Oxigeno

Vuelvo a toser. Mi pecho duele de tanto toser. La mascarilla que me entrega oxígeno me alivia en la sensación de sentir que me falta el aire, pero esta tan frío que tirito. Lo peor es que no me dejan cubrirme mucho porque estoy con mucha fiebre, a pesar de que ahora bordeo los 39°C, estuve cerca de los 40°C durante la noche.

A pesar de mi mala saturación, que se mantiene al límite de lo considerado "decente", el mayor problema ha sido mi corazón, algo esperable. Parecía que, a pesar de mi marcapasos, no bombeaba con suficiente fuerza, lo que causaba mala circulación. Tenía mis manos y pies congelados, los labios levemente morados, y ya me habían tenido que quitar liquido de los pulmones una vez en estos tres días que llevaba hospitalizada.

Me sentía mal por Sara y Aidan, los había infectado. No me importaba que dijeran, yo sabía, en el fondo de mi enfermo corazón, que era mi culpa.

Para suerte de Sara, hasta ahora solo se había quedado sin olfato, pero se sentía como siempre. Aidan en cambio tosía mucho, aunque no sentía dificultad para respirar. Se supone que debía estar en la residencia, descansando, pero el muy terco no quería dejarme sola por lo que había logrado quedarse acompañándome. Iba a dormir en la incómoda silla junto a mí pero lo convencí que se quedara conmigo en la camilla. Después de todo, aunque no seamos novios, ya habíamos dormido juntos, no iba a haber gran diferencia.

Esta mañana me sentía un poco más ahogada que ayer. Durante la noche no había tenido problemas, pero en la madrugada desperté con mucha dificultad para respirar.

—¿Qué tal esta? —propone, mostrándome en su Tablet una serie de Van Helsing. Ruedo los ojos.

—Ya ríndete. Quiero ver Harry Potter, la sexta —me rio. Aidan coloca los ojos en blanco.

—¿Y por qué no mejor Animales Fantásticos? —pregunta. Me quedo mirándolo.

—Bien, me has convencido.

Se ríe y la coloca. Pero en el momento que empieza, mi teléfono suena. Martin me llama por Face Time, está ligeramente mejor, o más bien, ya se estabilizo, aunque debe ocupar una mascarilla de alto flujo.

—Hola —saluda animoso.

—Hola —le saludamos, pero comienzo a toser de inmediato. Aidan coge el teléfono.

—¿Cómo está hoy? —le pregunta Martin a Aidan. Me reclino hacia atrás y respiro hondo, aun así, siento que me falta el aire.

—Igual. Pero aparentemente no se la formado liquido en los pulmones después de la punción —responde él.

—¿Qué tal tú? —pregunto con voz rasposa.

—Dijeron que estaba saturando mejor y probaran darme menos oxigeno —dice feliz. Aidan y yo nos miramos.

—Tintin, eres asmático —replico.

—Puedes sentirte excelente y al segundo tener una crisis —continúa Aidan. Martin rueda los ojos.

—Que aguafiestas —comenta, haciéndonos reír. Mala idea, ambos comenzamos con un ataque de tos.

—¿Cómo esta Zendaya? —pregunta Aidan, mientras yo continuo tosiendo.

—Salió negativo su segundo examen, por suerte. Está en su casa, no la dejo venir por ningún motivo —responde mi mejor amigo.

—La cuidas ah —me burlo, mientras respiro con dificultad. Martin se sonroja ligeramente.

—Si. No sé, tal vez después de esto podamos volver —comenta. Miro a Aidan de reojo, él desvía la mirada, incomodo.

—Me alegro —dice Aidan.

—Después de que todo esto pase debemos vernos, sin excusas —le digo, intentando cambiar de tema. Martin ríe, pero comienza a toser.

—Desde luego —dice mientras tose. Toma profundas bocanadas de aire. Se lo desesperante que es inspirar con toda tu fuerza y que no llegue suficiente aire a los pulmones.

De pronto, la respiración se me corta. Siento que me ahogo, mi tórax no se expande lo suficiente. Aidan aprieta rápidamente el botón de enfermería y cuelga. Me ayuda a sentarme y aumenta el oxígeno al máximo. Me hace sentir ligeramente mejor, pero aun así me cuesta mucho respirar.

Mi corazón late rápido, el monitor lo indica con sus incesantes bip. Dos enfermeras y una doctora corren hacia mí. Aidan me sostiene.

—¿Tuvo derrame pleural? —pregunta la doctora, mientras ausculta mi espalda. ¿Hay algo más incómodo que estar en esas horribles batas de hospital, te la abran para examinarte y que tu ex novio esté allí? Si es así, por favor díganmelo.

—Si. La radiografía de anoche indicaba que no tenía más líquido, pero hoy no le han hecho una —replica Aidan. Aun enfermo, pareciera que estuviese en sus clases, atendiendo pacientes.

—Que traigan la portátil —le indica a una enfermera.

Mi respiración es agitada, corta, muy acelerada. Aidan me amarra la bata, como el caballero que es, y sostiene mi débil cuerpo. Baja de la camilla y me toman la radiografía. La doctora la ve instantáneamente, sin esperar el informe.

—Tiene otro derrame bilateral. Tendremos que puncionarla de nuevo —sentencia.

Suelto un quejido. No había sido nada bonito la primera vez. Aidan me acaricia el cabello. Las enfermeras y las doctoras se preparan rápidamente para la punción. Aidan me ayuda a sentarme al borde de la camilla, se sienta frente a mí y me sostiene. Arregla los mechones de mi enmarañado cabello mientras alguien abre mi espalda y quita los parches de la punción de ayer. Tirito, entre el frio, la desesperación y los nervios, aunque me colocaron anestesia, dolió y se sintió muy mal.

—Respira. Aprieta mi mano. Estarás bien, _______ —me alienta Aidan. Quiero llorar, pero eso solo haría que me ahogara aún más.

Siento el frio del desinfectante en mi espalda, el pinchazo de la anestesia. Cierro los ojos, aferrándome a Aidan como si fuese mi paracaídas y estuviese cayendo a tres mil metros de altura.

—Voy a pincharte, cariño —me dice la doctora.

Respiro hondo y siento la aguja entrar. Es extraño, no duele pero es una presión desagradable. Controlo mis temblores lo mejor que puedo, mientras me falta el aire.

—Conéctalo —le pide a una enfermera, o eso creo.— He colocado la primera, vamos por la segunda.

Punciona de nuevo. Aidan se levanta y me sostiene cuando ve que me ladeo. No tengo fuerzas. Maldito virus del demonio. Poco a poco, comienzo a aliviarme, y puedo respirar mucho mejor. Suspiro aliviada, y abrazo a Aidan. No quiero soltarlo por ningún motivo.

—Creo que sería conveniente que la evaluara cirugía. Con su patología cardiaca, es probable que vuelva a hacer un derrame. Deberíamos colocarle un tubo de drenaje —me dice la doctora. Apoyo mi cabeza en el pecho de Aidan. En algún momento de mi vida había visto como era aquello, y no me hacia ninguna gracia tener uno.

—¿No van a subirle las dosis de los betabloqueantes? —pregunta él, sosteniéndome. Aquellos medicamentos debían ayudar a que mi corazón funcionara mejor.

—Podemos intentarlo, pero si vuelve a tener uno, lamento decir que es su mejor opción. Pincharla tantas veces va a ser más sufrimiento que la cirugía —replica. Me mira, con sus ojos severos pero amables. Estaba haciendo lo correcto, probablemente si yo estuviera estudiando, lo habría sugerido, pero todo es distinto cuando tú eres el paciente. Asiento con la cabeza y la doctora sonríe.— Aidan, la única razón por la que no te echo es porque eres de ayuda, pero en el minuto en que comiences a estorbar, o empeores, te vas de aquí pitando.

—Si doctora Hale —asiente obedientemente.

La doctora se aleja. No puedo sentarme aun, hay dos pequeñas vías que están drenando el líquido. En unos minutos me los sacarían. Levanto la cabeza y miro a Aidan. Sonrío como puedo.

—El favorito de la profesora ha sido regañado —bromeo. Esboza una media sonrisa y se inclina a besar mi frente.

—Como me des otro susto me enojaré —susurra.

Nos miramos en silencio. Mentiría si dijera que mis sentimientos por él han desaparecido. Pero aun no creía correcto hacer nada. Primero, porque aunque ni él ni Sara quisieran admitirlo, estaba la clara posibilidad de mi muerte. Y segundo, porque nada más, excepto que estábamos enfermos, había cambiado.

Mis manos se aferran a su sudadera, y me veo tentada a obligarlo a inclinarse y besarme, pero me resisto. Mis sentimientos están muy a flor de piel, no debo confundirme. Por su bien.

Mi teléfono vuelve a sonar, sacándonos de aquel incómodo y tenso momento. Aidan se aleja un poco y lo busca en el suelo, ya que se le ha caído entre tanto ajetreo.

—Debe ser Martin preocupado —comento.

Aidan se levanta y mira la pantalla. Sonríe y me lo entrega.

—Es tu madre. Tal vez le han dado ya de alta —me dice alegre.

Mis padres habían estado bastante mejor, en particular mi madre. Estaban probando su reacción al quitarle el oxígeno, y era probable que pudiese irse a casa hoy. Papá era más complicado. Al igual que yo, había desarrollado insuficiencia cardiaca y se le acumulaba líquido en los pulmones. Los doctores le vigilaban de cerca, sus riñones y corazón corrían serio peligro, pero estaba bastante estable estos últimos días. No les sentó nada bien que yo también enfermara, pero omitía detalles de mi condición lo máximo que podía.

—Hola mamá —contesto, colocando el teléfono en mi oído.

Mi expresión de felicidad cambia en el instante en que escucho su sollozo. El monitor indica como mi corazón da un vuelco. Aidan me aferra con fuerza.

—¿Mamá? —pregunto, ahora con miedo.

—Es tu papá, hija —dice, con un hilo de voz.— Tuvo... un problema con el corazón. Intentaron todo, pero... —otro sollozo. No, no por favor, Dios, no mi papá.— Murió.

Un sollozo gutural sale de mi garganta, y una grieta profunda se abre dentro de mí. El dolor que me invadió era un desconocido que me golpeo como si de una ola se tratase, arrasando con mi cuerpo debilucho. Mis sollozos no me dejaban respirar, me estaba ahogando, y esta vez no por la falta de aire, sino por el dolor. Destruida, así me sentía, por fin el mundo me había destruido.

—¡No! —lloro, como si fuese un animal herido, como si me estuviesen quitando el corazón de mi pecho, apuñalándola, una, dos, trescientas veces.

Mi papá. Mi papá ya no estaba. Y yo no había podido despedirme, ni tampoco podría ir al funeral. Nada, todo se perdió. No volvería a verlo nunca más. No vería su sonrisa, no volvería a ver partidos de futbol junto a él, a escuchar su voz, sus regaños, su risa. No volvería a olerlo, cuando por las mañanas, aun semidormida, se iba a despedir con un beso en mi mejilla y partía a su trabajo.

Mi padre había muerto, y una parte de mi murió con él.

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...

There are no words 💔

Capitulos restantes: 3

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