Capítulo 4: Un vampiro en busca de la noche.
"¡Actuar mientras que en el delirio, ya no sé lo que digo o lo que hago! Y sin embargo es necesario...."
(Luciano Pavorotti. I Pagliacci. R. Leoncavallo)- Pavorotti (Pueden buscar la canción si gustan)).
Nicolau soltó un suspiro asustado al ver la sangre de Benet y se acercó para quitarle el abrigo, el vampiro se apartó de su majestad. Todos habían visto que le habían disparado y seguía vivo, se vería descubierto si el príncipe le quitaba el abrigo y veía que no había ni una sola cicatriz de la sangre que lo manchaba. Es obvio que le acusarían de ser brujo o vampiro.
No permitió que se acercara a él y se vio obligado a mostrarse hostil gruñendo como si fuera un tigre para que no toquen su herida. Pero era más una señal de advertencia, tenía mucha hambre y oler la fina sangre que corre por las venas del príncipe estaba carcomiendo la voluntad que tanto había intentado controlar durante años.
Eso no era normal, jamás había sentido tantos deseos de devorar un cuerpo con tanta hambre, el príncipe tercamente quería quitarle el abrigo. Sin saber el grave peligro inminente que estaba provocando.
— ¡Quítese el abrigo sus heridas se infectaran! — Y de un fuerte tirón rasgo la tela del abrigo y dejo ver el musculoso hombro derecho de Benet, de tono trigueño y lampiño. Hermosamente fuerte y definido, cuyas venas donde ya no hay sangre se resaltan.
Pero había un detalle, no había ninguna herida de bala en su cuerpo, como si ninguna bala lo hubiera tocado, pero ahí estaba la sangre. Goteando del abrigo del vampiro. Su majestad totalmente atónito soltó la tela del abrigo, asustado y sorprendido. Lentamente comenzó a caminar para atrás alejándose del hombre que lo salvo.
Nicolau recordó que había llevado a Benet a un lugar donde casi nadie entraba para resguardarlo, desviándose de donde los demás invitados se estaban escondiendo.
Estúpidamente ahora se dio cuenta que estaba a merced de alguien que no fue herido por simples tiros en la espalda.
Benet dejo de encogerse y se irguió imponente sobre su majestad, mirándole de frente, mientras sus ojos se tornaban de un color carmesí, el fuego de la chimenea del centro de la habitación iluminaba la parte izquierda del cuerpo de Benet. Mientras la oscuridad de la habitación está asustando al príncipe y mirar aquellos malignos ojos de demonio lo petrificaron de miedo. El vampiro comenzó a caminar hacia su majestad, totalmente dejándose llevar por sus instintos, su mente tenía una cosa en ese momento.
Bebería la sangre del hijo del Zar Alejandro, aunque sea la última cosa que haga.
No hay punto de retorno, ya vio que es un monstruo. Al carajo el hecho de que lo salvo, al carajo que toda la guardia real lo vaya a descuartizar por asesinar al príncipe.
Benet piensa que tal vez ese era el destino verdadero de Nicolau, morir en manos de un vampiro. Ocasionar una horrible conmoción con que una criatura como un vampiro matara al príncipe.
Nicolau seguía caminando para atrás hasta que llegó a la pared de mampostería, el abrigo de Benet hecho girones se dejó caer en la alfombra roja, dejando ver el cuerpo de una estatua griega, tal pareciera como si el más experimentado arquitecto hubiera esculpido aquel cuerpo, una silueta digna de una criatura como el vampiro.
El príncipe entonces tuvo un pensamiento fugaz, Benet es una criatura inhumana, pero no quitaba que lo había salvado, era una deuda, le debía la vida a Benet. Un pensamiento aturdido y lleno de coraje despertó en Nicolau y comenzó a caminar lentamente hacia Benet.
Este gesto tomo desprevenido al vampiro y pensó que tal vez hubiera más de una posible cosa que sucediera. Ya sea que el humano lo intentara atacar. O que el príncipe acepto que no sobrevivirá al ataque de una criatura como Benet y el mismo se entrega a su muerte. Como si ya conociera a los vampiros y sabe que no hay escape de ellos. Pero no fue ninguna de la dos, el príncipe dejo caer lágrimas totalmente asustado por la reacción del vampiro.
— No tiene....heridas graves — Dijo el príncipe tartamudeando —Tenemos que deshacernos del abrigo ahora — Y después se acercó al suelo donde estaba el abrigo.
Benet no se creía lo que estaba haciendo, lo estaba encubriendo para que nadie sepa verdaderamente qué clase de monstruo era. — Tengo un abrigo parecido como este que no es de mi talla. Me lo regalaron y nunca nadie lo ha visto. Por favor venga conmigo — Dijo su majestad y le tendió su blanca y fina mano.
Benet en ese momento dejo que su fría mano se reposara en la de su majestad. Salieron de la habitación y todo alrededor ya estaba oscuro, atrajo a Benet para caminar por la oscuridad tenía que salvar a Benet de una manera u otra.
Ingresaron a una división de la pared del palacio, Nicolau empujo y ahí estaba un pasadizo de ladrillo y sumamente oscuro.
Rápidamente ingresaron para esconderse. Mientras el príncipe no soltaba la mano del vampiro, la frialdad de la mano del vampiro contra la mano tibia y suave de su majestad causaba una sensación idéntica al sentir como estas acariciando un trozo de hielo.
Pero eso no le importa a ninguno. En eso momento ya tenían mucha confusión, llegados a ese punto no saben que están haciendo, y lo saben perfectamente. Benet no tiene idea de que hacer, si atacar a su majestad o dejar que las cosas pasen.
Nicolau solo sabe que una criatura de la noche está tomando su mano, que los demonios existen, que los hombros lobo probablemente y que la noche debe estar a unos grados más debajo de lo normal, siente el peligro en su espalda ya que él va delante de los dos por el angosto pasillo oculto. Los nervios corren por el corazón de los dos, pero saben muy bien una cosa, lo que están haciendo no está para nada bien.
Nicolau sabía que su padre le dijo sobre la existencia de criaturas como Benet, tan antiguas como la creación misma, tan poderosos como un rey y tan eternos como el tiempo. Ya que los vampiros entre ellos también tienen gobernantes. Y es obvio que se conocen entre ellos. Era su deber como gobernantes.
— Se meterá en problemas su majestad — Dijo Benet y después olfateo el cuello de su majestad, dando un susurro ronco y muy grave, logrando que el príncipe temblara al sentir el aliento helado del vampiro en su descubierta nuca.
— No se preocupe, mientras yo tenga aire en mis pulmones nadie le pondrá un dedo encima a su persona. Se lo debo. — Y después se acercaron a una puerta que estaba cerrada con llave, el príncipe saco un manojo de llaves para después entrar en la habitación.
— Debemos de darnos prisa han pasado unos minutos. ¡Nuestra ausencia todavía no supondrá un problema pero debemos cambiarte rápido, encontrar donde pueda esconder el abrigo y volver al salón principal! ¡Tenemos solo unos diez minutos a lo mucho! — Después ingresaron en la habitación. Benet razono donde estaban a juzgar por el lujo que reinaba en el lugar, era la habitación del príncipe.
El muchacho se acercó a un enorme armario donde siempre sobraran atuendos. Saco un abrigo del mismo color, se veía que era un abrigo muy común.
— ¡Vístase con esto! ¡Tenemos solo unos pocos minutos! — Y después arrojo el abrigo llenó de agujeros de bala y sangre en una valija polvorienta que nadie toca o usa.
Cerró la valija con llave y la metió hasta el fondo del enorme ropero y Benet ya se había terminado de vestir rápidamente y se limpió un poco con lo que fue su abrigo sucio para esconder el aroma y el olor de la sangre. El príncipe estaba nervioso y sudando frio por su frente, miro que Benet se estaba acomodando la parte frontal del abrigo y Nicolau se acercó para terminar de arreglar las ropas del frente de Benet.
— ¡Perfecto! ¡Le queda bien y se ve apuesto! ¡Como si nada hubiera pasado! Ya nos podemos ir — Y tomó nuevamente de la mano a Benet para salir de la habitación por el mismo pasillo oculto. En el trayecto el vampiro pregunto.
— ¿Eso fue un piropo su majestad? — Pregunto Benet, un tanto pícaro mientras alzaba una ceja, el príncipe se apeno un poco al notar lo que sus nervios dijeron en ese momento. Pero debía admitir que las cejas pobladas pero bien acentuadas del vampiro eran muy sensuales y se le veían bien cuando las alzaba cada que le hacia una pequeña burla.
Pero eso solo lo sabría él en su mente, pensaba con inocencia sin saber que claro que Benet se enteraría de que para Nicolau era atractivo. Sonrió lleno de nervios para después embozar una leve risa.
— No lo sé Benet...—Dijo su majestad — Solo sé que tengo en mi espalda alguien cuya sangre es fría y fácilmente puede matarme sin ningún problema. ¡Que si mi padre se entera me quitaran la corona! ¡Ya no sé qué pensar así que por ahora regresaremos! Tendrá hambre por la cantidad de sangre que perdió y tengo entendido que las criaturas de la noche que yo pensaba eran mentiras e irreales se alimentan para recuperar sus fuerzas, así que pasaremos al comedor — Dijo el príncipe mientras regresaban por el mismo trecho y volvían para el comedor.
— Le tengo malas noticias su majestad, yo solo bebo la sangre que corre por las venas tanto vivas como muertas, es todo lo que puedo consumir — Le comento el vampiro mientras ingresaban en la cocina.
El príncipe se quedó mirando un momento a los ojos a Benet. Nervioso, inquieto y puede sentir su mano sudando presa del pánico, el joven soltó la mano de Benet y de la alacena saco un frasco, estaba relleno de porquería y desechos de animales que luego arrojan a la calle después. Pero era lo que podía comer Benet, se lo dio y en un fuerte arrebato el vampiro le quito la tapa y se bebió las vísceras de animal sin derramar una sola gota de los desechos.
— No le quiero apurar D' la rosa. ¡Pe... pero debemos volver rápidamente o comenzaran a sospechar! — Dijo el príncipe para después ver como el vampiro asintió y volvieron a salir del comedor para volver a la sala donde posiblemente estaban todos los invitados de la fiesta.
En efecto como si nada hubiera pasado regresaron al salón principal y estaban todos presa del pánico por el tiroteo que se estaba librando en los fuertes del Kremlin. Pasaron un rato en que los hombres eran los que no podían flaquear ante las mujeres, aunque algunos como Nicolau se estuvieran desmayando del miedo, en el caso de su majestad no era por los hombres que quisieron matarlo, le tenía más miedo en ese momento al propio Benet.
— Su majestad. — Le llamo el vampiro y este volteo a verlo — No quiero sonar grosero ni mucho menos. Pero... creo que ya debe soltarme. Tomar la mano de un hombre en público por tanto tiempo puede lucir un poco sospechoso — Nicolau en ese momento se dio cuenta que por el pánico no noto que lo seguía tomando de la mano, tenía suerte ya que nadie los había visto.
"Solo soy una bestia sedienta de sangre.
No te tengo miedo.
Deberías temerme.
Luego siguió a besar mis labios.
Y le di una cachetada por atrevido."
Fin del capítulo 4.
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