¿Qué es lo peor que puede pasar?

Es el novio de mi hermana, es el novio de mi hermana. — me repito una y otra vez. — Es el novio de mi hermana y se casan mañana.

Pero no me detengo, no puedo, sigo caminando y me acerco despacio hasta él, no aparto mi mirada de la suya. Cuando llego a su lado me recuesto en la barra y le sonrió, espero a que él me diga algo, pero solo se dedica a mirarme de esa forma tan descarada que me está volviendo loca y él lo sabe, es consciente del efecto que tiene en mí. Él levanta su vaso hacia mí y bebe todo el contenido, luego se gira y pide otra bebida.

—¿Deseas algo? —Me pregunta.

Reconozco el doble sentido en su pregunta y mantengo una lucha interna entre decirle lo que quiero o simplemente negar con la cabeza.

Es el maldito prometido de mi hermana.

—Sí. —le respondo— ¿Qué me puedes ofrecer?

Él me gusta y yo le gusto ¿Qué malo puede pasar si solo coqueteamos un poco?

Es excitante este juego, me gusta este hombre, me gusta mucho y no entiendo porque si lo acabo de conocer ¿Acaso se debe a la atracción a primera vista? O tal vez se deba a que estoy molesta con mi hermana. No es solo por Derek, es porque Sophie siempre hace lo mismo, desde que yo estaba en la secundaria me ha quitado a todos los chicos que me han gustado. No entiendo porque lo hace, siempre tratando de demostrar que es mejor que yo. Pero yo no tengo que seguir su juego. Antes que Ian me pueda decir algo me alejo entre las personas. Empiezo a caminar hasta el baño cuando siento que alguien me sujeta de la muñeca, estoy a punto de decir algo cuando veo quien es y no puedo evitar sonreír.

—Te vas. —Me dice sin soltar mi brazo.

—Me voy. — le digo, aunque no quiero irme, quiero quedarme con él y averiguar si es tan buen amante como dice mi hermana.

Él no me suelta y yo no hago nada para que me suelte.

Quiero que me bese, sé que él quiere besarme, me doy cuenta por la forma en que mira mis labios y no entiendo porque no me besa.

—¿Por qué no me besas? —la pregunta sale de mis labios antes que yo pueda darme cuenta.

Él me mira y sonríe, me gusta su sonrisa y como se arrugan sus ojos.

—¿Quieres que te bese? —Me pregunta.

Me suelta el brazo y camina hasta mí, yo retrocedo y choco con la pared del baño. Él pone un brazo a lado de mi cara y me mira a los ojos.

—Sí. —le respondo—Y sé que quieres besarme.

Él mira mis labios y acerca su boca a la mía. Me besa con ferocidad, como si llevara tiempo queriendo hacerlo. Su lengua acaricia mis labios pidiendo permiso para entrar a mi boca y yo gustosa le doy la bienvenida. Sus manos bajan por mi espalda hasta mi trasero, un gemido se escapa de mis labios y recuerdo donde estamos. Aparto mi cara y él me mira confundido, al parecer él también olvido que estamos en una discoteca.

—Creo que tus amigos te están esperando. —le digo mientras me arreglo mi cabello. —¿Celebran algo?

—Sí. —me responde—Mi despedida de soltero.

Me rio y él me mira confundido, sin entender la razón de mi risa.

Si tan solo mi hermana nos viera en este momento.

—Vaya, vaya, señor, que buen esposo vas a ser.

—Como dicen que una acción vale más que mil palabras, creo que no sirve de nada decirte que aparte de este momento jamás engañado a mi prometida.

Miro sus ojos oscuros.

Pero mi hermana sí que te ha engañado a ti, entonces si tú la engañas a ella, al menos estarías empatando el marcador.

—Y que importa si te creo o no.

No, a pesar que Sophie es mi hermana, ¿cómo podría importarme? Ella también lo engaña y de una forma muy descarada.

Lo miro un instante y me doy cuenta que él no la ama, lo veo en sus ojos. Ian Basset el hombre de hielo ahora se va a casar, leí en un periódico hace unos meses cuando se anunció el compromiso, el lobo solitario se compromete, fue otro titular, a Sophie le molestó que ella pasó a segundo plano en los titulares, pero eso era obvio, Ian es un importante hombre de negocios.

—Esta es tu última noche de soltero, debería ser memorable. —le digo.

Quizás tan memorable como la noche de tu futura esposa. Porque seguro mi hermana se está acostando con alguien en este momento o después de su fiesta quizás se acueste con Derek de nuevo.

El recuerdo de ellos dos en la cama me molesta y revuelve mi estómago.

Veo como Ian asiente con la cabeza.

—Yo podría ayudar con eso. —muerdo mi labio—Quizás podríamos ir a un lugar más... privado.

Él no dice nada, pero toma mi mano y empezamos a caminar hasta la salida de la discoteca. Veo a David buscarme y agacho la cabeza para que no me vea, mañana le diré que salí a buscarlo y no lo encontré o una mentira así para evitarme el sermón que me dará si le digo la verdad.

Ian me lleva hasta su auto, un hermoso deportivo negro, me abre la puerta y yo le sonrió mientras me subo en el auto. El auto huele a él. Ian se sube y empieza a conducir, no habla y yo tampoco intento hacerle conversa, esto es algo de una noche, quizás él mañana no recuerde ni mi rostro, debería estar molesta por eso, pero es algo que yo también quiero. Quiero acostarme con él y olvidarlo todo mañana.

Cuando llegamos a un enorme y lujoso edificio, Ian se baja y yo hago lo mismo, me mira de forma extraña cuando me bajo del auto. Ian le da las llaves al conserje y le pide que estacione su auto en el paqueo subterráneo del edificio. Entramos y subimos al ascensor, él pone su mano en mi espalda y me guía hasta su pent-house.

—Soy Ian Basset. —me dice cuando entramos.

—Emma.—me arrepiento al instante de haber dicho mi nombre. Pero no creo que sospeche quien soy.

—Emma...—dice él casi a la ligera. —Creo que escuchado ese nombre antes.

—Bueno, hay muchas Emma en el mundo. —le digo mientras muevo mi mano para restarle importancia al asunto de mi nombre. —En realidad mi nombre es Emmanuela. Emma para los amigos y Nella para lo enemigos, pero nunca Emmanuela porque no me gusta, es un nombre muy largo.

Camino hasta la pared de vidrio que está cerca de un hermoso piano de cola blanco. Admiro la vista. Todo se ve tan pequeño desde aquí. El pent-house está decorado de forma minimalista. Me gusta, me gusta mucho. Me gustan las lámparas de cristal, y como la luz de la luna entra por la pared de vidrio e ilumina sobriamente toda la estancia. Ian camina hasta mí y me besa, me sujeta con fuerza cerca de él, me carga y me lleva por un largo pasillo, abre una puerta con el pie y entramos a la que creo es su habitación y no puedo evitar preguntarme cuantas veces mi hermana estuvo aquí, pero aparto rápidamente esos pensamientos mientras Ian me deja en el suelo.

—No crees que está mal engañar a tu futura esposa y encima hacerlo en su cama.

Él niega con la cabeza.

—Ella jamás ha venido aquí. —me dice, pero yo no le creo y él se da cuenta de eso—tengo una casa en las afueras, ahí voy a vivir con ella, este es mi espacio personal donde vengo a olvidarme de todo. Ninguna mujer ha dormido en esa cama.

Ya sé de qué casa me habla, a mi hermana Elizabeth le gusta mucho porque tiene un hermoso jardín y un invernadero con flores exóticas. Elizabeth dice que Sophie tiene mucha suerte de ir a vivir en un lugar así, pero a Sophie no le interesan las flores.

—Hasta ahora. —le digo.

—Hasta ahora. —repite él—Aunque no vamos precisamente a dormir.

Me vuelve a besar y empieza a bajar el cierre de mi vestido, pero yo lo detengo.

—Es tu despedida de soltero, te dije que tiene que ser memorable.

Lo empujo hasta la cama y él se sienta sin entender nada. Me acero a él y empiezo a quitarle la camisa, recordando todo lo que he leído en los libros y visto en las películas, porque si hay un momento donde todos esos libros que leí en mi adolescencia podrían ser de utilidad, ese momento es ahora.

Cuando él me quiere tocar aparto sus manos, él me mira lleno de frustración. Cuando le quito la camisa procedo a quitarle los zapatos y luego el pantalón.

—Ahora es mi turno, Ian.

Él me sonríe e intenta tocarme, pero yo le digo que no puede mientras empiezo a bailar de manera lenta y sensual. Cierro mis ojos y recorro mi cuerpo con mis manos. Abro los ojos y lo miró fijamente mientras bajo el cierre del vestido y este cae a mis pies, luego me giro y desprendo mi sostén de encaje negro, giro mi cabeza para verlo y puedo ver el deseo en sus ojos y el bulto de su bóxer. Me giro y me acerco a él. Él me toma de la cintura y me besa, besa mis labios y después empieza a dejar besos hasta llegar a mi cuello y sigue besando mi cuerpo hasta llegar a mis senos.

—Eres hermosa. —me dice.

—Lo sé. —le respondo.

Ian se pone de pie y me recuesta con suavidad en la cama. Me sonríe mientras me vuelve a besar, sus caricias son suaves como si temiera romperme. Gimo su nombre mientras él acaricia mi clítoris por encima de la tela de mi ropa interior. Él me quita el interior y después se quita su bóxer. En serio mi hermana no mintió cuando dijo que Ian estaba muy bien dotado. Soy virgen, pero he visto hombres desnudos antes y jamás había querido con desesperación acariciar un pene como ahora. Pero él me sujeta la mano antes que lo pueda tocar y lo miro molesta, él solo niega con la cabeza. Besa mi cuerpo, y lo recorre con sus manos como queriendo memorizarlo. Me acaricia con pericia y no puedo evitar gemir su nombre, necesito más que caricias.

—En este momento solo quiero hundirme en ti y cogerte tan duro que recuerdes que yo estuve dentro de ti.

Me besa mientras abre mis piernas y empieza a entrar en mí, es extraño, doloroso y muy placentero. Él se detiene cuando se da cuenta que soy virgen, pero yo tomo su cuello y lo beso dándole a entender que quiero que siga, necesito más. Cuando él está completamente dentro de mi duele, pero no tanto como espere que doliera, después de un momento mi cuerpo se acostumbra y él se empieza a mover. Al principio se mueve despacio, pero después empieza acelerar sus embestidas. Me sujeta de mi trasero y entra en mí con fuerza. Me besa el cuello y baja hasta mis senos. Yo recorro su espalda y la aruño cuando el placer empieza aumentar. Me besa, muerde mis labios y mi cuello.

—Eres hermosa. —me dice mientras besa mi cuello.

Yo no creo poder decir nada coherente en este momento.

Siento un placer tan grande y como mi orgasmo está cerca. Cuando llego al orgasmo grito su nombre y aruño con fuerza su espalda. Él levanta una de mis piernas sobre su hombro y sigue embistiendo dentro de mí hasta que se corre. Ian se recuesta a mi lado y me abraza, me da un beso en la frente y me dice lo hermosa que soy.

Yo no me permito sentir nada, es algo de una noche con el prometido de mi hermana que mañana no va a recordar ni mi nombre. Es algo de una noche, algo sin importancia. Entonces caigo en cuenta que ya no soy virgen y que acabo de perder la virginidad con el prometido de mi hermana. ¡Vaya historia! Yo quería que mi primera vez fuera especial, con alguien que me amara profundamente, era mi primera vez, algo que recordaría siempre y no quería tener un mal recuerdo de eso y aunque no fue como lo había imaginado, tampoco fue malo, en realidad, fue muy placentero y un muy buen recuerdo.

Con ese pensamiento me quedo dormida.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top