Capítulo 16: La cúspide de la felicidad Parte 2

La mañana acaricia la figura en la cama del joven albino. Alumbra aquellas piernas tan blancas y bien torneadas y permiten al vampiro disfrutar de la vista del chico. Benet se levantó antes, ya que tuvo que conseguir un camastro nuevo. También un colchón y sabanas nuevas. Pero cuando cambio al muchacho de la cama vieja a la nueva y tiro lo viejo ya había salido el sol mañanero. El muchacho abre sus hermosos acuosos ojos azules. Mientras busca con su mano pálida mano cubierta por la insolación la frialdad del vampiro. Pero no encuentra su mano en ningún lugar. Hasta que delicadamente el vampiro se acerca para tomar la mano del chico y besarle la mano. Nicolau sonríe mientras el vampiro pasa de los besos en su mano para después besar la muñeca, irse por el brazo y seguir a besar el cuello del albino. Quien ríe divertido al sentir como a primera hora el vampiro ya le llenaba de caricias y besos.

Pero antes de seguir con una caricia más atrevida a través de pasar a su cadera musculosa y piernas el rayo del sol le detuvo de golpe alejándose del chico. Nicolau se irguió de prisa al ver como una horrible quemadura había herido la piel de Benet. Muy pocas veces el vampiro se quemaba con el sol. Pero ahora su brazo descubierto dejaba ver el equivalente a una quemadura de tercer grado en su brazo, aun dejaba ver como el humo salía de la quemadura. El vampiro suspira y mira de frente al muchacho quien le mira asustado. Acaricia los finos cabellos largos del chico, viendo como sus hermosos ojos le siguen mirando preocupado.

–Supongo que me lo merecía después de morderte. Buenos días Nicolau.

El chico toma un pedazo de tela y la pone por encima de la piel enrojecida del vampiro.

–Buenos días cariño.

Le saluda con un beso en los labios. Era sencillo lastimar a un vampiro con tan solo los rayos del sol por la mañana. No del todo, no moriría quemado por estar unos minutos expuesto al sol, pero lo lastimaba, Benet se sienta al lado de la cama disfrutando de los labios del humano. El muchacho mira como la cama que debía estar rota ya no estaba presente y estaba del otro extremo de la habitación, surca la duda y surge la pregunta.

– ¿Conseguiste otra cama, otro colchón y otras sabanas en lo que me dormí?

El vampiro le resta importancia pero claro que no le molesta contestar.

–No me parecía apropiado que durmieras en una cama inclinada después de saber que te duele un poco aquí atrás – Y acaricia atrevidamente las posaderas bien definidas y redondas del chico, con una sonrisa que dejaba ver cariño – No te preocupes ya tire la cama que destroce anoche. ¿No tienes sueño?

Las mejillas rojas del muchacho le permiten ver a Benet que el muchacho se la paso de maravilla con él.

–Solo un poco, pero también hambre.

–Entonces tendré que hacerte el desayuno.

Cuando se disponía volver a ponerse de pie para preparar la comida el muchacho este le impide moverse de lugar abrazándose al cuello de su querido. Benet le mira viendo la sonrisa del chico en su rostro, se inclina y le da un beso suave, apresando aquellos labios acorazonados que jamás se cansara de besar y acariciar. Como la droga más dulce y bonita que probara en su vida. Por un momento pueden sentir la felicidad en toda su plenitud, y desean quedarse eternamente así. Desean sentir el cariño de su amado siempre, sin pensar en el mañana y desconcentrarse del hoy.

–Te quiero mucho...

Dijo sin más ni menos el vampiro. Tomando desprevenido al chico quien ríe y abraza a su pareja. No tenían que levantarse muy pronto, podían pasar un rato solos en la intimidad de la habitación deseando que ese momento no termine.

Deseaban que el día no terminara nunca.

Cuando Nicolau termino de desayunar Benet ya le había dado un baño y le había vestido con una camisola para salir un rato, después de darle un respiro al muchacho. Deseaba mostrarle algo especial a su querido albino. El muchacho sabía que su querido vampiro quería llevarlo a conocer a unas personas especiales desde hace una larga temporada. Solo que era un poco difícil.

Cuando decidieron partir en la mañana. El lugar era callado y los bosques tranquilos. Benet lleva de la mano a su pareja. El vampiro se vistió de largas gabardinas, ya que el sol lo volveria a lastimar si se descuidaba. Permitiendo que un largo sombrero con un adorno de pluma se resalte.

–Nicolau...¿Alguna vez te conté como llegue a Prada siendo un niño?

Le pregunto el vampiro.

Nicolau se sorprendió cuando le comento ello. El joven muchacho había esperado cinco años para conocer el pasado de su querido vampiro. Su bien amado era alguien muy cerrado ante su persona, ya que ambos habían tenido una relación bastante dura de mantener y no querían sobrecargar los problemas de su relación.

–No...Benet.

Benet a medida que caminan decide suspirar intranquilo y comenzar a platicar todo aquello que siempre le calla e intenta evitar comentar. A pesar de no estar tan lejos de su próximo destino lo que vendría al final del recorrido era lo importante.

–Nací en Verona, Italia. Pero mis padres tuvieron que mudarse para Prada de donde procedía mi padre y venia casi toda mi familia emigrante. Mi madre era hija de un conde muy acaudalado. Mi padre solo un pobre vendedor de muebles que recibiendo un pedido se presentó en la casa del duque. ¿Qué hizo mi padre? Tal vez lo lleve en la sangre– Comento entre risas mientras le daba un brazo al chico que se sostenía en sus brazos, el día ya no tenía sol fuerte pero de todas maneras este poseía su sombrero con una larga pluma para cubrir su cuello y su rostro.

– Mi padre, Anatoli se llevó a mi madre a vivir con toda su familia. Abandono su legado por amor. Muriel, mi amada madre decidió criarme con amor y cariño. Bautizándome como Benet, en honor de su abuelo. Aquí han vivido casi todos mis familiares a lo largo del tiempo. Aquí viví mi niñez. España es un bonito lugar para vivir. Aunque no es muy mi estilo. Siempre me gustó más mi ciudad de nacimiento. Pero tu bien sabes todo lo que viví una vez llegue a Italia.

Sostiene firmemente la mano cálida de su amado albino. Aunque lleve sus guantes para que no lo toque el sol, el roce y el contacto con su mano no cambian que puede soñar al sentir aquella mano. Cuando llegaron a la entrada del estilo barroco español de aquel bonito pueblo vuelve a suspirar. Porque sabía desde hace meses había enviado cartas avisando a su familia que quería presentarle a alguien especial. Ante la puerta del lugar suspira intranquilo y abraza con cariño al chico quien le mira sorprendido.

–Quería que conocieras a unas personas especiales para mí, tenía miedo de que consideraras esto demasiado pronto. Así que de verdad deseaba que los aceptaras y que sepas que pase lo que pase el día de hoy yo no dejare nunca de quererte. Si te señalan me señalaran también. Si te aceptan entonces no hay ningún problema. Pero deseo que sepas que jamás a ninguna pareja que he tenido le he presentado mi familia. Quiero que sepas que por ti estoy dispuesto a ser rechazado por ellos. Te aclaro ellos saben lo que soy y algunos de ellos también son vampiros– Con los nervios a tope Nicolau asiente sonrojado.

¿Conocería a la familia de Benet? Nunca se le paso por la cabeza que siquiera podría tener la oportunidad de conocerlos. Benet iba en serio, muy en serio. Incluso quería presentarle a su familia para que sepa que incluso está dispuesto a que su familia lo rechace por gustar de un hombre. La noticia ya se las había dado a sus familiares. Que tenía una relación con un hombre. Pero solo ese día sabrían si tienen un nuevo espacio para aceptar al buen Nicolau en la familia. El chico traga saliva en seco esperando lo mejor.

La puerta se abre dejando ver a una chica joven y llena de curvas con un vestido tocado de negro y blanco. Mira con una sonrisa al albino y se sorprende con alegría al ver a D' La Rosa. La chica abraza al vampiro quien le corresponde el abrazo.

– ¡Que gusto volver a verte granuja!

Después se detiene para mirar al albino, y Benet espera nervioso el recibimiento que tenga su pareja. Ella sin vacilación abraza también el chico quien no se esperaba tan grata muestra de afecto, al igual que Benet la chica le da besitos en la mejilla amistosamente.

– ¿Así que tú eres el que domo a esta fierecilla? Me alegra mucho conocerte, soy Dolly la prima de este granuja que no se digna a visitarnos durante años. ¡Nos tiene muertos de expectación desde hace meses prometiéndonos que conoceríamos a su pareja pronto!

La chica sonríe y les guía adentro de la enorme vivienda, Nicolau sonríe para sí.

La Vega de Prada situada en la comarca de Veldorras, Orense, España. Era una pueblo pequeño, pero habitada por muchas familias. Era un lugar con encanto y acogedor. Con montañas y colinas que alrededor albergaban castillos milenarios y hermosamente decorados. Aunque no lo pareciera era un lugar frecuente para que los vampiros, hombres bestia, brujos y caníbales hicieran su vida de manera pacífica y tranquila. A nadie molestan y es el lugar perfecto para comenzar de nuevo, lejos de todo aquel que desee lastimarlos o darles cacería.

Nicolau está feliz y a la vez nervioso. Durante todo ese tiempo jamás pensó que su vida daría aquel cambio tan drástico, jamás pensó que su vida al lado de Benet lo llevaría a rincones tan olvidados y pintorescos. Jamás creyó que su amor llegaría para robárselo y llevarlo a conocer el mundo. Los hermosos lugares que sus ojos contemplan y viendo un lugar donde tanto hombres bestia y vampiros, humanos y brujos convivieran en armonía. Tal vez la utopía existía y ni siquiera él lo sabía.

"Oh, hermosa Prada. A tus murallas todos los que desean volver a empezar quieren llegar" Piensa Nicolau.

No se arrepiente de todo lo vivido. La vida le dio altibajos, pasó al lado de su querido Benet hambre y dolor. Peligro y muerte. Pero ahora ellos estaban de pie, siguiendo adelante. El albino siendo ya todo un hombre con veintidós años, ya no era un chico debilucho, era alguien lo suficiente capaz de proteger por igual a su amado vampiro.

Benet no tenía riquezas por montones, Nicolau no era celestialmente sumiso. Pero vaya que eso les termina importando un bledo. Benet no tenía que ofrecerle más que su atractivo, sus fuerzas, su corazón, su cariño, sus humores, sus malestares y sobretodo su amor. Aunque bien pensado Nicolau y su amado vampiro son las personas más adineradas de España. No tanto como el rey pero...¿Pero a quien le importa una mansión? Nicolau es lo suficiente flojo para no desear limpiar un enorme lugar que de hecho Benet le sugirió construir. A lo que el albino se negó ya que había tenido suficiente de castillos y mansiones para el resto de la eternidad. Sus recuerdos más crueles nacieron de un lugar así.

Al principio la familia miraba de arriba hasta los pies al joven muchacho. No se esperaban el agradable recibimiento que obtendrían de la familia. En la familia de Benet había niños, ancianos y muchos jóvenes. Actualmente eran la gran mayoría vampiros y la otra mitad humanos. Los principales familiares eran los tíos de Benet del lado paterno. Ya que no conoce algún familiar materno. Los abrazos no se hicieron esperar, tenían conocimiento de que Benet en un tiempo no muy lejano le convertiría en vampiro también. Nicolau sintió por primera vez el calor de una familia. Y a pesar de no estar acostumbrados a ver a un hombre al lado de otro. El amor es el amor al final de todo.

Cuando su familia decidió instalarlos en su morada. Nicolau fue dejado en una habitación con acabados colorados hermosamente, con muchos detalles hermosamente definidos. Al principio su habitación fue lo de menos, hasta que accidentalmente dejo caer una pequeña pila de cuadernos de papiro. Cuando las levanto lentamente no obtuvo reparo en leer las notas. Se dio cuenta que la letra era idéntica a la cursiva que poseía su querido Benet. Cayó en la cuenta. Esa era la vieja habitación D' La Rosa.

Nicolau quería ser un tanto egoísta y leer todos y cada uno de los poemas y pensamientos que había en esa habitación. En esa pequeña habitación se escondían los pensamientos de la persona que más amaba. Incluso vio la pequeña guitarra que aprendió a tocar su amado Benet, su acordeón, su gaita oxidada en una esquina. Todos los instrumentos envueltos en estuches que estaban abiertos desde hace mucho tiempo. El albino sonríe para sí, absorto en sus pensamientos. A su mente llega su padre. El Zar Alejandro.

No hay un día en que no piense en su padre y en su madre fallecida. Sofía fue su madre, una madre que lamentablemente falleció dándole a luz. Aunque de todas maneras nunca conoció a fondo. Benet tiene a pesar del pasar de los tiempos una familia cálida y amorosa. ¿Pero Nicolau? Bueno, la familia siempre ha sido una daga potente en su cuello obligándolo a lo peor con tal de lograr prevalecer a una dinastía. Una dinastía que sería mejor nunca hubiera existido.

El pasado forma parte del pasado, el tiempo avanza y el joven albino quiere perdonar y olvidar. Espera de todo corazón que su hijo este bien, y que Yvett logre ser un reemplazo de su padre. Ya que él jamás podrá verle, perdió todo cuanto siempre se le dijo le perteneció.

Pero ahora tenía a Benet, su amado Benet. Él fue la luz en medio de la oscuridad que lo rescato a tiempo de morir aquel invierno en Moscú. La infelicidad de su niñez y adolescencia fue recompensada al conocer al vampiro. Lo quería, lo amaba, aun a pesar de que hace años pudieron romper su relación y no estarían ahí en ese momento, fueron lo suficientemente fuertes para llegar a ese punto.

El vampiro llama a la puerta informándole al chico que el almuerzo estaba servido y su familia estaba ansiosa por seguir conociendo al jovencito albino. Eso sí, la familia no permitiría que Benet tuviera relaciones con su pareja en su mismo techo. Había niños que cuidar y educar así que sus habitaciones serian separadas.

La tarde era bonita, pero Benet solo podía verla desde la ventana mientras Nicolau le acompañaba manoseando los antiguos cuadros de pinturas que tenían la firma del vampiro. Esos cuadros eran rústicos y pintorescos, retratos del paisaje de castillos y colinas. Entre ellos retratos de sus padres, un hombre robusto y fuerte muy parecido a Benet y a su lado una mujer delgada y de apariencia delicada y tierna. Benet era un muy hábil pintor y de hecho Nicolau también, solo que sus cuadros, instrumentos y escritos se quedaron en Moscú. Pero no hay problema, retomara la pintura y le sugirió a Benet tocar alguna pieza

En la noche con un pequeño comal en cuyo fogón preparaba la cena, Nicolau usaba el acordeón que le presto Benet para tocar. Con el acordeón entono"Hungarian dance" de Johannes Brams.

Cuando ellos se sentaron a platicar en la hoguera, Benet platicaba con sus familiares.

–Benet, estamos....muy contentos de conocer a tu querido Vladimir o debería decir Nicolau Romanov mejor.

Si familia ya lo intuía al saber lo que ocurrió en Rusia. Pero aun así todos se mantienen sonriendo. Benet baja la cabeza y sostiene la mano de su amado con fuerza.

–No hablaremos ni diremos nada, tú quieres genuinamente al príncipe y él te quiere por igual. Pero....por favor te pedimos mantengas un perfil bajo, no hagan extravagancias. No tienes idea de lo que le paso al Zar. Se rumorea que un caníbal lo mordió.

Cuando Darío, el hermano de su papa le platico aquello se quedó de piedra. Los caníbales eran fieras alimañas que estaban en lo alto de todas las cadenas alimenticias en las criaturas de la noche. Pero si un monarca era convertido en una criatura de la noche. Entones estaban en serios problemas. Los caníbales se comían a todos por igual, bestias y humanos. Pero perdían en cierto punto memorias de su persona. No tenían idea de aquello, era lo peor que les podía pasar.

–No...

Fue todo lo que Benet pensó para sí, Nicolau quien sostiene su brazo notando como su ánimo cambia, sostiene su brazo más fuerte. Pero el vampiro solo podía esperar lo mejor.

–Benet, les sugeriría en cuanto puedan, lo más rápido posible irse de Europa. Váyanse a Asia, a las islas, o a África. También el nuevo continente es una buena opción. El Zar tal parece obtener en este tiempo demasiados conocimientos de los vampiros, de los lobos. Y algunos infiltrados rumorean que es probable que su hijo fuera apresado por un lobo o un vampiro. No tardara en dar con alguna ubicación reveladora.

La noche tenía ahora un tono agridulce en su ambiente. Nicolau le mira directamente a los ojos mientras decide ver cómo puede relajar la tensión que ahora pose Benet.

–Está bien Benet, estaremos bien...

–Eso espero.

La noche era bonita, pero hasta hace unos minutos el vampiro pensaba profundamente, olvidándose que tenía a su lado al humano. Los vientos de la noche anuncian el otoño entrante. Nicolau observa que no estuvieran rodeados de gente, se acercó para besar la mejilla.

El albino quiere ser algún consuelo para él. Aunque no lo diga Benet piensa fríamente la posibilidad de todo en ese momento. Y le dolía saber que una posibilidad era que el Zar Alejandro los encontrara. Y no tenía idea de lo horrible que seria.


Fin de la Cúspide de la felicidad.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top