Capítulo 14
En la vida no hay muchos días en los que las cosas van de la manera en que queremos, hay más días en los que no es a nuestra manera, ¿será mañana u hoy otro de esos días? Una constancia que solo nosotros podemos cambiar...
Hoy Ambar podía decirle a su prometido que quería amarlo cuando los ojos café claro de él temblaron sacudiendo el corazón de ella. Después de ese momento Ambar no estaba segura de si podía volver a ser natural, pero debía, como él lo hizo desde un principio, entregarse totalmente a su amor.
—Quiero tocarte... —Andrew estaba más que sorprendido por la determinación de ella—. He pensado en ti así.
—Ambar...
—Si no sientes que sea lo correcto estaré bien y como tú tratare de...
—También quiero tocarte. Has visto todo de mí, ya no tengo nada que ocultarte. Nada que esos bellos ojos no hayan presenciado.
—Podemos...
—Te deseo como no tienes idea. —Los ojos de ella se cristalizaron de forma muy tenue—. Lo que más quiero es ver cómo te queda esa lencería... No sabes lo cómico que fue comprarla. Las mujeres y señoras en la tienda me miraron sobresaltadas y con algo de ternura, creo...
Ambar se echó a reír por unos segundos sin apartar su vista de él.
—Solo a ti se te ocurre.
—Es normal que un novio le obsequie regalos a su novia, además quería hacerlo.
—No será que quieres ver cómo me queda.
—Un poco de ambos, pero te negabas a usarla... Eres como una caja de Pandora, llena de sorpresas acechando para salir a flote en cualquier momento. Me encanta eso de ti.
—No soy tan así.
—Por supuesto que lo eres, ¿por qué eres tan terca? —cuestionó Andrew dejando una leve palmadita en la frente de ella—. Tan linda y tan cerrada.
—Lo siento por ser como soy entonces.
—No te enojes, amor.
—¿Cómo es que sabes que llevo puesta esa lencería? Acaso me estabas espiando o qué...
—No-no es que te estuviera espiando. —Las mejillas de Andrew se tornaron a un cálido color rojo.
¡Ja! ¿Quién titubea ahora?
—Entonces...
—Las puertas principales del armario estaban abiertas, vi cuando intentabas quitarte el enteriso.
—Si querías tanto verme con esa lencería, ¿por qué no te acercaste?
Ambar se empoderó de la situación, apoyó su mano izquierda en el hombro derecho de Andrew acercándose a él contorneando sus caderas de lado a lado. Lo estaba torturando, era como si estuvieran jugando al póker, y él podía ver en el rostro de ella que tenía un as bajo la manga.
—¿Qué pretendes?
—Nada...
—No me provoques. —De inmediato ella se sonrojó y giró con rapidez, pero Andrew la detuvo sosteniéndola del brazo.
—¿Quién dijo que estoy haciendo eso?
—A mis ojos son muy obvias tus oscuras intenciones con mi cuerpo.
—El que me obsequió lencería fuiste tú, así que no creo que solo yo tenga negras intenciones con tu cuerpo. A lo que veo es mutuo el sentimiento.
—Entonces, ¿por qué...?
—En estos días he sentido la necesidad de devolverte...
—¿Devolverme qué?
—Todo el afecto que me has dado.
La dicción de Ambar dejaba a la vista que tenía temor de cada término que pronunció, Andrew lo pudo sentir y fue soltando su brazo mientras la escuchaba.
—Quiero dejarme llevar, hacer, sentir y decir muchas cosas, pese a que siempre me encierro en mí misma, siento que una parte de mí tiene miedo de lo que pueda pasar.
—Ambar, no tienes...
—Necesito esto, Andrew, no sabes lo difícil que es verte todas las mañanas y no poder hacer nada.
—Amor...
—Es lo peor porque quiero hacerlo, pero siento que no puedo.
—Amor, no digas que...
—Pero yo... —Ella no pensaba en nada, ni siquiera en lo que Lucas y Andrew sentían—. Enserio quiero estar contigo, Andrew. Siento que mi corazón saldrá de mi pecho si...
Andrew la besó exigentemente y ella le correspondió de la misma manera.
—Hablas demasiado. No entiendo porque dices cosas que yo ya sé... Quiero ver esa lencería ahora.
—Andrew.
—Bésame, no me hagas esperar más.
Andrew tomó la nuca de ella besándola con desesperación. Para él también todo era diferente desde su primera vez. El cuerpo de Ambar respondió enrollando un brazo alrededor del cuello de Andrew y con el otro se aferró a la camisa de él, era una invitación... Las semanas pasabas fueron muy largas y ausentes por parte de ambos, aunque más de parte de Ambar. Se mantuvieron besándose hasta que Andrew la elevó al tiempo que ella enrolló sus piernas en la cadera de él. Andrew fue con el peso de ella directo a recostarla en la cama. Se separaron jadeantes y delirantes por lo que querían vivir de nuevo. Andrew volvió a ella besando todo lo que podía del cuerpo de Ambar.
—Hazme el amor de una vez... —susurro él entre sus besos.
Ambar volvió a fundir sus labios llevando el beso a otro nivel cuando apartó la camisa de él obligándolo a que retrocediera, ahora era ella quien lo tenía debajo de sí. Se despojaron de casi todas sus prendas en cuestión de minutos.
—Igual te deseo, Andrew.
—Enserio no pensé que lucirías tan bien con esa lencería —añadió él luego de morder su labio inferior—, me tienes pasmado ahora.
—Eres un tonto.
—Soy un tonto que te desea con locura, creo que eso me hace un poco más grande. —Ella lo besó nuevamente ahora con extrema delicadeza—. Ambar, sabes que no tengo condones... —Ella le asintió moviendo su cabeza.
—Lo sé. Te prometí una familia, quiero que empecemos a intentarlo.
—Amor...
—Te necesito ahora.
—Necesito saber quién eres y que le hiciste a mi prometida.
—Ella quiere que vuelvan a ser uno. Ella, quiere que la aferres a esto...
Las pocas prendas que los cubrían no tenían valor en el tiempo que dedicaron para ellos en la víspera de navidad. Estaban cayendo por el otro mirándose como si fuera la primera vez en una noche muy espesa. Ambar subió a horcajas encima de Andrew siguiendo con sus besos, pero ninguno quiso reconocer el sonido del timbre.
—¿Enserio? Maldición, justo ahora.
—Creo que ya llegaron.
—Pienso lo mismo, pero es que...
—Debemos ir.
—¿Por qué ahora, Dios? —Ambar se echó a reír mientras se cubría con su las sábanas—. No te rías, tú y yo tenemos esto pendiente, no lo olvides.
—No lo haré... Lo mejor es que nos vistamos.
—Deberíamos encerrarnos aquí.
—No podemos. Vamos, de pie y vístete.
—No quiero.
—No permitiré que andas desnudo por ahí.
—¿Alguien está celosa?
—Debo cuidar lo que es mío... Además quién sabe si por ahí te encuentres a alguna de las señoras de la tienda de lencería y quiera violarte, aunque ahora que lo pienso, sería un buen titular para la edición de año nuevo de The Times: Hombre inglés es violado por señora dominicana en plena víspera de navidad.
—¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! Muy graciosa.
—Es la verdad. Si quieres ve y hazlo realidad.
—No... Mejor ven aquí y hagamos un bebé.
—Andrew, no te acerques... ¡Vístete por lo menos!
—¿Para qué...?
El timbre volvió a sonar de manera que paró los pasos del inglés y le permitió a Ambar unos segundos sin su fija mirada para recoger su ropa y entrar deprisa al tocador.
—Ni te creas que esto acabó aquí.
—¡Te amo!
Andrew se dispuso a cambiarse, olvidando su ropa que estaba tirada por la recámara y buscó en el armario otra vestimenta. Una camisa blanca con rayas horizontales negras, un pantalón de tela negro ajustado y zapatos negros; fue lo más casual que consideró para la ocasión. Él le dio una última mirada al espejo antes de salir de la habitación.
—Feliz víspera de navidad —dijo Jessica abrazando su ahijado.
—Gracias e igual, madrina. Un gusto verlo, Nicolás.
—Igualmente.
—Lamentamos la insistencia con el timbre. —Samuel se disculpó por toda su familia.
—Descuiden. Ambar quería que todo estuviera perfecto.
—Es propio de ella. Es un encanto de persona —añadió Jessica.
—Tienes mucha suerte de estar con una chica como ella, no hay señoritas así en estos tiempos —concluyó Nicolás.
Lucas se limitó a mirar a Andrew con su característica sonrisa cuadrada.
—Bienvenidos —saludó Ambar acercándose a los recién llegados—. ¿Cómo están?
—Te ves hermosa, querida —alagó Jessica luego de saludarla con un beso en ambas mejillas.
—Gracias. Usted igual luce muy bella.
—Pasen, por favor...
Nicolás, Jessica, Lucas y Samuel tomaron asiento en el sofá de la sala. Ambar y Andrew se sentaron en dos sillas conducentes grises delante del sofá.
—Llegando —aclaró Samuel volviendo a la pregunta de Ambar—, el tráfico estaba de...
—Inframundo.
—Ambar me comentó que siempre es así para estas fechas. Lo pude comprobar por mí mismo hace unas horas. Salí por unas compras de última minuto.
—Y nosotros de imprudentes con el timbre —dijo apenado Nicolás.
—Descuide. Lo importante es que están aquí ahora.
—Tenemos para ustedes una lasaña y ensalada de vegetales para morirse.
—Muchas gracias, Jessica.
—No tienen por qué agradecer, es un detalle como sé que les encantan esas comidas.
—Jessica se empeñó con la preparación de una crema de batatas. Inclusive llamó a Elizabeth para saber si estaba cocinando de la forma correcta.
—Madrina, no tenía que...
—Lo hice con mucho amor, tenía tiempo que no cocinaba así que espero y te guste. Recuerdo que de niño te encantaba.
—Gracias.
—¿Dejo todo en el comedor?
—Sí, Lucas. Deja y te ayudo.
—Amor, yo lo hago...
—Así aprovecho y acomodo todo en la cocina mientras llega mamá con los padres de Noah.
—Sebastián me llamó hace como media hora, ya debe estar de camino con Carla.
—Vuelvo en un momento, con permiso.
Ambar con Lucas detrás fueron a la cocina con todos los aperitivos que la familia del último trajó, ellos los colocaron en la meseta de dicho espacio del departamento.
—Lamento todos los moldes, mamá es muy...
—Ordenada.
—Iba a decir quisquillosa, pero eso igual aplica.
—Luce tranquila.
—Y lo está. En ocasiones siento que demasiado.
—Ojalá y Carla en algún momento se sienta así también.
—No. Carla está luchando, mamá simple y llanamente se está dejando consumir por la enfermedad.
—Sigue negada.
—Sí, pero te juro que no entiendo por qué lo hace. Ahora ni siquiera por medio a pastillas toma la quimioterapia. Es como si... Está cavando su propia tumba.
—¿Nicolás no intenta hablarle?
—Papá siquiera la mira o pregunta cómo está. El trabajo lo tiene muy estresado. Es cómo si estuviera desconectado del mundo.
—Dudo que para él sea fácil ver cómo su esposa se deja ir.
—Es mi padre y lo respecto, pero es un cobarde. Cuando era niño no lo reconocía, pero no entiendo porque siguen juntos si ni siquiera duermen en la misma habitación.
—Costumbre, dicen que es más fuerte que el amor. A veces te vuelves adicto a ese tipo de afecto, pero eso no era amor, es más necesidad de alguien.
Lucas se quedó en silencio, Ambar estaba en lo cierto, no siempre lo que te hace feliz o complementa tu existencia es lo que amas... Muy tarde Lucas se dió cuenta de la situación de sus padres y la enfermedad de Jessica fue un detonante para ello. El silencio se prolongó mientras ellos colocaban sobre la mesa los aperitivos. Ninguno hizo el intento de darle un fin, no era el momento para él o para ella, y de esa manera Ambar sintió que dejaba mucho atrás...
—Buenas noches. —La voz de Victoria se escuchó después de que Andrew abrió la puerta.
—Bienvenidos, pasen, por favor.
—Lamentamos la tardanza —añadió Noah.
—El tránsito...
—De inframundo —interrumpió Nicolás a Indira.
—Sí.
—Aquí traemos unos...
—Deliciosos postres —aludió Ambar sonriendo—, bienvenidos Indira y David.
—Entonces yo no soy bienvenido —bromeó Noah con un gesto de indignación a su manera.
—Bueno...
—Mi orgullo, Dios, me duele; Ambar, duele mucho.
—Sabes que igual eres bienvenido, chef —alardeó Ambar dándole un pequeño apretón en el brazo izquierdo.
—Siéntense.
—Sebastián me llamó cuando veníamos de camino, llegará un poco más tarde de lo acordado. Él me dijo que Carla seguía preparándose.
Los ojos de Samuel se ensancharon al escuchar a Noah.
—Ella está estable, ¿no?
—Espero que sí, él no me dio muchos detalles, ya saben lo reservado que es.
—Lo llamaré.
—Quizás no sea lo mejor, amor.
—Pero...
—Andrew tiene razón, hace diez minutos que Sebastián me llamó.
—Si Carla está mal no podemos quedarnos aquí como que nada pasa.
—Podemos esperarlos, al menos veinte minutos y si no llegan lo llamas. Sabes que él por cualquier cosa se incómoda.
Luego de esa breve conversación las pláticas no fueron tan continuas, ahora era una espera. Todos los presented volvieron asiento en la sala esperando la llegada o alguna llamada de parte de Sebastián. Se podía percibir una leve tensión en el ambiente por muchas ideas en la mente de cada uno... En Noah se albergaron muchas dudas después de ver a Carla y Samuel besándose días atrás, pese al estado en el que estaba para él fue de alguna manera "lógico" que ellos eran más que amigos. Uno no besa a alguien si no siente algo, cada quien está en la libertad de elegir los labios que quiere besar y la persona con la quiere estar... La diferencia de edades y quienes eran fue lo que permitía a sus dudas ser. Quizás Noah no entendía ese tipo de amor, sin embargo, sabía bien que en su momento el hermano de Lucas fue un ángel guardián para Carla cuando su vida estaba al margen de la violencia doméstica, por lo tanto, no era necesario dudar...
Quince minutos después el sonido del timbre hizo que el ambiente se relajara un poco. Los ojos de Samuel se iluminaron al ver a Carla, y con ello le dió muchas respuestas a Noah.
El toque mágico de la cena de noche buena es la preparación de ella para degustación de personas importantes para la ocasión. Para Lucas y Samuel, que crecieron con padres casi ausentes por el trabajo, era conmovedor ver a Nicolás y Jessica juntos sentados frente a ellos, sabían que ese matrimonio pendía de un hilo y como hijos no era fácil reconocerlo. Los padres de Noah siempre fueron todo lo contrario, estaban por cumplir 30 años de casados y se amaban como el primer día. Era un poco irónico pensar que su hijo tuvo tan mala suerte en el amor, pero así fue, Noah seguía enamorado de la misma chica aunque ahora solo podía amar su recuerdo y ver su tumba.
Lucas ponía su mirada de vez en cuando sobre Ambar y Andrew, verlos sonreírse mutuamente le dolió. Victoria lo sabía y de inmediato lo notó en la expresión del rosto de él, lo consideraba como un hijo y verlo así no la hacía sentir como la mejor persona del mundo, pues, lo único cierto para ella era que él no mentía en relación a las intenciones con su hija.
Por su parte Carla no subió la miraba en toda la cena a menos que fuera necesario, sentir que Samuel la observaba la limitaba mucho emocionalmente, ella miraba su plato, a Sebastián y a cualquier otro lado menos al rubio que la miraba intrigantemente.
Terminada la cena y las pláticas eran casi las 11:00 de la noche. Cinco minutos atrás Indira y David partieron, pero Noah se quedó en la velada. Su idea era hablar cara a cara con Samuel, naturalmente, contarle a Sebastián todo lo que vio días atrás pasó por su mente innumerables veces, sin embargo, consideró que debía escucharlo a él primero. Así que aprovecho que Samuel estaba en el balcón y se acercó.
—Agradable noche, ¿no?
—Sí.
—¿Puedo?
—Claro, siéntate. —Noah se sentó en una de las mecedoras que estaban en el área.
—¿El brandy ayuda?
—Despeja un poco.
—Carla es muy bella, ¿no crees? —Samuel volvió su mirada rápidamente hacia Noah—. Tengo razón, ¿verdad? —Samuel le dió otro sorbo a su copa—. Ella te gust...
—¿Cómo...?
—Los vi hace dos días del otro lado de la avenida besándose.
—Nosotros...
—¿Sebastián lo sabe?
—No.
—¿Desde cuándo?
—Eres muy directo, Noah.
—¿Qué te puedo decir? Es un tema de mi interés.
—La vez que Rodrigo destruyó la fiesta sorpresa de cumpleaños de Sara, cuando me agarró a golpes por hablar con Carla y defenderla de él, desde ese día.
—Ocho años.
—No le...
—Sebastián debe saberlo, es su madre. No tengo derecho de decírselo, eso ustedes deben hacerlo. No pasara de mí, pero deberían ser más prudentes, tómalo como un consejo...
En la sala Ambar conversaba vivazmente con su madre, Jessica, Andrew y Nicolás. Sebastián estaba con Carla en el comedor hablando sobre la operación, los demás quisieron darles su espacio y por esa razón estaban en la sala, cada uno concordó en que era un tema delicado.
—Iré a buscar la cámara; de seguro ya tiene suficiente carga para más fotos. Vuelvo en un momento.
Ambar cruzó por el comedor saludando a Sebastián y Carla. Ella fue directo a la habitación principal en busca del aparato electrónico, ver a Lucas allí le alarmó en demasía, se suponía que él estaba en el baño.
—¿Qu-qué hac...?
—Quería comprobar con mis propios ojos el porqué tardaban tanto en abrir, y tenía razón.
—Lucas...
—¿Qué me dirás? Esta recámara lo dice todo. ¿Por qué lo haces?
—Él es mi prometido.
—Y yo, ¿qué soy para ti?
—Tú... Eres mi mejor amigo.
—Sabes bien que no somos amigos. Los amigos no se prometen lo que tú me dijiste, no se besan como lo hicimos nosotros. Somos todo menos amigos.
—Lo lamento, pero no puedo corresponderte. Entiende que no está bien.
—Lo único que quiero es a ti, pero te acuestas con él ignorando todo lo que siento. ¿Por qué me alejas? Dime, ¿valió la pena?
—Entre nosotros no debió pasar esto.
—Sabes que no hay nadie con quien me pueda identificar, encara que no encontraremos algo parecido.
—Estás mal, Lucas.
El sonido de unos pasos aproximándose a la recámara ocasionaron que Lucas se oculta en el armario. Andrew entró segundos después.
—¿Aún no tiene carga suficiente la cámara, cariño? —preguntó el inglés apoyándose en el marco de la puerta.
—No.
—Jamás había estado tan feliz de ver mi ropa tirada por la habitación.
—Impecable comentario.
—Madrina y Nicolás se irán, igual Sebastián y Carla; es muy tarde.
—Voy en un momento.
—Bien, te esperamos en la sala.
Ambar respiró profundamente y abrió la puerta del armario dejándole el paso libre a Lucas.
—Vamos...
—Dame una oportunidad, por favor, dánosla. No daré ningún paso sin ti, pero necesito saber si tú harás lo mismo.
Ella se adelantó para despedir frente a quienes la esperaban en la sala con Andrew, Lucas se unió a ellos minutos más tarde. La velada llegó a su fin casi a las 11:40 P.M. Ambar agarró con gran descuido la última botella de brandy que quedaba y se sentó en una de las mecedoras del balcón, ingería la bebida directamente de la botella ignorando la mirada de Andrew sobre ella y la risita que salió de los labios de él.
—¿Está bueno el brandy?
—Sí... —Ambar se echó a reír por la expresión del rubio—. ¿Qué? ¿Quieres un poco? —preguntó ella estirando su brazo derecho en dirección a él con la botella—, Ten, puedes beber cuánto quieras.
—No quiero beber de la botella.
—Pero...
—Hay otra forma de ingerirlo.
—¿Cómo...?
Andrew se agachó quedando a la altura de Ambar y estampó un beso en los labios de ella. Andrew la cargó en sus brazos y se detuvo un momento en el barco de la puerta corrediza que daba entrada al balcón. En esa altura la cabeza de Ambar fue rozada por algo que al parecer colgaba de dicho marco, sus mejillas se ruborizaron al ver el muérdago.
—Feliz navidad, amor.
—¿Cómo lo conseguiste?
—Es artificial. Lo tenía conmigo desde antes de subir al avión camino acá.
—¿Siempre tienes todo planeado?
—Algo así.
—Escucha...
—¿Sí?
—Bájame, Andrew.
—Eso sí que no, ahí te quedas, preciosa.
Andrew fue a la recámara donde horas atrás creó con su prometida un huracán de sensaciones, él depositó a Ambar delicadamente sobre la cama con una bella sonrisa en su rostro e intento acercarse a los labios de ella, no obstante, una llamada detuvo su acto.
Ambar se incorporó en sí para agarrar su móvil, no sin antes besar rápidamente la mejilla izquierda de Andrew. Era Sebastián, le extraño ver ese nombre en la pantalla de su celular si media hora atrás él estaba con ellos.
—Bailarín, ¿se te olvidaron los tenis? —cuestionó Ambar divertida sin dejar de sonreír.
Lo que escuchó del otro lado de la línea desplomó su alma. Andrew que observó su cambio de ánimo y cómo la preocupación invadió los grandes ojos de ella se asustó. Ambar dejó caer su celular, estaba en shock.
—Amor...
—La familia de Lucas tuvo un accidente.
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