* 5 *

Las niñas desayunaron y continuaron viendo sus capítulos, yo fui a darme un baño relajante y tibio ya que hoy tenía mucho tiempo para mí. Le di a Jose las instrucciones para el almuerzo ya que las niñas y la prima de Azzu almorzarían con nosotras.

—Miri... —me habló Jose—. ¿Será que puedo pedirte un favor?

—Sí, claro Jose —contesté, ella era como de la familia a estas alturas.

—Pasa que Ana está estudiando en Barcelona, y escuché que van a ir la semana que viene y quería enviarle algo. ¿Será que se podrá?

—¡Claro! —respondí sonriendo—. Pero yo no voy a Barcelona, solo va Sofy. Igual le daremos el encargo a ella y tú te comunicas con Ana y le dices que la llame al celular para coordinar, ¿te parece?

—Sí, genial Miri, gracias.

—No, de nada —respondí sonriendo y fui hacia mi habitación.

Mientras estaba preparando el agua caliente en la bañera para hundirme en ella un buen rato, prendí la tele y justo estaban pasando el comercial donde salía Nico, él era la cara de un perfume para hombres. El comercial parecía perseguirme, siempre que encendía la tele ahí estaba mi sexy ex esposo mostrando su torso desnudo y llenándose de esa colonia.

Lo miré, sonreí de solo pensar en las veces que llené de besos esa parte de su cuerpo. Cerré mis ojos y empecé a recordar. ¿Por qué mi mente lo pensaba tanto últimamente? Quisiera poder estar con él en este mismo momento, recostarme en su pecho y sentir que todo estará bien. Hay días que lo extraño tanto, sobre todo cuando tengo estos tiempos libres que me llevan a pensar.

Todo estaba siendo muy extraño últimamente, todo me recordaba a Nico desde hacía unos días, más exactamente desde que mi abogado me informó que ya le había entregado a él los papeles del divorcio, eso fue hace como un par de semanas. Me preguntaba si ya los habría firmado, pero no creo, porque si no ya me los habría hecho llegar.

Cuando nos casamos jamás hubiera pensado que un día me divorciaría de él, estábamos tan contentos... De hecho fue uno de los días más felices de mi vida. Nos casamos en España, ya que viviríamos en Italia. Recuerdo el día que me pidió matrimonio, yo estaba en medio de una gira, y tocaba cantar en México, él me acompañó para recordar viejos tiempos, y eso hicimos durante un par de días. Salimos y recorrimos la ciudad, los lugares que solíamos frecuentar durante las grabaciones, vimos a los amigos de allá, menos a Guillermina y a Mateo con quienes habíamos perdido por completo el contacto debido a lo mal que se sintieron cuando se enteraron de lo nuestro. Ambos no tardaron en deducir que habíamos terminado con ellos para estar juntos, por más que lo hayamos ocultado. Él no quedó bien con Guillermina, ella lo llamó y pelearon. Mateo sólo me escribió un email bastante doloroso por cierto, en el cual me reprochaba lo que le había hecho.

Fue en México, el país que nos unió, donde él me pidió que fuera su esposa para siempre. La boda se realizó unos meses después, fue sencilla y familiar, unos pocos e importantes amigos y familiares que viajaron hasta España para presenciar nuestra unión. Él estaba tan guapo ese día, tenía un traje gris y el pelo bien arreglado. Yo entraba a la Iglesia de la mano de mi padre en un vestido blanco, largo, lleno de encajes y perlas, en realidad parecía una princesa. Estaba nerviosa, no por temor a equivocarme, sino porque era un día tan importante... pero lo vi allí, parado con esa sonrisa que me derretía, diciéndome con su mirada que todo estaría bien. Entonces todo el mundo a mi alrededor se desvaneció y simplemente supe que era lo correcto.

Jamás dudé de mi amor por él, jamás dudé de que fuéramos felices toda la vida. Entonces, ¿qué fue lo que pasó?

Mi vida es un caos, no soy una persona equilibrada. Desde que sucedió lo de Agostino algo dentro de mí se rompió y ya no me siento la misma de siempre, siento que la tristeza en mi corazón es demasiado grande y pesa. Entro y salgo de depresiones que algunas veces duran menos y otras duran más...

Él estuvo a mi lado, haciendo lo que nadie más hubiera hecho por mí. Cuando entré en mi primer cuadro depresivo, luego de perder a Agostino, solo quería morir; morir y encontrarme con mi bebé para cuidarlo, porque él estaba solo en algún lugar frío y sin el calor del pecho de su madre. Cuando fui a ver su tumba, llovía... yo imaginaba su cuerpecito frio en la arena húmeda, mojado por la lluvia. Entonces decidí quedarme en la cama, no levantarme nunca más, morir allí lo antes posible, de hambre o de sed, así podría estar con él. No pensé en Nico ni en Sofy, el dolor era demasiado grande y yo no lograba encontrar las ganas para salir adelante.

Nico envió a Sofy a España para vivir con su abuela por seis meses, y él no se movió de mi lado. Dejó todo, su carrera, sus trabajos, renunció a su vida. Me daba de comer en la boca, me sacaba de la cama en brazos y me sentaba en la bañera para bañarme, enjabonaba con amor cada parte de mi cuerpo mientras me recordaba lo hermosa que era y lo importante que era para él, luego tomaba una toalla y me envolvía en ella, me secaba con suavidad y me ponía ropa limpia.

A veces me sacaba a pasear, yo no quería salir, yo era solo un robot fingiendo vida. Él me sentaba en el asiento del copiloto y ponía las músicas que me gustaban, dábamos vueltas por la ciudad, me llevaba y me compraba mis comidas favoritas o el helado que más me gustaba. Él hacía todo por mí, me cuidaba, me bañaba, me vestía, me ayudaba a dormir, me ayudaba a despertar y me decía todo el tiempo lo mucho que me amaba y cuanto él y Sofía me necesitaban.

Pero yo estaba en lo profundo de un pozo oscuro, donde uno no siente nada más que frío y soledad, donde uno no puede ver las necesidades de los otros y es completamente incapaz de amar, porque allí uno no se ama ni a sí mismo; por el contrario, se odia y solo quiere terminar con su existencia. Si yo me hubiera cuidado, si hubiera dejado esa gira como me recomendó el médico, Agostino estaría aquí con nosotros hoy, y seriamos una familia feliz.

Un día desperté de mi letargo, me dije a mí misma que ya era suficiente de autocompasión, me levanté y lo vi durmiendo a mi lado. Entré al baño y me bañé. Me miré al espejo y me odié como siempre, pero me dije a mi misma que necesitaba seguir adelante, salir de este pozo en el que estaba. Me maquillé y fui a hablar con mi manager para continuar con mi carrera. Cuando despertó, Nico no me encontró y se asustó. Cuando volví me esperaba alterado, me preguntó dónde había ido y se lo conté. Él se puso contento porque al fin había decidido retomar mi vida.

Pero su presencia empezó a molestarme, todo de él me recordaba el peor episodio de mi vida, todo él me recordaba lo mala madre que había sido pues no pude ser capaz de defender la vida de mi propio hijo. Él y su amor me recordaban que yo me odiaba y que no merecía que una persona me amara de la forma en que Nico lo hacía.

Sofía volvió a casa y yo traté de ser igual con ella, pero tampoco lo logré. Ella también me recordaba a su hermano, me recordaba que yo era incapaz de ser una buena madre. De todas formas ella me necesitaba y era inocente, intenté ser lo mejor que pude para ella, aunque reconozco que dejé mucho tiempo y espacio libres, la dejé muy sola. Por suerte Nico siempre estuvo allí para ella...

Nicolás... Él me empezó a molestar, no quería estar con él, no quería sus besos ni sus abrazos, estaba harta de escucharle decir que todo iba a estar bien y de que me tuviera lástima. Estaba harta de que me dijera que me amaba, yo no me merecía su amor ni el amor de nadie. Así que un día le dije que se fuera, le dije que yo ya no lo amaba y que su amor no era suficiente para los dos. Y él se fue... se fue de mi casa, se fue de mi vida... pero no se fue nunca de mis pensamientos y de mi corazón. Sólo que yo no servía para amar a nadie, no después de todo lo que viví, después de todo lo que pasó. Yo ya no podía ser feliz ni hacer feliz a nadie...

Sacudí mi cabeza para sacarme esas ideas, descubrí lágrimas saliendo de mis ojos. Me dolía el corazón, lo tenía tan lastimado, y todo era culpa mía. Miré mi celular y sentí ganas de llamarlo solo para escuchar su voz. Hacía mucho que no lo llamaba solo por llamar, siempre era tras alguna excusa de Sofía, o algo así. Hacía como un par de semanas que tampoco habíamos discutido por nada, lo que era extraño, pero asumía que todo era por la cercanía del divorcio. Me planteé la idea de llamarlo, pero... ¿qué le diría?

Me recosté en mi cama pensando en qué sería lo correcto y me sentí tan estúpida, no sabía si llamar o no a la persona que había sido por años mi compañero, el amor de mi vida, la persona que más me conocía en todo el mundo. Me sentía peor que una adolescente imaginando cómo reaccionaría él si lo llamaba. Entonces recordé su llamada de anoche y sonreí, él estaba preocupado por mí y eso me alentó.

Busqué su nombre y le di marcar, escuché el tono del otro lado pero corté enseguida. ¡Qué tonta!, igual sabría que era yo. Escuché el timbre de mi teléfono unos segundos después, y obvio, era él.

—Hola... —saludé tratando de que mi voz sonara normal.

—Hola... ¿Me llamaste? —preguntó.

—No, creo que mi teléfono se marcó solo, perdón —sonreí nerviosa, podía imaginarlo sonriendo también, me conocía demasiado.

—¿Necesitas algo Miriana?, si es así solo dímelo —preguntó con dulzura. ¿Cómo podía seguir siendo así después de todo lo que le hice?

—Yo sólo... sólo...—callé.

—¿Sólo...? —Me instó a que hablara.

—Solo necesitaba escucharte... —susurré al fin suspirando y sacándome un peso de encima—. Por favor discúlpame.

—No te disculpes —pidió con dulzura—. Aquí estoy siempre para ti, lo sabes.

—Hay días que te extraño. —No sé qué parte de mi estaba hablando, llevábamos cuatro años separados y jamás habíamos hablado así.

—Yo te extraño todos los días —añadió él con tal sinceridad que no supe qué responder.

—Adiós Nico. —Me despedí para no alargar la conversación.

—Adiós princesa —cortó.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top