Capítulo 2.

Capítulo 2

[¡Eres desagradable!]

~*~*~

—¿Estás seguro?— cruzó los brazos sobre su pecho y miró ceñudo a su amigo y jefe.

—Lo estoy, me tomaré unas largas vacaciones— el chico pelirrojo se recostó en el asiento de la sala de espera.

—No puedes, MS entretaiment aún quiere...

—Lo sé, y lo haré desde casa Jong, tranquilo— el muchacho se puso aún más cómodo.

El nombrado suspiró y se sentó al lado del pelirrojo, —está bien, pero no te retrases demasiado, sabes cómo se ponen de locos—, Kim Jonghyun era el Manager y amigo del famoso cantante, compositor y músico Prince T.

—Tú sólo diles que no les fallaré, lo tendrán incluso antes de la fecha acordada— dijo confiado.

—Más te vale cumplir— le señaló con el dedo, —odio hacer promesas en tu nombre y que luego sea a mí a quien le pateen el culo.

El pelirrojo se echó a reír, —amigo, ése es tu trabajo, dar tu culo por mí.

—Muy gracioso, Taemin— Jonghyun rió sin ganas; pero entonces una voz femenina resonó en los altavoces.

—Ese es mi vuelo— Taemin se puso de pie, —te veo en un par de días.

—Claro— Jonghyun le imitó, —dale mi saludos a tu familia.

El pelirrojo rodó los ojos, —¿quién es el gracioso ahora, eh?

Lee Taemin, mejor conocido en la industria de la música como Prince T, era un talentoso compositor que había pasado los últimos meses en Japón, y ahora planeaba regresar a la tierra que lo vio nacer, aunque eso significara que sólo Jinki se alegrara de verle. Taemin hubiera deseado pasar la mayor parte del vuelo durmiendo, pero eso no pudo ser ya que la señora a dos asientos de él no había podido mantener callado a su hijo, y eso irritó al pelirrojo. Además, estaba el asunto de que a último minuto su hermano le había avisado que no iba a poder ir por él al aeropuerto, sino que iría pareja, un tal Minho.

Desfiló por el pasillo, buscando con la mirada alguien que pareciera una persona formal, tal vez castaño, no lo sabía, porque ahora que lo pensaba con detenimiento no preguntó por ello, sólo se dedicó a quejarse cuando supo que un extraño iría por él.

—¡Ey!— un joven más alto que él le bloqueó el paso, —¿eres Prince T?

—Sí, y no doy autógrafos— anunció serio, esquivándolo con un par de pasos largos.

—No, no; espera...— el sujeto le dio alcance, aunque por el enorme ramo de flores que tenía entre las manos sus movimientos habían sido algo torpes.

—Mira, no acostumbro fotografiarme con fans— acomodó sus lentes oscuros, —tampoco acepto obsequios ni nada de eso.

—Te equivocas— el joven extendió los brazos ofreciéndole las flores, —soy Choi Minho y vine para llevarte hasta tu casa— se presentó, sonrió y bajó la cabeza.

Taemin parpadeó atónito, quitándose los lentes oscuros; —¿eres Minho?— y es que no lo podía creer, bueno, en realidad la sorpresa fue porque no lucía como pensó que sería. Minho vestía zapatos deportivos, unos jeans desgastados, algo que probablemente era un suéter un par de tallas más grandes de lo que debería, un par de gafas de montura gruesa y como si fuera poco, su cabello oscuro tenía demasiado fijador.

—Lamento la tardanza, ¿te ayudo con tu equipaje?— dijo el moreno.

Taemin se preguntó por qué se disculpaba, él no había esperado, pero decidió ignorarlo y responder a su pregunta; —no gracias, puedo solo—, y tiró con firmeza de su única maleta que arrastraba.

—En verdad, yo puedo ayudarte.

—He dicho que no; y no debiste traer flores— volvió a colocarse los lentes de sol y caminó con la intención de seguir los letreros que indicaban dónde estaba el estacionamiento.

—Pensé que te gustarían— Minho le dio alcance, y parecía querer platicar con él, —además de un buen gesto para darte la bienvenida.

—La verdad es que no es de mi agrado— contestó sin mirarle.

—¿Y... cómo estuvo el vuelo?— pegó el ramo a su pecho, tal vez sí se había excedido un poco con eso de las flores.

—Como todos los vuelos, nada relevante— meneó la mano libre en un gesto trivial.

—¿Es verdad que esta vez piensas quedarte en la ciudad por mucho tiempo?

—Tal vez.

—¿Es difícil componer música? He visto algunas partituras que Jinki usa y...

—¿Quieres por favor guardar silencio?— le interrumpió, —sólo vámonos.

Minho asintió con los labios apretados, no comprendía qué estaba mal con Taemin, él solamente había tratado de ser amable y una buena compañía de regreso.

Entonces estando muy cerca de la puerta que daba acceso al estacionamiento, un llanto infantil se escuchó. Minho detuvo el paso y buscó rápidamente con la mirada, y cuando halló a un pequeño, de tal vez unos cinco o seis años, corrió hacia él.

—¿Qué sucede?— se acuclilló para quedar a su altura y hablarle.

El infante balbuceó algo entre sus gemidos.

—¿Así que estás perdido, eh? Te ayudaré a encontrar a tu madre— dijo de manera amable y le tomó de la mano antes de ponerse de pie.

—¡¿Qué?!— Taemin frunció el ceño, había presenciado la escena, —¿sabes cuánto tiempo tomará eso?

—Tomará el tiempo que deba tomar— dijo Minho.

—Se hará tarde.

—No podemos dejar a un pequeño sólo así— el moreno le miró ceñudo.

—¿Eres tonto, o qué?— Taemin se acercó a él, retándolo. Y eso a Minho no le gustó, no le gustó que le llamara de esa manera.

—¿Y tú eres un insensible?— se acercó también, —ya te dije que no podemos dejarlo solo.

El pelirrojo le mantuvo la mirada unos segundos, luego bufó, —¡Bien! ¡Haz tu buena acción del día!

—¡Lo haré!— espetó seguro de sí mismo, marchando con el niño hacia el interior de una de las salas.

—Solo espero que en realidad no seas tan tonto como para buscarla tú mismo; mejor lleva al niño al puesto de seguridad, los guardias se harán cargo.

Minho apretó los labios y aminoró el paso, sí, claro, ¿cómo no había pensado en eso antes?, llevarlo al puesto de seguridad sería lo ideal.

Taemin se cruzó de brazos y se recargó en un pilar, en verdad esperaba que Minho no demorara demasiado.

Diez minutos después ambos caminaban en silencio entre los autos, Minho iba al frente, aún con el ramo de flores entre sus manos, pronto llegaría al área donde había aparcado, entonces conduciría hasta la casa de Taemin, donde le dejaría y ya.

Pero antes de llegar, un hombre de edad avanzada, junto con otro mucho más joven, se encontraba metiendo algunas cosas grandes a un maletero.

—¡Esperen!— Minho aceleró el paso y llegó hasta ellos, —les ayudaré— y sin esperar respuesta dejó las flores en el capó del auto y se dedicó a ayudar.

—¿Pero qué crees que haces?— exclamó Taemin.

—Ayudando, ¿qué no ves?— le respondió mirándolo sobre su hombro, introduciendo una gran bolsa al maletero.

—Minho, eres... ¡Sólo date prisa!— demandó molesto.

Cinco minutos después aquél hombre mayor junto con el joven pusieron en marcha su auto, se despidieron de Minho y se fueron.

—¿Acaso tienes complejo de Superman?— preguntó Taemin.

—¿Complejo de qué?

—No puedes ir por el mundo ayudando a todos.

—¿Por qué no? Es bueno ser amable.

—No cuando no es necesario; esos hombres no pidieron tu ayuda. ¡Tú sólo metiste las manos, no les diste tiempo de responder!

—Era obvio que la necesitaban.

—¡Por supuesto que no! Ellos eran perfectamente capaces.

—Taemin, eres muy grosero— le miró ceñudo.

—¿Lo soy?— se señaló a sí mismo, dramatizando, —yo creo que el único grosero aquí eres tú; viniste para llevarme a casa y no lo has hecho, ¿cómo sabes que no tengo otros planes?— entrecerró los ojos, —imagínate, si tuviera una cita ya la habría perdido gracias a ti, señor amable.

Minho gruñó molesto, —¡bien!— y en un solo movimiento le arrebató su equipaje para después estamparle el ramo de flores en el pecho; —¡te llevaré a tu casa!

—¡Gracias, ya era hora!— miró al cielo en un gesto irónico.

Sin embargo, eso no quedó allí, las quejas de Taemin no se hicieron esperar una vez que estuvieron dentro del auto.

—¿Pero qué huele tan mal?— se llevó una mano a la nariz.

—¿Qué cosa?— Minho miró el piso, estaba seguro de haber limpiado todo muy bien.

—Huele a taxi viejo— dijo Taemin, acercando el ahora ramo mal trecho a su rostro.

—¿A qué?— Minho puso en marcha el auto.

—Seguramente es el desodorante barato que usas— señaló el par de dados de felpa que colgaban del espejo retrovisor.

—No es barato, y a Jinki le gusta.

—Mejor evitemos el tema de los gustos de mi hermano, se ve que no son nada finos— le miró de arriba abajo y luego volteó el rostro.

—¿Qué has dicho?— le miró con los ojos entrecerrados; nunca antes alguien había estado tan cerca de colmarle la paciencia.

—¡Mira tu camino!— exclamó Taemin señalando hacia el frente, —¿quieres matarnos?

Y Minho acató la orden, apretujando el volante entre sus dedos.

Una vez frente el portón de su lujosa casa, Taemin bajó del auto.

—¿Pero qué demonios ha sucedido?— exclamó.

—¿De qué hablas?— Minho le miró algo asustado, ¿acaso algo estaba mal en la propiedad?

—¿Por qué las cortinas están abiertas?— señaló con el dedo el amplio ventanal de la sala.

—Es para que entrara un poco de luz de sol.

—¿Tú lo hiciste?— su mirada era seria, muy seria.

—Sí, y además limpié un poco.

Taemin boqueó, luego dio un par de zancadas, llegó hasta la puerta y abrió con su juego de llaves.

—Más te vale no haber entrado al estudio— caminó hasta donde dijo y exhaló un poco relajado notando que al parecer todo estaba como lo recordaba.

—Hice algo para que puedas cenar— escuchó la voz de Minho algo distante.

El pelirrojo llegó rápidamente hasta la cocina, donde el alto le señalaba una olla; se acercó con cautela y la abrió.

—¿Puerros, sopa con puerros? ¡Odio los puerros!

—Pero son buenos para la salud.

—¡A mi me vale lo que sea bueno para la salud! ¡No vuelvas a entrar aquí!

—¡Deberías ser más agradecido!— también le levantó la voz.

—No, no te lo agradezco. ¿Y sabes por qué? ¡Porque no te lo pedí! Puede que te sientas maravillosamente al ayudar al prójimo, pero eso no va a funcionar conmigo; no quiero tu ayuda, no quiero tu amabilidad, no quiero que te entrometas en mi vida ni mucho menos que vengas a mi casa. ¿Entendiste?

Minho apretó los puños a los costados de su cuerpo; —¡Eres desagradable Taemin, no sé cómo Jinki y tú pueden ser hermanos!

—¡Me alegra que pienses eso de mí, así ya no me fastidiarás más!— entendió la mano, —ahora dame el juego de llaves, el cual no sé cómo obtuviste.

Minho rebuscó en su bolsillo y prácticamente le arrojó el manojo de llaves, —¡Yo tampoco quiero volver a verte ni a hablar contigo!— dio media vuelta y se dirigió a la salida.

Taemin relajó los hombros y exhaló cuando vio a través de la ventana a Minho subir a su auto, entonces su teléfono móvil vibró en su bolsillo.

—¿Taemin?

—¿Qué hay, Jong?

—La MS dijo que no había problema, que incluso un par de agentes viajarán la próxima semana para reunirse contigo y verificar los detalles y avances de tu nueva composición.

—Bien— respondió entre dientes.

—Ey. ¿Qué sucede?

—El tonto novio de mi hermano; eso sucede.

—¿Choi Minho?

—¿Le conoces?— frunció el ceño.

—No exactamente, la última vez que hablé con Jinki lo mencionó.

Suspiró, —pues sí, él es... es molesto.

Jonghyun rió; —tengo entendido que Minho es quien ha estado... digamos que cuidando de tu casa; eso es amable de su parte. Riega las plantas, recibe el correo y esas cosas; le ayuda a Jinki cuando tiene mucho trabajo.

—No es amable; es algo tétrico, por no decir acosador.

—¿Acosador?

—Es un entrometido— se sobó la sien. 

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