T2-5-Tristeza

Aquella mañana resultó de lo más extraña para Erza. Postrada en cama, le llegaron los recuerdos del día que tuvo aquel accidente, recordaba estar en el suelo mal herida y con un gran dolor por todo su cuerpo. Por fortuna, fue rescatada y curada por una mujer mayor que pasaba por allí. Como no conocía a nadie, o más bien, no recordaba quien era ella ni sus amigos, fue llevada por la mujer al gremio de magos más cercano donde se uniría de manera temporal. Tenía la marca de su gremio pero pensaba que era un tatuaje normal o que tenía algún significado diferente. Lo entendió cuando volvió a ver a Natsu.

Poco a poco fue recobrando toda su memoria, cada combate, los nombres de sus amigos, su dura infancia...Jerall...todo. Eso le generó muchos dolores de cabeza que no cesaban, sentía unas fuertes punzadas de dolor e incluso alguna vez llegó a vomitar.

—Menos mal que ha parado un poco—se dijo echándose agua en la cara.

Una de las cosas que mas le inquietaban era que su corazón estaba muy confuso. Su novio actual le había tratado desde el principio genial, habían compartido momentos maravillosos y todo estaba bien...hasta que apareció Natsu.

Y era justo cuando pensaba en él donde su corazón dudaba, le generaba un mal estar porque sentía que le rompería el corazón. Los veía a los dos, uno a cada lado y ella en medio, tratando de decidir a cual escoger. Su mente le puso varias imágenes, en una, estaba con su novio actual feliz...pero veía a Natsu llorar y cara apenada al girarse. Y lo mismo sucedía si escogía la segunda opción, a su actual novio de rodillas y llorando sin parar.

—El amor es complicado...

De nuevo la escena del beso entró en su mente.

—Cielos, ¿acaso no puedo dejar de pensar en eso?—preguntó sonrojada.

Mientras tanto, Jenny estaba en su casa pensando en su acción. Sentía amor por Natsu, no cabía duda de ello, pero era un sueño imposible ya que este no la amaba, su corazón pertenecía a Erza. Sino era Mirajane, era Erza, siempre acababa perdiendo contra Fairy Tail.

Aunque la pelirroja no había regresado al gremio para quedarse, veía en Natsu ese amor, sabía que él no se iba a dar por vencido, tal vez era una de las cosas que más le gustaban de él. Se miró al espejo y se dio unas pequeñas y suaves palmadas en las mejillas.

—No puedo darme por vencida, debo...debo luchar...si—dijo animándose.

El primer paso era no asumir la derrota y el segundo, elaborar un plan para que este se fijase en ella de manera total.

Natsu por su parte estaba en la orilla del río, descansando mientras la caña estaba colocada para cuando picase algún pez. Happy estaba ansioso por que alguno mordiera el cebo de su caña, miraba y veía una gran cantidad de peces, era la época donde se iban a procrear.

—Mira Natsu cuantos peces—dijo con un hilo de baba.

—Si...

—Lastima no tener una red—dijo viendo como pasaban sin morder el anzuelo—si...que ganas de comer un buen pez.

—Si.

Este se dio la vuelta.

—¿Te ocurre algo?—preguntó al ver su cara.

—Nada, solo estoy...pensativo.

—Eso es muy raro en ti.

—¡Oye!—se quejó—es igual—se levantó y se acercó a la caña.

Natsu se decidió a explicar todo lo sucedido con Erza. El gato le felicito por su valentía aunque sentía lastima ya que sabía que ella tenía novio.

—Tienes todo mi apoyo—dijo levantando la pata.

—Gracias amigo.

Entonces picaron y Happy se vio arrastrado al estar distraído hablando con este. Por suerte, Natsu pudo rescatarlo y ayudarlo a salir del agua, no sin antes cazar unos cuantos peces que su amigo poco tardó en comerse.

De vuelta a casa, escuchó unos extraños sonidos. Su oído le indicó todo el camino y le dijo a Happy que se adelantase, que ya le alcanzaría. Al atravesar unos matorrales, vio a un grupo de bandidos, se notaba por sus pintas y cicatrices.

—Buen botín—dijo abriendo un barril lleno de un líquido.

—Si, con esto del alcohol estamos sacando mucho provecho—dijo otro.

—Ah, es el jefe.

—¡Hola jefe, se ha tardado!.

—Callaos de una vez.

Natsu no podía creer lo que veían sus ojos, era el novio de Erza e iba vestido como ellos.

—Mi novia no dejaba de darme la turra, he tenido que decirle que estaba visitando a un familiar—gruñó este.

—¿Cuando vas a dejarla?.

—Muy pronto, es demasiado fuerte y no puedo derrotarla, pero pronto lo haré y no supondrá ningún problema. Y entonces...la mataré—dijo haciendo el movimiento con un cuchillo.

Todos se echaron a reír a carcajadas.

—¿Podemos divertirnos con ella antes?.

—Claro...todos os divertiréis, no os dejare sin diversión.

Cada una de las palabras no hacia más que cabrear a este, sentía ganas de matarlos. Apretó los dientes y el pasto se fue quemando hasta reducirse a cenizas.

—Veamos que hay en estos otros barriles para calcular el dinero.

—Hay mucho, se lo aseguro jefe—dijo el más bajito.

No iba a aguantar más, necesitaba pelear y darle una lluvia de golpes, solo así se iba a sentir mejor. Y luego lo llevaría con Erza para que ella lo rematase.

Sus ojos se cerraron unos segundos y después...aparecieron los ojos de un dragón.

Continuara...


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