I'm not ok

Dramamometro: nivel 8

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Tom

—Ella no quiere hablar contigo, Tom. Debes aceptarlo —me dice Harrison. Suspiro y cuelgo, rendido.

—Necesito... saber cómo está —replico. Harrison me mira y coloca una mano en mi hombro.

—Y ella necesita tranquilidad —sentencia.

Resoplo y agacho la cabeza. Esta situación no podía ser peor. El remordimiento me carcomía por dentro. Había sido un idiota, un completo estúpido. Intente olvidarla con Olivia, y nada. Y luego salí con Nadia, nada serio, hasta que avisaron de la cuarentena, y ambos creímos que era buena idea pasarla juntos. Ni yo ni ella habíamos superado a nuestros ex novios, por lo que no duró más que un par de semanas. Aún así, le había rogado a Sara que no dijera nada. Me odiaba, ella sabía las razones por las que había decidido acabar las cosas, y no le agradaba un pelo. Pero a pesar de ello, no quería que su amiga continuara sufriendo y apoyaba su relación con Aida. A pesar de lo mucho que me dolía que ella estuviese con él, también sabía que aquello era lo mejor para ella, que iba a ser feliz con él, porque eran el uno para el otro.

Prometí mantener mi distancia, aunque cometí el desliz de llamarla una vez cuando supe que estaba en los hospitales ayudando, ya que es peligroso si ella se contagia. Pero luego, cuando Martin me dijo lo que ocurrió con sus padres, no pude hacerlo.

Llevaba semanas llamándola. Las cosas cada vez iban peor, ni bien empezó Mayo, alcanzamos el record en número de muertos, y temía mucho por ella.

Pero Harrison tenía razón. No podía con mis preguntas ahora, solo tenía cabeza para sus padres. Y me alegraba que al menos, aunque no fuera yo, estuviese Aidan allí para apoyarla. Que la abrazara por las noches, la consintiera cuando más triste se sentía.

Y me mataba por dentro saber que no era yo la persona que la calmaba ahora, pero Aidan era el correcto para ella.

Aidan era su destino.

***

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Paso mi mano por mi frente, sintiéndome acalorada. La urgencia del hospital era casi tan calurosa como el caribe. Termino de anotar en la ficha y me alejo en dirección a las máquinas expendedoras. Necesito un café. Me siento fatal. La falta de sueño me tiene desganada, más aun si tomo en cuenta los últimos acontecimientos de mi vida.

Apoyo mi espalda contra la pared y me deslizo hacia abajo, rendida ante tanto trabajo. Me quito la mascarilla y bebo mi café a grandes sorbos. Una de las enfermeras del staff de urgencias, que se ve aún más cansada que yo, se recarga en una de las máquinas y saca unos skittles. Me mira y me sonríe.

—Te ves pálida —comenta.

—Y tú como si hubieses estado en una guerra —replico, reímos.

—¿Supiste lo de tu paciente del otro día? —pregunta. Frunzo el ceño.

—¿Cuál de todos? —pregunto. Se lleva unos skittles a la boca y masca.

—El del síndrome de Kawasaki —dice mientras come, y luego traga.— Salió positivo para covid.

—¿Qué? —pregunto alterada, sentándome de sopetón. Me atraganto con el café y comienzo a toser.

Código azul, box 4 de urgencias. Código azul, box 4 de urgencias —suena en el alto parlante.

—Mierda —musita la enfermera. Sale corriendo y entra a la sala de emergencias. Sigo tosiendo y me levanto.

Camino apoyándome en las paredes, mi garganta esta rasposa, y cada cierto tiempo, vuelvo a toser. Últimamente había estado atorándome mucho con la comida.

No me siento muy bien. Decido ir a la residencia y lavarme la cara con agua para despejarme. Entro a la pequeña salita y abro la puerta del baño. No me preocupo en cerrarla. Enciendo la luz y abro la llave. Me echo agua en la cara y mi cuello, refrescándome. Vuelvo a toser. Cierro la llave y me seco con una toalla de papel.

Abro los ojos y me miro al espejo.

Lo que me hiela la sangre no es mi aspecto demacrado, sino mis ojos inyectados en sangre. Vuelvo a toser.

Como una cadena de infortunios, todo comienza a caer en pequeñas piezas de domino. Mi teléfono suena. Zendaya. Descuelgo, con mis manos tiritando me acerco l teléfono al oído.

—______ —solloza ella.

—¿Z? ¿Qué ocurre? —pregunto, preocupada.

—Martin. Está en el hospital. Este contagiado —llora.

Mi mundo se cae a pedazos.

Martin no puede enfermarse. Él tiene asma. No puede enfermarse. No, no, no. escucho a Zendaya llorar, pero no tengo fuerzas.

El teléfono se cae de mis manos y comienzo a hiperventilar. Toso más fuerte. Siento que me falta el aire. Caigo de rodillas mientras me ahogo e intento respirar, pero es como si no hubiese suficiente oxígeno.

Mi piel arde.

Mis ojos rojos.

La tos.

—¿______? ¡______! —grita Aidan de pronto. Corre hacia mí pero levanto mis manos como puedo y sacudo la cabeza.

—No... —toso— te... acerques...—logro decir, mientras continuo luchando por respirar.

Levanto la cabeza y lo miro. En sus ojos puedo ver el miedo patente. Lo que más temíamos. Estoy enferma.

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Muy escondida ya que sé que mandaran hordas en mi búsqueda

Capítulos restantes: 5

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Les leo, lectores insaciables <3

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