¿Quién sabe lo que se avecina?

¿Pero que acaba de pasar? ¿Acaso entré en una dimensión desconocida?

Mis ojos van de Sophie a la mejilla roja de Eleanor y otra vez miro a Sophie que está realmente muy molesta. Eleanor se lleva la mano a su mejilla enrojecida y mira con incredulidad y furia a mi hermana.

—Yo no advierto dos veces —le dice Sophie.

Eleanor levanta la mano para devolverle el golpe a Sophie, pero mi hermana le sujeta la mano con una sonrisa.

—¿Qué mierda te pasa? —le grita Eleanor.

Sophie la empuja con fuerza mientras le suelta el brazo y Eleanor se tambalea, pero no se cae, ella logra recobrar la compostura y se pasa una mano por el cabello mientras veo como trata de manejar el enojo.

—¿Qué mierda te pasa a ti? —le pregunta Sophie— Sé que eres idiota, pero te estas pasando de la raya.

Eleanor le sonríe de esa manera tan cínica y burlona que tiene.

—Vamos, Sophie, ¿en serio te vas a poner de parte de esta?

Me señala con su mentón de forma despectiva.

—Ella mi hermana— le dice Sophie—, y yo siempre voy a estar de parte de mi hermana.

En serio, ¿qué mierda está pasando aquí? No entiendo desde cuando le importo tanto a Sophie. Siento que estoy soñando, así que disimuladamente piñizco mi brazo para saber sí es un sueño, pero no lo es.

—Bueno, por lo visto ya elegiste bando, ahora te toca atenerte a las consecuencias de tus elecciones.

—¿Crees que eres rival para mí? —le pregunta Sophie— ¿Crees que tus jueguitos de amenazas me dan miedo? No seas ingenua, yo soy la única perra que manda aquí.

Eleanor se ríe.

—Sí, lo eres —le dice Eleanor—. Siempre por delante de los demás, consigues lo que quieras sin importar a quien aplastas en el proceso y siempre escogías el lado ganador... hasta ahora que decidiste estar de lado de una bastarda.

Y por segunda vez Sophie vuelve a golpear la mejilla de Eleanor, pero esta vez con mucha más fuerza.

—Ten mucho cuidado con lo que dices porque te advierto que mi siguiente golpe no será en tu asqueroso rostro.

Eleanor se para recta y aparta la mano de su mejilla que sigue roja. Sophie le pegó con mucha fuerza.

—Así que no te importa que tu esposo se revuelque con tu hermana. Vaya, eso no me lo esperaba.

Miro a Sophie esperando que se gire y me insulte, pero solo se ríe y se acomoda su cabello rojo como el fuego.

—Lo que haga Ian me importa tres hectáreas de mierda, lo mismo que tú le importas a él.

Nunca me había sentido tan feliz de ser hermana de Sophie en mi vida.

—Te lo advertí, te dije que te mantengas alejada de mi hermana —le dice Sophie muy molesta—. Ahora vete y dile a De Luca que si no quiere que vaya a la policía y lo denuncie con esos papeles se mantenga alejado de mi familia. Eso incluye a mi esposo — Sophie levanta la mano y prácticamente le restriega el anillo de matrimonio a Eleanor— Viste, yo conseguí lo que tú jamás podrás, ser la esposa de Ian Basset.

Me sorprende escuchar que ella les dijo que no se acerquen a mí, Sophie no es así, ella jamás me ha defendido. Usualmente es ella la que me lástima, como ejemplo está lo que sucedió con Derek.

—Bien, me voy, pero no creas que esto se va a quedar así —dice Eleanor mientras empieza a caminar hacia el ascensor—. Yo voy a ganar este juego, Ian va a ser mío.

—Sigue soñando, Eleanor —le dice Sophie cuando las puertas del elevador se cierran—. Yo me encargaré de convertir tus sueños en pesadillas.

Cuando veo que Eleanor se ha ido por fin, no puedo evitar soltar una exclamación ante toda esta extraña situación.

—¿Pero que mierda acaba de pasar? —le pregunto a Sophie, no puedo evitar que mi voz suena más alta de lo normal— ¿Conoces a Eleanor? ¡Y le acabas de pegar dos veces! Dos veces. Además, ¿amenazas a un hombre que es realmente peligroso?

Sophie le da poca importancia a lo que le digo.

—Crees que no le he pegado antes —me dice como si nada—. Deja el drama, Emma, no es para tanto.

—¿De dónde conoces a esa gente? —le pregunto— Sabía que eras novia de ese De Luca, pero no que además eras amiga de Eleanor.

Sophie se gira y me mira molesta. Me pega en el hombro.

—¿Que mierda haces con esa gente? —me pregunta de repente— No podrías ser más idiota e irresponsable. Eres como un imán para los problemas. Y no soy amiga de Eleanor, tenemos amigos en común que es diferente. De Luca es parte del pasado y lo amenazo porque puedo y quiero hacerlo.

Me sobo el brazo, Sophie tiene la mano pesada. No me imagino como le debe estar doliendo la cara a Eleanor.

—En primer lugar, eso dolió. En segundo yo no los busco, ellos me buscan a mí. En tercero no me imagino que clase de amistades tienes si entre ese círculo está Eleanor y el psicópata De Luca. ¿Sabías que me mandó una caja con unos ojos azules?

Sophie pone los ojos en blanco un gesto tan típico de ella. Se cruza de brazos y golpea el piso con el tacón de su zapato izquierdo.

—Sí, lo sabía, por eso fui y hablé con él, hice lo mismo con la arrastrada de Eleanor, ya que por lo visto tú no puedes ponerla en su lugar. Emma, si ves que ellos vienen simplemente te alejas, ellos no son gente buena. Te lo digo en serio, mantente alejada de ellos.

Siento que estoy en una dimensión desconocida en donde le importo a mi hermana.

—Sophie, tú...—no sé cómo preguntarle— ¿Sabías que hay algo entre Ian y yo?

Ella me mira como si fuera obvio.

—Yo lo sé todo hermana. Todo. Pero como dije hace un momento, no me interesa con quien se acuesta Ian, solo me casé con él por mi herencia.

Veo a Sophie parada frente a mí con esa pose altiva y esa aura de superioridad que la caracteriza y siento que no la conozco en absoluto.

—¿Por qué lo hiciste? —le pregunto— ¿Porque me defendiste?

Ella mueve la cabeza y después eleva las manos en señal de frustración.

—¿No podrías simplemente darme las gracias y dejar de hacer tantas preguntas estúpidas? Vamos, llegaremos tarde al homenaje.

Bajamos por el ascensor, Jazper nos acompaña. Obviamente no se despega de mí en ningún momento. Jazper y Sophie discuten un momento sobre quién maneja, al final, como era de esperarse, mi hermana gana y Jazper no le queda otra opción que ir en el asiento del copiloto. Yo voy sentada en el asiento de atrás mirando por la ventana distraída. Trató de entender todo lo que acaba de pasar, todo lo que está pasando y como la vida se vuelve un caos en un solo minuto. No me imagino que sucederá después, no quiero estresarme en este momento pensando en eso.

Sophie es la encargada, como todos los años, de dar el discurso. Yo la escucho atenta como todos los años y no reconozco a la mujer de la que tanto habla, es difícil para mí verla de la misa forma que la ve ella o Elizabeth. Sophie habla sobre su gusto por los girasoles y como afuera de su ventana siempre estaban los girasoles mirando hacia el sol y cuando ella murió esos girasoles se marchitaron. Sophie cuenta algo similar en cada homenaje. Cuando termina de hablar camina hasta el retrato y pasa sus dedos con cariño por la mejilla de su mamá. La mamá de Sophie tenía el cabello rojo fuego, igual que el cabello de Sophie o Elizabeth y los ojos color café claro. Su piel pálida le daba un aire de fragilidad al que ella siempre sacaba provecho.

El maestro de ceremonia nos llama al frente como hijos para que cada uno deje una flor frente a la foto y digamos algunas breves palabras. Pero yo no debería estar aquí, ella no es mi madre, ella es solo la esposa de mi papá, aquella mujer que me obligaron a llamar mamá cuando mi verdadera madre se moría sola en la cama de un hospital. Mi mamá se llamaba Margarita, era una simple sirvienta que cometió el gran error de enamorarse de un hombre casado. Mi papá jamás me quiso, yo sólo era para él un error que no pudo eliminar. Cuando mi mamá trabajaba como sirvienta en la casa que ahora también me pertenece, yo iba con ella y era solo la hija de la sirvienta porque mi papá le prohibió a mi mamá decir que yo era su hija. Yo tenía que ver desde las sombras como él adoraba a Sophie y Elizabeth y les decía que eran las niñas de sus ojos.

No puedo hablar, sin darme cuenta estoy llorando frente a un montón de gente que no conozco. Alex me da un pañuelo y después se gira para abrazarme. Me quedo abrazada a mi hermano hasta que la ceremonia termina.

—Vaya, quien no lo sabe diría que en serio te duele la pérdida de mi mamá —me dice Sophie mientras toma una copa de champan que hay en una de las mesas—. No tienes que fingir frente a nosotros.

Ellas me culpan de la muerte de su mamá. Yo las culpo de la muerte de mi madre. Ellas creen que su perdida es peor que la mía, que su madre era mejor que mi mamá.

—Sabes que no me gusta hablar de esa señora como si fuera mi mamá. No lo es.

¿Porque no lo entienden? Por años fue duro para mí después de la muerte de mi mamá cuando yo apenas era una niña, tener que empezar a llamar mamá aquella señora que me decía bastarda en cada oportunidad que tenía.

Quiero pararme de esta mesa, pero todos los años es igual, en una mesa nos sentamos solo los hijos. Quiero pararme e ir a ver a David y dejar que el me haga sonreír con alguna de sus ocurrencias.

—¿Puedo ir a ver a David? —le pido a Alex porque sé que él no me dirá que no— No he podido hablar con él y necesito alejarme de aquí un momento.

Él me sonríe comprensivo. Alex siempre ha sido comprensivo, siempre tratando de hacerme sonreír. Lo quiero mucho.

—Claro, mi pequeña hermanita, ve.

Me paro y le doy un beso en la mejilla. Camino buscando la mesa en la que debería estar sentado David, pero solo veo su puesto vacío. Regreso a la mesa en busca de mi teléfono y lo llamo, es muy raro que él no esté aquí y es aún más raro que no me haya avisado nada.

—Vamos, David, contesta.

El teléfono suena varias veces, pero él no contesta. Yo sigo insistiendo hasta que al final alguien contesta, es una mujer, no reconozco su voz. Mi corazón empieza a latir muy rápido cuando la mujer me dice que David ha sufrido un accidente y está en el hospital.

David está en el hospital.

El teléfono se resbala de mi mano y escucho como cae al piso.

David está en el hospital.

Mis oídos empiezan a pitar

David está en el hospital.

De pronto todo se vuelve negro.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top