I: Blasfemia

-Solo son juegos de estúpidos- se dijo a sí mismo, respiro hondo y apretó los labios.

Llevaba unos cinco minutos listo para comenzar, buscando ejecutar su cometido en el momento adecuado, a la hora que Taehyung le dicto que debía ser. Lo más difícil seria llevar la cuenta del tiempo sin ningún artefacto para ayudarse.

Se lamio los labios buscando apaciguar la ansiedad que le recorría el cuerpo y tomo el crucifijo extendiéndolo al espejo. Observaba como su mano temblaba; se sintió patético al asustarse por un ridículo ritual sacado de quien sabe que foro, con pocas posibilidades de funcionar. Solo era su mente dándole una mala pasada.

Pero por Dios que estaba malditamente asustado.

-Me desprendo de la santísima trinidad y cada una de las cosas que representan para comenzar contigo a un juego de preguntas y respuestas- recito, con la voz lo suficientemente alta para ser escuchado en cada rincón de la habitación.

Volteo la cruz al momento que cerraba los ojos.

Un minuto.

Dos minutos.

Tres minutos.

En su mente solo pensaba que cuando abriera los ojos no vería más allá de su propio reflejo. Se sentiría demasiado apenado consigo mismo por estar tan asustado, por parecer solo un pequeño crio creyendo en todas esas cosas. Si eso no funcionaba se aseguraría de cobrársela a Taehyung en una cautelosa venganza que nadie sabría por qué.

Sin embargo, cuando Hoseok abrió los ojos, se vio cara a cara con un rostro completamente diferente al suyo.

La respiración se le cortó, un frio espectral subió por su espina dorsal, instalándose en su nuca. No se podía mover, no podía hablar, apenas logro exhalar e inhalar después.

El rostro de aquel chico era un poco más redondo que el suyo, sus labios eran finos con un pigmento rosa pálido que las chicas matarían por tener, su piel blanca los resaltaba. Poseía cabello negro como el ébano, sedoso, peinado hacia un lado. Estaba allí, mirándole con los ojos más profundos que Hoseok pudo ver alguna ver.

Pero percibía en ellos un vacío descomunal.

Era el rostro más lindo que vio en toda su vida, parecía haber sido esculpido por manos benditas e inigualables en el arte, era una belleza letal. En sus ojos... con solo mirar esos profundos y negros ojos, Hoseok supo que sus intenciones no eran del todo buenas, pensó en terminar todo aquello así tan solo pudiese moverse, resultaría más fácil. Estaba cautivado y atemorizado por lo que veía, no despego la mirada de sus ojos hasta que el chico en el espejo separo los labios para hablar.

-¿Ya deseas comenzar?- era una voz serena. Tranquila. Apaciguadora.

Hoseok podría quedarse dormido siendo arrulladora por una voz como esa, no le molestaría en lo más mínimo si tan solo no se tratara de una presencia con intensiones totalmente desconocidas que quizás quisiera matarlo para usar su cuerpo, o consumir su alma según le contaban las películas de terror.

-S-si...- murmuro al cabo de unos pocos segundos, respiro hondo con una mano en el pecho, apenas podía mantener la mirada. Casi no encuentra la voz en su garganta.

-Bien... comencemos- aquel chico sonrió de lado, mostrándole una curvatura que si no hubiese sido por el escalofrió que le ocasiono en cada parte de su cuerpo; hubiese considerado que era muy bonita- en el funeral de una madre, sus dos hijas lloran su muerte. Un hombre desconocido aparece entre la multitud, era el hombre más hermoso que las dos chicas había visto en toda su vista, era la primera vez que lo veían y cayeron profundamente enamoradas de él, creyendo que era el amor de su vida. Un par de semanas después, una hermana mato a la otra; ¿Por qué la mato?

Los minutos pasaron, el ente en el espejo tan solo guardo silencio, esperando por la respuesta que no parecía llegar pronto. Hoseok se había quedado como estúpido mirándole a los ojos, estaba tan asustado que no sabía que pensar; en una respuesta tras analizar el problema planteado o una forma de terminar el juego de una vez, para quien quiera que fuera aquel sujeto, se fuera y no volviera a hablar con él.

Estaba temblando, sus manos se encontraban completamente frías, se las froto entre si una y otra vez tratando de aliviar la sensación poco agradable que le invadía en los falanges. Coloco ambas detrás de la espalda, apretándolas, clavándose las cortas uñas en la piel de la palma, con la fuerza suficiente para tratar de llamarse a mí mismo a tierra, buscando concentrarse en aquel peligroso juego que había comenzado.

Aquel chico en el espejo no se veía impacientado por el silencio de Hoseok, al contrario, su expresión impasible era como si de alguna extraña manera estuviese disfrutando del silencio que gobernaba en la habitación.

-Ella... ella mato a su hermana porque quería volver a ver al hombre- su voz sonó monocorde, cautelosa.

Si no hubiese sido porque todo estaba en silencio, probablemente no había sido escuchado. De todas formas, al visitante dentro del cristal le era suficiente con leerles los labios para saber qué era lo que estaba diciendo.

Aquel chico cambio su semblante serio por una leve curva que se elevó lentamente hasta convertirse en una amplia sonrisa en la cual mostró su perfecta hilera blanca de dientes, llevo ambas manos a nivel de su pecho y aplaudió en repetidas ocasiones, tardando unos pocos segundos entre cada aplauso, sin borrar aquella sonrisa.

Muy lejos de parecerle linda, tierna o lo más lindo que había visto en el mundo; le creo un nudo en la garganta.

-Respondiste bien, Jung Hoseok. Ahora, haz tu pregunta- el invocado arqueo una ceja disminuyendo su sonrisa pero manteniéndola ladeada, mordió con poca presión su labio inferior como si tratara desesperadamente de aguantar la risa.

Hoseok casi echaba a perder el chance que se ganó, casi formula la pregunta errónea "¿Qué te hace tanta gracia?" Se sintió imbécil con solo haberlo pensado y que casi se le escapara de la garganta.

-¿Cuál es tu historia?- indago sin separar la mirada de los ojos del desconocido en el espejo, aunque cada vez lo sentía más cercano.

-Es una buena pregunta- comento el chico del espejo asintiendo un par de veces, sin embargo, nunca dejo de mostrar cierta malicia que Hoseok tomo como un aspecto característico de el- mi nombre es Min Yoongi y fui asesinado hace más de quinientos años por un culto religioso, tenía veintiún años cuando morí.

» Sufrí, grite, llore, pedí clemencia... pero no les importo en lo más mínimo, nada los detuvo. Cuando decidieron que ya no me necesitaban más; me asesinaron de una forma terrible, dolió muchísimo y aun puedo recordar cómo se sintió morir, pero... hay cosas que duelen más, son más profundas que la tortura corporal y yo... todavía llevo ese sufrimiento.

Hoseok vio como Yoongi desvió la mirada, cerrando los ojos con un suspiro en conjunto. Apretó los ojos negando con la cabeza una y otra vez, con recuerdos dolorosos azotando su mente.

-No poder descansar hasta que haya cumplido mi destino.

-¿Cuál es tu destino?- quiso saber Hoseok con la curiosidad a flor de piel.

Poco a poco, el miedo en el disminuía como si algo en su interior le dijera que no debía temer pero... se estremeció cuando Yoongi lo volvió a mirar.

-Si no me equivoco, es mi turno de preguntar, chico que toca el piano- una vez más, la misma sonrisa se formó en los labios de Yoongi- me preguntaste cual era mi historia y no contestare más que eso.

Se encogió de hombros, restándole importancia al asunto. Llevo su mano hasta su barbilla, en un gesto que sugería análisis.

Hoseok no podía dejar de pensar que estaba hablando con alguien más antiguo que su propia familia, que había existido desde antes que las ciudades del país fuesen renombradas ¡Podría hacerle preguntas que ni los historiadores sabrían contestar!

-¿Mi rostro te parece familiar?- cuestiono Yoongi, la pregunta dejo a Hoseok mas que confundido pero se fijó en el rostro del preso en el espejo.

Cada facción fue analizada, hundiéndose en su memoria, buscando algún rostro que se le hiciera similar pero; no hallo ninguno.

-No, jamás había visto tu rostro antes- sentencio, haciendo una pequeña mueca que luego se convirtió en una sonrisa.

¡Esa pregunta había sido demasiado fácil! Era otro chance para saber mucho más, porque ahora que la tensión se estaba disipando.

-Lamento decirte que tu respuesta es errónea.

La expresión de Yoongi no hizo más que asustarlo, estaba enojado, lo veía sin duda alguna. Sus ojos ya no reflejaban picardía y malicia, era mucho peor, era enojo. Ira. Odio.

Las palabras se congelaron en la garganta de Hoseok y por un momento aquella mirada le pareció tan perturbadora que tuvo grandes impulsos de romper el contacto visual pero sabía no debía hacerlo o las consecuencias podían ser bastantes severas.

-¿Por qué dices que yo debería conocerte?- su voz sonó insegura así como también sus palabras tardías.

Sintió opresión en el pecho, como el aire se le hacía denso en los pulmones.

-Porque tú fuiste quien me asesino en una de tus vidas pasadas.

Yoongi cambio su semblante, en todo momento se veía igual de serio y severo. Esa expresión que adapto desde que Hoseok negó conocer su rostro ¡realmente no lo hacía! ¡No había dicho mentiras!

La revelación le cayó como un balde de agua fría, congelándose por completo una vez toco su cuerpo. Nada de eso podía ser real. ¿Él había sido tan malo como para torturara a un chico hasta que muriese? ¿Lo había dejado morir como un animal mal herido? ¡Él nunca hubiese hecho algo así!

Justo cuando pensaba decirle a Yoongi que estaba equivocado, recordó la malicia en los ojos de aquel chico cuando recién apareció. También rememoro una de las reglas del juego; si contestaba mal la pregunta, entonces él podría mentirle.

¡Era eso lo que estaba haciendo!

-¡Eres un mentiroso! ¡Yo no hice eso!- vocifero arrugando la nariz, indignado, pero la opresión en su pecho no desaparecía.

-Tal vez- contesto Yoongi con la misma molestia que mostraba desde hace unos minutos- ¿Quién sabe? Puede que yo sea un mentiroso o un asesino que merecía lo que le sucedió, también puede que no... ¿Cómo saberlo? Pero... ¿Sabes que si es muy cierto?

-¿Qué cosa?- interrogo Hoseok, ladeando la cabeza, desconfiado.

Antes de recibir su respuesta, Yoongi le mostró aquella sonrisa que le heló una vez y logro hacerlo nuevamente. Sintió que Yoongi estaba tramando algo malo y él estaba cayendo.

Cada una de las velas se apagó, una después de otra dejando a oscuras la habitación. Hoseok sintió tanto frio que le dolieron las puntas de los dedos.

Un portazo fue escuchado y la luz eléctrica de la habitación fue encendida, pero la intensidad de la bombilla menguaba hasta casi apagarse; Yoongi no estaba en el espejo y el estómago de Hoseok se revolvió.

No quería darse la vuelta, realmente no quería hacerlo; pero lo hizo, reuniendo todo su valor. El cuerpo le temblaba, las piernas le fallarían en cualquier momento.

Justo allí.

Parado al lado de la puerta.

Estaba Min Yoongi.

-Eres un mal contador, Hoseok- dijo con un tono que al nombrado le aterro hasta lo más profundo de su psique. Si bien antes sentía que una barrera lo separaba de Yoongi para mantenerlo protegido, ahora era todo lo contrario. Estaba muy cerca, muy vivido, demasiado- sesenta y siete minutos, dejaste de llevar una buena cuenta hace veinte minutos. Será lindo estar contigo otra vez, Hoseok.

Yoongi se acercó con lentitud a Hoseok. Un paso a la vez. Hoseok no podía moverse de su lugar, estaba petrificado, dominado por el miedo.

Al estar frente a él, Yoongi le toco la mejilla; y todo se volvió negro para Hoseok.

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