Capítulo 12
Estefany dijo seis palabras: Pienso que piensas demasiado en ti... Tiempo atrás no lo reconocía, aceptó ser la novia de su mejor amigo para verlo feliz, pero ella no lo era...
Como pareja Felipe y Estefany se fueron a bajo y no encontraron formas de mentir para impedir esa caída; ella no podía mentirse a sí misma por más tiempo... Felipe fue su primer amor, la primera persona que vio en ella algo más que su condición como huérfana de madre desde el día de su nacimiento, de asesina y la razón por la cual su madre murió.
Cuatro años no fueron suficientes, desde un principio Esyefany creyó que lograría que los sentimientos de Felipe hacia Ambar cambiaran, que él la olvidaría y podrían estar bien como siempre quiso. No obstante, Estefany se equivocó de muchas maneras porque no pudo hacerlo cambiar para siempre de opinión, y los cinco meses de su ruptura lo confirmaron... No eran los mismos, su amistad de años igual estaba por colapsar, y en consecuencia quedó un sentir en ellos como si perdieron algo que nunca tuvieron.
—Felipe.
—¿Qué pasa?
—¿Podrías venir por mí? Se me hizo tarde y mi auto sigue con el mecánico.
—No puedo.
—¿Por qué?
—Estoy ocupado, sabes que tengo vuelo a las siete de la noche y me quedaré para la vuelta, volveré en dos días.
—Me hubier...
—No puedo.
—Solo...
—Debo colgar, tengo otra llamada.
—De acuerdo. Hasta lueg... Genial -prosiguió Estefany después de que Felipe colgó la llamada-, sola a ti se te ocurre.
La leve llovizna que comenzó justo cuando ella salió de su departamento, media hora antes de su llamada con Felipe, se convirtió en un diluvio. Estefany no podía estar más desprotegida que cuando se percató de que no llevaba su paraguas plegable en su bolso como suponía.
La actitud de Felipe le dolió, para ella ese "no puedo" era un "no me importas, haz lo que puedas"; ni siquiera le preguntó dónde o cómo estaba... No tenía potestad de exigirle o reclamarle atención, quizás ya no era importante para él como siempre le dijo desde que su amistad se volvió más sólida. Sus promesas y el pasado la seguían a todas partes... La única manera de borrar un sentimiento es con otro más fuerte, pero al parecer Estefany nunca pudo hacer que surgiera en Felipe ese sentimiento más grande.
Es difícil lograr una emoción de gratitud en personas que quieren estar solas en el mundo, y Felipe era ese tipo de persona... Lo que tuvieron, ¿era gratitud o amor? Estefany no lo sabía, tampoco quería reconocer alguna de esas posibilidades porque se sentía culpable.
Ella adelantó su caminar como pudo con su bolso sobre su cabeza para mojarse lo menos posible. A estas alturas se encontraba muy lejos de su departamento como para volver, debía llegar a su trabajo para la reunión directiva mensual porque esa sería la primera a la que asistiría desde que comenzó a trabajar en el Instituto Santo Domingo como contadora general.
A pesar de tener una especialización en impuestos su trabajo más estable era en algo no relacionado con su especialidad, pero eso no la limitaba, Estefany quería trabajar por su cuenta sin los privilegios que tenía por ser la hija de uno de los socios del banco central de la República.
Sus pasos con la lluvia eran lentos, pero firmes. Ver el toldo, una cubierta de lona, de una cafetería, fue, a pesar de que estaba lejos; su salvación. De manera que aceleró un poco más su caminar hasta estar protegía de la lluvia bajo el toldo. Sus ojos claros se fijaron en la gran ventana de la cafetería cuando visualizó a Noah a través de esa. Él estaba en la caja pagando lo que parecía ser un café americano para luego dirigirse a una mesa cerca de la mencionada ventana. Estefany dio dos pasos atrás mientras él se acercaba, al parecer no la veía, pero ella a él sí... Su estado no era el apropiado para que alguien la viera: tenía el cabello un poco mojado y alborotado al igual que la falda negra de su traje, era un desastre y sus tacones de aguja estuvieron en su contra haciéndola resbalar en su tercer paso en retirada. Estefany cayó contra el pavimento sobre su pierna izquierda.
La cercanía de la mesa de Noah con la gran ventana, que estaba ligeramente abierta, le permitió escuchar las quejas de dolor de Estefany fuera de la cafetería. Él no dudo ni un segundo en salir a ver qué pasaba. Ver a una Estefany mojada y desalineada jadeando de dolor no era no su más remota idea de lo que le esperaba aquella tarde.
—¿Qué te sucedió?
—Mierda... —Ella maldijo entre tanto que Noah se acercó.
—¿Te encuentras bien? —cuestionó él ayudándola a ponerse de pie, no obtuvo respuesta.
No era como si ella no quisiera responderle, pero la vergüenza le impedía hablar.
—Vamos adentro... No querrás quedarte aquí, ¿o me equivoco? —Estefany negó moviendo su cabeza.
Dirigirse al interior de la cafetería con Noah sosteniéndola hasta su mesa fue suficiente humillación. Él le cedió su asiento a lo que Estefany le devolvía una leve mirada de agradecimiento. Noah llevó una silla de al lado a su mesa quedando frente a Estefany.
—¿Estás...?
—Sí, estoy bien. No tienes por qué preocuparte.
—¿Enserio? Luces como alguien de quien cualquiera con sentido común y algo de tacto se preocuparía —bromeó Noah con una leve risita.
—No...
Le estaba sonriendo. En las pocas semanas que tenían conociéndose Estefany nunca vio una mínima expresión de felicidad en el rostro de Noah. Aun cuando le molestaba que todo fuera una broma para Noah era la primera vez que apreciaba tan bella sonrisa...
—¿Por qué me miras así?
—No es nada.
—¿Por qué estas mojada y con la cara deshecha?
—Estaba camino a la reunión directiva de la institución, entonces...
—El clima hizo de la suyas.
—Sí.
—Solo a la directiva del Instituto Santo Domingo se les ocurre planear una reunión el veinte de diciembre.
—Hablas como si no formaras parte de la directiva siendo tú el coordinador académico.
—Eso no tiene que ver, si fuera por mí esa reunión no estaría pautada.
—Me doy cuenta...
Noah aclaró su garganta, no tenía ánimos para discutir, consideró que ser un poco más sensible por la estabilidad de la conversación no sería mal recibido por Estefany.
—¿Qué ocurrió con tu auto?
—Está con el mecán... —Un leve estornudo no le permitió concluir la oración.
—Salud.
—Lo siento.
—Es humano enfermarse... ¿Quieres café? Te vendría bien algo caliente... —aconsejó Noah extendiéndole la mano derecha con su café americano.
—No es necesario.
—Mira... Estoy tratando de ser amable contigo, muy mal te ves como para hacerte el día peor. Tómalo antes de que quiera amenazarte y convirtamos esto es una discusión sin sentido.
—Gracias.
Los dos se mantuvieron en silencio, Estefany debió el café y segundos después Noah fue a buscar otro para él.
Ella no comprendió como podía soportar tanta pena por lo sucedido, sentía que se estaba humillando frente al castaño luego de una no muy productiva última conversación, por ponerle un nombre a su pasado intercambio de palabras en la institución.
Cuando Estefany estuvo sola no lo pensó dos veces para salir de allí, no le importaba que estuviera lloviendo a mares o que podría enfermarse, quería irse; pero por algo el Karma existe y justo cuando intento ponerse de pie Noah volvió a la mesa.
"Tiene que ser una broma", consideró ella al verlo.
—Gracias por el café. Debo irme, casi son las cinco.
—¿Te irás con ese diluvio?
—Sí, tengo que... —Estefany agarró su bolso púrpura y caminó hasta la puerta. Ver a Noah caminando tras ella fue más que una sorpresa. El estado de Estefany era imposible de ignorar, todos en el local los observaron perplejos—. ¿Sí?
—Vamos al mismo lugar, ¿no?
—Pensé que no irías.
—Soy el coordinar académico, debo estar presente... Sígueme, estacioné mi auto cerca.
Quizás su suerte no estaba tan mal o no podía empeorar... Estefany procuró aceptar que Noah estaba siendo, por lo menos, algo educado y caballeroso con ella, siendo su persona quien habló de más... Genial, ahora sentía vergüenza y remordimiento al mismo tiempo.
—¿No quieres volver a tu casa por algo de ropa?
—¿Eh?
—Estás muy mojada...
—Oh, no, no quiero hacerte más molestias, estoy bien así.
—Lo que digas... Si gustas puedes usar mi saco, lo tengo en la parte de atrás. El calefactor esta encendido, espero y no te moleste.
—Noah...
—¿Sí?
—Gracias.
—No hay de qué.
La reunión duro segundos en comparación con los contratiempos que Noah y Estefany afrontaron para llegar. Las miradas de todos estuvieron sobre ellos cuando llegaron al salón de reuniones; incluyendo la de Margaret que parecía estar ardiendo de celos. Una mujer con el cabello mojado llevando sobre sus hombros el saco de un hombre con un ejemplar del sexo opuesto caminando a su lado casi en las mismas condiciones no daba la mejor impresión... Sea lo que fuera que pasara por las mentes de los demás, y que se reflejaba en sus miradas como nada bueno, no les importó. Ambos se mantuvieron con la cabeza en alto hasta el final. Aunque eran obvias sus diferencias el orgullo que llevaban entre sus huesos era mayor que cualquier calumnia.
1 para ellos.
¿0 para los demás?
—¿Felipe vendrá por ti? —preguntó Noah acercándose a Estefany que estaba en la entrada del instituto.
—No, no creo que venga...
—¿Todo bien?
—Sí... —contestó Estefany brindándole una pequeña sonrisa.
Su maquillaje estaba un poco corrido y su cabello levemente esponjado, pero Noah reconoció que todo aquello no opacó la sinceridad en sus palabras y eso de alguna manera le reconfortó.
—Él está ocupado y lo entiendo, no tiene que estar aquí.
—Y piensas irte nadando a tu casa, ¿verdad?
—Tal vez, uno nunca sabe.
—¿No te duele?
—¿Qué cosa?
—Caíste sobre tu pierna izquierda, el peso de tu cuerpo sobre ella, ¿no te causo ningún daño?
¿Le estaba diciendo gorda? Bueno, quizás indirectamente sí...
"Concéntrate, Estefany, no estás gorda, ¿o sí lo estoy?".
—Señorita García... ¿Me permite un momento para conversar?
Las ultimas dos de José Cruz, el subdirector académico, fueron suficientes para que Noah entendiera que su presencia estorbaba en ese momento.
—Con permiso.
—Noah.
—Solo tomara unos minutos de su tiempo, señorita.
Estefany siguió a su superior devuelta al salón de reuniones. Él le indicado con la mirada que se sentara a su derecha.
—En el poco tiempo que tiene trabajando en esta institución ha tenido un excelente desempeñado, la felicito por eso. Se ve que esta familiariza con las finanzas, pero, ¿Acaso Juan no sabe que trabajas aquí? —inquirió José refiriéndose al padre de Estefany.
—No le comente nada de esto, por favor.
—¿Por qué?
El señor no la entendía. José era socio del padre de Estefany, gracias a él y a su capacidad obtuvo su actual trabajo.
—Me ha preguntado por tu paradero en muchas ocasiones, pequeña. —Él se acercó un poco más a Estefany—. ¿Crees qué es fácil para él no saber de ti? Te lo pregunto como padre, para uno jamás es fácil no saber de los hijos.
—Por ahora estoy bien así.
—Puedes dar más que esto, lo sabes. Eres una profesional impecable, ¿por qué te mantienes con las alas atadas de esta manera?
—No será para siempre...
—¿Cuánto tiempo más? En el banco central necesitan a alguien con tu capacidad, tu puesto espera por ti.
—Alguien más lo puede ocupar... —concluyó ella poniéndose de pie—, gracias por sus palabras, pero debo irme.
—Piensa bien lo qué haces, no tienes por qué limitarte... Habla con él.
—Discúlpeme, pero debo irme.
—Estef... —Ella salió del salón antes que las palabras de los labios de José.
"Puedo ser más... ¿Acaso no hay nada más? Sueño con olvidar mi pasado... Hemos olvidado lo que queremos. ¿No hemos perdido suficiente? ¿No es esto más de lo que vales o yo valgo, Felipe? Olvidamos de dónde venimos. Perdí de vista todo lo que amo y por lo que he trabajado. ¿Entendí todo mal?".
Estos pensamientos marearon a Estefany sin previo aviso mientras caminaba a la salida. Su cuerpo no respondía más haciéndole sentir que iba a colapsar. Ella terminó su rápido recorrido apoyándose en una de las columnas de la entrada, trató de componerse regulando su respiración, pero le era inútil.
—¿Te encuentras bien? —cuestion9 Noah acercándose a ella. Estefany no notó que dos segundos atrás pasó cerca de donde él estaba sentado.
—Yo, no lo sé... —Noah no la comprendió, solo podía ver pena reflejada en los claros ojos de Estefany—. Hablamos en otro momento.
—Espera... —añadió él sosteniéndola del brazo izquierdo—, no te puedes ir así.
—¿E-eh? Llamaré a un taxi.
—Puedo... —Él no encontró palabras al instante, pero luego las dejó libre para luego decir—: Yo puedo llevarte a casa, si quieres, yo...
—No tienes qu...
—Déjame hacerlo. Es lo menos que puedo hacer después de cómo te hable el otro día.
Enserio era una disculpa... No estaba soñando, en verdad Noah se estaba disculpando.
—Lo lamento, soy yo quién te debe una disculparse, hable de más.
—Creo que ambos lo hicimos... ¿Tu casa está muy lejos de aquí?
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