33. Escoge: él o el libro

Y de pronto mi vida se redujo al momento en que acepté que había perdido a Mads, sin nunca haberla tenido realmente. Tenía que aceptar que las cosas así eran, que lo de nosotros no resultó... y por más que lo intentáramos no iba a resultar. Ya que si hacía un movimiento en falso, Fabiana iba a arruinar todo.

Se abrió la puerta del departamento. No pensé que Félix iba a llegar... creí que se había quedado con Mads... por eso yo seguía en la sala, lamentándome de mi vida y mis pésimas decisiones.

—¿Te vas a tomar un café ahora? —Fue lo primero que preguntó. No quería mirarlo, estaba molesto con él, aunque yo nunca fui sincero sobre lo que sentía porque él era amigo de Fai. Se quedó observándome—. ¿No me dirás nada?

—Es que no puedo dormir —respondí. Mi voz salió apenas.. estaba agotado pero sabía que por más que intentara dormir, no lo iba a lograr.

—Tú sabes que eres más importante —soltó de la nada, sirviéndose un vaso de agua. Dejó el vaso junto a mi café. Me hicieron un poco de gracia sus palabras y a él también... nos miramos con una sonrisa. Alcé una ceja como si no entendiese para donde iba—. Me refiero a que si tú me dices que estás enamorado de ella, yo me haría a un costado.

Arrugué la frente.

¿Así de fácil?

—¿Por qué? —pregunté, desviando la mirada.

—Eres mi mejor amigo, Valentín. Maddie es asombrosa, pero sigo prefiriendo tener tu amistad... amigos antes que chicas. —Suspiró ampliamente y fue a sentarse al sofá. Yo me quedé donde estaba, apoyado en la mesa alargada que separaba la cocina de la sala—. No soy estúpido y no te diré que no sabía que a ti ella te gustaba. Pensé que era solo eso. Como cuando trabajo con gente que me atrae, y hay coqueteos y miradas... eso. No es como que estoy enamorado, ni tampoco haría algo más... pero hoy parece que cambió el panorama... ¿estás enamorado de Maddie?

Subí la mirada. Y le creí a mi amigo que si yo le decía todo lo que quería a Maddie, la iba a dejar, sin embargo... ¿a cambio de qué? Yo no podía estar con ella en ese momento y quizás el momento no llegaría nunca. Capaz que lo único que lograba diciéndole la verdad a Félix, era alejarla de alguien que quizás podía hacerla feliz.
Pensé seriamente en decirle la verdad: que yo me encontraba enamorado, solo para que se alejara de ella y yo no tener que sufrir el verlos juntos. Pero mi egoísmo tenía límites y yo ya llevaba demasiado tiempo siendo egoísta.

Además me imaginé a Maddie no solo enterándose de la mierda que yo había dicho por el audio de Fai, sino que, enterándose de que era el culpable de alejar a Félix de ella. ¿En que me convertía eso? ¿podría llamarme después siquiera su amigo?

—¿Te gusta mucho? —pregunté.

Sonrió.

—Sí, me gusta mucho. Aunque... cuando te dije en la fiesta que no nos íbamos a casar y todo eso... lo digo enserio. No estoy enamorado de ella, es por eso que te digo que puedo... dar un paso al costado. Aunque no es lo que quiero.

—Me gusta Mads, pero... no tengo nada que ofrecerle.

—¿Terminar con Fabiana no es una opción? —Me quedó mirando con cara de culpabilidad. Él conocía a Fabiana desde antes que yo. Dudé unos instantes en si decirle toda la verdad, él se quedó esperando. Resoplé.

—Amenazó con arruinar la carrera de Mads si yo terminaba con ella. —Félix me miró como si no se lo creyera—. Y no solo eso... su mamá al parecer tiene cáncer. Y me pidió que no la dejara sola.

—Val, entiendo que quieras acompañarla pero... si ya amenaza a Maddie, cruzó la linea. —Arrugó el entrecejo, y se llevó la mano a la barbilla—. No sé por qué hace esto. Osea, entiendo que te odie porque ahora te gusta alguien más... pero de ahí a amenazar a Maddie, me parece algo complemente irracional. Hablaré con ella. La voy a llamar.

—No creo que sea lo mejor, al menos no por el momento, está encolerizada como si fuese otra persona. No la reconozco. —Caminé hacia el sofá y me dejé caer junto a él—. La acompañaré un poco más por lo de su mamá, no como novio en todo caso. Ya terminamos. Pero no puedo arriesgar a Maddie. —Los ojos se me pusieron llorosos y me concentré en el café que tenía en las manos. ¿Desde cuando estaba tan sensible?—. Y sí, está mal. Nunca pensé que era así...o capaz de amenazar con algo así. De todas formas ha sido mi compañera años y no puedo dejarla sola con esto.

—Me siento mal por decir esto pero ya no descarto nada, ¿estás seguro que lo de su mamá es real?

—¿La verdad? No tengo idea de nada... solo que esperaré a que pasen unos días para calmar un poco lo sucedido.

Felix asintió lentamente con la cabeza.

—Creo que haría lo mismo que tú. Acompañarla con lo de su mamá... está bien. Fabiana está rodeada de gente y aún así no tiene amigos, solo su hermana. —Se llevó las manos a las rodillas—. Ahora... sobre Maddie. La dejaré de ver.

—No. —Menee la cabeza—. Yo no quiero interferir en lo que... ustedes tengan.

—¿Qué quieres que haga?

—Nada, solo sigue... sigan en lo que están. —Esbocé una sonrisa aunque me costó—. ¿Y si es el amor de tu vida y no el mío? —pregunté, con expresión de duda. Apenas dije eso me sentí como el ser más desdichado del planeta. El mundo. La existencia.

Soltó una carcajada.

—Ay, no empieces con tus frases románticas. No existe eso del amor de la vida, Valentín. Más bien existen los amores... en general. Amores de un instante, un momento, un tiempo, etc. Me gusta ella y nos divertimos juntos, pero... es eso —agregó. Yo entendía qué quería decir Félix. No estaba listo al parecer para tener algo serio luego de que su ex lo engañara. Aunque enamorarse o no de Mads o de alguien en general no es algo que escogemos—. Val ¿podría ser esto un problema para nosotros?

Menee la cabeza. No podía ser un problema... así se habían dado los eventos... ya era tarde para hacer algo. No podía interponerme en algo así.

—No es como que voy a estar saliendo con ustedes dos... creo.

—No te pongas raro.

***

Luego de dos semanas trabajando con Mads no habíamos hablado de esa noche fatal de mi cumpleaños. Fue como si todo hubiese quedado claro desde el momento en que yo me fui tras Fai.
Nos juntamos casi todos los días a escribir en una cafetería. Así que la intimidad que se producía entre nosotros cuando escribíamos solos, no volvió a repetirse. No por eso las reuniones eran menos intensas. Las palabras que moríamos por decir traspasaban nuestras miradas; y lo mucho que queríamos estar solos, se sentía con cada roce que a veces nos dábamos con las manos cuando nos pasábamos las computadoras o libretas.
Los sentimientos... al menos todo lo que yo sentía, era lo mismo de Daniel. Lo que quemaba mi corazón también lo hacia el de él. Y ella parecía darme indicios de lo mismo cada vez que escribía.

Estuve a punto —demasiadas veces— de decirle la verdad sobre Fai. Podría haberle contado que Fai me amenazó con destruir su imagen, pero...¿Y luego qué? Finalmente la ponía en una posición pésima, porque no solo sería yo el enfadado por el hecho de que nos queríamos y no podíamos estar juntos por Fabiana.  Me parecía más sensato que creyese que yo no iba a dejar a Fai, que la iba a acompañar. Mejor quitar lo que había de sentimientos de una...

También estaba la posibilidad de que quisiese estar conmigo de todas formas, pero si Fai hacía algo... yo no me iba a perdonar ser el culpable de arruinar todo lo que llevaba logrado Mads en tan poco tiempo de escritura. Recién la estaban conociendo y queriendo, sería como lanzarla al vacío antes de que alcanzara altura. No me lo podía permitir. Porque yo sabía que ella podía lograr mucho.

A la vez, Mads con Félix parecían pasar cada vez más tiempo juntos. Era extraño, como si los dos se necesitasen porque desde el día que se juntaron, no se despegaron más. Y yo no podía hacer nada... ocupé eso como excusa para dejarlos ser aunque mi corazón se quemaba cada día al ver a Mads, a recordar nuestro momento en la azotea que parecía tan lejano no solo en tiempo, sino lejano a nosotros. Al nosotros escribiendo en una cafetería. En un mundo que de repente había más gente: bebiendo cafés, conversando, riendo, trabajando... ¿dónde estaba el mundo al que entrábamos solos, los dos?

—Estos cafés no son como los que haces tú, Mads —le dije uno de esos días. Arrugué la cara con el primer sorbo. Me sonrió, aunque no me dijo nada. Estaba enojada conmigo y no la culpaba en absoluto. Si le hablaba del libro, podíamos hablar horas e incluso bromear al respecto... pero de otras cosas, era como hablar con otra persona.

—No le digas a Ari, que luego de que renuncié ha tenido que trabajar más horas y dice que está a punto de volverse loca —murmuró, mirando la computadora—. ¿Terminaste de revisar el capítulo?

Menee la cabeza.

—Me falta un poquito —respondí.

—Muy bien. ¿Llegó tu mamá de Francia?

—No aún no... está mi papá, me he quedado con él estos días. —Mads alzó las cejas, como si hubiese entendido el por qué no me veía cuando iba con Félix a la casa. Aunque la verdad no tenía idea de si lo hacían o no.

En esas dos semanas, vi poco a Fai, pero si me preocupé de preguntarle por su mamá. Ya no éramos una pareja, eso estaba claro. Ni tampoco ella intentaba serlo, parecía alguien totalmente ido... y eso igual me preocupada. Hablé con Fai, para que ya dijéramos que no estábamos juntos, pero Mads saltó a la conversación y las amenazas contra ella. Era un desastre.

Odio ser parte de esto.

—Valentín...—Mads me observaba con el ceño fruncido.

—¿Pasa algo?

—Que llevo mucho rato hablándote y estabas... pegado. —Se encogió de hombros—, ¿estás bien? —Se quedó observándome fijamente. No sé qué expresión puse pero ella resopló, como si se sintiese terrible—, ¿estás bien? —Volvió a preguntar.

Menee la cabeza.

Dos semanas, todo lo que pude aguantar.
Ya no podía más. Que pasara lo que tenía que pasar.

—Me aburrí de la cafetería. —Señalé a nuestro alrededor—. Quiero que escribamos solos, Mads. Ya he aguantado esto dos semanas y ya no puedo más. Tengo que... hablar contigo.

—¿Me vas a repetir lo mismo de antes? —preguntó a la defensiva.

—Te diré qué sucedió en mi cumpleaños.

Esbozó una sonrisa como si no se lo creyera. Al parecer estaba más enfadada de lo que yo creía... o dolida.

—¿Dos semanas después?

—Sí. Creo que es egoísta decirte pero... te voy a contar.

Alzó la vista.

—¿Qué quieres decir? —Arrugó el entrecejo, sin entender ninguna palabra que salía por mi boca.

—Primero, que quiero ser egoísta porque no puedo sentirte tan lejos; segundo, es... que no he estado con Fabiana en todo este tiempo. Quiero contarte por qué no te lo había dicho.

—¿Qué tu qué...? —Agitó la mano—. No... no quiero saber.

—¿Por qué? —pregunté, serio.

—Tú sabes por qué —musitó, volviendo la vista a la computadora. La cerré con la mano. Resopló y miró alrededor—. Tú sabes por qué.

—¿Qué quieres que haga?

—Nada... —Se rascó la frente y ladeó la cabeza con los ojos brillantes, parecía a punto de llorar. ¿Era mi culpa? Puse mi mano sobre la de ella y no la quitó, y luego la puse en su mejilla para que me mirara.

—No me digas que nada —pedí, olvidando por completo que allí no nos encontrábamos solos—. El motivo del porqué he estado tan distante no es porque yo haya cambiado de opinión, al contrario, cada día que hemos pasado aquí... ha sido una tortura. Quiero que escribamos solos. No puedo así, es mucho ruido... mucha gente... y muy poco de nosotros. Y yo quiero mucho de nosotros. —Llevaba días con palabras, frases, e incluso poemas atorados en la garganta. Ya lo que dijera, no era nada más que mis sentimientos desbordándose como nunca antes.

Tragó saliva y quitó la vista de mí.

—Yo estoy con Félix —replicó, obviando cada una de mis palabras. Me dolió tanta indiferencia de su parte. Dos semanas antes estaba dispuesta a estar conmigo y luego... ya no. ¿Así se fácil había sido para ella? ¿Por qué para mí fue como morir cada día ante la desesperación de tenerla cerca y lejos a la vez?

—Eso no es verdad —repliqué de inmediato. Frunció el ceño.

—¿Y qué sabes tú de eso?

—Porque estás con él, para hacer más fácil que nosotros no estemos juntos.

Tomó aire profundamente y luego esbozó una sonrisa fingida.

—¿Por qué no te bajas de la nube? El mundo no gira a tu alrededor —replicó, fríamente.

—Es la verdad. —Estaba seguro de que sí era la verdad, porque la otra opción... que se quisieran realmente no me la permitía creer. No era una opción para mí.

—Como tú digas. —Resopló—, ¿Nos vemos mañana? Estoy cansada.

—¿No me vas a dejar explicarte qué sucedió?

—No me interesa. —Se quedó sosteniéndome la mirada, pero seguía con los ojos llorosos.

—Entonces no voy a escribir nada más si no me escuchas.

—¿Y me vas a ir a acusar con tu mamá también?

—Sí.

No pudo evitar reírse y rodó los ojos.

—Eres una pesadilla, Valentín. Vamos a tu departamento... ese capítulo no se va a terminar con tanta gente alrededor.

Me senté en el sofá. Mads se desplomó junto a mí y se apoyó con el codo en el reposabrazos. Me quedó observando sin decir ninguna palabra. En el camino nos habíamos venido hablando del libro.

—Dime la verdad —dijo, de forma tan calmada que me quedé sin palabras—. Mira, te creo que estás acompañando a Fabiana. Pero yo no quiero... estar con alguien que acompaña a su ex novia —murmuró, haciendo una mueca—. No me mal interpretes, creo que es lindo lo que haces, pero... prefiero algo más simple.

—Cómo Félix.

—No, Valentín. Como tú, pero sin novia. ¿Podemos seguir escribiendo? Tenemos que enviar este capítulo hoy... y ya se está haciendo tarde. —Alzó la mirada y al ver que yo no decía nada, arrugó la frente—. Nos deberíamos haber quedado en la cafetería. —Me pegó con un cojín en la cara—. Deja de mirarme.

Solté una carcajada.

—¿Por qué? ¿Te pongo nerviosa? —pregunté, bromeando. Luego exhalé frustrado—. Terminé con ella el mismo día de mi cumpleaños —musité. Apoyé mi cabeza en el respaldo del sofá.

Mads me acercó su celular a la cara. Era el Instagram de Fabiana. Había subido por la mañana una foto antigua de los dos. Y en la descripción escribió lo mucho que nos amábamos.

—¿Me estás mintiendo?

—Me dijo que destruiría tu carrera —confesé, por fin. No me había sentido tan liberado desde que le confesé que la quería a ella. No me atreví a mirarla de inmediato, sino que dejé que procesara la información tranquila. Luego, agregué—:
Me dijo que si yo estaba contigo y no la apoyaba en la enfermedad de su mamá, entonces iba a publicar que nosotros la habíamos engañado. Me dijo que era capaz de subir un video con ella llorando y diciendo lo necesario para poner a la gente en tu contra. —Ahí ladee mi cabeza hacia Mads. Tenía los ojos llorosos.

—¿Has estado todo este tiempo con ella por temor a que sus fans me hagan la vida imposible? —preguntó, a media voz. Se quedó con la boca semi abierta.

—No, no he estado con ella. Solo la he apoyado con lo de su mamá. ¿Lo entiendes ahora? —Me incorporé y la miré fijamente—. Quise Mads... hacerte creer que había sido un imbécil y que me había quedado con ella. No quería ser egoísta... y meterme entre tú y Félix cuando al menos en este momento no tengo nada que hacer, nada que ofrecer más que amenazas de mi ex.

Se veia evidentemente perturbada.

—Pero...Valentín... no sé qué decir. —Meneó la cabeza—. ¿No... no has cambiado de opinión con respecto a nosotros?

—Ni por un minuto. Pero no te voy a arriesgar Mads... solo quería que lo supieras porque sé que estás molesta conmigo por no decirte nada. Y no me atrevía a decirte la verdad, tampoco quería mentirte...

—Entonces... ¿nosotros realmente no podemos ser? —musitó, interrumpiéndome. Bajé la mirada. Me dolió demasiado escuchar esas palabras salir de su boca. No podía creer que algo tan real... era impedido por alguien más.

—No soportaría ver que ella arruina tu carrera. Moriría antes que eso.

—¿Crees que lo haría? ¿De verdad? —quiso saber. Por un instante me pareció que quería que le dijera que no... que estuviésemos juntos que nada iba a pasar.

Me encogí de hombros. No lo podía asegurar.

—No lo sé. Solo la he estado acompañando por lo de su mamá... más bien me he mantenido en contacto. Estamos oficialmente separados, Mads. Pero ella tiene una fijación contigo.

Resopló.

—La odio. La odio... —Se quedó en silencio pensando. Una lágrima rodó por su mejilla—. La odio porque te quiero mucho —dijo de repente. Ladeó la cabeza y se quedó mirándome—. Me gustaría decirte que no importa, que arruine todo... pero...

—No tienes que decirlo —musité—. Yo lo entiendo a la perfección. No te había querido decir porque lo hacía real... hacia real que nosotros no podíamos estar juntos. —Me distraje por la vibración constante de mi celular. Tenía muchos mensajes de Ally y diez llamadas perdidas de Fabiana.

Ally: ¿Por qué no han enviado el nuevo capítulo?

—¿Debemos enviar el capítulo? —preguntó, arrugando la nariz.

Fai comenzó a llamarme de nuevo, contesté reticente.

—Hola... —Fabiana no decía nada—. ¿Estás bien?

—Sí, solo quería saber si estabas en tu departamento.

—¿Para qué? —pregunté, seco—. Estoy trabajando. No puedo hablar.

—Ah, ¿no?

Miré a Mads, se mordía el interior del labio con la mirada perdida en sus manos. De pronto la puerta del departamento se abrió de golpe. Fabiana entró con el celular en la mano.

Ni siquiera me miró a mí. Se dirigió a Mads.

—Maddie, ¿sabes cuánta gente me sigue? —preguntó, con la voz temblorosa. Me señaló—. Bravo, me lo quitaste. Pero... ¿te digo algo? Nunca vas a poder estar con él. A menos que decidas ser una inútil para siempre y recibir tanto odio que no vas a querer salir ni a la calle. —Tragó saliva y le mostró sus redes sociales—. Cuatro millones de seguidores. Cuatro. ¿Me pregunto con cuántos te podría hacer la vida imposible?

—Yo... Fabiana no... —Mads, dio un paso atrás.

—Hey, Fai... vete del departamento. Ahora. No tienes derecho a est...

—Escoge ahora —bramó, sin tomarme en cuenta—. Tienes treinta segundos para que escojas antes de que esta publicación que tengo preparada sobre ti, esté arriba: él o el libro. ¿Qué es más importante para ti? Él o el maldito libro. Créeme que los dos no los puedes tener.

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Cumpliendo como todos los viernes jiji Un poquito tarde pero.... son detaaaallees, ¿o no?

¿Les gustó el capítuloo?

Ayyyy Maddie que complicada la vidaaaaa

Ayy Valentín... tu ex es tóxica. Eso está claro.

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