Capítulo 1: Las memorias perdidas.
Los truenos salvajes de la tormenta entrante alumbran el cielo oscuro, dejando que nubes grises se dejen ver.
Las olas se estrechan en las rocas de la prisión. La espuma de mar salvaje y brumosa por la tormenta es visible desde la oscuridad mientras el vampiro dobla su abrigo en cuadro. Era atentamente observado por todos los prisioneros de la celda de pies a cabeza. Ven su barba, sus ojos rojos, sus gestos, sus modales y etiqueta. Su piel morena y tostada extrañamente, las cicatrices que ahora están presentes. Incluso cuando hace pequeños gestos como fruncir el ceño o tararear lo observan. Un tanto incomodo deja la ropa que mandan a los prisioneros a doblar para darles un pequeño trabajo, lo trataban como sirviente pero ahora recibía un mejor trato. A diferencia de algunos a su alrededor.
Cuando lo mandaban a tallar piedras por igual lo espiaban, vampiros, hombres bestia, brujos y humanos, ahora todos los prisioneros no pasan oportunidad de verlo. De ver con sus propios ojos al vampiro que durante seis años mantuvo "secuestrado, amarrado y engatusado" al hijo del Zar Alejandro Primero.
En cierto modo conocido por tener unas "Pelotas enormes". ¿Qué vampiro desconocido se atrevería a semejante estupidez? Ninguno, ninguno cuerdo realmente.
Benet no decía una sola palabra a menos que le hablaran directamente. Le observan, cabal y serio. Simplemente no saben quién demonios era, no le conocen.
Nuestro buen vampiro se estaba topando nuevamente a una encrucijada social que hace años no quería enfrentar. El análisis de los vampiros a su alrededor. Incluso cuando estaba con Nicolau evitaba entablar alguna mirada con otros vampiros que no conociera, por igual a las bestias, brujos u otros seres nocturnos. Porque se tiene que enfrentar al juicio silencioso que sufren todos los vampiros. No era un juicio disimulado, eran como una maldita plaga, sin descaro lo miran, incluso lo espían estando al pie de él.
Porque puedes ser un vampiro y seguir siendo un don nadie.
Atentamente estudian los modismos de Benet, los vampiros más astutos encerrados en la prisión pudieron descifrar con tan solo los gestos y modismos de Benet que podían ser de un italiano, árabe o español. Incluso lo miran dormir, estos gestos aparte de hacerlo sentir incomodo le hacen reír por semejante análisis a su persona.
El pirata humano Johann Gorkis, un hombre de coleta roja, ojos zafiros y piel blanquecina. Se volvió su fiel confidente. Amablemente le habla y mantiene conversaciones largas. En cuanto al otro vampiro que también le habla, es el vampiro Rogue. Quien a diferencia de Benet no está dispuesto a cooperar en nada para reducir su condena.
Cuando esa noche las olas azotaban las rocas, Benet no puede evitar pensar en Nicolau cuando mira debes en cuando las olas del mar. Recuerda sus acuosos ojos. La luna le recuerda sus cabellos blancos y su piel hermosa llena de músculos. Lo que más recuerda y la principal razón de su tristeza, es por no saber la respuesta final ante su propuesta de matrimonio.
D'La Rosa quiere pensar que la respuesta era un sí, antes de la llegada del bastardo que le quito todo lo que le costó construir al lado de su amado Nicolau. Su paz, su tranquilidad, su cordura por igual.
En silencio Benet acaricia su bolsillo delantero en su gabardina, donde tenía todavía los restos de su preciado collar. Mientras había sido herido y torturado brutalmente por los hombres lobo del Zar, tentando la tierra encontró los restos de su collar. De su preciado collar de rubíes, esmeraldas y bañado en oro. Eso restos de collar son todo lo que tiene. Todo lo que le queda. Nadie los ha visto además de Johann a quien le brillaron los ojos al ver las joyas de la realeza rusa que posee el vampiro. Pero Benet le dejo muy en claro que le agrada, y porque el pirata le agrada es que le advirtió que si se atreve a robarle los restos del collar le romperá la mandíbula y que no será nada piadoso. Y solo porque le agrada le pidió que respete esa memoria. Johann no le hizo caso a Benet porque lo amenazara, sino porque se lo pidió. El pirata será gruñón pero por lo menos no quiere perderse la amistad del vampiro. Por lo menos es más amigable que Rogue.
Rogue comienza a vomitar sangre coagulada sorpresivamente, manchando sus ropas y manchando alrededor de donde estaba de sangre podrida. La peste inunda la nariz d etodos los presentes, un nauseabundo y asqueroso aroma. Rápidamente Benet se levantó de su lugar y con un paño limpio comenzó a limpiar con un balde al lado la sangre que escupió el otro vampiro.
Lamentablemente desde hace un tiempo Rogue Hedrich, el vampiro que asesino a un conde. Está sufriendo una severa desnutrición, casi no lo alimentan y fue doblemente castigado porque de los cinco prisioneros en la celda antes de que Benet llegara, ahora estaban solo tres. Ahora solo quedaban vivos Benet, Johann y Rogue. En un arrebato de hambre el vampiro cometió canibalismo y se comió a varios prisioneros vampiros por igual. Actualmente la plasta caliente que vomitaba Hedrich eran restos de ratas que se lograba comer por suerte.
Sin esperar nada a cambio el vampiro italiano limpiaba a su compañero de celda ya que si lo intentaba limpiar Johann, Rogue lo intentaría morder por ser humano. Sin pena, sin pudor, en silencio, con calma, con paciencia y amabilidad Benet siempre trataba al vampiro en la celda.
Ninguno de los prisioneros negaba que ese extravagante vampiro italiano era simplemente....diferente.
¿Qué clase de vampiro era Benet?
Alguien que deseaba permanecer humilde, callado, amistoso hasta cierto punto si le hablabas. Era un caballero incluso sin desear serlo estando encerrado en ese lugar que también lo estaba matando de hambre.
Los demás vampiros siempre son bestias sedientas de sangre e ignorantes, como lo llegaba a ser Rogue a veces. Pero ese maldito italiano era un caso digno de analizar.
La claustrofobia que reinaba en ese lugar vaya que le costaba.
La noche tranquila, melancólica y distante se mantiene mientras Benet cambia las ropas de Rogue, los cabellos rubios y los ojos carmesí del vampiro encadenado le miran en silencio.
— ¿Por qué me ayudas Benet? Nadie te lo pidió.
Le pregunto el vampiro encadenado.
— Nada gano, nada pierdo. Pero tú necesitas ayuda, últimamente comienzas a vomitar más seguido. No quiero quedarme de brazos cruzados viendo cómo te matan de hambre, no quiero quedarme con el mal sabor de boca de saber que pude ayudarte. —De su bolsillo saco un frasco de tripas trituradas, por lo general eso le daban de comer a los prisioneros que no podían sobornar un trato mejor. Y Benet abrió la tapa dejando que el aroma de la sangre despertara el hambre de Hedrich, abrió su boca para que Benet le diera de comer. Esa plasta de viseras y tripas con la que alimentaba a su compañero era la comida que Benet se ganó. Comenzó a recibir más trabajos para lograr alimentar a Rogue.
Sin esperar nada a cambio nunca.
Benet termino de limpiar a Rogue y le dio su debido espacio.
Cuando miran a Benet este tampoco se encuentra tampoco en sus mejores estados. Luce más ansioso que antes cuando se encuentra en su celda, fuera de ella está más calmado. Rasga las telas de su ropa, rasca las paredes de piedra en sus estados simple estado automático.
— ¿Benet? — Le llamo el humano mientras se acercaba a él. —Quitando el hecho de que te estas desnutriendo. ¿Estás bien? Luces distante...
Benet suspiro un tanto incómodo.
— Johann, ¿Dónde dices que estamos?
El pirata se quedó totalmente confundido cuando le dijo eso.
— Amigo, ya te dije que estamos en la prisión de Montecristo. ¿Acaso se te olvido? Bueno claro, tiene unos meses que llevas aquí.
Benet simplemente se acomoda sobre sí mismo.
— Disculpa pero... no recuerdo que me lo dijeras.
Johann le mira mientras Benet se acerca. Rogue pone atención a la conversación en silencio acomodándose sobre sus cadenas.
— Por favor Johann, necesito que me digas algo. ¿Prada esta en Italia?
Las preguntas del vampiro eran jodidamente extrañas. ¿Qué clase de pregunta es esa? Estaban poniendo nervioso al pirata.
— Claro que no. Prada esta en España, tal parece que alguien no recuerda las clases de Geografía. — Le regaño el humano. Johann le bromea mientras saca de su bolsillo un cuaderno de notas que siempre saco por las noches para seguir anotando pequeñeces de las que el vampiro desconoce con una pluma de tinta un tanto seca.
Benet desea confesar un miedo infundado que ha ido creciendo lentamente.
— Johann, durante muchos años. Yo he dicho que vengo de un pueblo llamado Prada que está en Italia. Desde hace un siglo... creo. Aproximadamente llevo cantando muchos años. Y también llevo años con Nicolau. También recuerdo que Prada solía tener un teatro cuando era niño. El teatro de Gales. Donde las mazurcas bailaban, donde todos sonreían, donde la paz reinaba como el aire en los pulmones, donde yo recordaba a mi familia. A mis primos. Aunque estoy muy confundido ahora que lo recuerdo. Mi familia es conocida por ser de la gamma de vampiros Mondragón. Bueno, eso recuerdo.
— Explico Benet, en realidad buscaba encontrar puntos huecos en sus memorias, justo como el enorme error garrafal que había cometido en decirle a todos a su alrededor que él decía que Prada estaba en Italia.
Benet estaba pensando que nadie le había dicho nada sobre ese error por su poder hipnótico con la voz. Nuestro vampiro podía fácilmente convencer a todos de esa mentira, incluso a otros vampiros. Está preocupado, no está recordando muchas cosas.
Solo recuerda a Nicolau, lo primordial de él, su fecha de nacimiento, sus tallas en ropa, obviamente como lo conoció. Pero no recordaba cosas muy importantes de su relación con el príncipe albino.
No recordaba cuanto tiempo paso viviendo en la corte del Zar. ¿Cuánto tiempo conoce verdaderamente a Nicolau?
Porque a su mente pasan detalles inusuales, entre ello. Recuerda que la última vez que logro ver detenidamente el angelical y hermoso rostro de su amado Nicolau. Él tenía barba.
Oh por dios es cierto, la última vez que vio a su pareja tenía barba blanca, no por vejez, sino porque ese era el tono natural de cabello de su amado albino.
La tormenta afuera se arrecia nuevamente.
¿Cuántos años tenía verdaderamente Nicolau?
Antes de terminar de confundirse más Rogue se irguió haciendo sonar las cadenas, mientras tosía levemente.
—No puedo creerme que tenga frente mío a un miembro de la familia de los Mondragón. —Le miro sin creerlo, pero vaya que en ese punto no le sorprende, con razón veía tantos rasgos familiares. — Muy bien Benet, solo te diré esto porque me ayudas, escucha...—Le llamo Hedrich mientras ambos prisioneros lo miraron directamente, Rogue tuvo que aclararse la garganta ya que las olas y el sonido del mar hacían mucho ruido en sus oídos — Creo que tienes el Síndrome de los cien años.
Un pequeño silencio momentáneo duro levemente, ya que Benet no tenía idea de que era eso. Rogue suspiro refunfuñando porque el italiano no supiera a que se refiere.
—El síndrome de los cien años. Ignorante...—Recalco el amable Rogue — Es una enfermedad de perdida de percepción y memoria, una enfermedad mental que perdura en vampiros y brujos. Como un loquito ya sabes. Síntomas que se presentan justamente después de los cien años en un vampiro o brujo. Confunden la realidad, tiempo y lugar. Y mientras más años pasen más cosas sobre si mismos olvidan, llegan al caso de que olvidan su nombre y de donde fueron. —Termino de explicar Rogue.
El italiano se muestra nervioso.
—Espera Rogue ¿Cómo sabes eso? — Insistió el italiano. — ¿Los vampiros se enferman?
Hedrich asintió — Y podemos llegar al punto de la locura absoluta, ataques erráticos, rienda suelta a su apetito sexual, comienzo de bestialismo y brutalidad sin medida. Por suerte mía he sobrevivido hasta ahora sin que me afectara ese síndrome o la esquizofrenia nocturna. Que es mucho peor —
Johann aprovecho para preguntar —Benet, ¿Cómo es que has sobrevivido tanto tiempo? ¿Qué hacías antes de venir aquí? No te mentiré, todos en esta prisión sabemos que eres...emm. Bueno, el vampiro que secuestro al hijo del Zar Alejandro.
Benet mostro furia inmediata.
— ¡Eso es mentira! ¿Quién ha dicho semejante blasfemia? Nicolau voluntariamente comenzó a vivir conmigo, el escapo conmigo. ¡Por eso el Zar nos buscó durante años! ¡Yo soy el amante del príncipe!
Un silencio abrumador se extendió no solo en la celda de ellos, también en todo el pasillo. En el instante que Benet comenzó a gritar oyeron a cuatro voces como el vampiro se declaraba abiertamente el amante de Nicolau. Si, su amante. El Amante prohibido que no debió existir.
Incluso es mejor aceptado una amante que sea mujer.
Pero no un hombre, no un vampiro. Mucho menos un simple cantante de Ópera que a nadie interesa. Y ahora es más conocido como el vampiro que secuestro a su majestad que por su principal talento. Ser un cantante. Rogue parpadea momentáneamente para luego pensar en un detalle, ¿En verdad Nicolau fue voluntariamente con Benet?
—Escucha D'La Rosa. — Se intentó explicar Hedrich —No es que quiera sonar grosero, pero ¿Estás seguro que Nicolau estaba enamorado de ti? Ni tu sabes cuánto tiempo llevas enfermo, incluso te acabas de dar cuenta de que llevas tiempo cambiando la realidad de tu procedencia con lo que tu creías era verdad. Solo lo digo compañero, te estoy agradecido por tu ayuda, ¿En serio no hay un dejo de duda con respecto al juicio verdadero que tenía Nicolau sobre ti? Quiero decir, abandonar el legado de toda una nación, el derecho a un trono. ¿Solo por ti?
Benet se puso de pie, en un impulso abrió la celda de un fuerte golpe que tumbo, en su mirada ahora no solo estaban aquellos ojos rojos, sino el destello de la perdida de la sanidad absoluta.
¿Nicolau nunca lo amo?
Se fue corriendo por el pasillo rápidamente a la vista de todos los prisioneros que no le quitaron la vista de encima, el pirata de cabellos rojos salió de la celda dispuesto a seguir al vampiro. Quería calmarlo. Descubrir que la persona amada por la que está encerrado, el amor de tu vida, resulta que estaba siendo utilizado para amarlo. Justo como él deseaba que fuera amado de vuelta, justo como deseaba ser querido de vuelta. Que Nicolau le amara en las buenas y las malas, en la riqueza y la pobreza, en la salud y en la enfermedad.
Hasta que la muerte los separe.
Mientras los truenos salvajes azotan en la prisión, la lluvia se precipita ferozmente afuera.
Benet corre entre las sombras, iluminado por los rayos de la luna entre las rejas de los barrotes. Su furia no tenía como describirse, su dolor, su demencia.
Los ataques de histeria nunca habían atacado la mente de Benet. Los síntomas de su locura le hacen perder vista del tiempo, del lugar, del momento, del ahora.
.
.
La sonrisa de Nicolau en las mañanas era dulce y acogedora. Los rayos de sol entran cálidamente por la ventana mientras Benet permanece abrazado a la desnudes del albino, en silencio mientras su amado vampiro se da cuenta al ver de nuevo se encuentra en su cabaña. Donde vivieron juntos tanto tiempo, el albino se revuelve entre las sabanas mientras le abraza por el brazo con cariño.
Prada abre su vista a sol entre las colinas desde la ventana. Los verdes prados dejan ver como el suave susurro del viento acaricia las hojas de los árboles. Hermosa Prada, a tus verdes prados quieren llegar todos aquellos que desean volver a comenzar.
Benet mira la cama y su amado Nicolau. Lo toma entre sus brazos, lo besa y el albino se confunde por el repentino contacto.
— ¿Me amas?
Pregunta Benet mientras entre sus toscas manos toma el rostro de Nicolau, mira sus labios rojos que lo tienen loco, que adora y siempre le sonriendo con dulzura.
Con una sonrisa el albino toma el rostro del vampiro con sus musculosas manos.
El cuerpo musculoso del albino no lo recordaba como tal, tan hermoso y vigoroso.
— ¿Qué quieres que te diga?
Le pregunta el albino de ojos azules.
— No....
Dice entre dientes el vampiro.
Benet deja que sus manos tiemblen de miedo.
— ¿Qué deseas oír de mis labios Benet? ¿Cómo deseas que te mienta el día de hoy?
Los campos verdes hacen sonar al unísono la suave brisa, mientras el grito de Benet se escucha cuando los pasillos de la prisión de ciernen sobre su espalda. Los guardias franceses le siguen con fusiles en mano disparando a quema ropa. Dispuestos a detenerlo.
En un ataque absoluto de locura Benet se arrojó a las olas salvajes de la intensa tormenta que se desato hace rato en el mar.
"Que ahí donde yacen los gritos del corazón,
Que ahí donde yace un inmortal,
Se encuentre su tan preciada sanidad,
En el perpetuo socorro"
Fin del capítulo 1.
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