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¿Qué sucedió el viernes?

Lucian

Cada vez que cierro los ojos, esa noche me golpea de nuevo. Me siento como si estuviera atrapado en un ciclo que no puedo romper.

Inicio del flashback

—Lucian, ven a la fiesta con nosotros, será divertido —me dice Paulo, pero ni siquiera sé si tengo ganas de divertirme. Mi mente está un torbellino. Por un lado, está el fantasma de Maria, que aún me persigue, y por el otro, Victoria. Es un dilema constante: quiero dejar de pensar en el pasado, pero la presencia de Victoria parece traerme a la superficie todos esos sentimientos a los que no quiero dar espacio. Siento como si estuviera atrapado entre dos mundos, uno que me sigue anclado a lo que ya no existe, y otro que podría ser nuevo, fresco y lleno de posibilidades.

Al final, después de darle muchas vueltas, acepto ir a la fiesta. Tal vez esta noche me ayude a desconectar, aunque ni yo me creo que lo estoy diciendo. A veces me siento tan patético, tan incapaz de cambiar lo que siento, como si estuviera condenado a arrastrar este peso para siempre.

La fiesta está en una mansión impresionante. El dueño debe tener una fortuna, lo supe nada más llegar. La gente está conversando en grupos, y yo... yo solo estoy ahí, rodeado de caras que no me dicen nada. De alguna manera, aunque todos parecen estar disfrutando, yo me siento vacío, como si nada de lo que estuviera pasando tuviera algún significado real para mí.

Una chica rubia se me acerca. Paulo me mira desde lejos y me lanza una sonrisa como animándome a seguir adelante. ¿Qué se supone que debo hacer? Soy un chico de 16 años, ¿verdad? Soltero, libre, y aquí está una chica guapa ofreciéndome su atención. ¿Por qué no?

Hago un esfuerzo por seguirle el juego, pero algo en mí no encaja. Subimos las escaleras, ella me toma de la mano con esa confianza que las chicas suelen tener, como si ya lo hubiéramos hecho todo antes. Yo, por mi parte, me siento más perdido que nunca. Ni siquiera sé hacia dónde vamos. La casa es tan grande, tan lujosa, y yo me siento más pequeño que nunca, como un niño que juega a ser adulto.

Llego a un balcón con ella. La vista es increíble, pero mi mente está en otro lado. Me pregunto qué estoy haciendo aquí. No la conozco, ni siquiera sé su nombre, y de repente, me besa. No sé qué me sorprende más: el beso o lo vacía que se siente la situación. Respondo mecánicamente, por inercia, pero no siento nada. Es como si mi corazón estuviera bloqueado, encerrado en un lugar del que no puedo escapar. Es todo tan superficial, tan... vacío.

Y entonces, la veo. Victoria. No puede ser. Estoy atrapado en un lugar donde no quiero estar, con una chica que no quiero besar, y ella me está mirando. Es como si el mundo se detuviera. Mi cuerpo reacciona antes que mi mente. Corro tras ella, tratando de alcanzarla, pero lo único que siento es un miedo abrumador. El miedo de perderla, de que me haya visto en lo peor de mí. Mi cerebro grita que fui un idiota, pero mis piernas no me escuchan. Soy tan estúpido, tan torpe, y la veo alejarse. Ya es demasiado tarde.

Fin del flashback

He intentado hablar con Victoria, pero sé que lo que vio es suficiente para arruinar cualquier posibilidad de acercamiento. Las palabras me faltan. Me siento como si estuviera flotando en un mar de arrepentimiento, ahogándome en mi propia culpa. No hay nada que pueda hacer ahora. Solo quiero que me perdone, aunque sé que no lo merezco. La verdad es que me siento como si me hubiera traicionado a mí mismo, como si no pudiera escapar de la sombra de mi propio comportamiento.

...

Es lunes. El aire en el salón de clases está denso, como si todo lo que ha pasado estuviera presionando contra mis hombros. Victoria está al fondo, inmersa en lo que sea que esté estudiando. La miro sin que me vea, y la sensación es tan dolorosa como el primer día en que me di cuenta de lo que había hecho. Hay algo en ella que me calma, pero también me tortura. Es su forma de ser, tan abierta, tan expresiva. Todo lo que es ella me parece imposible de alcanzar ahora. No sé si merezco su amistad, pero quiero que vuelva a estar cerca de mí. Tal vez no como novios, pero sí como alguien en quien pueda confiar, alguien que me haga sentir que no todo está perdido.

No quiero perderla. No quiero que me olvide, porque Victoria... ella tiene esa luz que me hace querer ser mejor, que me hace sentir que, tal vez, yo también merezca algo bueno. Pero la verdad es que no sé si haya forma de redimirme.

—Hola, Lucian —me saluda Paulo, y me saca de mis pensamientos.

—Hola, bro —le respondo, aunque mi voz suena vacía, como si ya no estuviera aquí.

Me siento en mi pupitre, sin poder quitarme la imagen de Victoria de la cabeza. La forma en que mueve las manos mientras habla, tan expresiva, tan viva. Me encanta cómo muestra sus emociones sin temor, cómo su presencia ilumina cualquier habitación, pero ahora... ahora siento que estoy demasiado lejos de todo eso.

La miro sin querer, como un tonto. La necesidad de hablarle, de explicarle lo que siento, me consume, pero al mismo tiempo me aterra la idea de que se aleje aún más de mí. ¿Cómo puedo recuperar su confianza? ¿Cómo puedo hacer que me vea de nuevo sin todas las mentiras que he construido alrededor de mi vida?

Tal vez no sea amor lo que siento por Victoria, pero es algo profundo, algo que no puedo definir. Solo sé que quiero que ella esté en mi vida, como amiga, como alguien que me ayude a salir del lugar en el que me he metido.

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