27. ¿Debería importarme?
—Te necesito, Valentín.
Sus palabras me impactaron profundamente, ¿se me notaba lo que estaba a punto de hacer? Aún con lo que dijo, en vez de contestarle, miré por sobre mi hombro, al camino por el que yo venía llegando.
¿Qué estoy haciendo?
Con mi novia al frente y... pensando en otra. Eso era injusto para Fai y para mí también. La quedé mirando y por un instante, desee no quererla, así sería más fácil alejarla de mí. Pero no siempre todo sucede como uno quiere.
Tragué saliva.
—¿Qué sucedió? Pensé que estaba todo bien... —dije con la vista en el coche que la había ido a dejar. Recién allí partió, Fai también se giró a ver—, ¿ese era Edgar?
—Estoy cansadísima. No nos gustaron tanto las fotos... las primeras eran mucho mejor. Discutí con el fotógrafo de las barritas porque... ¿cómo no las tenía guardadas en otra parte? Y También con Edgar. ¿Cómo no se las pidió antes? —Hizo un gruñido de frustración.
—¿Y por eso me necesitas? Me... asustaste. —No pude evitar fruncir el ceño.
Arrugó el entrecejo y chasqueó la lengua.
—Pues sí, estoy triste. ¡Malditas fotos! ¡Maldito Edgar! —exclamó fuerte—. Te necesito para que hagas que me olvide de todo lo mal que me fue hoy. —Soltó un enorme suspiro, se notaba que había llorado—. ¡Ah!, a propósito vi la foto que subieron de ustedes dos en Instagram. Está bonita, aunque Mads... no era su mejor ángulo la verdad, se ve aburrida. —Y como si se hubiese caído una cortina que nos separaba, me di cuenta que no... que no quería oír nada de eso. Y que nada me interesaba menos que subir al departamento a oír sobre su día. ¿Qué significaba eso?
Está claro.
Sí, que estaba dispuesto a dejar a Fai. Entendí que la amaba, pero no de la forma en que debería. No quería verla sufrir, sin embargo, no me podía seguir engañándome ni a ella ni a mí. No era justo. Tuve todas las intenciones de intentarlo, en olvidar a Mads... aunque ya tenía que asumir que no lo había logrado. Pensarlo así tan firmemente y fríamente hizo que me sintiese mal, que mi pecho se apretara al igual que mi garganta. No era insensible, seguía amando a Fai y el hecho de hacerle daño me dolía profundamente.
Pero tenía que hacerlo.
—¡Hey! —Fai agitaba su mano frente a mis ojos—. ¿Por qué te ves como si quisieras lanzarte a la calle? —preguntó, abrazándome. La envolví con los brazos, más que nada, sintiéndome mal por lo que estaba a punto se hacer.
—¿Cambiaste de perfume? —pregunté, tratando de alargar el asunto lo más posible.
—Sí, hace un par de semanas. No te habías dado cuenta. —Me hizo cariño en la parte trasera de la cabeza—, ¿pasa algo, Valentín?
—Fai, yo...
Sentí que tragó saliva.
—¿Tiene que ver con que Félix esté con Maddie? —quiso saber. Su voz sonó cargada de amargura.
—¿Por qué dices eso? —Iba a terminar con ella pero tampoco le iba a decir que era por otra chica, ni yo tenía la intención de comenzar algo con Mads de inmediato. No iba a ser así. Es más, ni siquiera sabía si Mads se encontraba dispuesta a algo. Era yo que solamente debía terminar porque no estaba siendo honesto con mis sentimientos.
Chasqueó la lengua y se miró los pies.
—Solo me parece extraño que te hayas querido venir tan temprano. Después de todo... ustedes trabajan juntos. —Subió la mirada y buscó en mí cualquier cambio de expresión que le dijera algo—. No me gusta todo esto que está pasando... ahora fotitos con ella.
Tú te sacas fotos con modelos, y Edgar te viene a dejar a estar horas de la noche en su coche, ¿acaso hasta esta hora se estuvieron sacando las fotos?
Carraspee.
—Fai, quiero hablar contigo...
—Val, te tengo preparado un cumpleaños para mañana. Todo el día juntos... Ya sé qué prepararte de desayuno, y después. —Siguió hablando aceleradamente y sin parar para respirar, pero yo dejé de escuchar.
Frente a mí se encontraba la que había sido mi compañera de vida durante años. No sabía y no tenía ni la menor idea de cómo romperle el corazón, porque inevitablemente eso era lo que iba a hacer. Lo veía en sus ojos: el miedo y la desesperación por lo que yo le iba a decir. Era obvio para ambos, pero ni yo me atrevía a hacerlo ni ella a aceptarlo. Sí, era obvio. Aunque... yo no le había dado ningún indicio de que eso sucedería, allí... en ese momento, en esa noche. En mi intento por estar bien con ella, quizás le dije o hice cosas que realmente no sentía.
Era un cobarde, y no era la primera vez que me daba cuenta de eso en los últimos días. Me refregué la cara con las manos. Ella seguía hablando del día asombroso que tenía preparado para mí. En mi mente había solo una persona: Mads. Y tenía que hacerme cargo de lo que eso significaba.
A mí también me dolía.
—Mañana temprano tengo que ir a la editorial. —Terminé por decir. Fai bajó la mirada y se veía muy triste.
—Valentín... si esto del libro te tiene muy preocupado, o estresado... déjame ayudarte. ¿Subamos? Te puedo cocinar algo... lo que tú quieras. Ya casi serán las doce —agregó, en voz bajita. Volvió a abrazarme—. Te abrazo pero te siento lejos, ¿por qué? ¿está tu mente en esa fiesta? —inquirió. Sentía que entendía todo aunque no se atrevía a preguntarlo directamente.
—No...
Fai abrió la boca pero nada salió de ella.
—¿Tú me amas? —preguntó, casi en un susurro.
—Te amo Fai, mucho. Pero siento que estamos... yendo en caminos distintos —confesé. Sentí un dolor profundo en mi pecho.
Asintió pesarosamente.
—A ti te gusta Maddie... o Mads —gruñó—, ¡Qué idiota soy! Me lo advirtieron... —Los ojos se le empañaron por las lágrimas. Mi corazón se dividió entre decirle que no, que nada que ver, a decirle que sí.
—¿Te lo advirtieron? —pregunté, incrédulo.
—¡Su puto ex novio, Val! Santiago... me contactó y me dijo que tú y Maddie tenían algo. No lo tomé en cuenta porque pensé que era un celoso... o más bien no quise, no quise creerle y ahora... me cae esto en la cara. —Subió la cabeza y se quedó mirando el cielo, mientras se mordía el labio—. No lo puedo creer.
Me cogí el puente de la nariz. Ese imbécil se suponía que había desaparecido del mapa, pero además de ser idiota, era una mierda de persona. ¿Cuál era el fin de hacerle algo así a quien ni siquiera conocía?
—Por supuesto que él está celoso...tú también lo estás, Fai. Yo...
—Sé honesto.
Honesto.
Honesto.
Dejo ir mi relación de años.
O dejo que mis amigos se den la oportunidad de ser felices.
Miré nuevamente por sobre mi hombro y quizás era la cobardía, pero sentí que ya era tarde.
—¿Podemos hablarlo mañana?
—Arreglemos esto, Valentín. Reencontrémonos. Ya nos amamos y eso es suficiente como para mantenernos juntos. —Fai cogió mis manos con los dedos temblorosos, sus ojos brillaban por las lágrimas que amenazaban por salir y me quedó mirando fijamente a los ojos—. Soy yo. Tu novia de años. Nunca te he pedido esto... pero juégatela por nosotros. Quédate conmigo.
Bajó la cabeza y yo miré por sobre mi hombro una última vez. Quizás con Mads a pesar del poco tiempo que llevábamos conociéndonos, las cosas ya estaban siendo demasiado tormentosas y difíciles.
—Fai, creo que quiero estar solo. El libro me tiene muy ocupado, me desesperan los celos que tienes por Mads... yo...
—¿Quieres terminar conmigo? —preguntó, llevándose la mano al pecho. Comenzó a dar pasos erráticos hacia atrás y su respiración empezó a agitarse—. No... no me hagas esto ahora. Val. Necesito tu apoyo. Necesito....—Se sentó en el suelo y se llevó la cabeza a las manos. Empezó a llorar desconsoladamente. Esa imagen me rompió el corazón.
Nada de esto está bien.
¿En qué momento me convertí en esto?
Me agaché junto a ella. Y puse mi mano en su rodilla. Ella sacó su celular como si quisiese ver la hora.
—Solo... quería un espacio. Vamos, Fai. Tranquilízate.
Ladeó la cabeza y me quedó mirando con la cara mojada por las lágrimas.
—Es que ella te gusta. Es bonita —musitó.
—Tú eres mucho más bonita. —La conversación me tenía cansado, pero ya me encontraba aburrido y quería terminar con el drama. Mi cabeza estaba a punto de explotar, y no venía feliz desde la fiesta de Ariel. En ese instante, podría haber dicho cualquier cosa con tal de que Fai no siguiese llorando. Físicamente a mí me parecía que Fai era más bonita que Mads, y eso no era algo que me importase—. Además, Mads y Félix hacen una buena pareja. Los dos están solos...
Quizás todo lo que ha pasado hoy es una señal de que ellos dos tienen que estar juntos. No te encuentras con alguien así al azar porque sí.
—Es que no entiendo como una chica que se metió en tus cosas, de repente es tu compañera de trabajo. Y ahora escriben un libro juntos. Un puto libro de amor, Valentín. ¿Sabes cuántas personas me han escrito preguntándome si tú y yo seguimos juntos?
Quería que dejara tranquila a Mads y se me ocurrió una pésima idea.
—Y eso te debería decir algo, yo no estaría con la chica que se metió en mis cosas. Si hace algo así... sin siquiera conocerme. Además, a mí me gustan las personas que tienen más claro qué quieren hacer con su vida. Mads ahora sigue este camino de escribir, pero fue porque literalmente le cayó mi libro en sus manos...—Dije todo eso y me sentí terrible, no lo pensaba. Sin embargo ya era suficiente drama por una noche.
—Tienes razón. De novia debe ser esas psicópatas que te revisan todo.
Me encogí de hombros. Mads ni se acercaba a ser ese tipo de persona, y la verdad era que ella me había salvado entrometiéndose. Yo más bien consideraba que Mads había llegado como un regalo a ayudarme, y nunca le iba a reprochar haber hecho eso. Y tampoco tenía nada en contra de que recién parecía haber encontrado su camino. Mads era tan apasionada con nuestro libro que la admiraba. Admiraba todo el tiempo que estuvo sin escribir... teniendo esa mente tan creativa.
Rayos, me encanta.
—Puede ser —dije, cogiéndola del brazo
—Entonces no me vas a dejar por ella —preguntó, poniéndose de pie.
Arrugué el entrecejo.
—A mí me parece que está muy bien con Félix.
—Es que Valentín, apenas ella hizo lo que hizo... tú deberías haber rechazado su ayuda. No sé...—chasqueó la lengua—. Es verdad que necesitabas ayuda en todo caso... uffff pero ella está loca. Aunque escriba bien, hizo algo que alguien con estabilidad mental no haría.
Solté una carcajada por las ocurrencias de Fai.
—Que graciosa que eres a veces.
—Prométemelo —musitó.
—¿Qué?
—Que no terminarás conmigo. —Hizo un puchero y sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas. Me sentí terriblemente manipulado, pero también entendí que allí y ese momento no era el indicado para una conversación así. Las palabras se me atoraron en la garganta, no quería hacerle más daño a Fai y no sabía cómo hacerlo.
—No...no te puedo prometer eso —murmuré honestamente. Fai comenzó a llorar desconsoladamente, apenas se había puesto de pie y pensé que se iba a caer al piso de lo angustiada que se puso. Me asusté—. No... no lo haré. ¿qué pasa? ¿por qué estás tan mal? —El mentón le tiritaba de la angustia y todo su cuerpo vibraba—. ¿Vamos a dormir? Estoy cansado.
Fai asintió; y como si algo, una fuerza inexplicable me tuviese amarrado a la casa de Mads, miré otra vez en su dirección.
En ese instante, probablemente, Mads y Félix ya se habían puesto de acuerdo para verse de nuevo, y quizás ya se habían besado también... y por la forma en como se miraron, sabía que entre ellos las cosas no quedarían en solo una noche y ya. En esa ecuación yo sobraba porque me demoré mucho en tomar la decisión.
—Mañana será todo un día para ti —murmuró Fai, apretándose contra mi cuerpo. Abrí la puerta—. ¿Qué tienes que hacer en la editorial? Te podría acompañar si va a hacer algo corto...
Menee la cabeza.
—No tengo idea cuánto nos demoraremos, Tenemos que grabar un video con Mads. —Hizo una mueca apenas dije su nombre. Rodé los ojos.
—¿Un video? ¿ustedes dos? —preguntó, frunciendo el ceño.
—Sí, para promocionar más la novela y que los lectores se encanten con Mads.
—Claro, eso lo harán fácilmente —replicó, girándose. Decidí guardarme el tema del viaje.
Cada uno venía tan cansado del día que nos dormimos rápidamente. Desperté pasadas las cinco de la madrugada y no logré volver a dormir. Tuve una pesadilla, con Fai diciéndome que se moría si la dejaba y con Mads diciéndome que la había perdido por ser cobarde.
Cogí mi computadora y me fui a escribir a la sala, no tenía idea de si Félix había llegado o no, pero deseaba que sí.
Me puse a escribir con los audífonos y la música a todo volumen. Pasaron quizás un par de horas cuando de repente me sobresalté al ver movimiento por el rabillo del ojo. Me costó asociar a la chica que salía de la pieza de Félix, con Mads. Y no sé por cuanto tiempo nos quedamos mirando frente a frente.
Fue terrible porque sentí como si una parte del mundo en el que solo nosotros dos pertenecíamos se hubiese caído frente a mí. Mads resopló, tenía el plan de escabullirse en silencio y sin ser vista pero le arruiné todo. Me saqué los audífonos, y ella me observaba con las mejillas coloradas y una expresión de culpabilidad.
—Hola —murmuró, levantando la mano.
Carraspee.
—Hola, ¿quieres... quieres una taza de té?
—No... yo...iré a prepararme para el video. Me quedé aquí porque...
Sacudí la cabeza.
—No tienes que darme explicaciones. ¿Está Félix? —pregunté más que nada para decir algo. Tenía un enorme nudo en la garganta.
—Está... está a punto de salir.
Apreté los labios y dirigí mi mirada a la puerta cerrada de su habitación. Mads resopló y se dejó caer junto a mí en el sofá.
—No pasó nada... —musitó.
Me puse de pie. No quería estar cerca de ella... no porque ella hubiese hecho algo malo, sino que ese momento, era un recordatorio de todo lo que no había hecho yo.
—¿Debería importarme? —No pude evitar que la voz saliera más amarga de lo esperado. Si me importaba y demasiado.
Seguía firme con mi decisión, el problema era que quizás sí era... demasiado tarde.
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¿Muy tardeeee sí o noooo?
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Nos vemos el próximo viernes bbys, a la misma hora en el mismo canal
Muakkkk, los TKM
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