Si algo puede salir mal, saldrá mal

Cuando me despierto son las seis y media de la mañana, Ian aún está dormido. Con mucho cuidado salgo de la cama y me visto. Camino despacio y en silencio hasta la sala y tomo mi bolso. Saco mi teléfono mientras bajo en el ascensor y veo que tengo 32 llamadas perdidas de David, seguro en este momento ya ha llamado a todos los hospitales y a la policía para notificar mi desaparición.

Salgo del edificio y llamo un taxi, me subo y doy la dirección del departamento de David.

David me va a matar. —me digo mentalmente mientras toco la puerta de su apartamento. —Seguro va a empezar a organizar mi funeral.

Toco la puerta del departamento de David por más de quince minutos antes que él me abra. Cuando me abre me mira muy molesto y me preparo mentalmente para el sermón que me va a dar.

Él se hace a un lado y me deja entrar.

—¿Dónde estabas? —me pregunta, cuando abro la boca para hablar me detiene. —Ni siquiera necesitas responderme, es obvio que te acostaste con el prometido de tu hermana, hueles a sexo.

¿El olor a sexo existe? Y si es así, ¿a qué exactamente huele?

Disimuladamente huelo la piel de mi hombro, pero yo no huelo nada.

—¡Es mentira! —le grito—Estaba con una amiga.

—Mentirosa. —me dice él—Tienes la palabra pecado escrita en la frente.

Pongo los ojos en blanco.

—Deja el drama, David.

Pero es David, así que no puede dejar el drama fácilmente por lo que continua con su discurso de regaño.

—¿Qué les vas a decir a tus hijos cuando te pregunten sobre tu primera vez? —David empieza a caminar por toda la sala mientras mueve las manos de forma dramática. —Verán hijos, yo perdí mi virginidad con el esposo de su tía. ¿Escuchas lo fatal que suena? Pobres niños.

No puedo evitar reírme. ¿Qué niños normales y sanos mentalmente le preguntarían eso a sus padres? No creo que exista una persona cuerda que le hable de su primera vez a sus hijos.

—David yo no quiero hijos y si los tuviera les diría que perdí la virginidad con mi mejor amigo gay David. ¿Eso suena mejor?

Él me saca la lengua, muy maduro de su parte.

—Eres una sucia pecadora.

Paciencia, Dios, dame paciencia.

—¿A dónde vas? —Me pregunta David.

—A purificarme con agua bendita para ver si llego a ser igual de Santa que tú.

No puedo evitar reírme, pero David me mira molesto por mi comentario.

—No es gracioso, Emma. ¿Vas a la boda?

Asiento con la cabeza en su dirección.

—Sí, sabes que no puedo faltar, si no voy Alex y Elizabeth me matan. En realidad, ya debería estar camino a mi casa, prometí estar ahí a las 8. Me voy a bañar.

Camino hasta el cuarto de David y entro al baño, me quito la ropa y entro a la ducha, no puedo evitar pensar en lo que paso anoche, en sus besos, en sus caricias, en su mirada, en él.

—No, basta Emma.—me digo— Fue algo de una sola noche.

Me pregunto qué le vio a mi hermana, porque decidió casarse con ella, mi hermana es muy hermosa, de eso no hay duda, pero por lo que he visto y sé, Ian siempre se ha rodeado de mujeres hermosas ¿Por qué mi hermana es diferente? ¿Qué tiene ella de especial?

Cuando me estoy terminando de arreglar David entra en la habitación, aún me mira con reproche. Tiene los brazos cruzados sobre su pecho, camina hasta la cama y se sienta. Yo me termino de cepillar mi cabello y me pinto los labios de un rojo bajito. Me gusta pintar mis labios de rojo.

—¿Me vas a dar otro sermón? —le pregunto—Mira, sé que debería sentirme mal, pero no me siento así, no tengo cargo de conciencia. Ella no lo ama y él a ella tampoco, ni siquiera usé todos mis métodos de seducción, solo me acerqué a él y ya.

David no me dice nada, solo se dedica a mirarme. Me está empezando a molestar su actitud.

—¡David!

Él baja los brazos y suspira de forma dramática.

—¿Se lo vas a decir? -me pregunta.

—No, haré como si no pasó.

—Pero pasó, Emma.

Me pongo mi reloj en mi brazo derecho y miro la hora, voy quince minutos tarde. Debería haber estado en la casa a las ocho. La boda es a la una de la tarde. Seguro Alex está convenciendo a Elizabeth que si aún no llego es por una buena razón, adoro a Alex, él siempre está cuidando de mí y cumpliendo mis caprichos.

—Me voy, nos vemos en la boda, se puntual.

Le digo a David mientras tomo mi bolso, me acerco a él y le doy un beso en cada mejilla, piñizco sus mejillas antes de salir corriendo, a él no le gusta que haga eso, pero a mí me gusta hacerlo.

Bajo en el ascensor y salgo a pedir un taxi, para mi mala suerte tardo más de diez minutos en conseguir un taxi y en el camino todos los semáforos estaban en rojo. Quizás era una señal que no debía ir a casa, que debía salir huyendo, quizás debería regresar a Italia. Cuando el taxi se detiene en mi casa no me quiero bajar, el taxista me mira preocupado y yo le sonrió antes de bajarme. Camino hasta la puerta y toco el timbre, Mery, el ama de llaves me abre la puerta con una sonrisa, yo la abrazo y le digo que es bueno verla.

Todo en la casa es un caos, hay personas cargando flores y adornos, comida, sillas y manteles. Mery me dice que me están esperando en la sala. Camino hasta la sala y al primero que veo es a Alex de pie cerca de la chimenea. Corro a sus brazos y él me da vueltas en el aire.

—Te extrañado mucho hermanito. —le digo.

—Yo también te extrañado enana—me dice con cariño mientras me pone en el suelo.

Despacio me giro para ver a mis dos hermanas mayores mirarme molestas.

—Te pedí que estés aquí a las ocho y son las nueve de la mañana. ¿Por qué no fuiste ayer a la despedida de Sophie? A veces puedes ser tan irresponsable Emma, en serio eres muy desconsiderada, es la boda de tu hermana. La familia de Ian está aquí para conocerte, lo bueno es que a la hermana le encantan las decoraciones y esta entretenida con eso.

—Vamos, déjala hablar Elizabeth—le dice Alex—seguro tiene una buena razón.

Miro a Sophie que está sentada en el enorme sillón blanco que esta frente a la chimenea, ella sabe porque no fui a su estúpida fiesta y está ahí sentada fingiendo estar dolida porque no asistí.

—Sabes que acabo de llegar de viaje, me asentó mal el cambio de horario y todo el viaje en sí. Lo siento, en serio quería estar ahí con mi querida hermana en su última noche de soltera.

Miro a Sophie, yo también puedo jugar este juego.

Antes que Elizabeth pueda decir algo más, una chica de mí misma estatura con el pelo negro liso y largo entra en la sala con una sonrisa, parece casi de mi edad.

—Tú debes de ser Emma, yo soy Annie, la hermana menor de Ian y la hija favorita, no importa lo que digan los demás.

Ella derrocha carisma y una aptitud muy positiva.

—Es un gusto, lamento la demora, pero ya sabes lo que dicen, lo bueno tarda en llegar.

Ella se ríe, pero Elizabeth me mira molesta.

Annie me da un abrazo.

Veo como otras personas entran en la sala.

—Ella es mi mamá, Isabel—me dice Annie mientras me presenta a una señora de unos cincuenta años muy bien conservada, tiene su cabello oscuro recogido en una coleta y me sonríe con cariño—él es mi hermano mayor Alan y su esposa Gabrielle—saludo al hombre alto y musculoso, parece jugador de futbol americano, su esposa es muy hermosa, su pelo rubio cae en suaves ondas por su espalda y me sonríe amablemente mientras me da su mano—y él, aunque no lo creas es el hermano mellizo de Ian.

Annie señala a un chico de pelo oscuro, de la misma estatura que Ian, pero sus facciones son diferentes e igual su color de ojos.

—Soy Erick, divertido, agradable.

—Por eso, no se parece en nada a Ian.

La señora Isabel regaña a Annie y esta le sonríe a modo de disculpa.

Estoy a punto de preguntar por el papá de Ian hasta que recuerdo que murió hace unos años de cáncer. A veces puedo ser un poco imprudente.

—Es bueno conocerte, nos han hablado cosas muy buenas de ti.

Seguro no fue Sophie.

Agradezco que Ian no esté aquí y ruego a todos los dioses que no me reconozca o que piense que fue un sueño.

Después de conocer a la familia de Ian pasamos a la mesa y desayunamos. Me preguntan sobre mí, sobre mis estudios y sobre el ballet. En medio de la comida la señora Isabel se pone en pie y se retira para ir a descasar un momento. Cuando terminamos de comer subimos a la habitación de Sophie, allí está todo un equipo de maquillaje y estilistas profesionales para arreglarla. Annie, Gabrielle, Elizabeth, Sophie y yo nos vamos a peinar y maquillar ahí.

Me pongo una bata blanca de seda y me siento en uno de los sillones negros en la habitación de Sophie. Reviso mi teléfono mientras una chica me empieza a peinar, le digo que quiero un peinado sencillo, ella me sonríe y empieza a cepillar mi cabello. Otra chica empieza arreglar mis uñas mientras otra chica me pone una mascarilla. Es relajante, estar así, sentada mientras me arreglan. Cuando me empiezan a maquillar le digo que mi vestido es rojo y quiero mis labios de ese color.

—Emma—me dice Gabrielle— ¿Piensas dejar para siempre el ballet?

—Yo creo que siendo tan buena no deberías dejarlo—me dice Annie.

Le sonrió.

Tomar esa decisión no fue fácil, pero con el tiempo entendí que no me apasionaba del todo el ballet como me sucede con el mundo editorial, el ballet solo fue para mí, un escape de todo lo que sucedía a mi alrededor y creo que es momento de dejar de escapar.

—Sí, ya que es en lo único que eres buena. —me dice Sophie. —Siempre hemos competido y yo siempre le he ganado.

—No en el ballet, recuerdo que tú también querías bailar, pero no tenías talento.

—Da igual, soy mejor que tú en otras cosas. ¿O me equivoco? —Veo la intención con lo que dice aquello, veo la burla en sus ojos.

¿Por qué siempre tienes que actuar así Sophie? A veces me pregunto si no se cansa de aquella aptitud, si al final del día no le pesa cargar con su pesado comportamiento hacia los demás.

—Sí, ella tiene razón, siempre me quitaba a los chicos que a mí me gustaban, ella es mejor puta que yo. Creo que en realidad no hay competencia para ella.

Me pongo de pie y puedo ver la cara de asombro de todas.

—Me voy arreglar—digo mientras salgo de la habitación.

Sophie siempre logra molestarme, a ella le gusta eso, lo disfruta mucho y no le voy a dar la satisfacción que lo siga haciendo.

Camino algo distraído y choco contra alguien.

—Idiota fíjate por... —dejo de hablar cuando veo de quién se trata.

Dios, ¿por qué me has abandonado?

De todas las personas con las que me podía topar, tenía que ser él, justamente él. Porque así de hermosa es mi suerte.

Veo como Ian me sujeta con fuerza del brazo para ayudar a estabilizarme, pero su actitud cambia cuando me ve y me doy cuenta por la forma en que me mira, que él me reconoce.

—¿Qué haces aquí? —me pregunta él.

Bueno, si se acuerda de mí, este día no podría ir peor.

—¿Se conocen? — nos pregunta Annie a mis espaldas.

Ian me suelta el brazo cuando es consciente de la presencia de su hermana.

—No—me apresuro a decir—creo que él está confundido, nunca antes nos hemos visto, no tengo idea de quien es, ¿está usted bien señor?

Veo como él aprieta la mandíbula y me responde entre dientes.

—Sí, nos conocemos, pero no sé qué hace aquí. — Por la forma en que responde, supongo que él está un poco molesto.

Me cruzo de brazo algo molesta con él. Es decir, ¿tanto le costaba seguirme la mentira?

Escucho los pasos de alguien más, es Elizabeth seguro viene a regañarme por lo que dije, pero para mi suerte su teléfono suena y camina hasta su habitación mientras saluda a Ian de pasada.

Annie mira a su hermano y después a mí.

—En serio estas confundido Ian, ella es Emma, la hermana menor de Sophie y acaba de llegar de Italia, es imposible que se conozcan.

—Sí, Ian, estas confundido, nunca nos hemos visto. —le digo yo haciendo énfasis en la última frase.

Ian me mira y puedo ver el coraje en sus ojos, aprieta la mandíbula y trata de fingir una sonrisa. Yo le sonrió de forma agradable y le tiendo mi mano, él mira mi mano y después me vuelve a mirar a los ojos.

—Es un gusto. —me dice.

Alguien llama a Annie y ella se disculpa y se aleja a la habitación de Sophie, yo voy a salir corriendo cuando Ian me detiene.

—La hermana de Sophie, ¿en serio? Todo el tiempo sabias quien era yo. ¿Por qué lo hiciste?

Estoy a punto de mentir y decir que no sé de qué está hablando cuando Mery se acerca a nosotros.

—Señorita el joven Derek la espera abajo. — me dice Mery

¡Lo que me faltaba! Al parecer hoy me desperté con el pie izquierdo, con todo en mí contra. ¿Hay algo en este día que no me salga mal?

—Mierda. —digo—Mery, por favor, dile que no estoy.

Ella me mira con una disculpa escrita en su rostro y yo sé al instante que estoy jodida.

—Lo siento, pero su hermano ya dijo que usted bajará en un momento.

Después de decirme eso, ella se retira casi corriendo.

Ian aun me mira esperando una explicación. En serio debí escuchar a David y no hacer nada, si le cuento esto seguro me dirá, te lo dije y tendría toda la razón de decirme eso. aunque conociéndolo como lo conozco dudo que decirme aquello le baste, tal vez me mande hacer una pancarta que diga te lo dije. Si, eso suena más como David.

—No puedo creer que te acostaste con el novio de tu hermana. ¿Por qué lo hiciste? No entiendo como le puedes hacer eso a tu propia hermana.

¿En serio él me acaba de decir eso?

Lo miro molesta. Él no es nadie para reprocharme nada, en unas horas le va a jurar amor y fidelidad a la estúpida de mi hermana cuando hace solo unas horas teníamos sexo en su cama.

Cínico.

—¿Tú sabes quién es Derek? Sé que han hecho negocios juntos, un buen sujeto. ¿No crees? —Ian me mira sin entender a donde quiero llegar—Bien, él era mi novio hasta que lo encontré teniendo sexo con mi hermana, tu futura esposa. Acababa de llegar y así fue como me recibieron, los dos desnudos envueltos en una sábana de seda blanca. Y ella estaba menos arrepentida que yo en este momento.

Cuando me doy cuenta lo que acabo de hacer también entiendo que ya es tarde para arrepentirme, lo dije y no puedo tragarme mis palabras, y lo que viene después de esto, no puede ser nada bueno.

¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idiota!

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