Al menos soy una tonta feliz
—Pero miren quien se digna a visitarme —me dice David mientras se hace a un lado para dejarme pasar—. Sí es nada más y nada menos que Miss pecado 2018.
Trato de mantenerme sería, pero con David me resulta imposible, en serio no sé de dónde saca todas esas ocurrencias.
—Perdónala, Dios porque no sabe lo que hace —dice mientras pone las manos en su pecho y cierra los ojos con fuerza.
Le doy un golpe en su espalda.
—Ya deja la broma.
—Está bien miss pecado 2018. ¿A qué se debe tu visita?
No puedo evitarlo y lo abrazo con fuerza, él al principio se resiste, pero después me abraza y me dice lo mucho que me ha extrañado. Nos sentamos en su sofá frente al televisor y le empiezo a contar sobre mi viaje.
—Estuve con Ian.
—Me imagine, tienes la palabra pecadora escrita en tu frente.
Lo miro molesta, pero él sabe que en realidad no me puedo molestar con él.
—Seriedad, David.
—Hablo muy en serio —le pegó en el brazo y él se queja—. Bueno, ya sigue contando.
Tomó aire.
—No quiero ser su amante, pero no quiero estar lejos de él. Lo intente, me fui por tres meses y pensé que sería suficiente pero no fue así.
Cierro los ojos y me tapo la cara con mis manos.
—¿Él que siente por ti?
—Le gusto —le digo.
Esta vez David me pega a mí.
—¿Y eso por qué? —le preguntó.
—Por tonta. ¿Ya sabes porque se casó con la serpiente de tu hermana?
Niego con la cabeza y David me pide que continúe.
—David, no me mires con esa cara. Él me dijo que le pedirá el divorcio en nueve meses y que aún no me puede decir la razón. Pero yo confío en él.
David toma mis manos y me mira serio.
—Soy tu mejor amigo y te quiero mucho con demasiado y es mi obligación de mejor amigo decirte que eres una tonta. Eres hermosa, inteligente, divertida, eres lo que cualquier hombre mataría por tener y tú estás ahí esperando las migajas de alguien casado.
Dicho de esa forma si soy una tonta. Pero cuando estoy con Ian no me siento una tonta, a su lado me siento feliz.
—¿Qué hago? —le preguntó.
—No sé, al menos eres una tonta feliz.
David y sus célebres consejos.
—Hoy es el cumple de la hermana de Ian, le van hacer una fiesta. Vamos.
David finge que piensa y después me dice que sí. Yo lo abrazo, adoro a David no sé qué sería de mí sin él.
—Tienes que sacar a la perra que llevas en el interior —me dice David—. Yo sé que para ti no es muy difícil sacarla. —le saco la lengua y él me mira con los ojos muy abiertos—Lo he olvidado, ¿qué tan bueno es en la cama?
Ya me estaba asustando y él me sale con eso.
—¿Y con quien lo voy a comparar? Sí solo le he acostado con él.
—Es cierto, da igual. ¿Es bueno? Tiene cara de ser bueno en la cama y tiene unas manos grandes lo que significa que...
No lo dejo terminar.
—Y después dices que yo soy la pecadora.
Él se ríe.
—Vamos miss pecado 2018, tenemos que ver que me pongo para hoy. Tenemos que ir combinados.
David se emociona por la idea de ir combinados y empieza a sacar diferentes tonos de ropa. Yo apenas y le prestó atención, no puedo dejar de pensar en Ian. Sólo le quedan nueve meses de matrimonio, él me dijo que sus sentimientos hacia Sophie no van a cambiar pero que pasa si cambian. Noooo, no quiero y no debo pensar en eso.
Me termino de arreglar el cabello y le sonrío a mi reflejo.
—Natural y sencilla pero muy divina —le digo a mi reflejo.
David me silba y me pide que de una vuelta. Llevo un vestido color dorado, con un escote muy sexy, pero sin llegar a ser vulgar, me queda ajustado hasta la cintura y después cae suelto hasta un poco más arriba de mis rodillas. David me maquilla porque yo soy pésima en eso.
Tomó la mano de David y salimos de mi habitación. Alex y su novia Lía, que es igual de buena que Alex, nos están esperando. Vamos todos en el auto de Alex. Antes de regresar le dije a Alex que quería sacar mi licencia de manejo y él me dijo que no, que sería un peligro para mí y para cualquiera que tenga la mala suerte de cruzarse en mi camino. Todos los que me conocen dicen que ni por un millón de dólares se subirían a un auto que yo maneje. Yo creo que todos exageran.
Estoy tan sumida en mis pensamientos que no me doy cuenta que ya llegamos. David me ayuda a bajar del auto y yo tomo su brazo para entrar en la casa. A penas entramos siento la mirada de Ian sobre mí. Trato de no mirarlo, miro a David y le sonrió, él me devuelve la sonrisa sin entender nada. Saludamos a Annie y le deseamos un feliz cumpleaños. Después David me invita a bailar, está sonando un tango y él ama bailar tango. La música es Por una cabeza, la conozco muy bien, con David tenemos una coreografía y todo. Me gusta la sensualidad del tango, la delicadeza y la pasión con la que se baila. David me atrae hacia él y levanta mi pierna, la acaricia con suavidad mientras me susurra que desearía estar bailando con el camarero que acaba de pasar, yo no puedo evitar reírme. Cuando la música termina caminamos hasta donde se encuentra una mesa con bocaditos. Amo los bocaditos, David me dice que ya regresa y me deja sola.
—¿Qué ha sido todo eso? —me pregunta.
Yo me sobresalto y casi suelto el dulce de chocolate con vainilla que tengo en mis manos. Lo miro sin entender de qué habla mientras me como mi dulce. El dulce esta delicioso y voy a coger otro cuando él me sujeta la mano. Miro alrededor por si alguien nos está mirando, pero por suerte no.
—¿Qué ha sido qué? —le pregunto.
—El baile con ese hombre.
—Para empezar, no te debo explicaciones Ian, dejemos eso en claro.
Trató de no reírme, pero no puedo evitarlo. En parte me siento alagada por sus celos y en parte me da risa porque siente celos de mi mejor amigo gay.
—Pero como hoy me siento generosa, te voy a responder, él es mi mejor amigo— le digo y omito deliberadamente la parte que es gay porque me gusta verlo celoso.
Él me mira enojado.
—Lo conozco de casi toda la vida, él me ha visto desnuda más veces que tú. —sé que estoy jugando con fuego y me gusta— Es más, fue él quien me subió el cierre del vestido.
Me doy una vuelta para que pueda ver el cierre y que llevo la mitad de la espalda descubierta. Se lo mucho que le gustan los vestidos así. Veo el deseo en sus ojos y siento que el aire me falta. Yo también lo deseo.
Justo en ese momento llega Annie y Erick.
—¿De qué están hablando? — nos pregunta Annie.
—Sobre el cuidado de las margaritas—respondo rápido—. Le decía a Ian, que a las margaritas hay que tenerlas en lugares luminosos porque en la oscuridad se marchitan.
Tomo un dulce y lo llevo a mi boca.
—No sabía que te interesaban tanto las margaritas, hermano —le dice Erick con una sonrisa burlona.
—Ian, parece que él matrimonio te ha sentado bien —le dice Annie mientras le da un abrazo.
Ian permanece serio.
—Vamos a bailar—le dice Erick a Annie—. Dejemos que ellos se sigan conociendo, aunque creo que ya se conocen bastante bien—termina Erick antes de guiñarnos un ojo.
Estoy a punto de irme cuando Ian me detiene.
—En el invernadero en quince minutos—susurra él contra mi oído.
—¿Dónde queda eso? —le pregunto.
—Sal por esa puerta y camina a mano izquierda, no te vas a perder. En quince minutos.
Se va y me deja sola. David se acerca a mí, por lo visto lo vio todo.
—Voy a llamar a los bomberos para que apaguen tu incendio.
No puedo evitar reírme.
—La única manguera que puede apagar mi fuego me espera en unos minutos.
David me mira falsamente horrorizado.
—Miss pecado va con todo.
Trato de prestar atención a lo que me dice David, pero no puedo, solo puedo pensar en Ian y en estar en sus brazos.
Salgo del salón y camino hacia mano izquierda, él tenía razón no me podía perder porque es grande y muy hermoso, de color blanco con suaves molduras que lo hacen ver más delicado de lo que realmente es. La puerta está abierta y la luz apagada. Entro y unas grandes manos me agarran con fuerza mientras la puerta se cierra.
—No tienes idea lo mucho que extrañado tenerte entre mis brazos.
Él me empieza a besar el cuello, me hace girar y empieza a dejar besos por toda mi espalda. Baja suavemente el cierre de mi vestido y muerde mi cachete izquierdo mientras acaricia mis piernas y la parte interna de mis muslos. Me quita mi ropa interior y me susurra al oído lo sexy que me queda la ropa interior de encaje negra. Él se apresura quitarse la ropa y cuando está desnudo me carga en sus brazos y me lleva hasta una mesa, me sienta en el filo de la mesa y me sonríe antes de besarme. Su pene roza suavemente mi vagina antes de penetrarme con fuerza. Un gemido se escapa de mis labios y después otro y otro.
—Ian —gimo su nombre. Me gusta decir su nombre—. Ian, Ian.
Él besa mi frente. Me gusta cuando hace eso.
—No me sueltes —le pido—. Por favor, no me sueltes.
Él me pide que lo vea a los ojos mientras me penetra más rápido y más fuerte, siento el orgasmo tan cerca. Cierro los ojos y gritó su nombre, él se corre un poco después de mí.
Nos quedamos un momento quietos, tratando de recobrar la respiración. Después de un momento Ian me da un beso en la frente y me limpia para después ayudarme a vestirme. Me susurra en el oído que solo él debería subirme el cierre de mis vestidos y estoy a punto de decirle que David es gay cuando escuchamos como se quiebra una maceta afuera del invernadero y después se escuchan unos murmullos.
Alguien nos vio, nos han descubierto.
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