Dedicado a AndreaMartnez815, he salido de mi bunker para subir esto, ahora vuelvo a esconderme

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—Tres costillas rotas, luxación de hombro izquierdo, esguince de tobillo derecho, rotura de bazo con hemorragia activa grado tres, y una contusión—lee Aidan. Doy una media sonrisa.

—Te falto el desfibrilador desconectado—le digo con sarcasmo. Aidan levanta la cabeza de mi ficha y me mira serio.

—Te lo tomas con gracia—comenta. Me encojo de hombros, haciendo que mi hombro luxado duela.

—Auch—musito, cerrando los ojos.

—Sabes que esto podría haber ido mucho, pero es que mucho peor—dice Aidan, con un tono que emplearía mi padre.

—Lo sé, pero no ocurrió—digo, rodando los ojos.

Aidan se acerca y se sienta en la silla junto a mí. Sara se había marchado porque le suplique que fuese a ver a Thor. Miro el techo, porque no quiero escuchar sermones ahora.

—¿Cuándo te operan?—pregunta.

—Pues iba a ser en unas semanas, pero mi pequeño incidente ayudo a que me convirtiera en vampiro—le digo, y señalo la bolsa de sangre que cuelga. Es la segunda transfusión que me hacen, ya que el bazo no ha dejado de sangrar.—Así que me operaran ahora, al mismo tiempo que hace la embolización el bazo.

—¿Ya te arreglaron el hombro?—pregunta.

—Querían hacerlo, pero como tengo el desfibrilador y pronto iré a cirugía decidieron hacerlo allí, dicen que duele mucho—replico. Aidan me mira en silencio. Desvío la mirada, porque se lo que está pensando y no quiero hablar de ello, no ahora.

—¿Estas segura que no quieres llamar a tu novio?—pregunta. Suspiro.

—Ya te he dicho que no. Está enojado, no creo que quiera verme.

—¿Cómo no va a querer verte? Tuviste un accidente—replica.

—Le mentí. No quiero que venga por compromiso o porque se siente mal—explico, mirando la vía conectada a mi brazo.

—¿Y tú solución es seguir mintiéndole?—espeta. Lo miro, frunciendo el ceño.

—No estoy mintiéndole, porque no estoy hablando con él.

—Ocultar es igual a mentir—argumenta él. Suelto un bufido.

—¿No tienes otro lugar en el que estar?—pregunto.

—No te voy a dejar sola.

—Pero quiero estar sola—le contradigo.

—No. Voy a quedarme aquí hasta que alguno de tus amigos llegue, y voy a insistir hasta que llames a alguno de ellos o a Tom para que estén aquí—dice serio. Tomo una gran bocanada de aire.

—No sabía que serias tan exasperante—musito.

—Ni yo que tu fueses tan terca—replica. Lo fulmino con la mirada.

—Solo vete—le espeto.

—No lo hare. Puede que te muestres fuerte pero la verdad es que pudiste haberte roto una vértebra, o incluso morir—sentencia, cruzándose de brazos.—¿Por qué tienes tanto miedo de que te vean enferma?

—¡Porque no me gusta ser así!—le grito. Ha colmado mi paciencia. Suspiro y trago saliva.—No... no me gusta ser la chica enferma, y que me miren con lastima.

—Tus amigos no te tienen lastima, están aquí para apoyarte—dice él. Coge mi mano y lo miro.—Así como tu estas para ellos. Y te aseguro que Tom no te mirara así, porque te quiere, y estará aquí para ti.

—Tom me odia—susurro, mi voz tiembla. Aidan sonríe.

—No creo que alguien pueda llegar a odiarte, ______—me contradice.

—Eso es porque no me conoces lo suficiente—digo, rodando los ojos y tragándome mis lágrimas.

—Déjame llamarlos—me suplica, ignorando mi último comentario. Lo miro frunciendo el ceño.

—No quiero que venga Tom. Porque sé que vendrá por compromiso, y no quiero mirarlo y ver que está conmigo solo porque se siente mal, y no porque me ame.

Una lágrima escapa de mis ojos y aparto la mirada. Aidan se levanta de la silla y me abraza con delicadeza, sin decir nada.

La puerta de mi habitación se abre. Levanto la cabeza, esperando encontrarme a la cirujana pero en cambio me topo con los ojos de Tom, algo enrojecidos, como si hubiese estado llorando. Sus ojos dejan los míos y se detienen en la mano de Aidan, que sigue tomada junto a la mía. Aidan se aleja, y Tom vuelve su vista mí.

—¿Qué haces aquí?—pregunto, con voz trémula. Tom abre la boca, pero tras él aparece Zendaya y Martin, que se acercan casi corriendo a mi camilla.

—______—susurra Zendaya. Se detiene de golpe al ver que mi vie con sangre y me observa asustada.

—¿Por qué están aquí? Su vuelo sale en unas horas—les digo. Harrison aparece detrás de Tom, colocando una mano sobre su hombro.

—Sara, la llamamos y nos dijo todo—responde Martin, acercándose por mi costado derecho.

—Estábamos hablando por teléfono ¿no lo recuerdas?—pregunta Zendaya, tomando mi mano izquierda con delicadeza. Martin me abraza un poco más de la cuenta.

—Auch—musito.

—Cuidado, tiene unas costillas rotas en el lado derecho—le indica Aidan.

—¿Qué te paso?—pregunta Harrison, que sigue junto a su mejor amigo. Abro la boca, pero no sé qué decir.

—No recuerdo mucho. Sé que había ido a ver a la doctora. Mi último recuerdo es que iba de camino a la residencia—respondo. Se miran entre sí, algo asustados.

—Se desmayó y como estaba subiendo las escaleras, se cayó—les explica Aidan.—Se luxo el hombro, se fracturo tres costillas, tiene un esguince en el tobillo derecho, una contusión y una rotura esplénica.

—¿No te falto algo por quebrarte?—me pregunta Harrison. Lo fulminan con la mirada, menos yo que me rio, haciendo que mis costillas duelan.

—¿Qué hay de...?—la pregunta de Zendaya queda en el aire.

—Iré a cirugía en unos minutos—le explico. Miro a Tom, cuyo semblante es indescifrable.

—Tal vez deberíamos ir por un café—sugiere Martin.

—Buena idea—acepta Harrison, mirando a su mejor amigo.

—Los acompaño, se dónde queda la cafetería—dice Aidan.

Se despiden con delicadeza de mí y me dejan a solas con Tom. Cuando cierran la puerta, Tom vuelve a recobrar el movimiento y se sienta en la silla. Coge mi mano entre las suyas y agacha a cabeza, apoyándose en la camilla.

—Es mi culpa—susurra.

—No, no lo es. Fue un accidente, las escaleras son un peligro para a alguien con tan mala suerte como yo—replico. El niega con la cabeza y la levanta.

—No. Es mi culpa—dice, con los ojos llenos de lágrimas. Frunzo el ceño sin entender, pero su mirada me hace comprender que lo sabe.

—Tom...

—Yo provoque que te golpearas en el hombro, yo provoque que tu vida no tuviese privacidad por mi estúpida fama. Demonios, yo provoque tu accidente de coche—dice precipitadamente. Niego con la cabeza frenéticamente, haciendo que me duela. Afirmo sus manos con fuerza.

—Tom, escúchame—le ruego.—Fue un accidente, no fue tu culpa. Por favor, deja de martirizarte. Yo decidí hacer esto público, sabiendo lo que conllevaba. Y no me arrepiento, en absoluto.

—¿Por qué no me lo dijiste?—pregunta, se le quiebra la voz.

—¿Para qué?—susurro, dejando que las lágrimas se deslicen por mis mejillas.—¿De qué hubiese servido?

—Habría entendido el por qué no me dijiste que estaba comenzando a fallar tu marcapasos—replica.

—No cambia nada. Porque no fue tu culpa. Nada de lo que has dicho ha sido tu culpa—le aclaro.

Se levanta, acercándose a mí con cuidado, colocando una mano sobre mi mejilla. Cierro los ojos y siento sus labios sobre los míos, mezclándose con el sabor de nuestras lágrimas. Era un completo desastre: un día sin él y ya tenía que ir a cirugía. ¿Cómo iba a sobrevivir meses sin él?

Nuestro beso es interrumpido por el sonido de su teléfono. Nos separamos y lo observo sacar su teléfono del bolsillo. Suspira al verlo y vuelve a mirarme.

—Tienes que ir a Estados Unidos—le digo. Sacude la cabeza.

—¿Cómo voy a dejarte aquí sola? Te van a operar—replica él. Hago mi mayor esfuerzo y esbozo una sonrisa.

—Estaré bien. Sara y Aidan están aquí. Y no es una cirugía difícil—le explico.

Tom me observa, indeciso. Quisiera abrazarlo, estrecharlo entre mis brazos y drogarme con su olor, pero mi maldito cuerpo no me ayuda.

—Está bien—accede. No es como si tuviese otra posibilidad.—Llámame cuando salgas de cirugía. Llámame a cada hora. No más secretos.

—Lo prometo—le digo.

Se acerca para darme un último beso. Disfruto el máximo tiempo posible de sus suaves y cálidos labios.

Lo veo marcharse por la puerta, y me hundo en mi almohada, permitiéndome un momento de autocompasión antes de la cirugía. Con un "te amo" atrapado en mi garganta.

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Les leo, lectores insaciables <3