Sí, creo que estaremos bien

Erick hizo traer una enfermera para que me revise y cure las heridas que me hizo De Luca. Pero lo último que quiero es que alguien extraño me toque, solo quiero bañarme y acostarme en mi cama. Quería ir a ver como esta Ian, pero Erick dice que no es buena idea, y creo que tiene razón porque me veo y me siento fatal.

—Primero quiero bañarme —les digo.

No espero que ellos me respondan, camino hasta mi habitación y cierro la puerta. Las emociones de todo lo que ha pasado me están carcomiendo por dentro. Camino hasta el baño y me quito la ropa mientras el agua cae sobre mi cuerpo y se lleva todo rastro de lo malo que pasó hoy, o al menos así quiero que sea y me permito llorar un poco.

Me quedo bajo el agua tanto tiempo como puedo, en realidad quisiera quedarme aquí todo el día o la semana si es posible. Siento que aquí estoy bien. Pero me obligo a salir de la ducha y me cambio con algo sencillo y cómodo.

Levanto mi cabeza hacia la puerta cuando alguien toca un par de veces.

—¿Emma estas bien? —me pregunta Sophie.

Me apresuro a ponerme la blusa y camino abrir la puerta.

—Sí —respondo mientras salgo de mi cuarto.

Caminamos hasta la sala donde nos espera la enfermera y Erick. Resignada me siento en el mueble y dejo que la enfermera me cure. Cuando la enfermera me termina de curar me recuesto en el mueble y me quedo dormida. Me despierto sudada y sobresaltada por una pesadilla. Mi apartamento está en silencio y a oscuras. Me paro y camino descalza hasta la nevera y me sirvo un vaso con agua.

Justo estoy regresando hacia la sala cuando la puerta de mi apartamento suena, y dejo el vaso sobre la encimera para caminar abrir la puerta, quizás es Sophie que volvió para hacerme compañía. Me sorprendo de una buena manera cuando veo que es Alex, él cuando me ve me abraza y me pregunta que pasó. Entramos en mi apartamento y caminamos hasta el sofá.

—No tienes que contarme nada si no quieres —me dice mientras acaricia mi espalda—, solo quiero saber si estás bien. Sophie dijo que me necesitabas en este momento.

Y no se equivocó, entre los brazos de Alex me siento segura, por primera vez en estas veinticuatro horas, me siento realmente segura. Mi hermano siempre ha tenido el don de hacerme sentir mejor. Me siento una niña pequeña de nuevo que corría a la habitación de mi hermano cuando había tempestad o extrañaba a mi mamá. Alex siempre me consoló y trataba de hacerme sentir mejor, fuera la hora que fuera, en cualquier momento, él siempre ha estado para mí. Y ahora no podía ser la excepción.

—No, quiero contarte todo —le digo.

Y así lo hago. Le cuento todo desde la historia del padre de Ian, evitando contarle la historia que me contó Ian porque eso solo le pertenece a él, hasta lo sucedido con Eleanor. Le cuento como De Luca provocó el accidente y como llegó al hospital para llevarme, como intentó violarme y como me dejó encerrada en aquel sótano. Le digo que Sophie llegó a rescatarme y que ella sabía que De Luca mató a mi papá. Alex también está sorprendido por eso, pero no me dice nada hasta que yo termino de hablar.

—Mi pobre hermanita, no puedo creer que hayas pasado por todo eso —me dice y me abraza fuerte contra su pecho —, ese infeliz merecía morir, me alegro que Sophie lo haya matado, si no lo mataba ella, te juro que con todo lo que le has contado lo mataba yo. Mira cómo te dejó.

Cierro los ojos y suelto un ligero suspiro.

—Voy a estar bien, Alex.

2 semanas después

Las cosas parecen estar realmente mejorando, Ian despertó del coma y está recuperándose muy bien, los doctores se sorprenden por su rápida recuperación y le dicen que si sigue así podrá salir en una semana más, aunque él quiere salir en seguida. Aún no le hemos contado nada de lo que pasó porque no creemos que sea buena idea, queremos que este bien para poder contarle todo con calma. Sophie también parece más feliz de lo normal y me alegro mucho por ella, es bueno que haya dejado esa amargura a un lado.

Yo aún tengo pesadillas, creo que se irán con el tiempo. También creo que tiempo es todo lo que necesitamos para terminar de sanar algunas heridas.

—¿Puedo pasar? —pregunto mientras abro la puerta de la habitación de Ian.

Él está sentado serio sobre la cama. Erick está a su lado y me esquiva la mirada, entiendo que ya le ha contado todo ha Ian. En realidad, me sorprende que esperara tanto tiempo para contarle porque Erick es muy leal a Ian y jamás han existido secretos entre ellos.

Entro en silencio y cierro la puerta. Camino hasta la silla negra que esta junto a la cama de Ian y me siento.

—¿Cómo estás hoy? —le pregunto ignorando su mal humor. Usualmente él me recibe con una radiante sonrisa y sus ojos se iluminan a penas me ve. Hoy eso no sucede.

—Ya veo, si vas a estar así mejor me voy.

Me paro de la silla, pero él me sujeta de la muñeca.

—¿Cuándo pensabas contarme? —me pregunta.

Erick camina hasta la puerta.

—Yo los dejo solos —nos dice mientras abre la puerta.

—Soplón —le grito antes que él se vaya.

Me siento en el filo de la cama de Ian. Miro su rostro y sus ojos, me siento tan feliz de poder verlo a los ojos, de poder estar con él. Creía que jamás volvería a ver sus ojos. Y no puedo evitar sonreír mientras él acaricia mi mejilla, seguro él también está pensando en algo similar.

—Te lo iba a contar, pero cuando ya estuvieras completamente bien. Ian, eso es parte del pasado, no puedes hacer nada con lo que pasó. Yo no puedo hacer nada, solo tratar de superarlo y seguir, eso es lo que estoy haciendo.

Acerco mis labios a los suyos y lo beso, es un beso suave y lleno de amor. Un beso que me ayuda a salir de la oscuridad en la que aquellos malos recuerdos me mantienen. Un beso que me hace brillar más. Me recuesto a su lado, porque todo es mejor cuando estoy junto a él.

—Quiero quedarme para siempre junto a ti —le digo—, es que estoy tan enamorada de ti. No tienes idea cuando te amo.

Él levanta mi mentón con sus dedos y susurra contra mis labios.

—Creo que me puedo hacer una idea —dice antes de besarme—. No tienes idea como me sentí al saber todo lo que habías pasado, Emma no pude evitar pensar en mi madre. Si él te llegó...

Pongo un dedo en sus labios.

—No, no paso nada. Estoy bien, créeme.

Él me abraza y yo me relajo en sus brazos.

—Estoy tan enamorada de ti —le vuelvo a decir—, dime que jamás te irás. Prométeme que nunca me dejaras, que siempre estarás ahí para mí.

Me siento en la cama y tomo sus manos entre las mías. Estuve a punto de perderlo y no quisiera volver a pasar jamás por eso. No podría soportar perderlo, no quiero.

—Emma, jamás podría dejarte. ¿Recuerda que estamos atados por el hilo rojo del destino? —me dice mientras pone un dedo en mi tatuaje igual al suyo—. Tú eres mi razón de existir, me sacaste de mi oscuridad e iluminas mi vida con tu sonrisa. Y aunque a veces siento que no te merezco, trato siempre de ser aquel hombre que mereces. Aquel que te ayude a brillar, porque jamás quisiera que tu luz, con la que iluminas a todos a tu alrededor, se apague. Estoy jodidamente enamorado de ti, Emma, tan enamorado. Creo que te amo desde el primer instante que te vi.

Sonrió y algunas lágrimas de felicidad ruedan por mis mejillas. Ian limpia mis mejillas y me besa en la frente.

—Pero eso ya lo sabes, aunque de todas formas te lo diré el resto de mis días. Todos los días te diré cuánto amo estar junto a ti y que sólo quiero quedarme a tu lado. Todos los días te diré cuanto te amo.

Nos volvemos a besar. Nos besamos con la esperanza de un futuro juntos, de días llenos de amor. Se siente tan bien este sentimiento de paz, este ambiente de tranquilidad. Siento que danzo en el aire, que puedo bailar sobre las nubes.

La puerta se abre y entra Sophie con una radiante sonrisa y unos papeles en sus manos. Mueve los papeles frente a mí.

—¿Qué es esto? —le pregunto mientras ella me da los papeles.

—Los papeles del divorcio, Ian y yo pronto estaremos oficialmente divorciados.

Chillo de felicidad mientras reviso los papeles. Ian sonríe divertido por mi reacción.

—También vengo a despedirme —dice Sophie.

Bajo los papeles y la miro.

—¿A dónde vas?

Ella me sonríe y veo un brillo especial en sus ojos.

—Alemania, voy a visitar a un viejo amigo.

Puedo ver que ese amigo es más importante para ella de lo que dice. Veo la emoción por ir a verlo. Me alegro por ella.

—No me mires así Emma —me regaña—, es solo un amigo.

—Ya, yo no he dicho nada.

Mi hermana pone los ojos en blanco y yo me levanto y la abrazo.

—Suerte con tu amigo, pero no te quedes mucho tiempo allá. Te voy a extrañar mucho.

Ella me da un beso en cada mejilla.

—No seas dramática Emma, no me voy para siempre.

Ahora soy yo la que pone los ojos en blanco.

—Adiós Ian, fue un gusto estar falsamente casada contigo.

—Adiós, Sophie, cuídate.

Pero yo creo que son los alemanes quienes se tienen que cuidar de ella, pienso mientras ella se marcha.

—Te das cuenta que todos hemos encontrado el amor. Annie ahora está con Jazper, es tan raro porque ella habla tanto y él casi no dice nada.

Ian hace una mueca y pone un dedo sobre mis labios.

—La idea de mi hermana con alguien es algo que aún no asimilo.

—Que exagerado eres Ian. Ella está muy feliz con él.

Él ignora mi comentario y me quita los papeles del divorcio para empezar a leerlos

—Pronto serás legalmente libre y solo mío.

Él se ríe.

—Ya soy solo tuyo.

Asiento con la cabeza.

—Pero pronto podremos gritarlo a los cuatro vientos. Iremos a cenar, al cine, al parque. Podremos tener nuestra primera cita como novios. Podremos irnos de viaje, quiero recorrer el mundo contigo.

No puedo evitar estar emocionada sobre eso y sé que al principio será difícil, que las personas hablarán y dirán muchas cosas sobre nosotros, pero eso realmente no me importa. Solo quiero estar con Ian y ahora que por fin puedo nadie va a dañar esa felicidad. Nadie va a impedir que sea feliz junto a él.

—Sabes, si Sophie no se hubiera acostado con Derek a lo mejor tú y yo no estaríamos juntos.

—¡Bendita sea Sophie! —dice Ian y yo no puedo evitar reír.

—Amén.

Hay días que te despiertas y sabes en seguida que será un buen día, pues hoy es uno de esos días para mí.

—¿Sabes otra cosa? Hoy cuando me desperté supe que sería un gran día y no me equivoque —le digo a Ian—. Vamos a estar bien. Sí, realmente vamos a estar bien.

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