CAPÍTULO 1: Iniciando un noviazgo

Alejandra

-Te amo -me dice Peter mientras me toma de las manos y me mira dulcemente a los ojos.

¿Estoy acaso soñando?

Me quedo callada unos segundos, sin saber qué decir, analizando si escuché bien.

Es que, ¡es Peter! El chico por el cual vengo suspirando desde principios del año pasado, el guapo chico sexy de ojos verdes que ingresó el año pasado a nuestro colegio, y que me fue enamorando poco a poco con su manera de ser.

Por el cual vengo suspirando desde que lo conocí.

Hasta hace tres meses en este año (ahora estamos en abril del 2017), él apenas y sabía que existía. Bueeno, tan así así no, simplemente me conocía como la loca amiga de Samantha, quien es una de mis mejores amigas además de Melissa y Alice, muy popular en el colegio por lo guapa que es, además de su buen cuerpo su principal atractivo es su cabello pelirrojo vino, el cual sí es natural.

En fin, estaba (y estoy, mucho) enamorada secretamente de Peter, prácticamente era mi inalcanzable crush. Y este tierno secreto sólo lo conocían mis mejores amigas. Cada vez que lo veía pasar por mi lado se me escapaba un embelesado suspirote.

Pero al retornar a clases este año se fue haciendo más evidente la forma en que miraba a Peter, él poco a poco fue percatándose y fue dándose cuenta de que no era simplemente la loca amiga de Samantha, pues el año pasado estaba en un curso paralelo al mío, en cambio este año lo cambiaron a mi clase. Agradecí infinitamente a Dios por ello, pues este es nuestro último año de colegio, sexto de secundaria, somos la promoción 2017.

Volviendo a abordar este tema, Peter y yo empezamos con un hola, continuamos con un ¿cómo estás?, luego con pequeñas conversaciones antes de entrar a clases, trivialidades y preguntas básicas sobre cada uno, por ejemplo edad, materia favorita, profesor más odiado, sus porqués y etcétera.

¡Y yo sentía que el mundo se me paraba!

Mientras él me hablaba yo lo miraba algo embelesada y le respondía sus preguntas con una sonriente timidez.

¡Al fín mi crush me hablaba!

Unos días después Peter al iniciar la clase de matemática ni bien llegó dejó su mochila en un asiento al lado izquierdo de mi pupitre y se sentó, mirándome directamente con una sonrisa que hinchó mi corazón de emoción.

¡Era de no creerse! ¡Mi crush se estaba sentando a mi lado! ¡A mi lado!

No sabía si gritar o llenarlo de besos.

Me limité a decir un «Hola, Peter», sonriendo nerviosa, además que sentía un brillo especial en mi mirada. ¿Él se percataría de aquello? Mientras Samantha quien estaba sentada a mi lado derecho en mi mismo pupitre lo saludó también, sólo que de forma más animada que la mía, y le preguntó qué hacía ahí. Melissa y Alice estaban sentadas un pupitre adelante de nosotras, así que también lo saludaron (entre las cuatro intercalábamos lugares a diario, para estar siempre juntas.)

Peter respondió nuestros saludos y me preguntó una duda que tenía con un ejercicio. No es que yo fuese la corcha (1) del aula, tampoco la peor alumna, simplemente soy regular en los estudios, como todos, una más del montón. Además que Peter cuando se lo propone es un buen alumno, muy inteligente, ¡si hasta domina la condenada física!. Por ello supuse que eso del ejercicio era un pretexto para acercarse a mí, porque si bien no soy mala en matemáticas, tampoco es mi materia fuerte, y eso todos en el curso lo saben.

¡Peter quería acercarse a mí! Samantha también lo notó y me codeó el brazo pícara.

El ejercicio que quería preguntarme era ese de los ejes X y Y, que no hallaba el punto de equilibrio y no entendía por qué. Se lo expliqué como pude y mientras tanto notaba cómo me miraba, no atendía mucho en sí al ejercicio, lo pillé unos instantes con su mirada posada en mí.

«-Eres muy bonita.

-¿Gracias? -respondí en una pregunta, pero me fue inevitable sonrojarme y brindarle una breve tímida sonrisa mientras retomaba el hilo de la explicación.»

Se sienta a mi lado en clases desde entonces y establecí aquel asiento como el definitivo, a veces me toca sentarme junto a Melissa, otras de nuevo con Samantha y otras con Alice, pero en mi lado izquierdo en el pupitre contiguo su ocupante no cambia.

Peter y yo fuimos interactuando más, yo poco a poco fui perdiendo mi timidez y le hablaba más animada, él también me fue viendo como una genial amiga. También hablaba con mis amigas -quienes nos shippeaban internamente y decían que hacíamos una encantadora pareja-, pero lo hacía más conmigo, y había instantes en los cuales todavía podía creérmelo.

Llegamos a meter bulla juntos en clases, a carcajear de cualquier tontería mientras los profesores hablaban de algo importante en clases, e incluso hubo una vez que la profesora de química no resistió y muy enfadada nos expulsó de la clase hacia la dirección. Salimos orinándonos de la risa, pues Peter me había contado un chiste buenísimo malísimo.

Segundos después cuando me iba calmando poco a poco me percaté que no nos estábamos dirigiendo a la dirección.

«-Peter, por aquí no es la dirección -le indiqué con resquicios de risa.

-Ya lo sé -fue lo único que respondió, ya serenándose.

-Y, ¿entonces? -me confundí.

-Ven -y tomó mi mano, sin más, guiándome.

-¿A dónde vamos?

-Tú sólo ven -me sonrió con esos ojos verdes que tanto amo y continuó guiándome.

Nos estuvimos en un pasillo, en esta área del colegio no suele pasar mucha gente.

-Alejandra -me dijo, me miró a los ojos, permaneció unos segundos así y prosiguió-, eres una chica muy agradable, disfruto mucho con tu compañía y -se detuvo, suspiró y lo dijo-. Me gustas.»

Lo había dicho. ¡Lo había dicho, lo había dicho, lo había dicho! Creo que muchas comprenden mi emoción, pues no en todos los casos tu crush te dice que le gustas.

Me sonrojé al instante y no dije una sola palabra, me quedé en modo papel. En un acto reflejo coloqué un mechón de cabello tras mi oreja.

«-Te, ¿gusto? -repetí como tonta, preguntándome aún si acaso estaba soñando.»

Me pellizqué la mano para verificar eso. No, dichosamente parecía no serlo.

«-Lo haces. Me gustas con locura -entonces fue acercando su rostro hacia el mío. Lentamente...»

¡Peter quería besarme! Y yo vaya que moría por hacerlo. Varias veces había soñado en cómo sería mi primer beso con él, y en donde. ¿En nuestra primera cita? ¿Bajo la lluvia? ¿En un paseo por la plaza? ¿En el cine o viendo una película en casa? ¿Me despertaría esas mariposas en el estómago? Aunque y vaya que estaban despertando... mi corazón también latía muy acelerado.

¿Sería Peter bueno besando?

Y lo más importante: ¿Descubriría que tal vez él sería el posible amor de mi vida?

Okay, soy muy romántica, lo admito.

Ante la situación fui cerrando los ojos poco a poco, al igual que Peter, pero antes de cerrarlos por completo divisé al profesor Quintanilla, el vejete ese de matemáticas aproximándose.

¡Tenía que ser el vejete Mantequilla del ocho! Era un momento perfecto, mi crush confesaba que le gustaba, quería besarme, estábamos completamente solos, por ese pasillo casi no pasa nadie y ya casi casi a la hora de verdad, a nuestro querido profe se le ocurrió la genial idea de pasar por allí.

Hermoso, vaya que sí.

«-¡Aléjate, aléjate! -lo detuve en su intento, susurrando alarmada, Peter se detuvo anonadado, pero ni le di tiempo de decir nada, lo tomé de la mano y rápidamente nos fuimos a un rincón más a la derecha del pasillo, antes de ser vistos. Ya allí suspiré muy aliviada.

-¿Qué pasó? -me preguntó entre susurros.

-Es el vejete Mantequilla -lo señalé con la mirada, por cierto, los alumnos de este colegio lo bautizamos con ese apodo dado a que es un profesor de matemáticas, y lo siguiente es la continuación de su apellido.

-¿Pero qué...? -quiso decir Peter, pero no lo dejé.

-¡Shhh! -le ordené-. Que no te vea, que no te oiga, que no te sienta -susurré en voz muy bajita, y justo el nombrado vejete mant... digo, el mencionado profesor pasó por nuestro lado. Parecía muy molesto, por la jeta que traía, miraba su reloj de mano exasperado y hablaba solo, protestando contra no me acuerdo quién, contra sus parientes primates, tal vez, o contra sus seis hermanitos enanitos, quién sabe.»

Me alivié muchísimo más cuando se fue, con ese humorcito que se cargaba si nos pillaba a Peter y a mí en pleno beso nos habría acusado de actos sexuales exhibidos con el director y eso habría supuesto la expulsión para ambos.

Seep, es que enserio, en vez de ser profesor de matemáticas debería serlo de literatura, con especialidad en los guiones teatrales, pues es un experto dramatizando las cosas e inventando excepcionales escenas bien descritas. Qué va, es un tremendo exagerado.

«-Se pasa, ¿enserio el haber llegado media hora tarde es el peor problema de su vida? -Peter carcajeó irónico y entre pausas.

-Ya sabemos cómo es -dije tímida, recordando el beso que habíamos estado a punto de darnos.

-Y, ¿por qué nos fuimos así de súbito? -cuestionó frunciendo el ceño, haciéndose el ingenuo. Se veía (y ve) tan sexy haciendo eso.

-T.tú sabes por qué -tartamudeé, agachando la vista, avergonzada por algo que anhelaba hacer hace tiempo.

-No, creo que no lo sé. Dímelo tú -sonrió arrogante y se cruzó de brazos, mirándome fijamente.

-¡Oye, no te hagas el menso! -lo golpeé divertida, pero aún avergonzada-. Bien sabes a qué me refiero.

-O sea que admites que también querías besarme -sonríe triunfante.

-¡Bueno! -exclamé en un acto reflejo, como intentando decir "pero" en un reclamo-. Eso no, quiero decir, sí, pero no... ¡Agh, yo me entiendo!»

Entonces me besó.

Me besó repentinamente, no esperó a que terminase de hablar. Lo hizo.

Me quedé tonta unos dos segundos, pues eso tardé en caer en cuenta que realmente estaba sucediendo.

Y esos dos segundos duró el beso, pues lo corté de súbito, antes de caer totalmente rendida ante sus labios que moría de ganas por degustar.

«-No, así no -dije agitada.

-¿Y ahora qué pasó?

-Así no -repetí.

-¿Así como?

-Así. Peter, yo... -hice una breve pausa, reuniendo el valor para preguntarle algo muy importante.»

Algo de lo cual dependería el siguiente paso a dar.

Suspiré y lo miré fijamente a los ojos.

«-Dijiste que te gusto, ¿no es cierto?

-Así es -confirmó extrañado.

-Dijiste que porque soy agradable y disfrutas con mi compañía, ¿no?

-Sí...

-¿Pero qué específicamente te gusta de mí, Peter? Por ejemplo, ¿qué es lo que te hace disfrutar de mi compañía? El año pasado apenas y sabías que existía... -dudé, entonces él se quedó callado unos segundos.»

Fueron unos segundos de suspenso por la que sería su respuesta.

«-Todo, todo en ti me gusta, me encanta, como te dije, eres agradable, me atrae la forma en cómo eres, lo única y genial, además divertida. Aparte eres muy hermosa. ¿Cómo podrías no gustarme si traes un pack completo de todas esas cualidades? -suspiré derretida ante sus palabras, que me hacían la chica más dichosa del planeta.»

Tuve que reprimir las ganas que tenía de gritárselo al mundo entero.

«-Tú también eres genial. Me gustaste desde el primer momento en que te vi.

-¿Y por qué no me hablaste?

-Me ponía nerviosa y tenía miedo de soltar alguna incoherencia.

-No debiste. Con incoherencias y todo continuarías gustándome. Eso no cambiaría en nada la forma en que te miro -sentía encogerme cada vez más y más en mi sitio. Pero de amor-. Ahora, ¿podemos besarnos? -volvió a acercar sus labios hacia mí, sólo que con más rapidez que hacia momentos.

-¡Espera!

-¿Qué sucedió? -parecía un poco fastidiado pero creo que sólo fue mi imaginación.

-Antes de besarnos, es obvio que debemos empezar a salir -dije seria, es que no quería que lo nuestro empezase por un impulso mío ante sus bonitas palabras. Quería que fuese verdaderamente especial-. Ya sabes, lo tradicional, como una salida al cine o, nuestra primera cita. Sería lo correcto -hablé nerviosa y me sonrojé ante lo dicho, sintiéndome un poco avergonzada.

Hubo unos instantes de silencio.»

¿No que son los chicos quienes proponen esto primero? ¿Los de la iniciativa? Prácticamente yo estaba invitando a Peter a salir o tener una cita conmigo y en ese aspecto yo soy algo chapada a la antigua. Me encanta lo tradicional, ya saben, un ramo de rosas, halagos bonitos, salidas al cine, paseos románticos, cálidos abrazos y hasta llegué a imaginar nuestro primer beso con Peter bajo la lluvia, luego él me cubriría del frío con su chaqueta y después de conocernos mutuamente y muy bien, en algún lugar especial para ambos me confesaría que me amaba. Ya conocen el desenlace.

Sip, soy una chica cursi. Aunque me quedo atrás en ese aspecto en comparación a mi mejor amiga, Melissa, ella es aún más romántica que yo si es que fuera posible.

«-Tienes razón -sonrió él, hablando al fin, abrazándome por la cintura, mientras nuestros alientos se entremezclaban sutilmente-. Así podré presumir que primero me estoy ganando tu corazón. Quiero ser perfecto para ti, Alejandra.»

A la par que me hablaba su mirada no paraba de fundirse en la mía, como si quisiera volverse uno solo conmigo.

Me abstuve de decirle que ya me parecía perfecto, en sentido figurado y físico hablando claro, pues ningún ser humano escapa a las imperfecciones. Así como virtudes, contamos también con defectos, solamente hay que intentar no acumular mucho de los últimos o aceptar los irremediables.

Para mí, Peter rebosa de virtudes, las cuales opacan a sus defectos.

Y así comenzamos a salir. Primeramente me invitó al cine, fuimos al Multicine, ese que queda cerca a La plaza Isabel, la Católica. Aclaro con esto que resido en la ciudad de La Paz, Bolivia. Sí, soy boliviana.

Regresando al tema Peter eligió la película, la cual era "Rápidos y Furiosos 8". Confieso que desde hacia mucho moría por ver una película romántica junto a él, para hacer aún más especial el momento. Pero no me quejé, pues Rápidos y Furiosos en lo personal me gusta, no mucho puesto que no soy de ver tanto así bastante películas de acción pero aún así me gusta, hay algunas buenísimas y "Rápidos y Furiosos" se encuentra entre ellas. Acepté por él, pues se veía emocionado por verla pronto. Ya habría otro momento para nuestra película romántica.

Mientras duró aquella recosté mi cabeza entre su pecho, buscando aferrarme a él. Entonces Peter me abrazó por la espalda, haciéndome sentir protegida. Hubo ciertas escenas emocionantes en la película, y en las tales se me da por gritar de emoción, adrenalina por sus aventuras, alentando o protestando contra los personajes. Pero me contuve por Peter, ¿qué hubiese pensado de mí si me veía gritar como loca eufórica? No quería frustrar nuestra salida, así que grité en mi mente, lo cual provocaba que me moviese un poco, sin estar muy percatada de ello.

Luego me llevó a comer un helado dentro el mismo Multicine. Ambos elegimos uno de chocolate suizo. Ese momento fue divertido, quería jugar con él, así que embadurné mi dedo indice con helado y lo manché en su nariz, mientras le dirigía una traviesa sonrisa que lo incitaba a jugar, él me miró fulminante y me hizo lo mismo, luego manché su mejilla izquierda y él mi quijada, nos reímos muy a gusto a la par, hicimos esto una tercera vez. Pero cuando quise hacer mi nuevo cometido Peter se hizo a un lado y con lo que parecía seriedad me dijo que terminara mi helado. Algo sorprendida le obedecí. No me habló luego.

¿Sería que mi actitud fue muy infantil? O tal vez lo había hecho quedar mal con alguien, era lo más probable, así que volteé hacia los lados en busca de algún amigo suyo, pero, efectivamente, nadie había.

Al terminar Peter pagó los helados, nos fuimos y dirigimos hacia la Avenida 6 de Agosto, desde la cual embarcamos un minibús, el cual nos llevaría hasta la Zona Sur, Obrajes, y de allí tomaríamos un trufi el cual se dirigiría hacia la zona de Alto Obrajes, en donde queda mi casa. La susodicha zona es una muy bonita y tranquila, ideal para dar un paseo por las tardes, pues hay poco tráfico y las casas que allí se encuentran adornando las veredas son pintorescas y cada una con sus respectivas plantas y árboles (la mayoría frutales). E incluso hasta los edificios por ahí tienen un ambiente sumamente hogareño.

Regresando al tema, a pesar del suceso del helado, había sido un día estupendo y muy romántico junto a él. Mi sueño con mi crush comenzaba a volverse realidad. Durante el trayecto de regreso pensaba embelesada en aquello, pero comencé a notar a Peter distante. Esperaba que me hablara y comentara cómo le había parecido el día y la salida, pero nada. Además de que el tráfico estaba horrible, muy lento. Empecé a repiquetear mis dedos contra mis muslos, poniéndome un poco inquieta, luego vi la hora en mi celular, faltaba poco para que diesen las siete de la noche, como quince minutos, todavía estaba a tiempo de llegar a la hora que me había dicho mamá, máximo siete y media. Suspiré y frustrada volví la vista al frente, parando el repiqueteo de mis dedos, una señora y un joven cabeceaban de sueño en el asiento de adelante y el señor sentado detrás de Peter ya dormía. Y Peter seguía sin hablar.

-¿Estás enfadado conmigo? -no pude más. Ese silencio era muy incómodo para mi gusto. Peter siquiera me miraba, o lo hacía hacia el frente o dirigía si mirada para la ventanilla de la movilidad, volteando casi del todo su lindo rostro, el cual tras mis palabras lo dirigió hacia mí.

-Claro que no, ¿cómo crees? -me brindó una media sonrisa.

-Te noto un poco distante.

-Sólo pensaba en lo especial que fue nuestro día.

Nuestro día, uno de los tantos que pasaríamos juntos. Mis mejillas se tiñeron de un leve rojo y sonreí de manera involuntaria y tímida. Dirigí la vista hacia un lado y de inmediato la volví hacia Peter de nuevo, mordiéndome levemente los labios.

-¿De verdad no estás enfadado conmigo por lo del helado?

-¿Cómo se te ocurre? Si eso fue divertido.

-Pero ya no quisiste jugar.

-Había recordado algo importante.

Conque era eso. Me sentí un poco aliviada ante lo dicho.

-Ya entiendo. ¿Hay algo que te preocupe?

-Nada en especial -me tomó de las manos, sonriéndome. Al instante sentí una especie de corriente eléctrica recorrerme. Involuntariamente bajé la vista hacia nuestra manos que ahora se entrelazaban-. Lo especial fue pasar el día a tu lado, justamente porque tu compañía lo hizo especial.

Sonreí ante sus palabras y lo miré dulcemente a los ojos unos momentos. Acto seguido apoyé mi cabeza sobre su hombro y volví a suspirar.

-Te quiero Peter. Te quiero mucho, tú también eres especial para mí. Con lo del helado sólo quise hacerte pasar un buen momento.

-Lo sé -besó mi cabeza y abrazándome por la espalda con firmeza-. Lo sé -repitió.

Me relajé tanto con saber que en realidad nunca estuvo enfadado conmigo y hasta en realidad había disfrutado con mi compañía, que cerré los ojos y caí dormida sin darme cuenta, apoyada en el hombro de Peter y con una leve sonrisa plantada en la cara.

Sentía toques en mi hombro, entonces abrí los ojos y vi a Peter frente a mí.

-Despierta, ya casi llegamos, bajaremos en menos de tres cuadras -me dijo y me desperecé en el acto.

-Lo siento, me quedé dormida -afirmé lo obvio como disculpa.

-Tranquila, te ves tan linda cuando duermes.

-¿Te parece? -bostecé.

-Me parece, creo que tendré a una chica muy linda como novia -asintió afirmativamente. Pero no me dió tiempo a responder ya que le anunció al conductor que bajaríamos en la calle siguiente.

Así lo hicimos. Acto seguido caminamos dos cuadras arriba a la derecha y nos embarcamos en el trufi que nos llevaría hasta cerca de mi casa, suerte que ese tarda en un rango de aproximadamente siete minutos en llegar a su destino. Ya dentro volví a fijarme la hora en mi celular, el cual marcaba las siete de la noche con veintisiete minutos.

-Faltan tres minutos para las siete y media -mencioné un poco preocupada, mirándolo-. ¿Crees que mi madre se moleste con nosotros?

-La verdad, no lo creo -volvió a atraerme en un abrazo-. Ella sabe que hago esto para conquistarte.

Y es que Peter se lleva tan bien con mamá, a ella él le agrada bastante, dice que es un muchacho educado, caballeroso, amable, bien parecido... Que si dado el caso llegáramos a enamorarnos lo aprobaría. Papá es el que se muestra reticente con él, no lo aprueba, dice que Peter tiene un no sé qué de raro, que dá cierta impresión de esconder algo.

Paranoias de papá, es que él es consciente de que me rompieron el corazón unas veces, y es obvio que quiera protegerme al conocer las intenciones románticas de Peter, lo entiendo. Aún no quiere darse la oportunidad de conocerlo a fondo y no está seguro de que si aprobaría algún noviazgo entre nosotros. Estoy en el proceso de convencerlo, pues que algunos chicos resulten ser unos patanes no significa que todos sean de la misma calaña.

Al llegar bajamos y caminamos las tres cuadras que faltaban para mi casa. Caminábamos en silencio, pero éste nos era agradable.

Dirigí la vista al cielo unos momentos. Lucía hermoso y resplandeciente de estrellas, con una media luna que poco a poco tendía a querer ocultarse entre ese manto divino de fulgor.

Pensé en mi hermana entonces.

Valentina fue mi hermana mayor. Digo que fue dado a que ella murió hace como dos años y medio, y debo decir que su muerte me marcó bastante. Éramos muy unidas, y ella era la mejor de entre las mejores amigas que tenía. Siempre estaba ahí para mí y yo allí para ella, siempre cada una dispuesta para la otra. Era cuatro años mayor que yo, pero la diferencia de edades entre nosotras no eran ninguna razón para impedir nuestra increíble amistad.

Cuando ella falleció el mundo simplemente paró para mí, bueno, esto en el lapso de un mes en el cual estaba en un severo estado de shock, no me la creía, no lo asimilaba, me costaba hacerlo, o mejor dicho en realidad tan siquiera hacía el intento. Fue el mes más surreal de mi vida, le daba vueltas y vueltas al asunto y llegaba únicamente a la conclusión de que Valentina no podía estar muerta, no podía estarlo, era simple y sencillamente imposible, cualquier momento entraría a mi habitación, me abrazaría y me explicaría lo que había sucedido realmente.

Nunca sucedió.

La fase de negación fue más larga y horrible de lo que creí.

A pesar de que yo estuve presente en el velorio de Valentina y presencié el momento en que les entregaron sus cenizas a mis padres después de incinerarla no lo creía, en mi mente gritaba que todo era un malentendido e incluso se me escapó aquel pensamiento en pleno velorio. A gritos imploré desesperada que pararan con todo aquello, que cómo podían ser capaces de una crueldad como esa, que cómo podían fingir de esa manera la muerte de mi hermana, con el rostro súbitamente empapado en lágrimas les afirmaba que ella pronto aparecería y se molestaría al ver semejante teatro. Entonces mis padres y Jack, mi hermano mellizo, se acercaron a abrazarme e intentar reconfortarme. Prácticamente casi me deshice entre sus brazos.

No volví a emitir palabra alguna hasta el momento de la incineración. Cuando esas personas les entregaron las cenizas de Valentina a mis papás ellos aferraron su urna hacia su pecho, derramando silenciosas lágrimas y diciéndole que no sabía lo mucho que les haría falta y que buscarían hasta las últimas instancias justicia para ella según la vía legal.

Sí, a mi hermana la asesinaron de la forma más cobarde y cruel que pueda existir.

Jack hizo lo mismo con la urna, diciéndole lo mucho que la extrañaría y que si estaba arriba en el cielo mirándonos no olvidase lo mucho que la amábamos, que descansase en paz. Yo mantenía mi mirada fría y fija hacia un punto inexacto, estaba incrédula ante lo que sucedía. Cuando llegó mi turno de sostener la urna de mi hermana retrocedí dos pasos hacia atrás, mirando con odio la tal.

«-Sostenla, hija -me había dicho mamá.»

Pero negué con la cabeza, retrocediendo otro paso.

-«Déjenme -musité, sin derramar lágrima alguna-. Ya basta, paren con esto. Eso de ahí no es mi hermana. No puedo creer lo que están haciendo y ella tampoco lo va creer en cuanto lo vea -dije con sumo desprecio, haciéndolo denotar en cada una de mis palabras.»

Fueron las últimas palabras que emití por aquél mes.

«-Hija... -mamá quiso acariciarme la cabellera, pero me hice a un lado y salí del lugar»

Luego de eso no hablé con absolutamente nadie, si iba al colegio era por inercia y cabe decir que mi rendimiento escolar bajó considerablemente. Estaba aislada entre mi propia mente, perdida en mis pensamientos y recuerdos. Todos intentaban hablarme o animarme pero no hacía caso alguno o me limitaba a responder con tajantes monosílabos.

Mis padres, Jack y mi pequeña hermana Emma también sufrían mucho, se les notaba las facciones opacadas y demacradas, pero yo me encontraba totalmente ausente como para ponerme a pensar si estaba siendo egoísta.

Y vaya que sí lo estaba siendo. Valentina no sólo era mi hermana, también lo era de Jack, lo era de Emma, era también una muy apreciada hija y mis padres debían estar totalmente desvastados. Todos la amábamos, no tan solamente yo y no hacía más que en pensar en mí, en pensar el por qué Valentina no regresaba. Ni siquiera les preguntaba cómo estaban o cómo lo estaban asimilando. Emma tenía tan sólo siete, también era muy apegada a Valentina y no me molesté en hablarle o preguntarle al menos cómo estaba.

Ahora me siento tremendamente culpable por ello.

Mis padres al ver que aún no aceptaba la muerte de mi hermana y estaba reticente ante ello, e incluso a sus vanos intentos de querer conversar conmigo y por encima siquiera quería casi probar bocado alguno resolvieron llevarme con un psicólogo. Así lo hicieron pero esa sesión fue un fiasco, al menos la primera, pues tan sólo me limité a confirmar que me llamaba Alejandra y nada más. Excepto en un momento en que las palabras del psicólogo terminaron por marearme y me hicieron decirle con toda seriedad y de forma abrupta que mi hermana no estaba muerta. La resolución del psicólogo fue que todavía no había superado la fase de negación ante la pérdida del ser querido, pero acabaría haciéndolo tarde o temprano, les aconsejó a mis padres que no se rindiesen conmigo, que en cualquier momento yo estaría dispuesta a exteriorizarles mis sentimientos.

Todas las palabras que fui escuchando por aquel mes me eran como ecos vacíos y sin sentido, no me detenía a analizar de qué trataban. Estaba entercada con la idea de que Valentina no estaba muerta, pero conforme fueron pasando los días y finalizando aquel horrible mes poco a poco esa esperanza fue desvaneciéndose y poco a poco desperté y reaccioné de mi letargo, me fui recuperando de aquel shock que parecía ser eterno. Valentina no regresaría nunca. Lo acepté por fin y entonces sucedió. Una tarde me dirigí a la habitación de mamá, quien miraba nostálgicamente hacia el exterior de la ventana, sentada sobre la cama.

-«Valentina murió, ¿verdad mamá? -eran las primeras palabras que le dirigía desde la cremación de mi hermana.»

Mamá me miró sorprendida y de repente algunas lágrimas cayeron por su rostro, asintió en respuesta y extendió sus brazos para poder abrazarme. Me acerqué con rapidez hacia ella y hundí la cabeza en su pecho, empezando a llorar. Fue la primera vez que lloré y lamenté la muerte de mi hermana. Lo hacía en silencio, ya aceptándolo y doliéndome por su ausencia. A la par mamá me besaba y acariciaba la cabellera, llorando casi silenciosamente junto conmigo.

«-Perdóname, mamá -le dije en cuanto mi llanto fue aminorando, sorbí la nariz, me erguí y la miré a los ojos-. Perdóname por haber sido tan egoísta, por no haberlos apoyado, por creer que yo era la única que sentía la ausencia de mi hermana... Perdón.»

Entonces me abrazó, pero esta vez con ambas manos y acariciándome la espalda.

«-Es comprensible, hija mía, totalmente comprensible. Ustedes dos eran tan unidas que esto debió ser aún más duro para ti de asimilar. Créeme que lo entiendo, pero quiero que sepas que tu padre, tus hermanos y yo tan sólo queríamos y queremos ayudarte a sobrellevar y aceptar lo ocurrido, fue una fatalidad pero debemos seguir adelante -en sus palabras denotaba lo preocupados que habían estado por mí, lo cual me hizo sentir sumamente culpable y que me diesen punzadas al corazón.

«-Lo sé, ahora lo sé. Volveré a ser yo, te lo prometo, no volveré a ser tan egoísta. También quiero brindarte mi apoyo, puesto que no soy la única que está sufriendo.»

Y así fue como superé esa fase de negación relativa a la muerte de mi hermana. Le guardé luto durante otro mes y recordaba con nostalgia todos los lindos y especiales momentos vividos con ella, mientras ahora sí ponía de mi parte para compensar el apoyo que en un principio no brindé a mis padres, a Jack y sobretodo a Emma, les pedí perdón a todos y especialmente a mi pequeña, permitiendo que también pudieran exteriorizar sus sentimientos conmigo y viceversa. Así poco a poco dejé de estar triste y aprendí a vivir con ello, me hice a la idea.

Pero contra todo pronóstico la muerte de mi hermana no quedó ni quedará allí, es algo que al menos en lo personal nunca superaré. Jamás he de olvidar que a ella la asesinaron, que le arrebataron su vida y las muchas cosas que aún le faltaba por vivir, por ejemplo, su sueño era volverse una gran veterinaria, y no lo consiguió porque la mataron antes. No deseo venganza, ni mi familia tampoco, pero no vamos a descansar hasta hacerle justicia y ver a su asesino u asesina tras las rejas.

Veía el cielo estrellado, suspiraba y pensaba en ella, preguntándome si estaba siendo testigo de mi reciente felicidad al lado de Peter, si ella estuviera viva ya estaría saltando y abrazándome llena de alegría felicitándome por haber encontrado al fín el amor de mi vida.

Llegamos a casa y Peter se despidió recordándome lo maravilloso que había estado el día, lo bien que lo había pasado a mi lado y que estaba muy hermosa, mucho más bajo el brillo y fulgor de las estrellas -entre las cuales me gusta pensar que está mi hermana, observándome-; y acto seguido me dió un beso en la mejilla, casi cerca, muy peligrosamente cerca a mis labios, haciéndome tentar de besar los suyos, pero tenía que resistir, no podía hacerlo hasta que él se me declarara. Me sonrojé de una forma intensa y me quedé anonadada mirándolo.

-Buenas noches -es lo único que atiné a decir.

-Buenas noches princesa -me guiñó un ojo y se retiró, mientras tocaba el timbre de mi casa, pues había olvidado mis llaves.

Hubo más salidas, hubo más momentos especiales que compartimos juntos, hubieron más pláticas en clases y mis amigas y yo no hacíamos más que preguntarnos impacientes el cuándo se me declararía.

Ese cuando acaba de ocurrir hoy, en este momento, en este preciso instante.

-Te amo -me dice Peter mientras me toma de las manos y me mira dulcemente a los ojos. Ahora espera por mi respuesta, respuesta que muero por decírsela desde que comenzó a gustarme.

-Yo también te amo -confieso con todo sentimiento, con todo mi corazón, el cual tras decir esas palabras se lo estoy entregando en sus manos.

Y a favor de todo pronóstico, a favor mío, él me agarra firmemente por la cintura y me besa. Yo le correspondo casi de inmediato.

Dios, siento morir, siento que me desvaneceré aquí mismo, entre sus brazos.

¡Soñé muchísimas veces con este tan ansiado momento! ¡Muchísimas! Y se me está haciendo, por fín se me hizo, las mariposas no paran de revolotear en mi estómago. Mi lengua explora la suya, entre tímida y ansiosa, más es él quien guía mis labios y mi lengua también, mordiendo los primeros. Dando así nuestro primer beso de amor.

N/A:

¡Aaaaaaal fíiiiiin! ¡Al fín, al fín, al fín! Como diría Alejandra, ¡al fín primer capítulo bien editado, pulido y publicado! Tardé en publicar para no descuidar ni un detalle en este capítulo, pero aquí se los entregó. Cuidé lo mejor que pude la ortografía y la gramática, así que como cada detalle en la narración. Esta, como les dije, fue la primera historia que subí a Wattpad en mi vida, y ahora sí está quedando como la imaginaba. Sinceramente me encantó.

Y si bien el final del capítulo parece ser el final de la historia, queridos míos: Es tan solamente el principio, el principio de todo.

¿Les gustó? Espero que sí :-* y si es así no dejen de votar y comentar ;-) que les estaré muy agradecida.

Aclarar que la novela está ambientada en mi ciudad y país natal, La Paz - Bolivia, y a continuación explico los términos que utilicé en cursiva:

1) Plaza Isabel la Católica: Una bonita plaza que queda cerca a La zona central de la ciudad de La Paz.

2) Avenida 6 de Agosto: Es una larga avenida que comienza desde el final del Prado (ubicado en la zona central) y termina muchas cuadras abajo.

3) Minibús: Es un tipo de bus pequeño.

4)

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