28. Soy una vampira
—¿Y si te dijera que yo sabía que tú estabas allí en esa habitación? ¿Y que entré buscándote a ti? —inquirió Félix a escasos centímetros de mi boca. Iba a preguntarle a qué se refería, sin embargo, se acercó con la mirada en mis labios y me derretí en ese mismo instante. Me dejé llevar cuando sus labios rozaron los míos y llevé mis manos a los costados de su cara. No era el primer beso que nos dábamos pero nada quería más en ese momento que besarlo nuevamente.
Me besó lentamente y mis hormonas se revolucionaron. Ansiaba sus besos. Ahora sí que sin problemas alrededor porque no había nada ni nadie en ese instante que pudiese arruinar lo que sucedía. Me entregué por completo a ese beso. Era delicioso, su sabor estaba mezclado con crema, alcohol y deseo. No quería que se interrumpiera ese momento y me terminé apoyando en el mueble detrás de mí, sin despegar nuestras bocas. Félix era sexy y tierno a la vez; y no paraba de acariciar mi nuca con una mano, y agarrar mi cintura con la otra. Nos separamos para tomar aire, y me dio una sonrisa capaz de derretir a cualquier persona.
¿Quién se podría resistir a él?
Ni mi desastre en la cabeza ni el del corazón, me importaron en ese momento. Últimamente parecía que me dejaba llevar con lo que sucediese, pero eso significaba más bien, que estaba dejando que mi corazón fluyera. Félix apareció como ese chico casi destinado para que me acompañase esa noche, el que me iba a sacar esa confusión que sentía por Valentín.
Me di cuenta de que mi respiración se encontraba acelerada y mi cuerpo extasiado. Siendo sincera, lo habría llevado a mi habitación sin pensarlo; buscando más de esa dosis de libertad que él me daba. No sé por qué me sentía así con él. Simplemente así lo sentía.
Sacó un trozo de pastel con el dedo y se lo echó a la boca, sin dejar de mirarme, de una forma tan sexy que no pude aguantarme; cogí su cara entre mis manos nuevamente y lo atraje para seguir besándolo. Seguía lleno de crema y eso incluso le dio un toque salvaje. Como si de repente no pudiésemos hacer nada más que besarnos.
¿Quieres pastel?
No. Primero, bésame.
Nos dejamos llevar por besos tan absorbentes que parecía que queríamos comernos el uno al otro. No se puede ocultar una pasión sincera, y nosotros dos éramos dos chicos con ganas de más. Fuego a nuestro al rededor. ¿Quién diría que un beso en la cocina podía provocar tanto?
El sabor a pastel le daba un toque perfecto a nuestro beso, y con un impulso rápido y de forma inesperada me subió al mueble de la cocina. ¿Qué importaba que hubiese gente bailando y bebiendo en la sala a tan solo metros de nosotros? ¿Qué alguien pudiese entrar y vernos allí? La fiesta se alejó de nuestro mundo, aunque tengo que admitir que por un instante la imagen de Valentín abandonando el cumpleaños apareció en mi mente. Eso hizo que mi beso aumentara de intensidad, porque el enojo y el deseo prohibido, invadió mi cuerpo. Ya quería todo de Félix... pero sin entender realmente qué significaba lo que sentía y hacía allí.
Enterró sus dedos en mis piernas y desde allí mismo la corriente avanzó hasta mi entre pierna. Me gustaba, me encantaba Félix. ¿Cuánto me iba a durar eso? No importaba porque allí, en la cocina... a esa hora... él era todo lo que yo deseaba. Quizás una hora más tarde... iba a pensar en Valentín. Pero las ganas de olvidarlo y dar vuelta la página podían más, y me impulsaban a seguir. Como si eso —estar allí con Félix— era lo que llevase desando desde hacía tiempo. Aunque eso no era así.
Podía notar por sus movimientos, sus dedos, caricias, labios, y su lengua envolviendo la mía... que él sentía las mismas ganas por mí. Se separó, quedando a tan solo milímetros de mi boca. Mis manos viajaron a su pecho para sentir su corazón acelerado. Félix exhaló lentamente, invadiendo mi aire de su olor tan delicioso. Se alejó un poco más, sin sacar sus dedos sobre mis muslos. De repente, lamió su labio inferior. Tenía una pequeña mancha roja en el borde de su boca.
Se llevó el dedo pulgar al labio, lo miró y luego me lo mostró a mí: tenía sangre.
Dios mío, lo mordí. ¿En qué me he convertido? ¿un vampiro?
—Parece que sí te convertiste en un vampiro después de todo —rio, limpiándose con la lengua la herida y como si hubiese leído mis pensamientos.
—Lo siento, me dejé llevar —respondí, como si nada. Tenía que controlar mi respiración y mi ser; así que cogí el plato de pastel y lo puse entre los dos—. ¿Cómo es que no fue coincidencia que tú hayas entrado en la habitación en esa fiesta?
Soltó una risita y ladeó la cabeza poniendo una expresión encantadora. Luego, arrugó la nariz como si no quisiese confesarme la verdad, así que entorné los ojos.
—Te voy a contar pero no te rías —dijo, finalmente.
—No me reiré. —Cerré mis labios con un cierre invisible.
—Te vi cuando llegaste. Se notaba que venías enojada y me sorprendió que llegases así a una fiesta. Y... luego te vi cuando sacaste el pastel de Tomás. Intenté hablarte pero literal pasaste por al lado mío como si yo no estuviese allí. —Hizo un mohín y lleve mi mano a su mejilla.
¿En serio, Mads? Dejé ir a un chico así como así porque estaba enojada por la basura de Santiago. ¿Cuántas otras oportunidades asombrosas me habré perdido solo por andar con la cabeza ocupada en cosas que no merecían ni un minuto de mi tiempo?
—¿Qué me ibas a decir?
—No te comas el pastel de Tomás —dijo, como si fuese obvio. Me reí—. Mentira, te quería... saludar. Y luego de que pasaste por al lado mío ignorándome por completo, como un mueble más, te fuiste con Ariel hacia el piso de arriba.
Me reí.
—¿Ah, sí? —Alcé una ceja, y lo quedé mirando de forma sospechosa—, ¿y después subiste?
Se rascó la nuca.
—Estaba hablando con una chica, pero la verdad es que tenía la mirada pegada en la escalera... apenas la escuchaba...
—Y por eso te tiró el vaso encima. —Solté una carcajada, yo también había tenido que ver con que él llegase con su camiseta mojada a la habitación.
—Justo vi a Ariel bajar sola... y bueno, así es como llegué adonde estabas tú. Aunque es verdad que no te vi al principio, te iba a ir a buscar en cada habitación hasta encontrarte. Pero que hubiese quedado con la camiseta llena de alcohol, fue una buena excusa para subir.
—¿Por qué? —pregunté, casi en un susurro. Félix me tenía derretida.
—¿Por qué, qué?
—¿Por qué necesitabas una excusa para subir?
Se apoyó con el codo en el mueble y descansó su cabeza en mi brazo.
—Porque me gustaste —respondió, sin mirarme—. Soy cursi, ya lo sé. —Resopló y luego subió la cabeza para darme un besito corto.
No pensé que algún día me gustaría lo cursi.
Justo en ese mismo instante entró Ari, y al vernos levantó los brazos.
—No se acepta sexo en la cocina —dijo como si estuviese enojada, y se largó a reír.
Rodé los ojos.
—¿Y Javier?
—No estamos teniendo sexo en la cocina.
Le lancé un limón pequeño que atrapó en el aire. Me sacó la lengua.
—¡Ay! Javier está... en la sala. Ya se fueron todos... y...
—¿Y...?
—Te quiero pedir algo. Osea a los dos —murmuró, mirando a Félix. Y por su expresión de maldad ya sabía lo que iba a decir, y quería ahorcarla antes de que lo hiciera.
—No —repliqué. Félix dio un respingo ante lo decidida de mi respuesta sin que Ari me dijese la pregunta.
—¿Qué cosa? —quiso saber él.
—Quiero...¿Maddie... me dejas el departamento para mí sola? Por favorrrrrrr...—Juntó las manos en el centro de su pecho y me miró con sus ojos enormes. Eso no tenía ningún sentido, a menos que estuviese pensando correr desnuda por la casa con Javier. Y estaba segura de que si bien quería quizás hacer eso, esa no era su verdadera intención. Ella quería nada más ni nada menos que me fuera con Félix. Aunque obviamente no lo pensó bien, ¿porque a dónde me iba a ir a meter?
Amiga te recuerdo que vive con Valentín.
Intenté decirle eso con la mirada pero no me entendió. Así que rodé los ojos y bufé.
—No. Y ya me iré a dormir...
—Maddie, es mi cumpleaños —dijo, más seria de lo esperado. Alcé una ceja y ella me imitó.
¿Así que juegas esa carta?
—¿Y adónde quieres que me meta? Ya tengo sueño, me voy a mi habitación y te juro que me voy a quedar dormida en cinco minutos.
Ariel meneó la cabeza. Me estaba lanzando al departamento de Valentín... y Félix.
—Es mi cumpleaños —repitió, como si lo hubiese olvidado. Y me puse incómoda.
—Ari...
—Mi departamento queda a unas cuadras de aquí... podríamos ir juntos. Yo tengo que trabajar en... —Félix miró su reloj—. En cuatro horas. De hecho ya... debería irme.
—¡Perfecto! —Ari me lanzó esa mirada de éxito que yo bien conocía. Ya habíamos hablado durante largas horas de la tarde sobre lo sucedido con Valentín, y en Félix vio una solución maravillosa al problema. Además, con todo el alcohol que había bebido, no la podía culpar por querer lanzarme a los brazos de alguien tan guapo como Félix.
Cuando Ari desapareció de la cocina, me quedé observándolo. Sí, muy rico sus besos; pero ya era tarde, estaba algo molesta con Ari, ya me parecía una mala idea dormir de inmediato con Félix después de la conversación con Valentín. En fin... ya solo quería dormir. Pareció comprender todo con mi mirada.
Sonrió y me abrazó.
—Vamos a dormir... solo a dormir —susurró en mi oído. Me estremecí con sus palabras, eran tan simples pero me sonaron románticas y consideradas. Quería eso en mi vida. Me quedé un poco más en sus brazos antes de decir algo.
—Solo a dormir, además... tienes que descansar para trabajar.
***
—¿Debería importarme? —La pregunta de Valentín quedó flotando en el aire junto a mí. Él caminó hacia la cocina. El departamento tenía en el mismo ambiente la cocina y la sala, así que lo seguí con la mirada mientras se acercaba a la cafetera.
No había pasado nada con Félix y no sé por qué sentí la necesidad de contarle.
Tonta Maddie.
—¿Me preparas uno? —pregunté, haciendo como que sus palabras no me habían dolido. No teníamos permitido algo así, enojarnos o resentirnos. Ni nuestra relación profesional ni nuestra amistad daban cabida a eso. Finalmente, él tenía razón, ¿debería importarle?
No. No debería.
Subió la mirada, y me observó como si estuviese sorprendido de que yo siguiera allí.
—¿Le agrego menta? —preguntó, burlesco.
—No, gracias —reí. De repente, recordé que era su cumpleaños y me puse de pie de un salto—. ¡Espera!
Se quedó con una taza vacía en la mano. Corrí hacia él, y le quité la taza.
—Es tu cumpleaños, te prepararé el café más delicioso que hayas probado.
Soltó una risita y alzó las manos.
—No le puedo decir que no a la mejor barista que conozco —dijo a modo de burla. Hice una inclinación y le hice señas para que me diese espacio—. Iré a ducharme entonces.
—Ponte bonito para nuestra grabación. —Alzó las cejas y se señaló.
—Yo siempre estoy guapo. ¿Y tú, iras así? Parece que te vienes levantando después de una larga noche de fiesta.
Menee la cabeza y le saqué la lengua.
—Hago los cafés y me voy al departamento. —Estaba consciente de que tenía la cara con todo el maquillaje corrido y que andaba con ropa de fiesta—. Me pondré bonita y... ¿nos juntamos allá?
—Te pasaré a buscar —murmuró, caminando al baño. No esperó mi respuesta.
Comencé a preparar dos cafés helados. Félix de pronto apareció corriendo desde su habitación.
—Se me hizo tarde —dijo, antes de darme un beso corto en los labios y salir por la puerta de entrada. Se devolvió corriendo y se asomó—. Te ves muy bonita. Te llamo.
—Tú también te ves muy bonito —respondí, a modo de broma. Aunque era verdad. Noté su herida en el labio.
Sí, es oficial. Soy un vampiro.
Al parecer notó lo que pasó por mi mente.
—Soy una víctima —dijo, resoplando. Me lanzó un beso y se fue corriendo.
Y me siento orgullosa en estos momentos de que él fuese mi primera víctima.
Terminé los cafés en el mismo instante en que levanté la mirada y vi a una chica con un pijama diminuto, apoyada en el marco de la puerta de Valentín: Fabiana.
Ay, es que me gusta meterme en problemas.
Mátenme.
Era más hermosa en persona que en las fotos y eso que no tenía ninguna gota de maquillaje y ni se había peinado. Parecía que llevaba harto rato observándome. Mi estomago se revolvió y me sentí mareada, no me esperaba encontrarme con ella así.
Y yo besé a su novio.
—¿Quien eres tú? —preguntó con cierta amargura. En parte tenía razón, había una chica desconocida con una ropa diminuta de fiesta en la cocina de su novio. Me acerqué a ella con uno de los cafés en la mano. Se lo extendí.
—Maddie. Y tú debes ser Fabiana. Un gusto conocerte. —Recibió el café algo reticente, sin embargo, rápidamente su semblante cambió y extendió una sonrisa. Aparecer en la mañana luego de haber dormido con Félix, diseminaba todas sus dudas si es que las tenía.
—¡Muchas gracias, Maddie! —Me abrazó y me estrechó en sus brazos como si fuésemos grandes amigas—. Tenía muchas ganas de conocerte. Ayer no pude ir al cumpleaños de tu amiga... tuve que hacer otras cosas —agregó, haciendo un puchero—. Pero sabía que te vería hoy —dijo, en voz bajita—, ¿vendrás en la noche, cierto?
—Sí, voy a venir. —Me pegó su sonrisa adorable. Le iba a decir que me tenía que ir pero me interrumpió.
—¿Te quedaste con Félix? —preguntó, así como si nada. Le dio un sorbo al café—. ¡Wow! Está delicioso... Valentín me dijo que hacías cafés muy ricos. Maddie, lo amo, ¿me enseñarías a preparar? Quiero hacerle a él. Intercambio tus conocimientos por... mmm... ¡muchas barritas de cereal! —soltó con una risita, e incluso dio un pequeño salto de emoción.
Habla demasiado en poco tiempo. Y también... es muy simpática.
Rayos.
—Encantada de enseñarte y también de conocerte, Fabiana.
—Puedes decirme Fabi, ¿Valentín habla mucho de mí? —quiso saber. Sus preguntas eran extrañas, ¿por qué me preguntaba algo así?
—Todo el tiempo.
Lanzó un suspiro enorme, parecía completamente enamorada de Valentín. Imaginé que en cualquier momento aparecía una nube rosada de la nada y ella salía volando con ella. No sé por qué, pensé que Valentín nunca la dejaría.
—Mínimo. La semana pasada ni se despegó... así que esperaría que también hable mucho de mí —rio. Y para añadir más condimento a sus palabras, agregó—: Con esto de que nos vemos menos por mis eventos, y porque él pasa mucho tiempo contigo, cuando nos estamos juntos es como que no podemos separarnos con Val.
Tierra ábrete y trágatela a ella. No a mí. Gracias.
—¿Yo qué? —Valentín apareció con el cabello mojado y una camiseta color rosado oscuro, casi combinando con sus labios. Fabiana se acercó y le dio un beso de boca cerrada.
—Nada, estoy feliz porque por fin la conocí. Y además... —dijo, meneando las cejas—. Se quedó con Félix.
Carraspee y fui por el otro café. Se lo entregué a Valentín quien parecía querer enterrarse bajo el sofá. Se veía molesto y eso me perturbó. Ya debía irme. Y rápido.
—Feliz cumpleañooooooos. Mi mejor café para ti. —Ladee la cabeza y le sonreí—. Ya debo irme, nos vemos en un...
—Está muy rico, Val. —Fabiana sacó su teléfono—. Awww les quiero sacar una foto a los dos amigos. La subiré a mi Instagram y pondré que Val está de cumple. —Sacó la foto sin siquiera preguntar.
Recordemos aquí que yo me encontraba en un aspecto desastroso post fiesta. Y recién levantada.
Quiere que todos nos vean como que somos amigos. Y que me vean hecha un desastre.
Era obvio que se había dado cuenta de lo mucho que nuestros lectores querían que con Valentín estuviésemos juntos. De un día para otro nos convertimos en una pareja deseada. Y no era poca la gente que lo pedía... como si fuese así de fácil.
—Debo haber salido horrible...
—Estás preciosa, y además tienes tu maquillaje de anoche intacto —me interrumpió Fabiana.
Valentín me quedó mirando y yo hice una mueca de disgusto.
—Me voy. Tengo que ir a ducharme y cambiarme para ir a la editorial...
—¡Espera! —Fai dio otro saltito—, ¿nos sacas una foto a nosotros?
¡Déjame ir!
Asentí y cogí su celular.
—No Fai, no tengo ganas para fotos. Después mejor... —Valentín parecía estresado.
Fabiana se cruzó de brazos.
—Está bien. —Le entregué su teléfono y lo quedó mirando con el ceño fruncido—. Ufff...Valentín con esta semana que no me soltaste se me juntó todo el trabajo. Aprovecharé mientras ustedes están haciendo su video para avanzar en eso.
¿Lo hace a propósito o no?
Valentín no se atrevió a mirarme.
Me despedí de ellos rápidamente y bajé por el ascensor. ¿En qué momento me iba a dejar de afectar lo que tuviese que ver con él y su novia? Lo había pasado excelente con Félix y quería seguir viéndolo, sin embargo, es lo que no tenemos lo que nos atrae más. Y eso me tenía molesta.
Estaba enojada conmigo misma.
Me fui refunfuñando en el ascensor de brazos cruzados. Pero para cuando llegué abajo ya había decidido que ese día iba a ir genial, sin importar qué sucediera. Las puertas del ascensor se abrieron y alcancé a dar solo un paso antes de quedarme congelada en el acto. Valentín estaba allí con la respiración acelerada.
Había bajado corriendo por las escaleras para alcanzarme.
___
Suelta el micrófono dramáticamente*
OMG, ¿qué vas a decir esta vez Valentín?
¿Les gustó el capítulo?
¡Espero que lo disfruteeeeeeeen! Muchos besitos <3
(Recuerden seguirme en mi ig que estoy súper activa por allí: Valesminombre )
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