T2-7-Tiempo
Aunque había transcurrido mucho tiempo desde que se fue del gremio, parecía que fuera ayer mismo. Nada había cambiado, todo estaba prácticamente igual, salvo por unos nuevos miembros que se incorporaron recién.
-Mi hogar...-susurraba con una mirada lagrimosa.
La sensación de confort, de estar bajo techo y de sentirse segura bajo esas cuatro paredes. Ahora estaba bebiendo rodeada de buenas amigas, relatando todo lo que había pasado desde su marcha en aquel fatídico día donde se le dio por muerta.
-Teníamos todas muchas ganas de volverte a ver por aquí-dijo Levy entre lagrimas emocioanda.
-Gracias por la bienvenida-dijo esta agradecida.
Durante las siguientes horas, jarra en mano, estuvo de fiesta con el resto de miembros del gremio. No paro de bailar, reír, sonreír y por un buen rato, nada del amor o del tema de su ahora ex-novio le molestaba. Solo se dedicaba a dejarse llevar por la música y los gritos del resto de gente. Y sus pies se movían solos al compás de la melodía.
En uno de esos descansos cortos que fue a por una jarra a la barra, vio que Laxus estaba apoyado en la pared cercana. Con su habitual abrigo de plumas, pecho descubierto y vendado, sostenía una jarra mientras contemplaba todo.
-Me alegra verte de vuelta...Titania-dijo alzando su jarra.
-A mi me alegra ver que te encuentras lo suficientemente bien para beber-dijo con una sonrisa.
-Je.
Luego ya con la jarra, regresó junto al resto de compañeros que la estaban esperando para celebrar el retorno de esta.
Cuando termino la fiesta, se despidió de todos que estaban llorando todavía emocionados de ver que la tenían con ellos de nuevo. La pelirroja, toda sudada, con dolor de pies y con una sonrisa en su rostro, se marcho.
-Que bien sienta estar con los tuyos-pensó feliz.
Entonces, al llegar a la puerta de su casa, halló de brazos cruzados y con la mirada triste al mago...Natsu Dragneel.
-Natsu.
-Erza, te estaba esperando-dijo alegre al verla.
-¿Qué te ha pasado en la mano?-se percató de que estaba vendada.
-Ah esto...puedes hacerte una idea.
Al decir aquello, supo a que se refería y toda la felicidad desapareció.
-Lamento todo lo ocurrido.
-No, no tienes porque-le dio un abrazo a la pelirroja-. Lamento mucho por lo que estás pasando.
Ella al ser abrazada de aquella manera sintió un confort que le era familiar. Realmente era cálido, agradable y por alguna razón, no quería despegarse. Natsu se separó un poco y la miró a los ojos.
-Sigas tan hermosa como el día que te marchaste-le acarició la mejilla.
Una lagrima salió de su ojo izquierdo y este, al verlo, le limpió con el dedo mientras mantenía aquella sonrisa tan suya, propia de Natsu.
-No me gusta verte llorar-susurra tiernamente.
-Natsu...Natsu...
Todos los recuerdos le dieron una sacudida, como si te metieran en una batidora y empezarán todos a moverse, parecido a estar dentro de un tornado.
-Erza...ya ha pasado todo-dijo.
-Natsu...
Y en ese momento, le tomo el rostro con las manos y le plantó un beso. Natsu al principio solo se sorprendió, estaba paralizado, no se esperaba eso para nada, pero se dejó llevar y ambos bajo aquella pequeña luz producida por una farola cercana, sellaron su amor.
-Te quiero-susurro después de separarse.
-Y yo...Natsu...aunque...tal vez necesite algo de tiempo para recuperar la confianza en mi misma sobre esto-dijo avergonzada-. No se explicarme.
-No debes explicar nada, ahora estoy aquí-le dijo tomando sus manos.
-Si...gracias.
Y ambos entraron en casa de Erza que ya no vivía en Fairy Hills.
La pelirroja estaba nerviosa, tenía experiencia pero ahora mismo se sentía como una novata. Estaba ardiendo, entre el beso y el alcohol...no sabía como iba a acabar todo aquello. Natsu se desprendió de su chaleco.
-Natsu...yo...estoy...bueno...ya sabes-dijo una vez se desprendió de su vestimenta quedando desnuda.
De piernas cruzadas para tapar su intimidad, se acariciaba los brazos ya que los largos y rojizos mechones cubrían sus pechos lo suficiente para tapar sus pezones. El resto del pecho quedaba al descubierto dando una imagen que muy pocos hombres podrían resistirse.
-No te preocupes, yo me hago cargo-dijo tumbando a esta.
-Tendrás...que hacerte responsable.
-Si, te lo prometo-normalmente no llevaría a alguien a la cama tras solo un beso, pero vio en Natsu, o mejor dicho, en su mirada, la verdad.
Sus palabras eran totalmente sinceras.
Aquella noche, Erza perdió sus miedos, estos fueron desnudados uno a uno para luego ser arrojados lejos de allí, tan lejos que tardarían miles de años en regresar. La poca luz de la calle que entraba por la ventana dio a ver dos figuras, una encima de la otra. La que estaba encima se movía de tal forma, que sus largos mechones ondeaban al viento mientra ella levantaba sus manos sintiendo un gran placer por el amor sellado.
Y tras tanto tiempo, ambos amantes se reencontraron y el amor olvidado, volvió a florecer.
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