Capítulo 12: Tormenta invernal.
Por encima de los Alpes barbaros y el desfiladero de Pöllat, acariciando con sus manos las ramas secas de su jardín, sobre la enorme puerta, un escudo del reino de Baviera en cóncavos acabados brilla con el reflejo del cielo gris. La nieve llegó a las puertas del castillo Neuschwanstein, allí donde el moreno Benet ha llamado su hogar, suspira en inercia. El tiempo pierde sentido en esa fecha, no importa cuántos años han pasado, cada que llega a las puertas el abrasador escalofrió del invierno. No puede evitar pensar en Nicolau, porque en el acuoso azul del cielo, recordara los ojos del albino y los copos blancos, rememoran las caricias y golpes que le brindo con su piel.
Sería mentir que no le duele pensar en él, alguna vez lo amo y una parte de su corazón siempre tendrá escrito sus iniciales, deletreadas cual tumba olvidada y descuidada de maltrecho amor el nombre de aquel Romanov, un rey, un emperador, un Zar...
Dentro de dos días se casara con Rogue, piensa firmemente todo lo que le ha ocurrido. Nicolau está furioso. ¿No sería capaz... de ir el día de su boda a lastimarlo?
¿Lo mataría en el altar? ¿Lloraría en su lecho de muerte sobre el regazo de Rogue? Tal cosa cruel podría sucederle a él... No sabía qué clase de cosas haría Nicolau para vengarse por su rechazo. Cientos de penas padece y padecerá mucho tiempo más, su corazón a pesar de ser silencioso muchas veces, guarda su sufrimiento en callada penitencia. Si bien le daba un aire de misterio, guardarse todas sus convicciones. No eran más que el inicio de una bomba de tiempo.
A sus espaldas, Ulbrecht le vigila con fusil y espada en sus manos, curioso, siempre quiere saber qué pensamientos afligen al hombre que siempre finge estar bien, aunque por dentro y en silencio el dolor saliera a flote.
Ese día no lo pudo evitar, D'La Rosa soltó unas lágrimas, que resbalaron pasando por sus mejillas y murieron en su barba. Tampoco podía culparse, era un hombre sensible al fin y al cabo. Momentos después, la mano amiga de Vilhem acaricio su hombro para obligarle a verle de frente. Que era justo lo que no quería el príncipe.
—¿Te encuentras bien? —Pregunto Ulbrecht, sin su permiso jala su hombro. Para así ver sus ojos en su totalidad, ver esas lágrimas era idéntico a sentir una daga apuñalando su pecho, su dolor era el suyo también, así de conectado se sentía a su lado.
—Perdona, soy un hombre de corazón nostálgico, a veces... pienso estupideces y pensé en la guerra. Ya sabes, desde que soy prometido de Rogue, soy el estratega de la relación, mis suegros me tratan como al hijo dotado que siempre han querido tener, por tanto tengo la misma cantidad de trabajo que ellos. Solo... que extraño cantar para un público, pero nada de qué preocuparte Vilhem. Olvidándome a mí, ¿Cómo estás? —Esquiva a duras penas su afligido corazón con mentiras bien pensadas y planificadas, se ha mentido tantas veces así mismo que él mismo comenzaba a creerlas, el vampiro pelirrojo frunce el ceño en respuesta.
—Es sobre la boda y Nicolau... ¿No es así? ¿Acaso tienes miedo? —
En respuesta el moreno refunfuña cabreado. ¿Tan fácil era leer que le aflige? ¿Tan abierta era su mirada y melancolía?
—¡Que vergüenza! ¿Se me nota tanto?... escucha Ulbrecht, sí, tengo miedo... ¿Qué tal si...? ¿Intenta algo durante mi boda...? Si Rogue sale herido de esto, yo jamás me lo perdonaría... —Sobre su abrigo, caerán motitas de nieve, se sienta en una banca de madera, momentos después, Grigory, quien le observaba entre las sombras, saca una sombrilla y la coloca sobre la cabeza de su amo. Ya que el cielo comenzaba a disiparse, podría salir el sol y lastimar la piel de su adorado amo.
Ulbrecht, quien fue notificado por su primo de que el brujo ruso estaba enamorado de Benet, se mantiene alerta, no permite que se acerque tanto a D'La Rosa, no sabiendo que podría atacarlo y hacerle alguna porquería. Pero por menos el esclavo entiende su lugar, él no eras más que el juguete del príncipe italiano.
—Si el Zar manda a otro asesino, yo estaré ahí, listo para matarlo, destriparlo y degollarlo... así como a cualquier otro que se atreva a desearte... —Desvía su mirada en amenazante presencia hacia Rasputín, quien entiende la clara indirecta. Calla su ira y dolor, todos lo rebajan, se mofan de él. Lo tratan como basura desechable, irrelevante y un estorbo caprichoso de Benet. ¿Por qué? ¿Por qué Benet lo mantiene a su lado? ¿Qué gana con tener ese brujo a su lado?
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En la soledad de su habitación, con Vilhem custodiando la puerta de su cuarto por fuera y Grigory sirviéndole una infusión de gardenias y sangre seca; hecha solo para consumo de vampiros nobles, toma la tetera y llena una taza de porcelana, humeante todavía se la entrega a su amo. Quien toma la misma sin mucha ilusión, momentos después el brujo saco los documentos y libros pendientes que le han dado a firmar. Parte del trabajo del brujo, era regular los deberes de su señor.
—Amo, cuando termine de merendar. Sus nuevos padres piden apruebe las direcciones en que el ejército alemán se esté movilizando contra el ataque de los ingleses. Es una petición de parte del mariscal humano que desea ayuda y consejo en la batalla, petición para usted... —Comenta el brujo, sacando de la tetera también unas tiras de tendones humanos que brindaban el sabor a sangre en su bebida caliente.
El príncipe bufa molesto, desde que la corte y sus suegros se enteraron de su pequeña habilidad estratégica, todo mundo le pide consejo en la batalla. Al igual que Rogue, ambos son estrategas eficientes en la batalla, Rogue lo debe a su tiempo en el ejército y Benet agradece a su tío Darío y Dolly por darle su ayuda cuando no sabe contestar esas cartas. Ya que dichos consejos, estaban brindando maravillosos frutos al ejército imperial alemán.
—Comprendo... emm, Grigory. ¿No te dijo mi prometido a qué hora volvería? —Claro que extraña a Rogue, pero incluso él estaba siendo apartado de su amado para no distraerlos en su deber para la guerra.
—Un sirviente proveniente de Múnich me dejo un recado de parte suya hace unos minutos mientras traía su comida. Se lo leo... —De su bolsillo delantero saco un papel y comenzó a recitar —"Mi amor, estoy a dos pasos de volarme el desgraciado cerebro de tantos días que no te he visto. A dos centímetros de matar al estúpido canciller con su mierda de que todo es culpa de los rusos, y a punto de cortarme los cojones al saber que quieren que pase otros dos días en la capital y lejos de ti. Así que le dije que me chupa un huevo, tengo una vida más importante que la de ellos a pesar de que estoy muy muerto, me mandaron al diablo claro y no te enojes pero creo que por ello nos negaran ir al teatro mañana por lo mismo. ¡Perdón, no te vayas a enojar! ¡Pero mira el lado bueno! ¡Llego dentro de unas dos horas y te llevare al teatro de todos modos porque me dio la gana! Vete arreglando que un auto pasara por nosotros después.
Te quiere, Rogue." —
Termino de comentar el sirviente, en un segundo todos los problemas, inseguridades, tristezas y malos ratos se fueron de la mente de Benet, diablos... Rogue sabía ponerlo de buen humor cuando estaba de malas. Por un lado estaba cabreado, se peleó con el canciller por un maldito capricho como verlo. ¡Solo por verlo! ¿Tiene idea de las disculpas que tendrá que decir en su nombre por ello? Pero, una lenta sonrisa se formó en sus labios. Cual muchachito joven y enamorado como lo fue en su juventud. Nunca ha tenido ni asomo de duda para casarse con Rogue, ni para hacerlo su alma gemela. Porque para Hedricht, antes del deber, de su reino, de su familia y su trabajo, estaba él en la cima de sus pensamientos.
—Oh Rogue eres un... jeje —Sus mejillas se sonrojan, le da un sorbo a su taza y su mal humor se esfuma de su mirada, terminara todos esos documentos, se arreglara y luego irá al teatro con su amado. No podía esperar para ello, saca su sello y comienza a trabajar con una sonrisa en sus preciosos, voluptuosos y acorazonados labios. Decidió ser rebelde por un día y mando al carajo su velo negro al sofá cercano.
Grigory, lejos de la mirada soñadora de su amo, aprieta la carta furioso, su amor sonríe y no es por él. ¿Qué más podía hacer, sino gritar en silencio? Pero debía ser sincero, quería que su amo lo deseara con la misma felicidad con la que desea a Rogue.
"¡Ya verá amo! ¡Solo espere y usted será mío, solamente mío!"
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Nicolau se estaba armando junto con su ejército personal de lobos, en la cabecilla, iría Dmitriy quien conseguía por contrabando en las vías de tren de la ciudad fusiles de asalto, cajas enteras llenas de espadas cóncavas directo desde Siberia, munición granadas y más. Las espadas más afiladas y perfectas para degollar rápidamente a un vampiro y a los lobos del clan Calabrese, espadas de plata pura. Las balas y cargadores que consiguió los tuvo que hacer con mano propia, todas bañadas en plata que sus lobos lijaban durante días para un asesinato rápido, porque eso requería su misión, eficiencia, rapidez y un escape perfecto.
Porque la guardia real que protege a los vampiros era igual de letal que la suya. En privado y sobornando a los sirvientes del castillo donde residía D'La Rosa. Consiguió los detalles de toda la boda, donde se realizaría, que palabras darán o botos recitaran para casarse, que ropa vestirían y más...
Unos momentos bastaron para que el propio Zar hiciera acto de presencia, ataviado en el uniforme de banda azul que debía portar, empapado de cómo funcionaba la tradición del robo de esposa. Debía vestirse con las ropas tradicionales como regente para que sea aceptado, con sus músculos siendo visibles aun sobre todo su uniforme, para tomar la trenza de su cabello y amarrarla firmemente en una coleta larga, cuando le pusieron los planes de la boda, noto que ropa usaría Benet ese día.
—Je... soy un despistado... —
Dmitiry se acercó al escucharlo decir aquello.
—¿Ocurre algo majestad? —Cuestiono, mientras seguía afilando sus armas y la de su monarca.
—No, es que... aquí leo que Benet vestirá con el uniforme de boina negra, como soldado y príncipe para la boda. No sé porque... pero pensaba que usaría un vestido blanco para casarse —Soltó una risilla, pensando en eso, Benet usando un largo vestido blanco para su casamiento. Se dio un pequeño golpe. Aun así, ese traje lo haría lucir bastante guapo...
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Rogue llegó conduciendo como loco en un auto, Benet le esperaba en el umbral de la puerta, bien vestido de traje y tirantes, viendo como su prometido chocaba en la fuente principal de la entrada. No pudo evitar sonreír, Vilhem envidia como su primo logra siempre ser el centro de atención con sus extravagancias.
Curiosamente, Hedricht se bajó del auto con una botella en la mano y un pequeño envoltorio de papel en la otra. D'La Rosa se acercó sonriendo y ayudándolo a ponerse en pie, su aliento le explicaba que había estado bebiendo un poco.
—¡Te tengo una sorpresa! —Exclamo el pintoresco y todo correcto príncipe Rogue. Con torpeza, se bajó del volkswagen y como todo un galán, abrochándose el abrigo arrugado le abrió la puerta trasera a su pareja. —Adelante guapo, sin pena —Señalo el rubio burlón, Benet obedece y se sube, con un chasquido de dedos Hedricht llama a Grigory para que conduzca el auto. Obediente, el esclavo se aproxima para irse adelante y el vampiro sanguinario se junta con su prometido en el interior; siendo acompañados momentos después por Ulbrecht quien obviamente siempre debía cuidar del príncipe, sumándose al asiento copiloto.
Con el auto rumbo al teatro y deseando espacio propio, el moreno subió la ventanilla del interior del auto, para quedar en privacidad con su amado, abraza a Rogue de su brazo y se recuesta en el hombro contrario. Siendo todo oídos del motor andando y de las piedras de su camino. Benet presta atención a los vidrios levemente oscurecidos por hollín, es normal, después de todo, no era buena idea ser reconocidos en público tan fácilmente.
—¿Acaso solo Vilhem y Grigory saben que nos escabullimos a ver esta función? ¿A qué viene tanto misterio entonces? —Pregunto el moreno, en respuesta obtiene solo la sonrisa coqueta del otro.
Rogue le entrega la bolsa de papel. Sin decir una sola palabra, Benet en complicidad toma la bolsa y saca del interior un obsequio envuelto en papel decorativo, confundido voltea a verlo.
—Es probable que tú no lo recuerdes Benet, pero yo si... —Realizo una pequeña pausa, para esperar a que ambos pudiesen verse en el reflejo del iris del otro. Muy pocas veces Rogue metía tanto entusiasmo y mantenía tanto secreto en una sorpresa para Benet, se notaba su esfuerzo —Feliz cumpleaños, gracias por nacer y estar a mi lado, espero tenerte a mi lado el resto de mi eternidad... —Tomo su palma y beso los nudillos de la mano, con una sonrisa sincera, llena de dulzura y amor.
Si, era tan sencillo amarse. Han entregado la vida del otro incluso antes de ser almas gemelas. Pero en su corazón, sabían que siempre se han pertenecido.
Entre las butacas rojas del teatro, observa que no eran vistos por nadie más que por sus acompañantes y Rogue. Benet se vuelve a mirarlo notando eso, nadie más estaba.
—¿Por qué seremos solo nosotros? ¿Es que ya no les gusta el teatro a las personas? Oh, eso lastima mi corazón... —Se lamentaba el moreno, hasta que Hedricht le regala otra sonrisa, mostrando sus largos colmillos, repentinamente, lo toma de la cadera y lo hace sentarse en su regazo.
¡Wow! Eso era muy nuevo.
—¿Rogue? Aquí no, nos podrían ver, el protocolo... —
—Que le den al protocolo, eres mi amado no mi sirviente —Sin pena, lo abrazo por detrás, aspirando el dulce aroma a gardenias en sus labios, percibiendo el perfume que se puso esa noche, una colonia varonil que se impregna en su ropa. Recuesta su mejilla contra su espalda mientras le da un arrumaco —E logrado que esta noche el teatro solo sea para nosotros, nada de humanos estúpidos que tosen en la función, nada de viejas murmurando, nada de otros vampiros mirándonos y analizándonos, nada de la prensa buscándonos para saber si nuestro matrimonio es arreglado... solos tú y yo —Su entusiasmo era notorio y contagioso, Benet adoraba esos pequeños detalles. Le hacían feliz.
Se dejó recostar en el asiento que formaron las piernas de su prometido. En lo que comienza la función Benet le explica a regañadientes a su prometido parte de la trama de Pagliacci, señalando con su dedo el folleto donde explican los personajes y parte de la trama.
Rogue hacia alarde de todo el esfuerzo que estaba poniendo en esa velada, más en el hecho de no intentar distraer a D'la Rosa. Ya que quería acariciarlo, sabía a la mala que Benet amaba sumirse en las situaciones que vivían los personajes de la historia y que detestaba ser interrumpido. Hedricht era quien no le gustaba mucho ir ahí, pero Benet amaba el baile, la música y durante mucho tiempo trabajo ahí. El teatro era parte de su vida, Rogue no era mucho de poesía, pero podía decir que el alma misma de su amado era justo como el teatro, trágica, preciosa, te envuelve en sus palabras y te acaricia suavemente con su canto, como el de una preciosa sirena. ¿O debería decir tritón?
La función fue preciosa, con los actores al final de la ópera y de pie en el escenario deseándole feliz cumpleaños al príncipe italiano.
Ni asomo de besos lujuriosos en las butacas ni en el auto, en todas sus trayectorias no se permitió el desfaje de las ropas. Rogue deseaba que más allá de la piel, Benet pudiera disfrutar su tiempo juntos. Y vaya que le costaba, su amado se veía guapísimo en cada prenda que usara y cada gesto que brindaba.
Por el regreso, caminaron cerca de un parque lleno de dalias, rosas y narcisos. Un suave perfume en la piel del otro, en sus regalos, Rogue le consiguió una bufanda de seda azul originaria de Finlandia. Un perfume que en una sola gota contenía la esencia de 101 rosas y el tan esperado anillo de bodas, un rubí en el centro estando hecho de oro puro.
Hedricht, tomo el anillo y se lo coloco en el dedo anular a Benet. Este, comenzó a reír mientras metía la mano derecha en su bolsillo.
—¿Qué ocurre...? —Pregunta el príncipe alemán, en respuesta, aun entre risas Benet saca una pequeña caja, abriéndola y mostrando otro anillo de bodas. Al instante, Rogue se sonrojo.
—Pe... perdona... ¡Yo también te tenía una sorpresa! —Saco el anillo y también se lo puso en el dedo anular del otro. Ambos dando carcajadas y avergonzados a más no poder. El vampiro rubio tomo a su amado entre sus brazos levantándolo por los aires y besándolo pasionalmente, donde solo el brillo de las farolas naranjas alumbraran sus siluetas y los matorrales albergaran sus gabardinas oscuras.
En las sombras, esperando en el auto Grigory es testigo de todo, pero no pierde de vista su objetivo. ¡Cada día ese maldito vampiro sin remordimiento le miente a su amo! ¡Golpea a su amo y le pone los cuernos con todo el maldito imperio! ¡Y Benet cree que está bien la vida abierta que ambos llevan! Cada día Rogue deja a mujeres embarazadas con sus hijos y degolladas, vueltas ceniza negra en el viento de sus mentiras. ¿Benet amaría a la verdadera clase de hombre que era su adorado Hedricht? Pues tal vez era hora de que Grigory se lo diera a conocer.
En soledad buscara y rebuscara en sus libros de tono negro y mal gastados por el tiempo, opacado tras todos los usos que le ha dado, escribiendo y borrando sus planos para realizar un hechizo como ninguno. Un hechizo oscuro y prohibido, toma entre sus manos el collar que hace tantos años le regalo el Zar Nicolau a Benet, con malicia sonreirá para recordar cada dolorosa experiencia que había sufrido ahí. Pronto, hará pagar a Rogue el robar el corazón de su amo.
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El tan ansiado día llegó...
La noche se manifestó melancólica, los rayos de la luna resplandecían llenas de vigor y felicidad. Vampiros de muchas partes de Europa, Asia y África fueron invitados a la boda, vistiendo sus mejores galas, hablando ávidamente de los futuros esposos y emperadores de Alemania. Satisfechos los padres de Rogue podían felicitarse de que solo hubiera rumores en boca de sus semejantes sobre las grandes hazañas que ambos prometidos llevaban en la gran guerra. Por así decirlo, llegaron con broche de oro estratégico al altar.
Celebraron la boda en los Alpes barbaros, donde se montaron escaletas blancas y donde pudieran realizar una boda al aire libre con un toque pintoresco en la nieve, ya que solo los vampiros se pueden dar ese lujo con tan bajas temperaturas que soportan los Alpes, sin asomo de ventisca.
Benet se tuvo que poner una vestimenta muy peculiar. Se la paso discutiendo con Dolly y Darío que la vestimenta prusiana de bodas era solo usable para el príncipe alemán, para en costumbres, no manchar la suerte del imperio. Así que Benet se decidió a vestirse con correajes de un príncipe italiano y atuendos militares como soldado. Su boina negra con el escudo de su nación particular es visible en efecto, con varias condecoraciones que ha recibido en su vida, usando sus guantes negros para que funcionaran en cambio al velo negro que siempre debe usar a cada instante. Era la excepción para ceremonias importantes, se arregló lo mejor que pudo su trenza negra para que no le estorbara.
Rogue en cambio debe vestir explícitamente en ropajes militares, alzando el cuello de su uniforme para verse formal, con los correajes de sus ropas ajustadas y doradas, incluso se tuvo que cortar el cabello rubio y le quedo de ras. Se colocó sus más de cincuenta condecoraciones, y sin que pudiera evitarlo, estaba nervioso claro.
Esperando en el altar, se encuentra Hedricht al lado del clan de los Calabrese para firmar constancia de la ceremonia de almas gemelas que se llevaría a cabo ese día.
Cuando la ceremonia empezó, grandes marqueses, duques, reyes, emperadores, dignatarios, ministros y más invitados prestaron atención a los esposos y como Benet era llevado del brazo por su tío Darío, en el lento trayecto sintió su mundo detenerse, a la par que una suave melodía acompañaba la velada, observando todo alrededor en lo que su vista le permitiera, Benet viraba y reviraba todo, estaba paranoico. Darío, le afirma el agarre con confianza, intentando calmar sus nervios.
—No estés nervioso, todo saldrá bien... —Le susurra su tío, para calmar el terror que padecía su pobre sobrino.
—Siento que todo están perfecto... como si algo terrible estuviera a punto de pasar, lo lamento... —Se disculpó abochornado el futuro novio. Darío, quien suplía el lugar de los fallecidos padres de Benet le dio palmadas en su muñeca.
—Ellos hubieran estado orgullosos y felices de verte casarte con alguien a quien amas. No tengas miedo Benet, siempre contaras conmigo y ahora... con Rogue... —Ambos hombres intentaban que sus lágrimas no salieran, ser sensible venía de familia muchas veces.
Y llegó al altar, tomando sobre la mano enguantada de su amado la suya propia, entregándole su bendición para un futuro imperio prospero.
Santino Passolini y Manolo Calabrese han dado testimonio del acuerdo entre ambos príncipes para remarcar ser almas gemelas. Dándoles el silencio para que los alfas y toda la manada pueda dar fe del evento. Y las sombras insistentes, ataviadas en largas túnicas negras se acomodan justo detrás de los respectivos miembros del clan, posándose para salir al ataque. Vestidos falsamente de otros invitados bajo esas ropas filosas como cuervos.
Venía lo más esperado de la noche, la ceremonia de las almas gemelas.
Benet tomo el largo pergamino que aguardaba en el viejo libro, donde con sangre de su dedo firmara ese pacto consagrado y divino su eterno amor. Suspiro en inercia, nervioso mientras comenzaba a recitar el juramento.
—"Luna roja, espina entre rosas, reloj de arena en el tiempo, pacto jurado en sangre yo he de darte esta noche en sacrificio divino. Sol negro que te pierdes en las sombras, amor eterno al igual que nosotros dos. Yo, el príncipe Benet Mondragón D'La Rosa, heredero del trono al Reino de Italia te tomo a ti Rogue Von Preußen Hedricht, como mi alma gemela, a quien pertenezco y perteneceré en esta y otras vidas... —Calló para cederle la palabra a su esposo. Quien con una sonrisa sostiene el mismo pergamino, al mismo tiempo que ambos son adornados con una ornamenta de oro puro y macizo en sus pieles, cubiertas sobre las largas túnicas reales que acomodan los propios alfas para la ceremonia. Con espadas en mano, las sombras alzan el filo de sus armas, en la danza de las penumbras.
—"Los demonios no han de jamás detener este sentimiento que ni dios, ni el diablo, ni la muerte misma podrá detener, que perdurara en tantas épocas, generaciones y eones deseamos vivirá, recuerdo fragante de que Yo, el príncipe Rogue Von Preußen Hedricht, te tomo a ti Benet Mondragón D'La Rosa, como mi esposo, a quien cuya alma le entrego en bandeja de oro y a cuyos brazos me entregare siempre, y que mi destino al igual que el tuyo, está escrito en un amarillento y viejo pergamino, que esta noche recobramos las almas en el reflejo de una vida pasada, viviendo y muriendo juntos. —Ambos se miraron a los ojos para recitar la última parte.
Para este momento Emerald, la madre de Rogue ya estaba llorando al ver tan enternecedora escena. Mientras daban el voto final, y sus cabezas eran adornadas con las coronas del Imperio Alemán y la corona real saboyana respectivamente. Y bajando con violencia el filo de la muerte, las sombras atacaron el cuello de todos los miembros del clan. Al unísono dijeron los novios.
—"Juntos estaremos siempre porque el pasar del tiempo es infinito e infinita será nuestra eternidad y si alguien se opone a nuestro lazo que hable ahora para no morir en vida eternamente" —Y al terminar, nerviosos y tomados de las manos se acercaron para darse el beso que sellara todo el destino de dos grandes imperios.
No hubieran ni sentido el suspiro de anhelo del otro. Cuando los gritos de sus invitados de ira, asombro e indignación se hicieron presentes. Los cadáveres del clan cayeron manchando la nieve de rojo, los ejércitos reales protegían a sus monarcas respectivos para huir de la ceremonia, Dmitriy desenvainaba su espada para atacar a Santino y a Manolo quienes claro que reconocerían al bastardo que engaño a su hijo y sobrino para una relación prohibida.
Y de pie, en las escalinatas estaba el Zar del Imperio Ruso, más furioso que nunca e igual de imponente que siempre, con espada en mano y vestido en ropas rojas y azules. Para reclamar al hombre que amaba. La ventisca azota las largas ropas de los novios, y comienza una tormenta.
—¡Yo me opongo! —Grito con un tono áspero y férreo, demandando, exigiendo que se le devolviera aquello le fue arrebatado hace tantos años, hace tantas noches. Y que ha deseado volver a tener una y otra vez en sus brazos. El amor y felicidad que debieron cumplirse hace un siglo.
Benet le miro aterrado, asustado, entrando en un vórtice irreal al comprender que no era un sueño lo que estaba viendo. Era la vida real, una pesadilla bastante cruel en verdad.
—Nicolau... —Susurro, con lágrimas resbalando de su rostro y la furia de su esposo quien le toma con fiereza, no decidiendo a soltarlo, por primera vez Benet pronuncio ese nombre con miedo a quien lo llevaba. Miedo a su futura muerte.
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Continuara...
(¿Que creen? Siempre no hubo hiatus, disculpen las molestias, volvemos con nuestra programación habitual)
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