9. Chocolate caliente
Volví a subir las escaleras sigilosamente porque no quería despertar a nadie. Me llevé un sandwich y un chocolate caliente. Iba a ir por un café, pero no creí que estaríamos mucho rato hablando con Mads y tampoco tenía la intención de desvelarme.
Me sentía más tranquilo después de haber tocado el tema de las reglas con Mads. Muchos podrán decir que no eran para nada necesarias, pero honestamente, sentía que debía dejar todo claro desde antes de comenzar a pasar más tiempo juntos. No sabía si yo le podía llegar a gustar realmente a Mads o ella a mí, sin embargo, no quería dejar espacio para la duda porque yo estaba enamorado de Fai, y quería que ella lo supiese.
Apareció nuevamente en la pantalla, con una taza humeante entre sus manos. Sus ojos se achinaron cuando me miró y sonrió. Mads era bonita, de eso no había duda. Y tengo que admitir que en algún lugar de mi cerebro había cierta preocupación de que esa chica me llegara a gustar. Hace mucho que no me relacionaba con una chica fuera de mi círculo, y me asustaba un poco lo interesante que me resultaba ella. No quería más cambios en mi vida, y yo estaba feliz con Fai. El problema es que el tiempo con Fai cada vez era menos y ya visualizaba que el tiempo con Mads iba a ser cada vez más.
Además...Hola, soy humano.
Pero lo más importante era la novela que íbamos escribir en conjunto, todo lo demás debía pasar a segundo plano. Tenía que ser asombrosa, y para eso... nosotros teníamos que llevarnos excelente. Debíamos ser amigos.
Hablamos sobre el por qué me encontraba en Paris así que terminé contándole todo mi drama familiar aunque esa no era mi intención, es solo que me sentí cómodo y me gustó que ella no comenzara a resolverme el mundo como el resto, si no que simplemente me escuchó y luego me contó su drama amoroso y que trabajaba en la cafetería desde hace algunos meses porque no sabía qué estudiar en la universidad. Me dio la sensación de que más bien no era solo que no sabía qué estudiar, sino que no tenía idea qué hacer con su vida, sobre todo ahora que ya no estaba con su novio de años.
¿Qué más efectivo para crear lazos rápidos que contar nuestros dramas e inseguridades? Cuando nos desahogamos ya había pasado casi una hora y comenzamos a hablar de la novela. Le comenté toda la idea que tenía armada antes de que ella se entrometiera, y que ya era necesario cambiar algunas de mis ideas principales del libro que ya no era mío sino nuestro —sé que para muchos esto debería considerarse como un alto pecado y yo quizás debí enojarme y no estar así hablando con ella como si fuese mi mejor amiga—, pero así como ya le había dicho a Mads, estaba estancado. Y soy sincero al decir, que —al menos por bastante tiempo más—, ese libro yo no lo iba a poder seguir escribiendo solo.
Siempre había pensado que el bloqueo de escritor era un invento de los escritores que se encontraban aburridos con sus historias y que querían darse vacaciones o que simplemente no se estaban esforzando lo suficiente, pero allí, estando yo en esa situación, entendía que no era nada parecido a eso. Y que podía significar estar horas frente a la computadora y que nada llegara a tu mente, como si tu creatividad cerrara la puerta por un tiempo, quizás...obligándote a detenerte. Podía ser angustiante, cansador y estresante; pero mientras pasaban los días, entendí también que no debía forzar mi mente y que tenía que dejar de criticarme y ser tan duro conmigo.
Por eso no me había enojado con Mads, ella sin saberlo, pasó a ser la llave a la puerta de mi creatividad.
—Entonces tu idea no era que Phoebe se fuera a Nueva York, ni tampoco que tuviese novio —murmuró pensativa. Se dio cuenta de que me había cambiado bastante la historia y soltó una risa burlesca—. ¿y que Daniel apareciese era tu idea?
Menee la cabeza, y solté una risa.
—Lógicamente lo iba a hacer, pero no tan luego. No pensé hacerlo su jefe. En el segundo capítulo ¡bum! Phoebe en nueva York y Daniel esperándola en el aeropuerto —Me encogí de hombros—. Qué rápida que eres.
Entrecerró los ojos, como si tratase de descubrir el real significado de mis palabras. Así que puse expresión de inocencia a lo que ella rodó los ojos.
—Ha quedado asombroso —dijo alzando las cejas—. ¿Como continuarás el siguiente?
—Él la va a dejar al hotel y la invita a cenar para hablar sobre el trabajo. También quiere saber por qué ella se fue y nunca más le habló.
—No le dirá que ha estado enamorada de él todo ese tiempo asumo... —comenzó a decir, interrumpiéndome—. Obviamente ellos tendrán una aventura...¿quieres que se queden juntos al final?
—No era mi idea, pero lo podemos ir viendo a medida que vayamos escribiendo.
Frunció el ceño.
—¿No sabes si tus protagonistas quedarán juntos? —Se aclaró la garganta—. Nuestros protagonistas.
—¿Tú crees que deberían? —pregunté inclinándome hacia adelante, como si quisiese escuchar cada palabra de ella y no perderme nada. Nunca había discutido mis ideas con nadie y se sentía bien —. Yo creo que no. Ella se fue y nunca le dijo que lo quería. ¿Ya fue o no?
—No lo dijo, pero si lo sentía. ¿Y él? ¿no la quería a ella?
—Él tenía su novia —respondí rápidamente—. Quería a su novia...y sigue queriéndola.
—Está bien... está bien —murmuró haciendo una mueca—. ¿Y cómo quieres que tengan una aventura si él tiene novia?
—Su novia —Sara—, lo va a engañar. Eso sucederá en algún capítulo próximo. —Mads asintió con la cabeza como si estuviese de acuerdo—. ¿Y qué piensas escribir tú en el cuarto capítulo?
Abrió los ojos emocionada, y se quedó pensando mirando el techo. No la quise interrumpir, porque a veces yo hacía lo mismo, y era como si mi historia pasara frente a mí, tan vívida que podría tocarla... o mejor dicho... escribirla con claridad. Subí los brazos y puse mis manos tras mi nuca. Bajó su mirada y encontró mis ojos observándola, ni siquiera hice el intento de hacer como que no la miraba, pero ella deslizó sus mirada por mis brazos y se detuvo en uno de mis tatuajes.
—We are all broken —murmuré.
—Todos estamos rotos —tradujo. Subió la mirada a mis ojos—. Él le va a decir que una vez se confundió con ella. Fue breve y muy fuerte. Y justo ella desapareció...—agregó admirada de sus propias ideas. Comencé a reírme—. Entonces se separaron... pero hubo un instante —señaló casi uniendo su dedo índice y pulgar. Lo mostró a la cámara—. Un instante, unas semanas, días, momentos en que se quisieron los dos. —Sus ojos se tornaron llorosos, hizo un intento de sonrisa. Se tapó la cara—. Perdón, me emocioné.
—¿Estás bien?
—Sí. Es solo... si estoy bien.
—¿Estás consciente de que estás a punto de escribir un libro con el corazón roto? —Se sobresaltó ante mi pregunta y sus labios se extendieron en una sonrisa.
—No todos somos tan afortunados como tú —respondió bromeando—. Pero sí, estoy consciente.
Que ganas de golpear a ese tipo por ser un imbécil.
—¿Tienes vino o algo para beber? —quise saber. Me dio una sonrisa cómplice.
—Sí, creo que Ari tiene algunas cosas.
Me puse de pie de un salto y acerqué mi cara a la pantalla.
—Nos juntamos en cinco minutos con alcohol. —No le di tiempo de responder y abandoné la habitación, sin cortar la llamada. Antes de desaparecer por la puerta, vi como Mads esbozaba una pequeña sonrisa antes de ponerse de pie.
Cuando llegué al primer piso, recordé que esa no era mi casa y que no tenía alcohol. aunque... había visto a Adrien beber vino. Así que busqué y encontré un pequeño bar con varias cosas disponibles, así que saqué uno que no pareciese tan caro. Tampoco quería abusar de la hospitalidad —omitiendo, claro, el hecho de que por sí sacarle un vino era un abuso.
Cuando llegué de nuevo a la habitación me quedé plantado en la puerta. Camilo estaba sentado en la silla hablando con Mads.
—Y se llama Fabiana pero ella no juega conmigo, ¿a ti te gusta jugar? ¿cómo se llama tu perrita? Es muy bonita, a mi mamá no le gustan los perritos... a Valentín sí. —Se acercó más a la pantalla y habló bajito—: A Fabiana tampoco le gustan.
Mads soltó una carcajada.
—Se llama Maya y le encantan los niños como tú. Me gusta armar legos, ¿y a ti?
Camilo dio un salto en su asiento.
—¡Siempre lo hacemos con Val! Yo tengo muchos muchos—. De repente pareció desparramarse en el asiento—, pero están todos en mi casa en Santiago —murmuró con tristeza. Me adelanté para ir a acostarlo, y antes de llegar, Mads respondió.
—No te preocupes Cami, ya recuperarás todos tus legos. Además... me dijeron por ahí, que tendrás uno nuevo. —Cami se giró al escucharme, con los ojos abiertos y una enorme sonrisa.
—Ups, me tengo que ir Maddie. Mi hermano me pilló. —Cami se bajó de un salto de la silla—. Cuando vuelva a mi casa te voy a invitar para que armemos legos.
—Hecho —dijo Maddie riendo.
—Pero no invitaremos a Fabia...
—¡Hey! Suficiente —gruñí haciendo que se callara. Camilo se encogió de hombros—. ¿Por qué no estás durmiendo?
—Porque fui al baño... ya me voy. Buenas noches. —Se acercó y me hizo un gesto para que me agachara. Puso sus manos al rededor de su boca y susurró muy bajito—: Maddie me gusta más.
Espero que no le vaya a decir eso a Fai.
Salió corriendo, y puse la botella con la copa frente a Maddie. Ella alzó una botella de champaña.
—¿Así que beberemos? —preguntó abriendo su botella—. Supongo que esto es porque tenemos que conocernos en tiempo récord —bromeó—. Valentín, cuéntame un secreto.
Me quedé con la botella a medio abrir, y giré mi cabeza hacia la pantalla.
—¿Un secreto?
Asintió con la cabeza lentamente.
—Algo que nadie sepa —susurró.
Me serví un vaso mientras pensaba.
—No tengo secretos —murmuré.
Chasqueó la lengua.
—Todo el mundo tiene secretos. Te diré uno...—Se llevó una mano a la barbilla y se puso a pensar—. Una vez boté el pastel de cumpleaños de la mamá de Santiago. Se desparramó por todo el piso de la cocina y corrí. Literal... me fui de la casa. Era la primera vez que iba. —Estalló a carcajadas—. Y en la esquina me di cuenta que no podía hacer eso... y me devolví. Nunca confesé que yo boté el pastel. Valentín, eres la única persona que sabe.
—¿Y quien pensaron que había sido?
—Un sobrino pequeño —rió—. Y además... esto es un bonus extra... me sé todas las canciones de Disney. Todas —repitió tapándose la cara. Bebió unos cuantos sorbos—. Te toca.
—¿Todas? —quise saber, asombrado de su confesión infantil... aunque algo encantadora.
No, detente. No te vayas por ese camino.
Chasquee la lengua y recordé una de mis mayores vergüenzas.
—Una vez fui a una cita con una chica. Algo que comí me había hecho mal pero fui de todas formas porque me gustaba mucho y ya le había cancelado una vez... así que terminé yendo. De repente me sentí horrible, me puse de pie y corrí hacia el baño... vomité todo lo que un ser humano puede vomitar y me desmayé. Desperté con la camiseta y los pantalones salpicados de vómito. —Bajé la cabeza y hablé bajito—: Me escapé por la ventana del baño. No pude... no pude aparecer todo vomitado. Es que ella me gustaba harto. Tenía diecisiete años. Fue horrible.
Soltó una carcajada y meneó la cabeza en desaprobación por mi escape.
—Valentín, eres un desastre —soltó, riendo—. ¿tienes alguna pregunta que hacerme?
—¿Otra pregunta? —Asintió con la cabeza mientras bebía unos sorbos de champaña. Bebí también, pensando en qué preguntar.
—¿De qué hablabas tanto con tu amiga cuando me miraban en la cafetería? —quise saber, consiente de lo que preguntaba.
Sí, Mads. Me di cuenta de todo lo que me mirabas.
Claramente... sin el vino no habría preguntado esto.
Rayos.
___
OMG, es todo lo que diré.
¿Qué va a responder Mads? Primero el like... después esto... Uffff...
Besitoss que tengan un bello fin de semana <3
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