De vuelta al pasado

Me quedo parada mirando la puerta del ascensor sin saber que hacer. Doy vueltas en círculos y aplasto el botón del ascensor, la puerta se abre, pero no sé si es buena idea subir.

—¿Crees que debería subir? —le pregunto al conserje que está detrás del mostrador mirándome algo preocupado— Yo creo que si debería subir. ¿Qué debo hacer?

No dejo que el conserje me responda y vuelvo aplastar el botón del ascensor y esta vez cuando la puerta se abre entro y aplasto el botón del último piso.

—A la mierda, voy a subir a ver qué pasa.

No puedo dejar de mover la pierna derecha mientras espero que el ascensor se detenga en el piso de Ian. Cuando la puerta se abre suelto el aire que he venido conteniendo todo este tiempo. En el marco de la puerta está Ian recostado con los brazos cruzados y una mirada de total fastidio. Eleanor está de pie frente a él.

—¿Qué haces aquí? —me sobresalto cuando Ian me mira y me pregunta—. Pensé que ya te ibas.

Le sonrió y salgo del ascensor algo avergonzada. Eleanor se gira y me mira con una falsa sonrisa.

—Sí, pero creo que dejé mi teléfono —le digo a Ian, pero él se da cuenta que miento—. Lamento molestar.

Ian me mira como diciéndome que no me cree nada.

—Estamos algo ocupados ahora —dice Eleanor mientras vuelve a mirar a Ian.

Ian la mira y niega con la cabeza.

—No, no lo estamos, te dije que no tenemos nada más que hablar.

No puedo evitar sonreír al escuchar eso. El monstruo verde de los celos que estaba a punto de salir vuelve a su jaula lleno de felicidad.

—Además no recibo visitas aquí —le dice Ian—. En este Pent-house solo entran personas que son importantes para mí y tú hace tiempo que no lo eres.

Eso fue un golpe muy bajo al ego de Eleanor, un golpe que yo disfruto mucho.

—Fui importante para ti por mucho tiempo Ian, es sólo cuestión de tiempo para que vuelvas a mí. Me amabas.

—Tú lo dijiste —le digo—, te amaba, en pasado.

Ella se gira y me mira furiosa. Se pasa una mano por su cabello y me sonríe.

—Ahora está casado con mi hermana —agrego un momento después.

—Y tú calientas su cama —me dice.

Ian la sujeta del brazo y la lleva hasta el elevador presiona el botón y cuando las puertas se abren le hace una seña con la cabeza para que entre. Eleanor de mala gana entra en el ascensor.

—Te lo advierto —le dice Ian antes que las puertas se cierren—, no quiero volver a verte por aquí.

Las puertas se cierran y yo sonrió al saber que él no está interesado en ella como creía.

—Recuerdo que hace un tiempo me dijiste que tú no eres celosa —me dice Ian en tono burlón.

—No lo soy.

Él no me cree, obviamente yo tampoco, porque muy a pesar de todo estoy celosa, no puedo evitar sentirme así cada vez que alguien nombra a Eleanor.

—¿Quieres ir a tomar algo? —me pregunta Ian mientras entramos en el ascensor.

—No puedo, tengo cosas que hacer.

—Me imagino, Sophie dijo que el homenaje a su madre es mañana.

Lo había olvidado. Sophie me pidió que encargue de las flores para mañana y lo olvidé por completo. Cuando las puertas del ascensor se abren me despido de Ian y salgo corriendo. Pido un taxi y le doy la dirección de la florería. Paso todo el camino hasta la florería rogando que puedan hacer los arreglos florales para mañana o Sophie me va a matar.

Para mi buena suerte si pueden hacer los arreglos, saco mi teléfono y le mando un mensaje a Sophie diciendo que las flores están listas. Ella me dice que tenemos que hablar y que me esperan en la casa para cenar. Lo último que quiero hoy es hablar sobre el homenaje de mañana pero no puedo simplemente huir así que llamo un taxi y le doy la dirección. Cuando me bajo del taxi veo a Alex estacionando su auto. Espero a que se baje del auto y corro a sus brazos.

—Hola, extraña —me dice mientras me da vueltas en el aire— ¿Cómo estás?

Me da un beso en la frente mientras me deja en el suelo. Yo lo abrazo muy fuerte porque de un momento a otro la nostalgia me invade y siento que lo único que quiero es un abrazo de mi querido hermano.

—¿Está todo bien? —me pregunta Alex muy preocupado— Vamos, entremos a la casa y hablemos.

Entramos en la casa y caminamos hasta la sala, nos sentamos en el piso frente a la chimenea como lo hacíamos cuando éramos niños. Alex me sonríe y estoy segura que también está recordando las travesuras que hacíamos.

—¿Qué pasa? —me pregunta.

Miro las llamas danzar de forma extraña.

—Es por el homenaje de mañana, sabes que siempre me siento mal en ese evento —cierro los ojos y levanto mis piernas, recuesto mi mejilla en mis rodillas y abro los ojos.

Alex me está mirando atento, sabe que hay algo más y se debate entre preguntarme o no.

—A mí tampoco me gusta mucho, pero es muy importante para Sophie, sabes lo apegada que era a mamá y su muerte le afectó demasiado.

El sonido de unos tacones nos alerta que Sophie está cerca. Y no me equivoco, ella entra en la sala y lo primero que veo son sus hermosos zapatos de tacón negro.

—¿Qué hacen en el piso? —nos pregunta—. Vamos al estudio para hablar sobre el homenaje de mañana.

Nos ponemos de pie y caminamos hasta el estudio. Pasamos toda la noche hablando sobre ese homenaje que a mí poco o nada me interesa. La cena, por extraño que parezca, transcurre sin ningún incidente entre Sophie y yo. Y cuando ya es hora de irme, Alex me dice que él me va a llevar a casa. Hablamos un poco de camino a mi apartamento, él sabe que algo no está bien y entiende que aún no quiero hablar sobre eso. Cuando llegamos me despido con un largo y fuerte abrazo. Entro en el edifico y subo en el ascensor hasta mi piso. Cuando salgo del ascensor me sorprendo al ver a un hombre alto y robusto parado junto a mi puerta.

—¿Quién mierda eres? —le preguntó mientras saco mi teléfono para llamar a alguien.

—Buenas noches señorita Emma, soy Jazper su guardaespaldas.

Lo miro sin entender nada.

—Claro que no, yo no tengo guardaespaldas.

—El señor Basset me contrató para cuidar de usted.

Saco mi teléfono y busco el número de Ian y lo llamo. El teléfono suena dos veces antes que él conteste.

—Hola Emma, ¿qué pasa?

—Me puedes explicar porque hay un hombre afuera de mi apartamento diciendo que es mi guardaespaldas.

No puedo evitar elevar un poco el tono de mi voz.

—Cálmate, es por tú propio bien. No puedes ir por ahí sola con todo lo que está pasando. Es mejor así, entiéndelo, por favor.

Cierro los ojos y cuento hasta diez.

—No tengo ánimos de discutir ahora —le digo—. Está bien, el guardaespaldas se queda, pero ya hablaremos después.

Le hago una seña con la cabeza a Jazper mi nuevo guardaespaldas para que me deje pasar.

—Yo tampoco quiero discutir— me dice Ian—. Buenas noches, Emma.

Cierro la puerta.

—Buenas noches, Ian.

Y cuando abro la puerta casi se me cae el teléfono al ver la sala de mi apartamento lleno de margaritas. Hermosas margaritas adornan toda mi sala y yo no puedo dejar de sonreír.

—¿Ian hizo esto? —le pregunto a Jazper.

Él me dice que sí.

—Hablo con él conserje y le dejó hacer esto. También mandó a cambiar las cámaras de seguridad y las alarmas en su apartamento.

Se preocupa por mí, me cuida en silencio. Entro en mi apartamento y cierro la puerta. Me siento en mitad de la sala y me quedo contemplando las margaritas.

Hoy pedí permiso en el trabajo por el homenaje. El dichoso homenaje es a las doce del día. Son las nueve de la mañana y yo sigo acostada en mi cama mirando el techo. Le mandé un mensaje a Alex diciéndole que no puedo desayunar con ellos porque tengo que llevar algo a la editorial, pero que estaré puntual en el homenaje.

No quiero ir, no quiero moverme de la cama, pero hago un esfuerzo y entro en la ducha. Cuando salgo me pongo un vestido blanco de encaje y manga larga que me llega un poco más arriba de las rodillas. Es ajustado en la parte de arriba y la falda es suelta semi acampada. Me arreglo el cabello con una pequeña trenza a un lado y trato de maquillarme un poco, no utilizó el labial rojo que tanto me gustan y decido elegir un suave rosa. Me veo en el espejo para estar lo más presentable posible, a mis hermanas les molesta que no tome en serio este homenaje así que trató de fingir lo más que puedo que todo esto me importa.

Me miro el espejo una última vez antes de tomar mi bolso y salir del apartamento. Cuando abro la puerta veo a Jazper y no puedo evitar asustarme, aún no estoy acostumbrada a él y no sé cuánto tiempo tardaré en adaptarme.

—Buenos días, señorita Emma.

—Buenos días, Jazper y por favor, dime solo Emma.

La sonrisa abandona mi rostro cuando veo a Eleanor salir del ascensor.

—Buenos días —me dice—. Tenemos que hablar.

Me cruzo de brazos.

—Tú y yo no tenemos nada que hablar —le digo—. Deberías tener algo de dignidad y dejar a Ian tranquilo, él ya te dijo que no quiere nada contigo. Tú momento ya pasó. Perdiste tú oportunidad y ahora solo te queda ver como él es feliz con alguien más.

Ella me sonríe de manera desafiante mientras empieza a caminar hasta mí. Jazper se mueve para interponerse entre las dos, pero yo le hago una seña para que no se mueva. Yo me puedo defender sola contra esta perra oportunista.

—No, él está dolido, eso es todo. Lastimé su ego cuando lo dejé en el altar y es normal que actúe así, pero ya se le pasará. Tú no tienes idea cuanto me amaba él, un amor así no se desvanece tan fácilmente. Además, recuerda que sí él y yo no estamos casados ahora fue porque yo lo dejé, él jamás me hubiera dejado porque me ama.

Quizás sí, puede que ella tenga razón y ellos ahora estarían casados. Si ella no se hubiera ido a lo mejor Ian y yo jamás nos hubiéramos conocido. Pero no quiero pensar en eso porque me duele saber que hubo la posibilidad de no saber lo que es estar con él, de estar entre sus brazos, conocer el sabor de sus labios.

—Tú no eres más que una niñata estúpida, no eres competencia para mí —me dice—. Eres la que calienta su cama ahora, solo eso.

Y la persona que menos me hubiera imaginado ver en este momento aparece cuando las puertas del ascensor se abren. El sonido de sus tacones es inconfundible.

—Hola, Sophie —la saluda Eleanor. Me sorprende un poco saber que se conocen—. Ahora estamos todas juntas, la ex, la esposa y la amante. Una verdadera fiesta, deberíamos comenzar a bailar.

Sophie asiente con la cabeza y le sonríe mientras camina hasta ella.

—Te lo advertí —le dice Sophie.

El sonido de la mano de Sophie golpeando lamejilla de Eleanor resuena en todo el lugar.

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