Jaque Mate

¿Qué puedo hacer en este momento? Llorar no es una opción, pero no puedo evitarlo, no puedo retener las lágrimas que salen de mis ojos. Tampoco puedo detener el grito que sale de mis labios, es un grito a la nada, una esperanza perdida. Nadie sabe dónde estoy. ¿Qué dirán cuando no aparezca? Erick sospechara, Annie, Sophie y David también, pero ¿y los demás? Tampoco puedo dejar de pensar en cómo esta Ian, yo debería estar ahí con él y no encerrada en este sótano apestoso y frío. Las esposas en mis muñecas me lastiman y siento como cortan mi piel hasta hacerla sangrar.

—¿Qué hago ahora?

Sólo me queda esperar. ¿Esperar qué? La muerte quizás, no quiero darme por vencida, pero estoy cansada de esperar que todo mejore, que de alguna extraña manera cosas buenas me empiecen a pasar. No sucede y no creo que llegue a pasar, creo que De Luca tenía razón y este es el final. Al menos Ian no va a morir, sé que al principio será doloroso para él, pero lo va a superar, él es fuerte, más fuerte que yo. Seguro si estuviera aquí encerrado no se daría por vencido, Sophie tampoco, aunque dudo que en algún momento Sophie podría llegar a estar en una situación como ésta. Ella sabría como liberarse de esto. Pero yo no soy Sophie o Ian.

—¡Dios, Emma! Deja el drama y piensa en una solución.

Recuerdo que tengo una bincha en el bolsillo de mi pantalón. Yo solía abrir la puerta de mi habitación así cuando mi papá me castigaba, soy muy ágil abriendo puertas y cerraduras en general. No creo que sea muy diferente abrir las esposas. Me levanto y busco la bincha, cuando la encuentro me resulta muy difícil ponerla en el cerrojo de las esposas y grito de frustración varias veces hasta que lo consigo. Con mis dedos y ayuda de mis dientes logro abrir las esposas, grito de alegría y doy un pequeño salto por la emoción.

¿Ahora qué? La puerta no tiene un cerrojo de este lado y es de hierro así que dudo que la pueda tirar. El sótano es pequeño, en realidad no creo que sea un sótano en sí. Parece un lugar diseñado para encerrar personas, veo unas cadenas sujetas a la pared en una de las esquinas del lugar y me pregunto a quién tenían encerrado aquí.

—Bien, sigo encerrada, pero al menos ahora no estoy esposada.

Me siento en el piso y mi estómago gruñe, tengo hambre. ¿Qué hora será? ¿Ya sabrán que desaparecí? A lo mejor ya lo saben. Cierro los ojos y me masajeo las piernas, me duelen mucho. En realidad, me duele todo el cuerpo y estoy segura que mañana estaré llena de moretones y el peor será el de mi cara.

Me recuesto en el piso después de, creo yo, horas de estar pensando en la inmortalidad del cangrejo. No sé en qué momento me quedo dormida, pero cuando abro los ojos me sobresalto por la oscuridad. Sigo encerrada, tenía las esperanzas de despertarme y que sea toda una pesadilla.

—Ayuda —grito con la esperanza que quizás alguien me escuche.

Y para mi sorpresa la puerta se abre y sonrio al ver a mi querida hermana parada en el marco de la puerta.

—¿Cómo es que siempre tengo que estar salvando tu trasero? —me dice mientras empieza a bajar las escaleras.

Me paro y me lanzo a sus brazos.

—¡Oh, Sophie! Pensé que moriría aquí sola, triste y abandonada. Jamás había estado más feliz de verte.

Ella me separa y pone sus manos en mis mejillas me mira con cariño y me da un beso en la frente.

—Y yo creí que no te volvería a ver. Vamos, no tenemos tiempo.

Ella me ayuda a subir y murmura una maldición cuando ve mi mejilla hinchada.

—¿Cómo me encontraste? —le pregunto cuando salimos del sótano.

—Tengo un amigo que es guardaespaldas De Luca, él me pasa toda la información, pero se han enterado de eso y creo que lo han matado, no estoy segura, pero De Luca sabe que estoy aquí y estoy segura que no tardará en venir.

Las luces de la casa están apagadas y las cortinas cerradas y a pesar de ser las 12 del día la casa está sumida en una oscuridad casi tétrica.

Se escucha el chillido de unas llantas y mi hermana se detiene.

—¡Mierda! Ya está aquí.

Sophie me lleva hasta una habitación arriba, corre hasta el armario y saca una caja plateada. La abre y saca un revólver, lo revisa y sonríe. Después saca otro y me lo da.

—¿Aún recuerdas como se utilizan? —me dice mientras me da el arma. Tomo la pistola y recuerdo las clases de tiro que nos hizo tomar el abuelo— Nunca he estado en esta casa, pero él siempre guarda armas en el mismo sitio.

—Sí, pero jamás he matado a nadie —le digo.

—Siempre hay una primera vez —murmura ella mientras pone la caja de nuevo en su sitio—, recuerda, es mejor uno de ellos que nosotras.

Camina hasta la ventana y mueve ligeramente la cortina para observar y frunce el ceño ante lo que sea que está mirando.

—Le dije a David que le avise a Erick, ya deben estar en camino. Pensé que llegaría antes que, De Luca, solo espero que no le haya pasado nada malo.

Sophie camina hasta mí y pone una de sus manos en mi hombro.

—¿Confías en mí? —me pregunta.

Respondo sin dudar.

—Sí.

—Bien, vamos.

Me jala fuera de la habitación y grita el nombre de De Luca.

—¿Qué estás haciendo? —le pregunto.

Ella me sonríe de esa manera tan ella, una sonrisa que me dice que tiene todo bajo control.

—Invocando al diablo.

Camina por el pasillo con la pistola guardada en la parte de atrás de su pantalón, yo la pongo a un costado y la cubro con mi chaqueta, mientras sigo despacio a mi hermana, porque confío en ella, sé que detrás de aquella locura de caminar a la boca del lobo hay un buen plan.

Bajamos las escaleras y De Luca nos espera con sus dos guardaespaldas.

—Qué manera tan descortés de recibirme —le dice Sophie mientras llega al último escalón—. Diles que se vayan.

De Luca se ríe y levanta un dedo delante de la cara de Sophie y lo mueve de manera negativa.

—Ya pasó ese tiempo donde hacia todo lo que tú pedias.

Sophie se ríe y me mira un pequeño momento, pero es suficiente para entender, entiendo esa mirada y ella se da cuenta.

—Bien, hablemos con ellos presentes.

En un movimiento rápido Sophie saca la pistola y yo hago lo mismo. Veo como mi hermana apunta al guardaespaldas de la derecha y yo me muevo para apuntar al de la izquierda. Ella dispara a matar, un tiro directo a la cabeza. Yo disparo a su estómago y Sophie le dispara en la cabeza cuando ve que él va a buscar su arma. Después le apunta a De Luca.

—O mejor no, nunca me gustó hablar con ellos presentes, ya deberías saberlo.

De Luca levanta las manos y sonríe mientras retrocede unos pasos.

—No olvidas tus viejas mañas —le dice a Sophie— ¿Qué tal tu brazo? Bastante bien creo yo, pero puedo ver que aún te duele. Igual que esas costillas. No deberías estar aquí.

Sophie no le dice nada y le hace una seña para que camine hasta la sala. De Luca se gira y empieza a caminar hasta la sala sin decir nada.

—Me sorprendió cuando me enteré que tenías un informante entre mis hombres, debí saber que fue así como conseguiste el vídeo. ¿Por qué? Ya me has quitado todo y sigo sin saber por qué. ¿No crees que debería saberlo?

Veo como mi hermana sujeta con fuerza la pistola entre sus manos.

—Sí, te quité todo, ayudé a Ian a quitarte todo lo que por derecho le pertenecía, ayudé a que tu imperio se volviera ruinas, fui yo quien te delató a los rusos —De Luca se sorprende ante esta confección y Sophie se ríe—. ¿Quieres saber por qué? Por venganza o creíste que nunca me iba a enterar que tú mandaste a matar a mi papá. Fuiste tú quien lo mató y ahora yo te mataré a ti.

La confección de Sophie me toma por sorpresa, creía que la muerte de mi padre fue un accidente. Jamás me cruzó por la cabeza imaginar que lo mandaron a matar.

El mundo es un pañuelo, el padre de Ian mató a mi padre.

—Por eso me acerqué a ti, solo por eso. Jamás significaste nada para mí.

Sophie le dispara un brazo y De Luca se tambalea mientras mira con incredulidad a Sophie.

—Me das asco.

Dispara el otro brazo y De Luca cae al piso mientras la sangre empapa su camisa azul.

—Te odio tanto

Dispara una pierna y después la otra. Se acerca a él y aplastas el pecho de De Luca con el tacón de su zapato.

—Nos vemos en el infierno —le dice y le dispara en la cabeza.

Sophie tira la pistola y se aleja del cuerpo. Cae de rodillas al piso y empieza a llorar, nunca he visto llorar a mi hermana. Dejo la pistola sobre el mueble, me arrodilló a su lado y la abrazo. Ella llora en mi pecho y yo me dedico a consolarla mientras dejo que ella libere años de dolor, rencor y amargura que ha ido cargando en sus hombros. Llorar le hará bien.

—Se acabó —me dice mientras se limpia el rostro—, él realmente está muerto.

Sí, no me siento mal por su muerte. ¿Cómo podría después de todo el daño que ha hecho? Sé que no somos nadie para juzgar, pero realmente no creo que una persona así se merezca perdón alguno, básicamente porque no se arrepiente de sus actos y dudo que en algún momento se llegara arrepentir.

Nos paramos y llevamos el cuerpo al patio trasero y ella entra de nuevo a la casa para buscar gasolina. Cuando sale baña el cuerpo en gasolina y saca un encendedor de su chaqueta de cuero roja y vemos como el cuerpo se quema.

Erick llega unos minutos después que el cuerpo se empezó a quemar. No dice nada cuando ve el cadáver de su padre, tampoco hace preguntas. Sólo les dice a los hombres que lo acompañan que limpien la casa y no dejen huella alguna que estuvimos aquí.

—Vamos, no hay nada que nos interese aquí —dice Erick mientras pone un brazo sobre mis hombros.

Caminamos hasta el auto de Erick y Sophie le pide a uno de los hombres que fueron con Erick que lleven su auto al hospital y después ella se sube en la parte de atrás del auto, yo me subo con ella y tomo su mano entre las mías mientras Erick arranca.

Lo que acaba de pasar en estas horas me hace estremecer, sigo sin creerlo, todo me resulta surrealista. Acabo de dispararle a un hombre, estuve al borde de la muerte. El padre de Ian intento violarme. Sophie mató al padre de Ian y a sus guardaespaldas. Todo eso en menos de veinticuatro horas. Veo mis manos y aparto la mirada ante el recuerdo de todo lo que pasó. Sé que será difícil y que me costará mucho olvidar todo esto, pero la fe y la esperanza que había perdido vuelven a brotar con fuerza en mi interior.

Sé que ahora no estoy bien, pero también sé que mañana lo estaré.

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