- DISEÑO DE PROPÓSITO -
"¡Soy la libertadora!" gritaba Zuliet para sí misma. La cubría un manto de gozo por encontrarle algún sentido a su vida, un significado inimaginable. "Soy la libertadora", reflexionó ya más calmada. Entonces, la realidad regresó a ella y recapacitó: "Un momento... ¡Oh, no! ¡Soy la libertadora!", y cada microsegundo el terror de esta verdad apoderaba a un miembro de su cuerpo. Temblaba de miedo porque ahora no tenía excusas para no cumplir su propósito. "¿Cómo una adolescente tan pusilánime podría destruir un ser tan poderoso o salvar al mundo?", era el pensamiento que la atormentaba.
A su lado caminaba por las calles empedradas de un mármol reluciente un argandé que apenas podía ocultar el gozo y la admiración por el Gran Patrian. "Qué sabio es el Gran Patrian", pensó Velarión, y siguió reflexionando: "Nuestro padre escogió a un humano como libertador. Él sabía que el traidor no buscaría entre ellos". Viajaban absortos en sus pensamientos, cuando por fin el grupo llegó a su destino deteniéndose frente a un edificio majestuoso. Un palacio amarillo y dorado se alzaba casi hasta el cielo. Todo se veía tan lujoso, tanto esplendor era impresionante para Zuliet, pues en el mundo humano jamás vio nada igual.
"¿Dónde estamos?", preguntó la chica.
"Estamos en el palacio de esta ciudad, esta es la casa de la verdad. Estamos al oeste de Argandú, en la capital del pueblo Urgrerom", le informó Velarión.
"¿Urgrerom?"- dijo ella.
"Sí, estos son los sabios de Argandú, son los guardianes de los libros sagrados y los protectores del conocimiento", explicó el argandé, y luego argumentó: "A su Patrian le fue otorgado el 'Libro de la Sabiduría', uno de los objetos místicos que nosotros logramos recuperar. Los urgrem se han dedicado durante años a tratar de traducir y descifrar la profecía del Gran Patrian. Todo lo que sabemos sobre ti es lo que ellos han logrado interpretar. En verdad, si te vieran ahora, dirían que ni ellos siendo tan sabios la hubiesen podido descifrar. ¿Quién iba a imaginarse que la libertadora sería del mundo humano?" Zuliet creció en asombro y admiración hacia los argandúes, pero el temor a la verdad la tenía temblando. Por eso preguntó: "Velarión, ¿qué hacemos en esta ciudad?" y terminó la frase justo frente a un muro cuya antigüedad sobresalía, ya que hasta el estilo constructivo era totalmente diferente. Un párrafo estaba escrito en él y sin darse cuenta de que lo hacía en alta voz, Zuliet leyó:
"El sueño eterno invadirá a los vivientes cuando el traidor usurpe el lugar que le pertenece al Gran Patrian. Aquel que nunca duerme, el que no puede ser visitado por el encargado de los sueños, ese salvará a todos...".
Zuliet se quedó reflexionando y reaccionó diciendo: "¡Hum!, entonces esta es la profecía". Luego, mirando el texto, reaccionó diciendo: "Pero, Velarión, esta parte no me la habían dicho: 'La libertadora vendrá y con ella la llave. El Gran Patrian será libre y restaurará todas las cosas'". Fue entonces cuando Zuliet se voltea para ver a los que la acompañaban, quedándose perpleja al verlos a todos inmóviles y asombrados, tanto que podría decirse que estaban asustados de ella. Es que lo que ella no sabía es que había traducido y leído la profecía en segundos, cuando a los sabios les tomó años debido a que la misma estaba escrita en argando antiguo, la lengua original de los Argandúes. Un idioma que tras milenios de progreso cultural hoy era una lengua muerta, pues perteneció a los primeros pobladores de esa tierra.
"¿Cómo es posible? ¿Cómo puede un humano leer argando antiguo?", pensaban todos y reflexionaban. "Más aún, ¿cómo logra comprender tanta sabiduría tan rápidamente?"
"¿Dónde aprendiste a leer esta lengua?", preguntó Velarión rompiendo el silencio. "¿Quién eres? O mejor, ¿qué eres?"
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