Y el tiempo pasa
Pd: este capítulo está en honor a nuestra ilustradora Fychii que está justamente cumpliendo años hoy 24 de Febrero. Feliz cumpleaños, reina!
Capítulo 71
—¡Feliz Cumpleaños Eileen! —Chilló Fiorela, abrazando a la niña— Sí sigues como vas, creo que tendremos que espantar a los dragones cazadores muy pronto.
—Gracias nana —respondió la niña, ya con una apariencia de doce años, haciendo una reverencia marcada. El asunto con Eileen es que no solo crecía en tamaño, sino que su mente también se desarrollaba y sus habilidades.
—Increíble que apenas tiene tres añitos y que se vea de ese tamaño —susurró Fiorela a su esposo Jimmy. El hombre le sonrió disimuladamente en respuesta, lo menos que quería era hacer enojar a la alfa.
—Esos cazadores... —empezó Origami, acercándose a abrazar a su hija—, tendrán que vérselas conmigo y con papá antes, y, seguramente con el tío Akudomi.
—Pobre los chicos que quieran acercárseles —susurró Fiorela a Jimmy de nuevo.
Jimmy le dio una mirada tipo: "¡Para ya, mujer!", pero no había formas ni manera de que Fiorela captara.
—¿Cu-cuándo lle-llegarán papá a tío? —una voz un poco torpe, provino de Aland, no había cumplido el año tan siquiera y ya parecía ser un niño de unos casi tres años.
—Llegarán cuando menos lo esperemos —respondió Origami con una sonrisa, intentando disimular su preocupación. Una que llevaba meses con ella, apretujando su pecho. Sabía que al menos Samael estaba vivo, podía sentirlo en su corazón, pero no tenía ni idea de su paradero.
Asahi, que en realidad era el mayor de los tres pero que aparentaba un poco más a la apariencia en edad de la de Aland —unos tres años y medio para ese momento—, se acercó a Eileen y dijo:
—Feliz cumpleaños, Eineen —Le dificultaba todavía algunas letras, pero iba mejorando en el vocabulario. Cuando llegó, Fiorela se había preocupado que el niño no supiera decir alguna que otra palabra, así que se esforzó ella y Norma en enseñarle cada día. Aunque, después de que Norma hubiera desaparecido sin dejar rastro, Fiorela tuvo que trabajar tiempo extra.
Según Jimmy, llegaba super cansada a su habitación y quejarse de más, y no parar de hablar hasta caer en la cama. Muchas veces, para callarla, Jimmy solía darle un beso y hacerle cosquillas por las costillas. Ese era la señal que lo tenía al borde pero que no quería ser grosero. Fiorela lo sabía y agradecía el esfuerzo de su marido de no tratarla mal.
Eileen abrazó a Asahi y a su hermano, y miró con desdén a su madre.
—¿Ahora que tengo este tamaño, podré salir a jugar con los demás niños?
Origami suspiró, la verdad es que ella podía tener esa apariencia, pero literalmente había pasado muy poco tiempo. Ella creía que lo único que podía lamentar era el hecho, de que prácticamente no había disfrutado de la infancia de sus hijos. Y crecían, no volando para ella, sino a la velocidad de la luz.
—Solo si te comportas como es debido, sabes muy bien que tienes más fuerza que ellos y mejores sentidos desarrollados, y suelen ser orgullosos cuando sienten que otro es mejor —contestó ella.
—Yo puedo supervisarlos, alfa —respondió Fiorela ofreciéndose.
—Luego te estás quejando que llegas cansada a casa —susurró Jimmy.
Era cierto, pero si algo no podía contener, es que amaba a esos niños. Y todo aquello se debía, a que ella era estéril. Hace unos meses atrás, se había desahogado con Origami, entre jadeos y un llanto garrafal, por ese hecho, pues le contó que llevaba años intentando formar una familia con Jimmy, con hijos e hijas, como ella consideraba que debía ser, pero lamentablemente no habían funcionado ninguno de sus esfuerzos. Lo habían intentado todo, incluso consultar una vieja bruja, comadrona, del bosque, pero no había esperanza para ellos. Por eso, en ese mismo instante que se desahogó, Origami le hizo saber que la familia que quería la tenía con ella y sus hijas, que le estaba agradecida por todos sus esfuerzos.
Dejó salir a Eileen y a los niños como regalo de cumpleaños para jugar en el exterior, con Fiorela a cargo como lo había dicho, y aprovechó el momento para hablar con Jimmy, necesitaba un favor de él.
—Jimmy, eres un beta confiable para esta manada, te considero parte de mi familia —dijo Origami, ahora sin ocultar sus preocupaciones delante de él.
—Dígame mi alfa —correspondió Jimmy, llevándose una mano en el pecho en señal de respeto a su autoridad.
—Como bien sabes, han pasado muchas lunas desde que Akudomi, Lance y Samael salieron. No tengo idea de cuando regresarán o si van hacerlo, pero no puedo derrumbarme por ese hecho aunque quisiera —se confesó, con una mirada lamentada—, pero también está el asunto del paradero de Iris y Fierce. Se supone que irían a Fairyhow, pero ya ha pasado mucho tiempo que se fueron y nada que regresan. Sal pues de la guarida y consigue información de Iris y Fierce, contacta si es posible a los reyes del reino Carbón de mi parte, e informales todos los avances que hemos tenido los cambiaformas y si saben algo de estos.
—Podría llevarme tiempo, mi alfa —dijo este, no lamentándose, sino confirmando que esta supiera que podría demorar un poco para recibir noticias.
—Lo sé, y sé que Fiorela tal vez se enoje conmigo, pero no tengo a quien más confiar esta tarea tan importante sino a ti —argumentó con una mano en el corazón.
Jimmy asintió, y con ello salió de la habitación. Origami salió por el balcón de su habitación, y desde ese punto y gracias a su visión de dragón —aunque algunas nubes del acantilado tapaban un poco la visión del bosque—, logró ver a Asahi y sus hijos, jugar con varios niños de la manada. Fiorela estaba sentada en una roca sin perder de vista a los niños, hasta que vio como Jimmy se le había acercado.
—lo siento mucho Fiorela —dijo Origami, con una mano en su pecho.
***
el rey Graber desde su ultimátum hacia el rey Brand, estaba durmiendo en las afueras del reino con sus hombres. Habían hecho un campamento militar cerca de un riachuelo, hasta que el rey Donny fue a buscarle, tres días después, puesto que debían continuar su viaje al reino Artesanal.
Graber, aunque estaba enojado con todo, reconocía que Donny no tenía culpa de nada. Solo estaba harto de aquel reino y su rey, su soberbia y su abundancia inmensurable y egoísta, y no era porque él no tuviese o porque el reino Hierro fuera pobre —en realidad era un reino estable económicamente—, su enojo estaba, en que teniendo tal abundancia, se creían los dueños de todo y que no necesitaban de nada. Si algo sabía Graber, es que la riqueza compra muchas cosas, pero no lo que realmente era perdurable e importante.
Y ahora que sabía sobre el compromiso de la princesa Cristal con el joven rey, se preguntaba si ella era igual a él.
—Debemos partir —dijo el rey Donny, encontrándole sobre una colina, viendo contrario a la ciudad.
—Estos ansioso de salir de este maldito lugar —contestó, con mucha sinceridad y con poco ánimo.
—¿Estás bien?
El rey Graber le observó, con una ceja levantada y con cara de "pocos amigos".
—¿Me preguntas si estoy bien? —ironizó—, nunca en mi vida me he sentido como la mierda —agregó—, rey Donny, sin ánimos de ofenderle, pero estaba dispuesto a darle a su hermana la misma posición que este reino y ese rey le ofrecen, con la diferencia de que, en ese paquete, estaba mi amor, mi respeto y mi deseo de hacerla feliz, pero fui rechazado creyendo que su hermana tenía a alguien que amaba, pero nunca creí que sus intenciones reales estaban en este reino. Llámeme idiota o bufón si la parece, pero tengo el corazón roto.
—De ninguna manera, rey Graber, haría uso de su desgracia con mi hermana, para burlarme de usted o quitarle descrédito a lo que siente, pero al elección no fue mía, fue de ella, yo solo la apoyé —respondió.
—¿¡Por qué!? —rugió sin contenerse—, usted es su hermano, su rey, ella tiene que obedecerle si es necesario.
—Hace unos días le dije al rey Brand que, de haber sido mi elección, mi hermana sería su esposa —comenzó Donny, con mucha calma, pero siendo enfático con sus palabras—, no me haga arrepentirme de ese hecho, mi rey —El rey Graber, apreció relajar los puños en ese momento—. La relación que tengo con mi hermana, no es la común que se lleva en la mayoría de los reinos humanos, cuando Amatista cayó, nuestra condición pasó a ser, digamos, algo más importante que seguir los lineamientos de etiqueta de los reinos o la realeza. Lo perdimos todo, y solo nos teníamos ella y yo. Cristal no es un objeto, señor, y siempre voy a respetar su derecho de elección, aunque en apariencia sea un error.
—Es que tiene derecho equivocarse, al igual que usted como yo —prosiguió—, no es un objeto del que hablamos, sino de una persona, y una con decisiones, metas y sueños. No conozco las razones por la que aceptó ese matrimonio con el rey Brand, y realmente no me gusta, pero si conozco a mi hermana, y ella... no haría nada que no tuviera un propósito. De hecho, ninguno de los dos lo haríamos —simplificó—, motivo por el que salí de mi reino a otros, con la intención de salir de una problemática que, si realmente le preocupa el futuro de mi hermana, entonces sabrá resolver sus conflictos para hacer de este mundo algo mejor para ella. Ese es el verdadero amor, y así lo haría si fuera el caso con mi propia reina.
—La reina Mina tiene suerte de tenerle —dijo el rey Graber, ahora más calmado, y un poco avergonzado—, lamento mucho mi importuno, mi rey.
—Le aconsejo que si tiene dudas, lo mejor es conversar con ella directamente, con calma y tendrá la respuesta más apacible para su propia ira —concluyó Donny.
Por supuesto, aquella conversación no hizo más que sorprender a Graber, puesto que la edad de Donny no encajaba con sus dichos. Él, que era mucho mayor que ese chico, parecía un niñato en comparación. Realmente estaba avergonzado. Pero no podía negarlo, estaba dolido, realmente amargado por su destino. Habían pasado tantos años y no había podido reclamar la mujer adecuada para su propia pena.
Esa tarde, un poco más del medio día, un ejército de un poco más de quinientos hombres, tanto del reino Carbón, Hierro y Oro, más tres carrozas reales, habían salido en dirección al reino Artesanal.
Durante el viaje, el rey Graber pudo ver largas conversaciones entre el rey Brand y Cristal. La chica, al menos, parecía realmente agradable ante la plática de este. De hecho, algo que le había sorprendido, es que Brand en ningún momento lo había determinado como solía hacerlo, con sus ironías o su soberbia, al contrario, se mostraba respetuoso y mucho más apacible. Quisiera o no, ya se veían los efectos de Cristal sobre su prometido. Eso lo enojaba, peor no había más remedio. Le envidiaba.
Como al tercer día de su viaje, una noche cuando el rey Donny y el rey Brand, con algunos hombres decidieron salir a la caza para divertirse en el momento y abastecer el campamento, se encontró con Cristal sola mirando una luna naciente. Recordó las palabras del rey Donny, y quiso aprovechar la oportunidad que se le presentaba.
—Si desea hablarme, solo tiene que acercarse —dijo Cristal, sin voltear a mirarle, sorprendiéndole.
—¿Debo asumir que cuenta con un par de ojos detrás de su nuca, princesa? —Preguntó él, con una sonrisa, mientras caminaba hacia ella.
Cristal se volvió con una sonrisa, la mejor que Graber había visto en toda su vida, y con aquella voz apacible y llena de calma que le había enamorado, esta respondió:
—Hasta donde sé solo soy una humana con dos pares de ojos, y no en la nuca mi rey. Pero puedo asegurarle que puede entretenerle de mejor forma que por una anomalía que pudiera tener.
—Estoy seguro de ello —contestó él, sincerándose—, he visto como ha mantenido entre risas, cortejos y rubor al rey Brand, no imagino que conmigo no fuera distinto, si las circunstancias fueran otras.
—¿A qué vino mi rey? —La pregunta fue tan, tajante, que Graber se dio cuenta que estaba pasándose de la raya con sus cortejos.
—Vine por consejo de su hermano —admitió—, estaba tan enojado —se calló un momento—, sigo tan enojado —volvió a admitir—, que no me doy cuenta de mis acciones o mis expresiones —el rostro de Cristal, reflejaba confusión—. Quiero hacerle una pregunta, princesa. ¿Puedo saber el motivo por el que escogió al rey Brand y no a mí? No me diga que fue por amor, porque a menos que usted y el rey Brand ya se hubieran visto sin que no lo supiéramos nadie acá, es que pudiera creer ese argumento.
—Si me cree o no, es un problema mi rey que tendrá resolverlo por su cuento —dijo Cristal, no siendo ofensiva pero si sincera. Suspiró—, y no, para despejar sus dudas, no conocía al rey Brand más de lo que usted le conoce. De hecho, usted le ha visto más de lo que yo lo hecho —ese comentario hizo ruborizar a Graber—, y tampoco lo amo, pero llegaré a hacerlo. Resulta que ese hombre, solo ha necesitado del buen consejo. Nadie de los que vive en el reino Oro es capaz de realizar tarea, pues no logran mirar más allá de sus propias narices, necesitan de terceros que no hayan vivido en ese contexto, para poder entender que la realidad se extiende más que al oro que poseen.
—¿Y usted debe ser su salvadora? —Preguntó, negando tal destino.
—Yo no salvo a nadie, mi rey, ese trabajo es para Gaia claramente —soltó una risita—, pero si puedo ser el instrumento que Gaia necesita para su salvación —concluyó—. Cuando hablé del amor en el momento que usted y yo nos conocimos, no me refería a ningún hombre, me refería, precisamente, a Gaia. El ser al que amo por encima de todos, al punto de tener que renunciar a lo que creo que me hace feliz, es Gaia. Por ella renuncié a mi único amor humano —mostró en ese momento la rosa, ahora gris y de aspecto marchito, en su pecho. Graber se sorprendió al ver aquel sello. Sabía de lo que se trataba—, y por ella seguiré renunciando a más cosas si es necesario. Los tiempos que vivimos rey Graber, son tiempos donde no hay cabida para el egoísmo, y no es que no tenga derecho a sentirlo, es que no me lo permito.
—¿De qué me sirve, mi señor, tenerlo todo y al final perder lo único que me ha traído complacencia en medio de mis desgracias que es Gaia? —ella volvió a mirar la luna—. No tiene que preocuparse, usted conseguirá mujer antes del tiempo señalado y tendrá, al menos un poco de tiempo para disfrutar de la alegría que solo una mujer puede dar, pero en mí está el deber de darle un hijo a ese rey. Ese niño que nacerá tendrá aventuras que no podremos ver, pero que igual serán contadas como la nuestra lo es ahora.
—¿Cómo es que sabe todas esas cosas? ¿Cómo es que las crees? —Preguntó el rey, esta vez curioso.
—Porque lo he visto —aquello parecía una gracia, puesto que el rey sabía que esta no podía ver realmente, pero se movía, en realidad, como si viera, entonces lo entendió, como si una chispa en su interior se hubiera iluminado—, ¿Es usted La Madre Saya?
—Soy Cristal, sucesora de ella —contestó.
El rey lo entendió, sonrió, e hizo una leve reverencia a esta. Nunca llegó a conocer a la Madre Saya, pero lo que se decía de ella, era precisamente lo que había atestiguado con Cristal esa noche. Se disculpó, y con ello se alejó de esta.
Pasaron unos seis días más para poder llegar al reino Artesanal. A diferencia del reino hierro y del Oro, este reino era mucho más pequeño. La base de sus construcciones era de madera, piedra y hierro, pero lo caracterizaba poseer estructuras, con techos puntiagudos, y puentes de piedra, curvados que, al mirar hacia abajo, se observaban más construcciones, que daban hacia pasillos subterráneos y más edificaciones. Parecía que, en vez de extender a lo ancho del reino, las construcciones lo hicieron hacia el suelo. Era una fortificación completa, desde otro ángulo. Estaba llena de vegetación tropical, y al igual que el reino Oro, las puertas se abrieron cuando estos llegaron. Habían sido avisados con antelación.
Atravesaron los callejones, con la misma curiosidad de los aldeanos y los nobles que salían a las calles para admirar a las carrozas y todos los caballeros presentados, unos con armaduras oscuras, otros de hierro y acero, y las más brillantes, de oro. Los techos y las ventanas también estaban abarrotados de numerosos rostros, mientras la caravana se acercaba al palacio.
El palacio real también era distinto a lo que habían visto. Estaba sobre una construcción de hierro, acero y madera, con especies de engranajes circulares, que, al mirarse bien, se dieron cuenta que servían para mover las aguas de un lago detrás de ellos, haciendo ver al palacio como si estuviera entre las aguas. Los pilares y muros, no solo tenían formas circulares, sino grabados artísticos, con ventanales tallados con la misma forma de engranajes. Observar el castillo, era como ver una obra de arte agrandada. Montañas rodeaban a esta.
—Y decían que yo era el pomposo —fue uno de los comentarios de Brand, reconociendo la belleza del lugar.
El castillo parecía ser inalcanzable, pues por donde se mirara, no había puentes. Y estaba colocado en aquella superficie que lo mantenía como si fuera una isla. Pero entonces, vieron más engranajes moverse a su costados, y un puente de madera maciza, se extendió de largo a largo.
Cuando llegaron a la entrada, varias mujeres les recibieron. A diferencia de los vestidos pomposos que solían llevar, estas llevaban vestidos ligeros, como las de muchas sacerdotisas, pero con lanzas, y cinturones de hierro, que les daba un aspecto un poco salvaje. Hicieron una reverencia la ver pasar a los reyes que seguían absortos por todo aquel espectáculo, y cuando llegaron al palacio, se dieron cuenta que todo el personal de servicio eran mujeres. ¿Por qué?
Fueron conducidos hacia el salón principal. A diferencia del rey Brand que les dio tiempo para descansar, quien fuera el gobernante de aquel lugar, iba al grano de inmediato.
Cuando finalmente se presentaron, quedaron asombrados y maravillados de ver que, quien gobernaba, era una imponente mujer de cabellera negra y vestidos rojos y ligeros. Demasiado para todos en realidad.
—Bienvenidos, mis reyes y reinas —aseguró al mirar a Mina al lado de Donny—, debo procurar decirles que es un honor tenerlos en mi presencia.
La mujer apoyó sus manos sobre los posaderos de la silla y, si no fuera por ellos, la apariencia y la postura la haría ver casi divina.
—Gracias por recibirnos —dijo Donny, con una leve reverencia, seguida acción por el resto.
—El honor es nuestro, mi señora —aclaró Graber, con la misma postura solemne de Donny.
—No sabía que el reino Artesanal, tenía gustos realmente excéntricos y fuera de lo común, lo que le da una belleza exquisita —admitió Brand, con una sonrisa.
—Me alegro que mi reino les entretenga con su belleza —respondió esta—, sería lo menos para ser considerados un reino de artesanos. No habrá jamás, nada más bello, que lo que se haga con las manos de nuestros habitantes. Fuimos dotado con el don de la belleza y el arte, mis reyes.
—Notable regalo, mi reina —añadió Mina, con una inclinación.
—Bueno, no se pierda más tiempo —dijo esta—, colaboraré con ustedes. Mis siervas han comprobado la información que he recibido por parte de sus cartas. En los días antes de su llegado, envié varios espías a diferentes lugares, con la intención de corroborar lo que me han dicho, y es correcto y hasta peor de lo que han mencionado —afirmó ella—, lamentablemente todas mis espías han sido capturadas o asesinadas por el enemigo. el reino de las hadas está infestado de muertos, cadáveres putrefactos que surgieron a la vida. El reino Amatista y esmeralda, está lleno de seres demoniacos y unos horrorosos seres pequeñitos, de pelaje rojo, tramposos y...
—Son Leprechaums, mi reina —dijo Cristal, interviniendo al ver como seguiría despotricando de estos.
—Esas mismas cosas —dijo ella, con una sonrisa y palabras lentas, como si saber que a cristal le afectara sus palabras, fuera divertido—... Zafiro está llena de plagas, langostas, ranas, y una niebla oscura en sus límites, no sé lo demás, pero ha de ser peores cosas porque no recibí información de esas zonas, tal vez las atraparon y asesinaron a mis pobres doncellas.
Brand, Graber y Donny se miraron. Era bueno que no tuvieran que convencerla en aceptar, pues esta había hecho su propia investigación.
—Solo tengo que pedir un favor, aunque realmente no me interés del todo —siguió hablando la reina—, necesitaré un comprimo con alguien de sangre real. Saber lo que mis doncellas me han notificado, me llevaron a entender que podemos morir en esta avecinada guerra y tengo que dejar un legado en el trono de mi reino.
Cristal sonrió, y miró a Graber. El rey la miró extrañado, y recordó la conversación noches anteriores.
—Si ese es el caso y a usted le complace, mi reina, yo puedo ayudarle con su compromiso —dijo—. soy el rey del reino Hierro, y estoy a sus servicios.
—¿No eres un poco mayor ya? Aseguraba que ya contabas con una reina —dijo esta, sinceramente.
—Para su suerte, no la poseo —dijo este, defendiéndose de las afiladas palabras de aquella mujer—, también le aseguro que cumpliré con mi responsabilidad como rey y hombre, en nuestra noche de bodas. Puedo ser mayor, pero respondo como todo un hombre, mi reina.
La mujer sonrió, y le miró con mucho detalle.
—Te ves fuerte, y también eres bastante agraciado ante mis ojos —dijo ella, con una aire pícaro. Hizo señas a una mujer que, estaba a su lado en el trono, seguramente su consejera, y estas se susurraron algo al oído—. Está bien, le aceptaré como mi futuro esposo. Pero siendo usted el rey de un reino y siendo yo la reina de este, tendremos que planificar nuestras visitas. Dudo mucho que usted abandone su gente y que yo abandone la mía, ¿le parece un buen trato? Claramente, al igual que usted, cumpliré con mi responsabilidad como reina y como mujer en nuestras futuras noches, cuando estemos libres de los compromisos que nos atañen.
—Nada me haría más feliz que contar con una mujer fuerte y que lideriza. Además, creo que es un regalo del cielo saber que, al estar lejos, no se acabarán las ganas de vernos.
—Parece confiado con sus placeres, mi rey —agregó ella.
—Ya lo descubrirá, cuando el compromiso nuestro sea un hecho —contestó él.
Donny, Mina y Brand, parecían realmente aturdidos por aquella extraña escena. Pero la verdad, todos estaban contento en aquella situación, aunque Donny y Brand se dieron cuenta que la reina, no sería una mujer fácil de llevar. Pero sabían que habían hombres nacidos para llevar una mujer difícil.
—Bueno, ahora si tienen el permiso para descansar —dijo la reina, levantándose del trono—, pueden quedarse en mi reino el tiempo que necesiten. Y mi rey, nuestra boda será esta misma noche —soltó así nada más—, si usted está bien complacido con mi presencia, no tendrá objeciones para hacerlo.
—Complacido estoy, pero lo estaría más si al menos me permite su nombre, mi reina —añadió Graber, intentando llevarle el ritmo aquella mujer. Estaba desconcertado, pero al mismo tiempo animado de intentar domar una fiera como aquella.
—Mi nombre es Athie Athenea Villzcis de Nópolis —se acercó hasta él, con una sonrisa ladina. Llevó su mano hasta este.
Graber la tomó y la besó.
—Será un honor casarme con usted, mi reina Athie —añadió este.
—¿Hay algún problema en que pueda unirme a su celebración? —Habló esta vez Brand—, debido a sus palabras, me di cuenta que no hay tiempo que desperdiciar cuando tenemos la muerte en la puerta de nuestras viviendas. Me gustaría confirmar el compromiso con la princesa Cristal, lo antes posible.
—Si mi futuro rey y esposo no tiene problemas, no tengo inconvenientes en celebrar una boda doble, sería para mí un honor que la princesa de la antigua Amatista y el rey Brand del reino Oro se casen en mi palacio y con nosotros —dijo ella, con suficiencia y con verdad.
Graber miró a Cristal, y lo comprendió. Todo lo que ella había dicho, parecía que debía ser llevado. El destino parecía ser un juego que pocos entendían.
—No tengo problemas —dijo al final.
—Bien, ¡haced los preparativos paras las bodas reales! —ordenó Athie, dando voces en el salón—. ¡Lleven a los invitados a sus habitaciones, traigan muda de ropas para la ocasión! —miró a Donny y al resto—, hablaremos de las estrategias en mente, cuando finalice la boda. Ahora, si me permiten, debo arreglarme para una boda.
Sin que nadie se diera cuenta, ya se llevaba a Cristal varias doncellas.
—¿Alguien me dice que acaba de pasar? —Preguntó Graber, una vez que se dio cuenta que las mujeres se habían retirado.
—Que para hoy, serás hombre casado —dijo Donny, dándole unas palmaditas en el hombro.
—Tremendo geniecito te has ganado —Brand lo compadeció, con un tono de burla que, en otor momento hubiera enojado a Graber, pero ene se instante tenía mucho que procesar—. ¡Ánimo rey, lo bueno del hierro es que se llena de orgullo de sentirse como el material más duro de todos! Se necesita de esa fortaleza para llevar a Athie según veo.
—Cierra la boca Brand —al final no se contuvo en responder Graber, escuchando las risas de los reyes.
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