Capítulo 16
Delfina y Gastón fueron lo más rápido que pudieron hasta el hospital, nerviosos por saber lo que le había sucedido a Jim, ingresaron a la sala de espera donde la cabellera rubia de su amigo se asomaba y sin dudarlo se acercaron a él.
— ¡Nico!—exclamó Gastón—. ¿Qué sucedió?—preguntó.
—Pablo le disparó a Jim—Nico no pudo evitar las lágrimas.
— ¿Pablo?—preguntó Delfi.
—Es su ex—contestó Nico—. Ese chico la había amenazado hace un tiempo, pero nunca pensamos que llevaría a cabo su amenaza—agregó con rabia.
—Espero que se pudra en la cárcel—dijo Gastón.
—Será imposible la policía me dijo que investigaría, pero puede ser muy tarde para Jim—dijo Nico que no paraba de llorar.
Gastón y Delfi decidieron quedarse para acompañar a Nico aun nerviosos porque nadie le daba alguna noticia de Jim caminaban de un lado a otro tratando de botar los malos pensamientos que se imponían en ellos a cada momento. Por suerte después de tres horas apareció el doctor, quien tenía el semblante serio y sin dudas parecía agotado.
— ¿Doctor? ¿Cómo esta nuestra amiga?—Delfina fue quien se acercó.
—Logramos estabilizarla—contestó el doctor los chicos sintieron un alivio—. Pero lamentablemente entró en un coma—agregó con pesar.
— ¡Qué!—gritó Nico—. ¿Cuánto tiempo estará en coma?—preguntó.
—Es relativo—respondió el hombre de la bata blanca—. Pueden ser días, semanas, meses e incluso años, pero confiamos en que hay una luz de esperanza.
Para Nico su mundo se había caído sabía perfectamente que muchas personas demoran años en despertar de un coma, y que cuando lo hacen no recuerdan nada a su alrededor, sin embargo, había otra opción que lo atormentaba aún más y era que Jim no despertara nunca más y se vaya de su lado sin él haberle podido decir "te amo".
—Nico, estamos contigo—Gastón lo abrazó para darle apoyo.
—Iré por un café—dijo Nico—. Gracias chicos por estar aquí—agradeció.
— ¿Puedo quedarme en tu casa?—preguntó Gastón a Delfi—. No podría vivir en casa de Jim sin que ella este sería difícil—comenzó a llorar.
—Entiendo, y me encantaría decirte que sí, pero mis padres son muy estrictos—contestó Delfi—. Lo siento, amor—lo abrazó.
—Le preguntaré a los chicos del Roller—dijo Gastón—. Entiendo a tus padres—le acarició la mano a su novia.
*****
Matteo caminaba junto a Emilia ambos hablaban entusiasmados sobre lo que sería el próximo video musical del chico, video en el que Emilia había aceptado ser la protagonista oficial, pues para ella sería una buena opción para incursionar en el mundo actoral.
—Espera—Emilia dejó de caminar—. ¿Solo estaré yo en el video?—preguntó.
—No, yo también estaré seremos una pareja de patinadores donde tú serás la princesa—contestó Matteo.
— ¿Princesa?—cuestionó Emilia extrañada.
—Así se llama mi canción—respondió el italiano.
Siguieron su camino Matteo tenía pensado acompañarla hasta su casa para pasar más tiempo con ella, hace un par de semanas que algo le pasaba con Emilia que lo hacía querer conocerla más.
—Hola, Matteo—Luna apareció frente a ellos.
—Luna—saludó Matteo cordialmente.
—Veo que estas con ella—apuntó a Emilia.
—Me llamo Emilia, por si lo olvidaste—contestó rápidamente Emilia.
—Suelo olvidar el nombre de la gente que no me importa—dijo Luna.
—Ok—Emilia soltó una risa—. Matteo veo que ustedes deben conversar.
—Mañana te llamo para avisarte sobre el video—dijo Matteo, Emilia se fue.
Matteo estaba visiblemente incómodo, y no veía con buenos ojos que su ex estuviera parada frente a él de forma tan desafiante.
— ¿Quieres algo, Luna?—preguntó.
—Sí, que vuelvas conmigo—contestó Luna.
—Y yo quiero hacer una canción con Michael Jackson—dijo irónico Matteo.
—Si yo fuera tú no haría chistes—dijo Luna—. Escuché que Emilia será la protagonista de tu video—Matteo asintió—. Creo que te estas equivocando.
—No tienes derecho a meterte en mi vida—regañó Matteo.
—Claro que si te conozco Matteo y se como hacer para que caigas—Luna usaba ese tono desafiante.
—¿Qué le pasó a la Luna que conocía?—preguntó Matteo—. No volveré contigo ni hoy, ni mañana, ni nunca—dijo tajantemente—. Haz lo que quieras en mi contra no te tengo miedo—agregó para irse.
— ¡Matteo!—gritó Luna—. Nunca digas nunca—dijo y luego comenzó a reír.
Matteo no entendía la nueva actitud de Luna, o tal vez Gastón tenía razón y esa era la verdadera Luna que por estar cegado de amor él nunca vio antes, pero de algo estaba seguro y era que no dejaría que su ex novia destruyera todo lo que le había costado construir.
*****
Hay amores que son eternos y no me refiero al hecho de estar juntos, sino que son esos amores que recuerdas por alguna u otra razón, esos amores que dejan huella en tu corazón o en tu mente que por algún motivo recuerdas en cada momento incluso cuando estas con otra persona que dices querer.
—Yam te noto extraña ¿Sucede algo?—preguntó Gustavo.
—Me siento un poco mal—mintió, no podía decirle que aun después de un año seguía pensando en Ramiro—. Creo que me iré a casa—dijo levantándose.
—Te acompañaré—Gustavo también se levantó.
—No—dijo Yam con rapidez.
— ¿Por qué?—preguntó el chico.
En ese momento el celular de Yam comenzó a sonar con insistencia al sacarlo para contestar vio que era Ramiro.
— ¿Cómo que Jim está en el hospital?—grito con angustia—. Voy de inmediato—colgó la llamada.
— ¿Qué le sucedió a Jim?—preguntó Gustavo.
—No lo sé, Ramiro no me pudo explicar debo ir al hospital lo más rápido posible—Yam estaba completamente afligida.
—Tranquila, llamaré un taxi—Gustavo trataba de calmarla, cosa que parecía imposible.
El taxi demoró alrededor de cinco minutos los que se hicieron eternos, al fin llegaron al hospital y parecía que todo se tornaba más lento ya en el ala de emergencias divisaron a Nicolás quien se encontraba acompañado por Delfi quien dormía en el hombro de Gastón que soplaba su café de forma casi inerte.
—¿Cómo está Jim?—preguntó Yam angustiosamente.
—Salió de cirugía estable, pero entró en un coma—contestó Nico tenía la voz cansada.
—Vine lo más rápido posible—la voz de Ramiro se escuchó detrás de la rubia.
—¡Ramiro!—exclamó Yam y caminó para abrazarlo y llorar en su hombre cosa que a Gustavo no le agradó mucho, pero en ese momento era mejor no decir ni hacer nada.
—Nico, deberías ir a descansar con Gastón podemos quedarnos e informarte sobre cualquier avance—sugirió Delfi.
—Gracias, pero debo quedarme—dijo Nico.
—Pueden ir ustedes a descansar yo me quedaré con Nico—dijo Ramiro.
—Nosotros también nos quedaremos esta noche—aseguró Gustavo tomándole la mano a Yam.
—Está bien, nosotros volveremos mañana—Gastón y Delfi salieron del hospital.
*****
La llegada a la casa de la familia Álvarez fue una eternidad para Ámbar quien trataba de comprender los chistes que Ariel contaba mientras trataba de evadir la mirada de su suegra a quien no se le movía ni siquiera un músculo del rostro.
—Pa—Simón se acercó a Juan, que era muy parecido a él—. ¿Por qué no fuiste con los demás al aeropuerto?—preguntó.
—Llegué hace unas horas tuve que ir a Guadalajara por temas del trabajo—explicó el hombre—. Pero veo que estas muy bien ¿Y esta muchachita quién es?—apuntó a Ámbar.
—Es Ámbar, mi novia—respondió Simón haciendo que la rubia se acercara a saludar a Juan.
—Asi que ella es la chica que hace suspirar a mi muchacho—dijo.
—Supongo que si—susurró Ámbar sonrojándose.
—Eres muy modesta—bromeó Juan.
—Ya lo creo—interrumpió la madre de Simón—. Ámbar te mostraré tu habitación, porque ni creas que dormirás con mi hijo.
—Vero, quizás cuantas veces han dormido juntos—dijo Linda.
—Si tía, si hasta viven juntos en Argentina—dijo Beto.
—Esta es mi casa, y yo pongo las reglas mientras estén aquí no dormirán juntos—dijo tajante la mujer—. Ven, Ámbar.
Ámbar tomó su maleta y caminó detrás de la mujer quien no era capaz de dirigirle palabra alguna, lo que obviamente tornaba el ambiente un poco hostil, y hacía sentir incomoda a Ámbar.
—Quizás la cama es un poco chica—dijo Verónica—. Tal vez tú nunca habías visto una así.
—Por supuesto que las había visto—respondió Ámbar.
—Seré sincera, yo conozco a las chicas como tú, niñas ricas que parecen princesas y que se aprovechan de su belleza para enamorar a jóvenes como mi hijo...
—Usted no me conoce—interrumpió Ámbar—. Tal vez parezca una princesita y quizás nunca he dormido en un cama pequeña, pero si tengo sentimientos y jamás me aprovecharía de Simón porque lo amo demasiado—aseguró.
—Créeme que no te haré fácil tu estadía acá—amenazó Verónica.
—Créame que no dejaré que separe a Simón de mi lado—dijo Ámbar—. Sé cómo lidiar con monstruos—afirmó.
—Ámbar—interrumpió Simón.
—Los dejo para que hablen—Verónica parecía molesta, pero aun así disimuló con una sonrisa.
—Sabía que tú y mamá se llevarían bien—Simón estaba tan feliz que Ámbar no quiso arruinar esa sonrisa.
—Si—dijo Ámbar—. ¿Ocurrió algo?—preguntó.
—Sharon, dijo que la llamaras—respondió Simón—. Creo que nos extraña.
—La llamaré de inmediato—dijo Ámbar sacando su teléfono—. Simón, te amo mucho—Simón se acercó y le dio un beso.
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Y solo quedan 09
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