Capítulo 17

"No es dónde, sino con quién, no es cuándo sino cómo, no es con quién sino el porqué..." ¿Enserio al final es tan importante ese orden o son factores sin sentido que volvemos todo lo que necesitamos?

El leve sonido del roce entre los labios de Samuel y Carla era lo único que se percibía en aquella jaula de oro, esa habitación de una prestigiosa clínica de Santo Domingo, como si dicho prestigio le quitará la situación por la cual Samuel estaba allí.

Después de semanas con una notoria lejanía entre ellos ahora poseían un espacio para ellos como pareja, amantes o como mejor se entienda su situación...

—Me encantaría que me hicieras sentir ese amor ahora... Te extraño como no tienes idea.

—Sa-samuel.

Continuaron besándose ignorando por completo dónde estaban o quién podría irrumpir el íntimo momento que hicieron realidad con mucha tranquilidad. Samuel llevó sus manos debajo de la blusa negra de Carla dejando pequeñas caricias en el abdomen de ella provocando que unos pequeños gemidos salieran de su boca, Samuel sonrió ligeramente por lo que sabía que causaba su tacto en ella.

—Solo bésame, quiero... —Carla apoyó sus manos en el pecho de él apartándose un poco.

—Es más importante esto que cómo estamos. —Samuel se acomodó en la cama con Carla sentada sobre su regazo.

—¿No quieres...?

—¿Y tú? Tienes un suero.

—El suero no va a impedir que me... —Esos ojos grises lo miraron con complicidad y un poco de miedo, y es que Samuel no estaba midiendo sus palabras-. Hace tiempo...

—Lo sé. Créeme que yo también...

—¿Puedo? —cuestionó Samuel llevando su mano derecha hasta el paño color azul oscuro que cubría parte de la cabeza y cuello de Carla.

—Samuel, tengo muy poco...

—Eso no opaca lo bella que eres.

—¿Cómo sabes eso?

—Porque eres bellísima... Demasiado como para ocultarlo.

Las intenciones de dejar a Carla sin ropa fueron obvias mientras que ella se aferró al cuello V de Samuel. La blusa de ella y su paño azul cayeron al suelo casi al mismo tiempo que el suéter de Samuel. Ninguno apartó sus labios del otro por más fuertes que eran sus movimientos...

Fue cuestión de unos besos y caricias más para que el sostén de ella igual dejara de estar sobre su piel. Samuel se apartó unos segundos cuando de ella salió un gemido al verse a sí misma sin la indispensable prenda, sin embargo, no dejaba de mirarla como si estuviera contando los lunares del pálido cuerpo de Carla y los pequeños destellos de sus ojos grises. Esa mirada sacaba tantas cosas de su ser, era tan tierno, dulce y al igual que él sentía una leve conformidad por lo que veía que causaba en su pareja.

—Eres sublime, Carla... Soy muy afortunado.

—Una se irá...

—Mientras tú no te vayas todo estará bien, ¿ok?

—No puedo prometerte eso...

—No quiero que me lo prometas, quiero que lo cumples, ¿puedes hacerlo? Necesito que trabajemos como un equipo, que tú también luches contra el cáncer, Carla... Dime, ¿puedo confiar en que lo harás?

—Lo haré.

Me encanta lo que tenemos, me encanta que sea real y me encanta que sea contigo.

No era el mejor momento, tampoco un lugar ideal y pese a eso no se detuvieron. Esas promesas no serían pajaritos en el aire, las harían realidad así como lo que sentían. Estaban juntos no solo en cuerpo sino también en alma entregándose por completo al otro sin medida. Tal vez las palabras amor y entrega no sean tan diferentes después de todo porque eso era lo único que necesitaban en su vida juntos. Sin embargo, no hacían falta palabras del uno hacia el otro para expresar más de lo que significaba lo que estaban viviendo.

—Ven a vivir conmigo.

—¿Q-qué?

—Sé que me escuchaste. Estamos muy cerca como para que no me escucharas... Vivamos juntos. -Samuel depositó un beso en los labios de Carla-. Sé que quizás sea muy tarde, hace tiempo debimos hacerlo... Yo, tenía miedo de que te alejaras de mí por querer eso, pero ahora sé qu...

Las lágrimas de Carla mojaron el hombro izquierdo de Samuel dejándolo sin palabras, con el rostro de ella escondido en el pecho de él era difícil que supiera que ella lloraba.

—¿Carla? —preguntó él llevando su mano hasta la cabeza de ella intentando consolarla por algo que desconocía—, ¿qué...?

—Me dueles.

—¿Te lasti...?

—Sí, me hiciste cambiar hasta que dolió.

—¿Estás bien? Perdona si...

—Desde que te tengo a mi lado comencé a vivir... —interrumpió Carla apartándose un poco de Samuel conectando sus miradas—, para bien... ¿Cómo me pides eso mientras estamos juntos de esta manera?

—Por ti siento cosas que jamás he sentido son emociones que no puedo controlar, y me encanta, pero no quiero que llegue a ser clandestino o que nos acostumbremos a ese tipo de secretos...

—Yo tampoco.

—¿Te gusta mi apartamento o prefieres un lugar más grande?

Ella le asintió tratando se contener las lágrimas que impertinentemente le amenazaron con salir a la luz... Debían aceptarlo, lo que querían no era un pecado y no merecía estar oculto por más tiempo.

En medio de tanta desgracia lo que tenían en común Carla y Samuel era igual que un destello de esperanza y la propuesta de él fue el camino hacia ese... La vida es muy corta como para vivir al margen, así que, ¿por qué no ser algo imprudentes si el destino nos da una oportunidad para ser felices con cada día?

***

Hay lugares en el mundo que para muchos no deberían existir o su simple existencia trae recuerdos amargos y dolorosos que aplastan el alma de quienes pasan por ellos, un cementerio, por ejemplo.

No había palabras, no existían tales que pudieran definir lo que todos los presentes sintieron al ver como la tumba de Jessica era introducida por los hermanos de ella en el nicho principal de ese tétrico lugar... Ambar se encontraba sosteniendo con todas sus fuerzas el brazo derecho de su prometido y con su mano libre entrelazo la suya con la de él. Andrew no habló, solo veía la tumba con lágrimas en sus ojos, su mente y corazón se estaban deshaciendo, era demasiado...

Samuel, quien llegó justo en el momento de la sepultura de la tumba con Sebastián, Carla y su padre, se acercó de inmediato con un ramo de rosas blancas y un mar de lágrimas desbordándose en sus ojos cafés. Cuándo Samuel estuvo lo suficientemente cerca se inclinó quedando frente al hueco y tocó el ataúd de su madre tratando de sonreír. Samuel creía que desde donde sea que Jessica estuviera lo quería ver con una sincera sonrisa, como siempre le decía: "eres mi pequeño caballero con una bella sonrisa".

—Mamá... mamá, te amo... Perdóname, por favor, no pude protegerte para siempre como te prometí cuando era niño.

Por unos segundos solo se escuchó sollozar a quienes allí se encontraban. Era difícil despedir a un ser querido, algunos lo superan, pero Samuel sentía que no había forma de superarla... Jessica fue el primer gran amor de su vida, la mujer más valiosa y por la cual ofrecería su vida cuantas veces fuera necesario si se la negaban, ¿cómo podría superarla? Quizás podría ignorar ese vacío en su vida por un tiempo, pero jamás la olvidaría.

Nicolás buscó la manera de apartar a su hijo del nicho para sellar el mismo, pero Samuel no se quiso mover. Alguien debía ser fuerte, Lucas seguía inconsciente, su esposa estaba muerta y su hijo mayor volviéndose loco; solo él podía seguir aunque su alma le doliera como si estuviera en el mismo infierno.

—¡Déjame estar con ella! Por favor... No me apartes de ella.

—Hijo...

—¡No! Déjame. ¿Por qué, Dios, por qué te la llevaste a ella y no a mí? Por favor, tráeme a mamá... ¡Dios, por qué! Mamá... Llévame a mí.

La escena dolía más de lo que debía. Carla observó al hombre de su vida deshacerse en llanto al igual que ella con Sebastián a su lado tratando de consolarla. La familia de Noah y Victoria igual estaban allí

—Vamos... —Nicolás con ayuda de un amigo de la familia alejaron a Samuel del nicho mientras él no paraba de resistirse a esa lejanía.

—No, por favor, no...

—Tienes que ser fuerte, hijo.

—¡No me pidas que sea fuerte! Ella ya no está con nosotros...

—Tienes que serlo.

—¿Cómo pudiste dejarla sola tanto tiempo? Por tu culpa mamá estuvo años con depresión... Fuiste indiferente. ¡¿Cómo pudiste hacerle eso?!

—Samuel. —Sebastián quiso acercase al hermano de Lucas, pero lo único que pudo lograr fueron unos gritos de impotencia de partr de Samuel.

—Ella te amaba... ¡Mamá te amo a pesar de todo! Fuiste un cobarde. ¿Por qué? ¡¿Por que fuiste así con ella si mamá te dió...?!

Con ese último reproche Samuel salió del agarre de su padre cayendo sobre el césped del cementerio. Carla se aproximó con miedo al hombre que ahora desconocía. La realidad de la muerte de Jessica sacó lo peor de Samuel, todo lo que Carla desconocía.

—Tranquilo... Enserio debes ser fuerte. Pasará, créeme que el dolor pasará, solo dale tiempo.

—¿Cómo podr...?

—Sé que no es fácil, pero eres fuerte, mucho más que yo...

Noah analizó todo como un notorio sentir de Déjà vu recordando cuando estaba al lado de la tumba de Sara destilando tanto llanto que pensó que no podría volver a llorar, pero nunca dejó de hacerlo... Entre tanto todas las personas veían la lápida Noah se alejó de ellos, no podía irse sin antes ver a Sara.

—Andrew...

—Por favor, déjame solo un momento.

—Pero...

—Necesito despedirme de ella, Ambar, entiéndeme; por favor.

—Te entiendo, pero no quiero dejart...

El inglés apartó sus manos de las de Ambar y caminó hacia el nicho ignorando las palabras de su prometida. Su actitud causó un gran nudo en la garganta de ella, y no le quedó otra opción más que observarlo acercándose al ataúd con gran nostalgia en sus pasos dejando una rosa roja en el interior del nicho. Al tiempo en que cayeron las primeras lágrimas de Andrew, Ambar lo abrazó.

—Aquí estoy...

Noah fue desapercibido en su caminar hasta una lápida del cementerio, justo debajo de un gran árbol de Caoba, ahí estaba sentado a un lado de donde el cuerpo de Sara descansaba. Puede que ahora ella fuera polvo, pero eso no le quitaba el valor que tenía para Noah... Él acomodó su cuerpo de modo que estaba acostado sobre el césped a un lado de la lápida.

—Tienes una hermosa vista, Sara... La madre de Lucas murió anoche, de seguro está contigo... De ser así me harías muy feliz si le dijeras que agradezco inmensamente sus consejos de mamá postiza regañona, y lo mucho que cuidaba de nosotros como si fuéramos sus hijos.

Noah suspiro dejando que los rayos de sol que traspasaban las ramas del árbol lo iluminaran.

—Fue una gran persona... al igual que tú, pero no tuviste la oportunidad de volverte una mujer, eras muy joven... Éramos muy jóvenes como para entender lo que era el amor y poder expresarlo de la manera correcta.

Entre cada oración que Noah le recitaba a la nada se quedaba minutos en silencio,

—Te amo, Sara, y quiero que nunca lo olvides porque yo jamás lo haré... Espero y donde sea que estén no sufran por cómo estamos nosotros aquí... Dile a Jessica que lamento que partiera sin saber la verdad de lo que Samuel y Carla tien...

—¿Qué debía saber madrina sobre ellos?

La voz de Andrew llamó la atención de Noah que, en ningún momento sintió la presencia de alguien.

—Respóndeme, ¿qué madrina debía saber de ellos?

—¿No te han dicho que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas? —interrogó Noah poniéndose de pie con su característico tono de voz indiferente e incrédulo.

—Supongo que no te caigo bien.

—No tienes por qué caerme bien —aclaró Noah dejándolo atrás.

—Pero Ambar y Sara sí, ¿verdad?

—¿Quién te crees que eres?

—Lo que soy... —Noah soltó una carcajada volviendo su mirada al inglés.

—Eso que me import...

—Te escuche anoche.

—¿De qué habl...?

—Soy su prometido, soy más de lo que Lucas pudiera ser. —Noah se restringió a observarlo, no entendía como Andrew parecía saber bien de lo que estaba hablando—. Déjala en paz, ella será mi esposa... Te lo pido amablemente, sé un hombre y no la atormentes como hiciste con Sara poniéndole ideas en la cabeza.

Noah hizo muños sus manos antes de agarrar con furia el cuello de la camisa que Andrew llevaba puesta.

—¡¿Quién demonios te crees para normarla?! ¡Eh! Eres nadie, maldito imbécil.

—Soy más de lo que crees. Quien se cree algo más aquí eres tú en la vida de ella.

—¿Qué está pasando aquí, Noah, Andrew...?

La expresión en el rostro de Ambar estaba descompuesta salvo la duda en su mirada.

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