10. Vino y champaña
Se quedó helada y parecía perturbada. No se esperaba para nada esa pregunta, ni menos que yo me hubiese dado cuenta. Se sonrojó de forma que nunca antes había visto. Tragó lentamente el sorbo de bebida en su boca y suspiró ampliamente cuando volvió a dejar la copa en el escritorio.
—Yo...—Bufó, y un mechón de cabello se levantó y revoloteó en su frente. Frunció el ceño—. Eso no te importa.
—¡Aja! Entonces lo admites —dije levantando las cejas.
—No admito nada —replicó exhalando fuerte. Comenzó a echarse aire con un libro, y yo solté una carcajada por lo nerviosa que se puso.
—Mads —la llamé con voz fuerte. Se sobresaltó.
—Uffff, Valentín. Es solo que... solo queríamos saber qué hacías. Hicimos una apuesta. Creí que eras un fotógrafo... Ari dijo que eras un escritor. Ella ganó —gruñó—. Por eso te miraba...te mirábamos. Nada más.
—¿Nada más? —pregunté entornando los ojos, como si la hubiese pillado en algo.
Creo que es suficiente vino.
—Solo eso.
—Entonces todo el tiempo que me observabas te preguntabas qué hacía yo...—dije como si no le creyese nada.
—Estábamos aburridas, no pasa mucho en la cafetería. No eras el único al que mirábamos —agregó burlescamente.
—¿y perdiste la apuesta? ¿qué tienes qué hacer?
Abrió la boca y se quedó así, como si no supiera qué decir a continuación.
—Tengo que organizar una fiesta...y...—habló tan bajito que no alcancé a escuchar lo último. Bebió unos sorbos más.
—¿Y...qué?
—Que tengo que invitarte a ti y a un amigo tuyo —respondió echando la cabeza hacia atrás, esquivando completamente mi mirada. Me quedé en silencio para que volviera a levantar la cabeza, hasta que lo hizo—, ¿por qué no me dices nada? —murmuró entre risas.
—Estoy esperando que me invites —repliqué con obviedad. Resopló e inclinó su copa hacia la cámara con una mirada cautivadora.
—Estás oficialmente invitado a una súper fiesta que voy a organizar. Tú y un amigo, ¿quieres venir? —Y como pensándolo mejor, agregó—: Será pronto el cumpleaños de Ari.
—Obvio que iré. Tengo un amigo soltero, se llama Félix. Iré con él —dije meneando las cejas.
—¿Y qué importa si está soltero? —replicó encogiéndose de hombros. Se inclinó en el escritorio acercándose a la cámara y se lamió el borde del labio haciendo que mis pensamientos se mezclaran en mi mente—, ¿es guapo?
Tú eres guapa.
¿En qué me metí?
—No más que yo —respondí. Asintió, como si no lo dudara—. ¿Hay algo más que me quieras preguntar?
Se apoyó en el respaldo de la silla.
—Mmmm... Me voy a poner seria. —Frunció el ceño para acompañar sus palabras—, ¿Qué cambiarías de tu vida?
—Haber confiado en Ally —gruñí sin pensarlo, después con una sonrisa agregué—: En verdad lo que cambiaría en este momento es... la separación de mis padres porque a Camilo se le ha hecho muy difícil. Por eso... —Justo en ese instante me llegó un mensaje—. Espérame un segundo, me llegó algo de Ally.
Ally: Valentín, necesito que te vengas a Chile lo más pronto posible. La editorial quiere hacer una promoción con el éxito de tu nueva novela... y necesito fotos y videos. (El equipo publicitario ya lo está preparando). Quedo a la espera de una fecha tentativa de tu regreso.
Levanté la cabeza y me quedé mirando a Mads que revisaba su celular frente a la cámara. Se encontraba de perfil y se rio de algo que leyó. Me sorprendió observándola.
—¿Y bien? —preguntó. Le leí el mensaje en voz alta.
—Cuando le diga de ti, esas fotos y videos de los que habla... serán de los dos.
Su cuerpo se tensó.
—¿Cuándo te vas a venir?
—No lo sé. La verdad es que aquí no estoy haciendo nada más que acompañar a Camilo, pero me preocupa que se ponga mal si me voy. No es un simple capricho de niño... lo noto distinto aun cuando estamos bien. Hablaré con mi madre... quizás le compre unos legos —murmuré.
Soltó una risita.
—¿Escuchaste nuestra conversación?
—Sí, un poquito. ¿Quien diría que no somos mejores amigos? Hasta ya conoces parte de mi familia.
—Falta algo —refunfuñó.
—¿Qué cosa?
—Valentín, ¿quieres ser oficialmente mi amigo? Espera, espera. —Se aclaró la garganta y puso la expresión del gato con botas en Shrek. Fue tan adorable que tuve las ganas de sacarme una foto aunque me contuve—. Perdón por lo que hice, enserio. Y sé que no es excusa pero había bebido mucho y tenía el corazón roto. No lo pensé.
Me puse la mano en el pecho como si me estuviesen haciendo un gran honor. Bebí vino antes de contestar.
—Primero, te perdono y eso lo dejaremos atrás; segundo, sí quiero ser tu amigo.
—Phoebe y Daniel tendrán una historia maravillosa. Quiero que la amen mucho —murmuró—. Me encargaré de eso.
—Y yo daré los problemas para que sufran.
Frunció el ceño.
—No le des problemas a nuestra protagonista, Valentín. Apenas puedo resolver los míos como para tener que resolver los de Phoebe. —Fingió enojo que luego disipo con una sonrisa.
—¿Y qué cambiarias tú de tu vida? —inquirí, recordando la pregunta que me había hecho.
Se encogió de hombros y se reclinó en la silla.
—Bueno ya que estamos siendo sinceros y somos amigos: retrocedería un poco el tiempo y habría tratado de arreglar las cosas con Santiago. Cuando asumí lo que sucedía ya era muy tarde. —Suspiró ampliamente y abrió la boca unos segundos antes de seguir—. Valentín, ¿tú crees en el amor? Me refiero al de pareja...
Me quedé quieto un momento, como si no lograse entender del todo la pregunta; o tal vez esperando a que ella hiciera otra. Nunca me habían preguntado eso, ni yo tampoco a mí mismo. Simplemente el amor para mí era algo natural.
¿Por qué me pregunta esto si sabe que tengo novia?
¿Estoy en algún tipo de prueba?
—Sí, claro que creo en el —respondí sonriente—. El amor llega, estés o no estés preparado para el. Invade cada aspecto de tu vida. Si no es correspondido es un mal que te consume poco a poco hasta que lo superas; si es correspondido, entonces es como un nuevo ser que se agarra a tu corazón, que mueve tus piezas y no las vuelve a dejar igual. Porque tus pensamientos, tus acciones, tus latidos ya no son solo tuyos, son de alguien más también. El amor es rico... y es asombroso. Creo que nunca te conoces a ti mismo hasta que amas a alguien, porque recién allí eres capaz de mover las montañas que antes no sabías que podías mover. Por amor vas y las mueves, y que nadie te diga que no puedes. —Volví a llenar mi copa y la alcé—. Es culpa del alcohol.
Mads me observaba con los ojos enormes y parpadeando rápidamente. Se quedó pegada y pensé que era la imagen, pero no, era ella que se había quedado muy quieta escuchándome atentamente.
—Si hubo un amor correspondido pero ya no lo es... te quedas igual con eso agarrado de tu corazón. Eso de que fue... y ya no lo será más. ¿Cómo nos podríamos deshacer de eso?
No pude evitar sonreírle, había entendido a la perfección lo que apenas yo podía entender. Mads ya comenzaba a descifrarme y eso que la gente a mi alrededor me consideraba una de las personas más misteriosas y poco abiertas.
—¿Sientes eso?
—Sí... no sé. —Se sorprendió de sus propias palabras—. La verdad es que no lo sé.
—Bueno... yo empezaría a escribir un libro con un desconocido —repliqué con obviedad.
—Con un desconocido del que no puedo ni pensar en enamorarme —soltó como si nada. Comenzó a reírse descontroladamente—. Perdón, el alcohol —dijo apenas entre risas—. Oye Valentín, ¿y cómo vamos a hacer eso de escribir...? —Dejó la pregunta en el aire.
—¿De sexo? —pregunté serio. Dio un respingo y asintió con la cabeza—. Si no te sientes cómoda escribiendo esas escenas... las haré yo.
—No es eso... es que nunca he escrito sobre... sexo —murmuró en voz bajita—. Me daría vergüenza escribir... algo así. —Sus mejillas seguían sonrosadas y ahora tenía una sonrisa pegada en la cara.
Me dio risa. No sabía si me estaba diciendo que las escribiera todas yo, que le enseñara, que lo hiciéramos juntos, no sé. Pero de repente me sentí igual de cohibido. Me llevé una mano a la frente para ocultar la risa idiota que amenazaba con salir.
—No te preocupes, ya lo resolveremos. No tenemos que hablar de eso ahora. —dije, sintiendo que ya faltaba el aire en la habitación—. Te haré una última pregunta: ¿qué es para ti amar?
Recordemos que teníamos que escribir un libro al respecto, necesitaba saber qué era para ella amar.
Carraspeó y se bebió unos cuantos sorbos más.
—Un salto sin cuerda.
—¿Un salto?
—Sí, un salto hacia un lugar desconocido y compartido con alguien más. Independientemente si te has enamorado varias veces... siempre tienes que dar ese salto. A veces uno se queda en la orilla y no se atreve a saltar perdiendo su oportunidad. Otro se amarran a la orilla por una cuerda, entonces saltan pero están asegurados sin poder entregarse por completo.
—Entonces tú dices que hay que saltar... y con todo. Sin quedarse amarrado o con miedo.
Asintió.
—Yo digo que si la otra persona te complementa, apoya, y te hace ser mejor, entonces salta. —Se rascó la frente—. Así como yo salté con Santiago y tú con tu novia. Yo... me equivoqué. Pero no importa, siempre se puede volver a la orilla nadando. Salud —dijo alzando su vaso.
Me puse a aplaudir, sin recordar que estaba en una casa extraña y que eran altas horas de la madrugada. Mads comenzó a reírse y yo también.
—Si escribes así como hablas, creo que nuestra novela será exitosa.
¿Nuestra? ¿tan fácil entregaste tu libro?
—Lo será.
—Mads —comencé a decir, ya totalmente llevado por el alcohol, la hora, el ambiente, etc. Ella alzó las cejas—. No vuelvas con esa basura de novio que tenías.
Dio un respingo y rodó los ojos.
—No lo conoces, no sabes si es una basura...
Sí, lo conozco.
Y es una basura.
—No se habían visto hace más de una semana y él no quería verte. —Frunció el ceño y giró su cabeza.
¿Cómo alguien no querría verte?
No me gusta Mads, me cae muy bien.
—¿Qué hora es allá? —preguntó, cambiando el tema.
—Son las cuatro de la madrugada, ¿por qué?
—¿Ves la luna? —Me puse de pie con la computadora y caminé hacia la ventana. Me senté en el alfeizar con un cojín a mi espalda. Me deslicé hacia un lado y apoyé la cara en el frio vidrio. Sí, se veía la luna.
—Es luna llena, ¿la quieres ver?
—Sí, por favor —murmuró bajito. Giré la computadora y se la mostré. Ese día la luna se veían increíblemente grande. Escuché un sonido de impresión—. ¿Me envías una foto? Colecciono fotos de la luna. Esta se llamará...mmm... vino y champaña.
—Nombre perfecto, ¿también ves la luna desde tu ventana?
—Sí, te enviaré una foto a tu correo. Se alejó de la computadora unos segundos y cuando volvió, recibí un correo en ese instante. Asunto: Luna de vino y champaña.
En ese momento me llegó un mensaje de Fai.
Fai: ¿Estás despierto? Me apareces conectado en el chat del correo.
Mads bostezó y estiró los brazos.
—Ya debo ir a dormir, ¿hablamos mañana?
—Sin falta. Te enviaré el capítulo para que lo leas y me des todos los comentarios que consideres necesarios.
—Sí señor —dijo, llevándose la mano a la frente—. Muy buenas noches Valentín. Que sueñes con lunas enormes. Adiós. —La imagen se cortó y con eso Mads desapareció.
Me quedé unos instantes observando la pantalla negra en la que se reflejaba una sonrisa. Mi sonrisa.
Idiota.
¿Qué estás haciendo, Valentín?
Quise llamar a Fai pero me dijo que no podía conectarse porque estaba con más gente, así que le envié un mensaje contando los nuevos acontecimientos, incluyendo a Mads. Tenía que contarle lo de Mads.
Fai: Ok, no me parece. Hablamos mañana de eso. Te amo.
Y eso que todavía no comento que es la chica de la cafetería...
___
Ups qué rápido subí otro capítulo jiji
Valentín y Mads hablando del amor, su novela y la luna.
¿Qué les parece que Maddie organizará el cumpleaños de Ari...y Valentín irá con Félix?
#Queremosmásdeedward
Admito que las cosas entre Mads y Edward no han terminado todavía...
Awww díganme qué más quieren que suceda <3
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