Capítulo XLVII: Para mí es un honor serviros
Quinta lunación del año 105 de la Era de Lys. Beremberg, reino de Vesalia.
Durmió mal, la noche fue un rosario donde cada cuenta era una pesadilla. Extrañaba la presencia de Karel a su lado. No fueron muchos días los que pasaron juntos, pero se acostumbró a su compañía, a la paz que esta le daba. También lo afligía el remordimiento, la incertidumbre y la sensación de no ser suficiente.
La noche antes de llegar al campamento le dijo que no estarían juntos y después de hacer el amor, los malditos recuerdos del Dragón de fuego tomaron el control, terminó rechazándolo y Karel se alejó. ¿Y si se cansaba de él ahora que le había mostrado lo patético que era? Ni siquiera podía complacerlo en el sexo.
Se levantó del catre sintiéndose horrible y fue a asearse. No tenía ropa limpia que ponerse, solo la camisa de lino y el pantalón del uniforme. Suspiró resignado y salió afuera.
En el patio de armas, sus compañeros ya comenzaban con los ejercicios matutinos, Lysandro tomó su lugar y se incorporó al grupo.
Luego del beso, en Ivar se operó un cambio. Antes lo atosigaba con tareas absurdas y lo sobrecargaba de trabajo, ese día apenas si lo miró. Fingbogi también estaba entre las tropas y al igual que Ivar, no reparó mucho en él. Que ambos se dedicaran a ignorarlo, era un alivio.
Mucho antes del mediodía ya había terminado con el entrenamiento de rutina, entonces, decidió entrar al castillo, buscar a Jensen y ponerse a sus órdenes como era su deber.
Los únicos castillos en los que Lysandro había estado antes de ese eran el de Karel en Illagarorg y el pequeño castillo de Aldara. En comparación, este era mucho más grande, magnífico y hermoso. La piedra de las paredes era blanca y el suelo cubierto de alfombras. Las lámparas de aceite dispuestas por doquier alumbraban las galerías con arcos de medio punto, adornadas con jarrones preciosos, cuadros y grandes vitrales que descomponían la luz de los jardines interiores en diversos colores.
Anduvo por varios pasillos cruzándose con sirvientes, ninguno sabía dónde podía encontrar al general, el último con el que se topó fue quien le indicó como llegar a las habitaciones. El joven escudero las recorrió atento. A la mitad del corredor se encontró a Karel.
Iba ataviado como lo que era, el príncipe de Vergsvert: chaqueta negra con orillos, botones y broches dorados; el pantalón del mismo color le entallaba las piernas y las botas altas le daba un toque de rudeza a su atuendo. Traía el cabello castaño recogido en una media cola. Cuando sus ojos verdes lo miraron, Lysandro se sintió nervioso, la vergüenza volvió a carcomerle las entrañas. El joven príncipe se detuvo frente a él.
—¿Cómo estás? —le preguntó con voz suave. Lysandro tragó y asintió. Quería disculparse de nuevo, pero antes de que pudiera decir cualquier cosa, Karel volvió a hablar—: ¿Buscas a Jensen? Sus aposentos están a mitad de ese corredor, a la derecha.
Lysandro volvió a asentir y bajó la mirada.
—Yo... No me odies, por favor —le suplicó angustiado—. Estoy tratando, de verdad lo estoy haciendo.
—¿Odiarte? —El príncipe lo tomó del mentón para que lo mirara—. ¿Por qué iba a odiarte? Soy yo quien debe pedirte disculpas.
Lysandro abrió grandes los ojos, no quería que se excusara con él, Karel no había hecho nada excepto soportar su reticencia, dudas y traumas.
—¿Por qué harías algo así? Fui yo el que fallé. No te hago bien, Karel, lo sé, lo siento aquí dentro. —Y se señaló el pecho.
—Eso es algo que tengo que decidir yo. No debes preocuparte por mí, solo deseo que estés bien.
Lysandro exhaló un gran suspiro y volvió a mirarlo; tenía muchos deseos de abrazarlo, pero cuando iba a hacerlo se frenó al ver el cambio en la expresión del príncipe que miraba por encima de su cabeza a un punto más allá de él, al final del pasillo. El escudero se dio la vuelta, hacia ellos caminaba el general Jensen.
—Alteza —saludó con una reverencia y luego se dirigió a Lysandro—. ¡Muchacho!, ¡que gusto me da que estés vivo! ¿Estuvieron juntos desde el principio?
Lysandro se ruborizó. Incapaz de contestar, agachó el rostro.
—Así es, general. Habéis entrenado bien a vuestro escudero, fue de gran ayuda mientras estuvimos extraviados en el bosque. Entre nosotros ha surgido una gran amistad.
—Me alegra oír eso, aunque es poco el mérito que tengo. Fue el padre de Lysandro quien le enseñó casi todo lo que sabe, yo solo me he encargado de quitarle el polvo a sus enseñanzas.
—¿Conocisteis a su padre?
—Éramos amigos.
Lysandro comenzaba a sentirse incómodo de que hablaran de él.
—Debió ser un gran hombre.
—Lo fue —concedió Jensen.
La conversación pareció agotarse y el escudero sintió alivio, hasta que el príncipe volvió a hablar.
—General, me gustaría pediros algo, quisiera que Lysandro formara parte de mi guardia personal, de no ser por él tal vez no habría sobrevivido. —Ante la solicitud de Karel, Lysandro abrió muy grande los ojos—. Os recompensaré, por supuesto. Pedid lo que deseéis, además estaré en perpetua deuda con vuestra merced.
El escudero abrió la boca y parpadeó varias veces estupefacto. No podía creer lo que Karel le estaba pidiendo a Jensen.
—Alteza, no soy quien para negarme a vuestros deseos. —Jensen también lucía sorprendido por la petición—. Pero considero que es Lysandro quien debe decidir sobre su futuro.
—También estoy de acuerdo —se apuró a decir Karel—, no obstante, siendo él vuestro escudero, antes debía preguntaros si podía ofrecerle a Lysandro formar parte de mi guardia personal.
En ese instante la mirada de ambos recayó sobre él. Se sentía aturdido, jamás hubiera esperado que Karel hiciera semejante cosa. Ni siquiera le consultó antes, era como si estuviera decidiendo por él y eso le causaba cierta incomodidad y ni hablar del riesgo al que se exponía. Por otro lado, hacía un instante, Lysandro se había disculpado por no poder complacerlo y alejarse. La oportunidad de estar siempre con él se le presentaba y en lugar de estar feliz sentía terror. Aparte de la molestia de ser dejado de lado y el peligro que suponía estar juntos, se abría paso en su mente el pensamiento de que él no sería suficiente, de que no podría superar sus traumas y al final Karel se decepcionaría.
—Yo... yo... es un gran halago, no lo esperaba, pero ¿y si no soy lo suficientemente bueno para Su Alteza?
Karel lo miró con ternura.
—¿Cómo no vas a ser bueno para mí si gracias a ti estoy vivo?
No supo qué responder a eso, tampoco podía apartar la mirada de la otra, verdosa. Cuando el general carraspeó, Lysandro parpadeó y agachó el rostro, muy confundido.
—Pues, si ambos están de acuerdo, no veo inconveniente. Solo os pido que Lysandro permanezca conmigo hasta que yo pueda escoger otro escudero.
—Por supuesto general, y como os he dicho, pedidme lo que deseéis, no deseo hacer sentir que me impongo sobre vos.
—Para mí es un honor serviros, Alteza. Sabéis que espero que pronto os convirtáis en mi rey y entonces mi lealtad será absoluta.
Karel asintió al comentario, Jensen y Lysandro hicieron frente a él una pronunciada reverencia. Luego el príncipe giró sobre sus talones y continuó por el pasillo hasta las escaleras al final de él. General y escudero se quedaron solos y en silencio.
Los aposentos asignados al general eran amplios, tanto como aquellos que le destinaron en Aldara. Lysandro alistaba las armas de Jensen: la espada larga y la corta, mientras el hombre mayor examinaba un mapa sobre la mesa de madera. No dejaba de reflexionar en lo que había hecho Karel. ¿Por qué no le consultó nada? ¿Tan poco valía para él su opinión? Podía entender que el príncipe quisiera estar con él, pero que lo hiciera de esa forma, sin tomarlo en cuenta, lo entristecía.
—Pasaste varios días con el príncipe Karel, ¿qué opinión tienes de Su Alteza?
Lysandro respingó al escuchar la voz grave de Jensen. Sin dejar de afilar la hoja, le contestó:
—Es un hombre perseverante, haría cualquier cosa por conseguir lo que quiere.
Lysandro habló casi sin pensar y sin despegar los ojos de la labor que mantenía en la espada. De pronto se dio cuenta de que Jensen lo miraba con curiosidad y de que lo que había dicho no era del todo adecuado.
—¿Y qué crees que sea lo que quiere?
El joven carraspeó, nervioso, y se apuró a contestar.
—El trono, por supuesto, como el resto de los príncipes.
—¿Te dijo eso? ¿Qué quería ser rey?
Lysandro subió el rostro y miró a Jensen. Le fue inevitable recordar las sospechas de Viggo sobre él. ¿Y si era cierto que el general estaba detrás de La sombra del cuervo y quería destronar a los Rossemberg? Darle la seguridad de que Karel lucharía por el trono, ¿no era arriesgarlo?
—Es solo una suposición. El príncipe y yo no hablamos cosas tan importantes.
—Y, sin embargo, te tomó afecto. —Jensen volvió la mirada a su mapa, aunque continuó conversando—. El príncipe es muy joven, aun así pienso que es el mejor de todos ellos. Tengo grandes expectativas para con él, creo que será un buen rey. Cuando estés a su lado debes cuidarlo, Lysandro. Hay muchos intereses detrás de la corona de Vergsvert.
—¿También Suponéis que el príncipe está en peligro? —Lysandro recordó el asalto que sufrieron y mucho antes de eso, el atentado a Viggo en aquella cacería antes de partir a la guerra.
—La campaña de Vesalia ha terminado con éxito. Viggo y Karel son los grandes héroes. Al regresar a Vergsvert la carrera por impresionar a Oria continuará. ¿El príncipe te ha dicho algo? ¿Considera que está en peligro?
De pronto un escalofrío le erizó los vellos del cuerpo. Sentía que la corte de Vergsvert era un nido de fieras dispuestas a destrozarse entre sí y Karel estaba en el medio. Meditó las palabras del general y recordó lo que el hechicero le había dicho, que Jensen creía en él. Lysandro tenía sus reservas, sin embargo, el general parecía ser sincero y preferirlo por encima de sus hermanos.
—Nos emboscaron —se decidió Lysandro a contarle—. Los hombres que nos atacaron dijeron que alguien les había pagado por llevarles la cabeza de Su Alteza. ¿Podría haber sido alguno de sus hermanos?
—Es lo más seguro. —Jensen lo miró a los ojos—. El rey llegará en cualquier momento, de las decisiones que tome y los anuncios que haga dependerán muchas cosas.
—Tal vez nombre a un heredero y toda la absurda competencia terminará.
Jensen reflexionó un momento.
—Podría. Aunque no creo que lo haga. Lo más seguro es que continúe dándole largas al asunto y de esa forma perpetúe la rivalidad entre los príncipes.
Cuando Lysandro pensaba en esa competencia, siempre le parecía aberrante que hubiese sido el mismo rey quien la propiciara. La tradición dictaba que el heredero fuera el primogénito o el mayor de los príncipes. El joven apartó las espada y los utensilios con los que las limpiaba y volvió a preguntar:
—¿Por qué el rey hizo eso? ¿Por qué decretó esa competencia entre ellos?
Jensen dejó el mapa a un lado y lo miró con una sonrisa.
—Cualquiera concluiría que lo hizo para que todos sus hijos tuvieran la misma oportunidad de ser rey, algo equitativo y justo, sin duda. Pero yo no pienso que haya sido por eso.
—¿Ah, no? ¿Cuál es vuestra teoría, general?
—Creo que el rey no quiere separarse del poder. Le teme a Viggo, supone que podría llegar a derrocarlo y antes de que lo haga ha decretado lo de la competencia, de esa forma apela para que... —De pronto, Jensen cayó.
—¿Apela a qué, general? —La respuesta que se formó en la mente de Lysandro era tan terrible que se negaba a aceptarla—. ¿Qué busca el rey?
Jensen guardó silencio un rato más, reticente a responder, pero finalmente lo hizo.
—Qué sus hijos se maten entre sí antes de derrocarlo a él.
Era lo que Lysandro creía. Que Jensen lo pusiera en palabras lo hacían tan real como terrorífico. Un padre no podía hacerle eso a sus propios hijos.
—Por eso te digo que debes cuidar al príncipe Karel.
—Así lo haré —afirmó Lysandro. "Daría mi vida por él"
El escudero retomó la labor sobre la espada, mientras la afilaba, su pensamiento se enroscó alrededor de la figura del primer príncipe. Estaba seguro de que, en cualquier momento, Viggo lo abordaría, le preguntaría si aún deseaba vengarse del rey y espiar a Jensen. Por fortuna, Lysandro ya tenía una decisión.
Hola, espero que estén genial. Hoy quiero dedicar capitulos a damaseliana por todos sus votos y comentarios hermosos, a salma-sanz que me asombró un monton al decirme que esta novela le recuerda a Príncipe cautivo, muchas gracias por haber llegado hasta acá y muy especialmente a Dash_Hanel autor de este belleza de fanart de Lysandro y quien también dibujó a Karan de Alianza de sangre. No tengo palabras para decir lo mucho que me gustan estos dibujos, tienes demasiado talento.
Un beso grande a todos, nos leemos el viernes que viene.
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