a mi.
—Si, Delfi—apoyó Jazmín—. Y eso que ellos vivian con la señora Sharon—dijo en voz baja.
—Jazmín tiene razón—aseguró Ámbar—. Pero esos problemas tienen solución.
El teléfono de Ámbar comenzó a sonar apenas vio el nombre no quiso contestar, pero la persona del otro lado era insistente. Por lo que la rubia apagó su teléfono.
—¿Pasó algo? —preguntó Delfi.
—Era mi padre ese desconocido cree que puede aparecer cuando quiera—contestó Ámbar.
—Quizás quiere compensar los años que no pudo estar a tu lado—dijo Jazmin.
—Si, Ámbar, tal vez sea bueno que hables con él—aconsejó Delfi.
—No chicas, ese señor cree que por aparecer dos veces ya tiene derecho de ser mi padre... No—negó la rubia.
—Igual te entendemos, Ámbar—dijo Jazmin.
—Si—afirmó Delfi—.Hablemos de otra cosa ¿Ya sabes que nombre le van a poner a la bebé? —preguntó.
—Aún no—contestó Ámbar—. Con Simón nos gustan varios nombres... Es difícil elegir solo dos.
—Yo te lo hago más fácil ¿Qué tal Jazmín Delfina? —dijo y las chicas rieron.
—Suena horrible—Delfi no podía aguantar la risa.
—Ámbar, ya llegamos—Luna entró a la habitación.
—¿Cómo les fue? —preguntó Ámbar.
—Bien el doctor dice que hay posibilidades de realizar un trasplante de córnea para mi tía—contestó Luna—. Mis padres te mandan saludos dijeron que mañana vendrían con el abuelo.
—Luna ¿Cómo crees que suena Jazmín Delfina? —preguntó Jazmín.
Luna se rió con fuerzas—Supongo que ese no será el nombre de mi ahijada—dijo y las chicas se enseriaron.
—¿Tu ahijada? —preguntó Delfi.
—Chicas—dijo Ámbar—. Ni siquiera tengo el nombre menos tengo a la madrina—agregó.
—Yo prefiero ser la tía fashion—dijo Jazmín.
Las chicas volvieron a reír— ¿Quieren pizzas? —preguntó Luna.
—Luna, pediste pizza ayer—dijo Ámbar—. Y anteayer también.
—Y el lunes también—dijo Delfi.
—Es que me encanta la pizza—dijo Luna nerviosa.
—¿La pizza o el repartidor? —preguntó Ámbar.
—Es un chico agradable, pero solo eso—contestó Luna.
—Claro—dijeron las otras tres chicas.
—Saben pediré otra cosa—dijo Luna un poco irritada.
—Pide pizza—Ámbar le giñó el ojo—. Y aprovecha de hablarle a ese chico.
Luna sacó su celular y marcó el número de la pizzeria a los treinta minutos llegó.
—Hola—saludó nerviosa Luna al repartidor.
—Pizza para la bella señorita—dijo el chico con ese acento que le encantaba a Luna.
El chico estaba a punto de irse y Jazmín le gritó preguntándole el nombre.
—Michel—dijo el chico sonriendole a Luna.
Al parece ese chico también adoraba ir a dejarle las pizzas a Luna.
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Queda uno
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