Solo una Parte

Capítulo 56

Kimiko estaba pisando tierra. Miraba a su alrededor, aliviada de que la ciudad no hubiera sido destruida. Sin embargo, no significaba que no hubiera caos en ella. La gente estaba atemorizada, y sí, se habían cobrado victimas; muchas de ellas estaban heridas y otras había muerto. Pero Kimiko había hecho lo que había podido.

No supo en qué momento las piernas perdieron fuerza y cayó al suelo. Pudo quejarse del dolor, pero no lo hizo. En cambio, se quedó allí viendo como el cielo se estaba oscureciendo.

—¿Estás bien? —Preguntó Tsukine, que había corrido hacia ella a su lado. No la movió, porque la expresión de alivio en el rostro de ella, no quería borrársela del rostro.

—Sí, solo estoy aquí dándome cuenta que tengo una vida como muchas novelas que he leído —explicó—, ya sabes, esas lleno de heroísmo, aventuras, magia y... —miró un momento a su amado—, romance.

—¿Eso es bueno o es malo? —Preguntó.

—Las dos cosas —dijo ella—, bueno, porque muchos que nos adentramos en lecturas como esas, quisiéramos en el fondo vivir algo parecido. Pero, cuando se presenta en la realidad, te das cuenta que es una puñetera. Gente real sale lastimada y otras mueren, el miedo de perder a gente que amas es real; pero también los es la valentía, el coraje y la esperanza.

—¿Entonces no tengo que preocuparme?

—Eso no pasará. Mientras esté viva, vivirás preocupado por mí, Tsukine —le sonrió.

El chico le devolvió la sonrisa y no pudo evitar acercarse para besarla, allí en el suelo. Dani y Yami, corrían hacia ellos, pero se detuvieron en seco por la escena.

—Creo que será mejor verlos desde aquí —dijo Dani, con una sonrisa triunfante.

—¿Por qué? Solo quería burlarme de Tsukine y de lo empalagoso que se ha vuelto. De ser una piedra desértica, pasó un dulce caramelo de niño.

—¡Oye! Es de mi hermanito de quién hablas —le dijo Dani, con el ceño fruncido.

—Tu hermanito, terroncito de azúcar —se burló Yami, acercándose a él, rodeándole con sus brazos la altura de su pecho—, ¿Te he dicho que te amo?

—¿Cómo voy a saberlo si no me lo dices? —respondió Dani, jugando, solo para oírla de nuevo pronunciando esas palabras. Y Yami lo sabía. Se había vuelto un juego personal, entre ellos, decir algo parecido solo para que lo repitieran de nuevo.

—Pues sépalo, le a-mo —dijo con énfasis en cada palabra.

Dani le dio un beso en su frente.

Entonces, allí sucedió: vieron un enorme vórtice en el cielo, que alarmó a todos.

—No puede ser —dijo Dani, sin creer que no tuvieran descanso.

Sin embargo, activándose las alertas nuevamente, cañones y montones de armas surgieron de los edificios que estaban todavía intactos, preparados esta vez para atacar el enemigo. Tsukine y Kimiko estaban de pie de nuevo. Todos los que estaban en tierra, miraban hacia arriba con mucha desgana y preocupación. No obstante, vieron aparecer un enorme dragón negro. Iban atacar, pero la voz de Kimiko resonó en todo el reino:

"¡No ataquen!, son amigos y refuerzos!"

En el lomo del dragón negro venían Sigurd, Mina, Cristal, Filius y Moon. Por supuesto, cuando los chicos lo divisaron, sonrieron. El dragón negro llegó al suelo, justo donde Kimiko y Tsukine estaban, y allí saltaron todos en abrazarse. Por supuesto, los abrazos fueron fuertes, tenían casi dos años sin verse.

—¿Él te lo ha dejado verdad? —Le preguntó Cristal a Kimiko, tomándole de la mano, con un rostro alegre y ojos lagrimosos.

Kimiko asintió.

—Ahora tengo la mente de Gaia, también —afirmó ella—, Aland no necesita saber más de lo que ya sabe. Pero a decir verdad, ni yo misma merecía tanto de lo que sé.

—Tranquila, no tengo que saber más —dijo Cristal.

—En realidad sí —añadió Kimiko—, lo que hagas de ahora en adelante, es parte de tu vida, no la de él. No le debemos nada a los muertos, porque...

—Están muertos —dijo Cristal, asintiendo, con lágrimas corriendo por su mejilla—, lo sé —sonrió. Kimiko la abrazó.

Akudomi, que había vuelto a la normalidad, se sentía avergonzado en ese momento de ver como recibía abrazos por partes de todo. Era abrumador. Pero, lo que le dejó más desconcertado, es ver a Kimiko, no solo abrazarle, sino indicarle en el oído lo siguiente: "Cuando la veas, deben dejar a un lado los problemas familiares."

—El único problema que tenía ya no lo tengo, la extraño, pero la volveré a ver de nuevo —le respondió él, entendiendo lo que ella decía.

Kimiko le volvió a abrazar.

—¿Dónde está ella? —Preguntó.

—Está con la manada —le susurró.

—¿Debo irla a buscar? —Preguntó.

—No quisiera responderte eso para que pongas cargas sobre mí, si te dijera la respuesta y las cosas no salieran como quisieras —contestó Kimiko.

Akudomi sonrió. Se dio cuenta que era una listilla.

—Iré —dijo.

—No antes del banquete —agregó ella.

Yami, en cambio, discutía con Filius, indignada de que hubiera dejado libre a Jal y Jul. Pero Filius conseguía responderle, que su indignación tenía limites desde el momento en que les abandonaron en aquella cabaña hace dos años. Lo que hizo que Dani se interpusiera como un muro para evitar que Yami ahorcara al anciano, mientras que Moon hacía lo mismo que Yami, intentando proteger a su amigo.

Cuando llegaron al palacio, Donny no pudo correr hacia la presencia de su hermana. Se abrazaron, lloraron y soltaron risas. Dos años que no se veían. Por supuesto, Cristal se alegró de saber que había encontrado su Clymuwaed, y que esta era Mina. Un reencuentro emotivo entre hermanos que conmovió a todos. Y, al caer la noche, como se había previsto. Estaban todos sentado en la mesa real disfrutando de un banquete, alegres por la victoria de Kimiko sobre una parte de la nada. Todos estaban alegres menos Kimiko.

—¿Qué sucede? —Preguntó finalmente Akudomi, haciendo callar a todos en la mesa al ver que la chica era la única que no celebraba.

—Solo he acabado con una parte de eso —dijo ella—, y aunque otros han acabado con otra de lo mismo, todavía con las partes que quedan es capaz de destruirnos a todos.

—¿A qué te refieres? —Preguntó Lance, esta vez.

—Dentro de pocos días se encontrarán el mar y la tierra —dijo Cristal, en trance en ese momento—, eso solo será un paso de los eventos finales del fin.

Todos miraron a la chica, con ojos emblanquecidos, pero que dicho eso, volvió a la normalidad.

—¿Les he dicho que odio los acertijos? —Dijo Dani, sin ocultar su enojo.

—Claro cariño, nunca los entiendes —dijo Yami, besando la mejilla de este. Dani no sabía si sentirse ofendido.

—¿Qué significa eso? —Preguntó Donny, curioso.

—Que un viejo amigo se acerca —agregó Kimiko.

—¿Quién? —indagó Mina.

—Nuestro amigo reptiliano —soltó Kimiko, con una sonrisa.

—Así que sigue vivo esa rata —dijo Lance, orgulloso.

—No solo está vivo. Viene con corona sobre su cabeza —agregó Kimiko—, además, se vienen sorpresas agrias para la mayoría.

Todos la miraron de nuevo.

—Te agradecería si esta vez fuera más clara —dijo Lance, sabiendo que Kimiko hablaba a medias.

La chica suspiró, había una sonrisa maliciosa en ella, como si degustara de las reacciones que tendrían su próximo comentario.

—Lo diré para que vayan asimilando todo esto. Cris viene con Fierce e...

—Iris —completó Lance, botando todo el aire contenido. Por supuesto, hubo un silencio.

En aquel momento después de la destrucción que se había ocasionado, y una vez que Filius los hubiera protegido de una muerte segura. Las discusiones no acabaron. Por un lado, Cristal, Akudomi y Sigurd se lamentaban sin razonamiento alguno. Por el otro, Iris pidiendo perdón a gritos, pero lo peor, era el silencio del resto. Motivo por el que Iris y Fierce decidieron alejarse de todos ellos. Desde entonces, no le habían vuelto a ver. Y aunque nadie lo hubiera dicho, en ese momento, sentían que ella era la responsable de todo lo que había pasado. Y por más que Cristal y Kimiko intentaron hacerles ver que ella no era responsable, pero que era necesario que todo ocurriera tal cual como estaba sucediendo, ninguno de ellos tuvo la valentía de buscarla o simplemente impedir que se marchara.

Sigurd, se convirtió en un titán delante de todos ellos y una nueva lucha comenzó. Pero esta vez, tratando de salvar sus vidas de uno de sus compañeros. No solamente se había transformado, todo su cuerpo se envolvió en llamas, mostrando la naturaleza de un tinta de fuego. Todo lo que rozara con este, era desintegrado por las llamas. De no haber sido por Filius, y la defensa que el mismo Aland le había enseñado, hubieran muerto a manos de Sigurd.

Fue allí cuando Cristal decidió seguirlo. Se les unió Filius, pues se sintió responsable de la princesa Amatista, y Moon no iba a dejar al anciano. Parecía apegado a él con fuerza. Cristal le pidió a Akudomi que fuera con ella, se lo suplicó, y este solo aceptó porque ellos compartían el mismo dolor. No quería estar con su hermana ni el resto del grupo a quienes no conocía. Además, sabía que había una posibilidad de morir luchando contra el titan, y si esa era lo que necesitaba para ver a su amada, era un buen plan para él.

Con los meses, cuando Origami supo que estaba embarazada, decidió irse con Samael a la manada. Necesitaba ayuda, y la ayuda de su gente. Claro, todo el tiempo después de las primeras partidas, habían residido en el único sitio que ellos podían llamar hogar ene se tiempo, y era precisamente aquella cabaña encontrada en El Cruce de Todos los Caminos. Y de allí salió Origami y Samael, quienes no sabían nada al respecto, excepto Kimiko, claro. Por otro lado, Yami cuando se dio cuenta que Jal y Jul no estaba enloqueció de la misma forma que estaba en ese momento contra Filius. Y así, fue contado en resumen lo que ellos habían vivido hasta ahora, y que tú y yo ya conocemos.

Por lo que el silencio de la mesa en ese momento, era justificable. Kimiko era la única sonriente de la verdad incómoda que había soltado. Cristal veía a Akudomi, porque sabía que el instinto de asesinato que este tenía sobre ella, la última vez era palpable. Pero esta vez, Akudomi parecía tranquilo.

—¿Cuando llegan? —Preguntó Akudomi a Kimiko directamente.

—Dentro de tres días —afirmó ella.

—Bien, en dos días partiré a mi manada, debo poner al día a mi hermana, Samael y la manada —comentó él.

—¿No vas a matarles cuando le veas? —Inquirió Dani, curioso.

—Por eso me iré antes de que lleguen. A diferencia de ustedes, no tengo tanto control como ustedes. Y si quiero que Diana siga siendo feliz debo controlarme. Necesitaré ese tiempo de viaje, para poder empezar a resolver mis conflictos. Pero el primero que merece la pena, es con mi hermana.

—Lo entiendo —dijo Lance—. Sin embargo, Kimiko todavía no responde a mis dudas —todos vieron a Lance primero, seguido de Kimiko—, si ese Mucian es una parte de los impuros —empezó—, y sabemos que los que atacaron a Rubí eran otras partes, ¿quién ha destruido otra parte de nosotros?

—No conozco su nombre —respondió Kimiko, repasando el rostro de todos—, de hecho, los detalles los tiene Cris, pero sé que es una fuerza proveniente del averno. Absorbió una parte del Nihilismo, de modo que puede tener la fuerza de uno de esos seres, hasta más, y representa otro peligro.

—¿Del infierno? —Yami parecía confundida—, estoy segura de que cuando Pandora resurgió, esas fuerzas quedaron aniquiladas por completo.

—No por completo —la corrigió Kimiko—, uno de esos seres decidió mantenerse al margen y esperar. Y haciéndolo, aprendió cosas nuevas y se apoderó de una enorme ambición.

—¿Cuál? —Preguntó esta vez Sigurd.

—Ser como Gaia —añadió Cristal.

Nuevamente hubo un silencio, pero los rostros demostraron horror al escuchar aquella afirmación.

—A eso se refería Eileen —dijo Sigurd, finalmente.

Todos le miraron. Allí, Sigurd comenzó a contar todo lo que esta le había comentado. Sobre su origen, el final de los chicos elementales, los planes de Jezabel y Urasue, y la trampa del Nihilismo sobre ellas mismas. Les contó sobre la alerta de Eileen, en cuanto al enemigo en el mar, y Kimiko recalcó que ya se había levantado, pero Sigud añadió que Cris era la clave. Cuando las disputas comenzaron sobre qué hacer con uno y con el otro, Sigurd concluyó con la misma frase de Eileen, pero viendo directamente a Lance:

"No se trata de establecer un orden, sino de efectuar las cosas mientras están sucediendo ¡Sigurd! ¡Solo tienen que hacer todo mientras van sucediendo el orden natural de las cosas! ¡Solo dile a Lance!"

—Así que aprendió de acertijos —sonrió Kimiko.

—¿¡Otro acertijo!? —rugió Dani, golpeando la mesa— ¡Por eso es que no resolvemos nada, porque si siguen hablando en clave nadie entiende! ¿¡Tan difícil es decir "tengo hambre denme comida"? ¡Ah no! ¡Mejor digamos: "en el espacio de mi cuerpo hay un vacío que de no llenarse en cinco días muerte rondaría"! ¡Por las faldas de Saya! ¡Por eso no salvamos a nadie!

Yami le pasó agua a su amado, estaba preocupado de que se pusiera mal por tal enoje.

—Bebe cariño, no tienes por qué presionarte demasiado. Deja que la gente con cabeza piense en los acertijos. Tu... bueno, solo ámame. Enfócate en eso.

Dani miró indignado a Yami, pero ella le sonrió.

Kimiko estaba a punto de reírse, al igual que el resto, excepto Lance. Pero nadie lo hizo, porque Lance habló.

—Lo que quiere decir es que no tenemos que resolver las cosas en un orden, sino todas al mismo tiempo —dijo—, Claro, así como cuando llueve, pero al mismo tiempo mientras llueve las plantas absorben la humedad, y mientras eso ocurre, hay gente en sus casas, otras acampando, y todos hacen cosas mientras las cosas suceden —estaba eufórico.

—Si atacamos entonces todos juntos a esas partes, ¿habría oportunidad? —Preguntó Sigurd, confundido.

—En realidad no —dijo esta vez Akudomi—, dividirnos para atacar el enemigo nos hace tener menos oportunidad, pero lo que si nos permite, es ganar el tiempo que no tenemos.

—¿Oportunidad o tiempo? He allí el dilema —dijo Kimiko.

—¿Cómo podremos tener ambas cosas? —Mina inquirió.

—¿Cómo has vencido a Mucian? —Preguntó Lance, directamente a Kimiko.

—Con ayuda de los talismanes —contestó—. Pero tuve que hacer usar el poder de todas juntas para hacerlo.

—Creo que necesitamos la información que proporcionará Cris cuando llegue —dijo Lance.

—Es correcto, y yo ya tengo una idea de cómo mover las piezas de este juego y obtener tiempo más alguna oportunidad —agregó Tsukine.

***

La noticia de que Akudomi había aparecido, fue un alivio total en la manada de dragones. Permitió descansar de numerosas y largas horas de rondas a la mayoría, y todos estaban a la espera de este en el salón principal, incluyendo a Origami, Samael y la pequeña Eileen. Fiorela estaba abrazada con su marido, y aunque este parecía un cabezota, la imagen que mostraban era de ternura por completo. Eso, permitía entender el anhelo de Fiorela sobre su esposo.

—Así que está aquí —dijo Samael, entre dientes, mirando a su a esposa de reojo.

—Lo está —añadió ella.

—¿Estás lista para verle?

—¿Quién está listo para cualquier cosa en la vida? —Le respondió ella, preocupada.

Cuando Akudomi atravesó hasta el salón, las voces se silenciaron de inmediato. El hombre, increíblemente estaba limpio, bien arreglado, con ropas incluso que parecían de la realeza humana, y no parecía tan desaliñado como creían que le verían. Se veía cuidado.

La multitud, inclinó un poco la cabeza ante su paso, y comenzó a abrirse hasta dejar verla silla donde estaba sentado Beigard. A su lado, estaba su hermana Origami, con una niña en brazos y Samael. Abrió los ojos al ver que ella llevaba una familia constituida, además de que el bulto en el vientre señalaba que venían más miembros familiares. Lo que la parecía extraño, es que la niña parecía tener unos dos años de edad, si acaso no más. ¿tanto tiempo se había ido? lod dudaba. Casi se lamentó de no poder ver a Diana de la misma forma, compartiendo sus vidas y teniendo hijos. La extrañaba demasiado.

Alzó el mentón y comenzó a caminar con firmeza delante de su padre. Aquel hombre, parecía tener una mirada severa, y en el momento que estuvo a pocos metros de su padre, Akudomi se inclinó y dijo:

—Padre, lamento mi ausencia, yo...

Beigard se había levantado, y corrió hasta este, lo levantó y lo abrazó con fuerza. Aquella reacción alegró a todos. Origami estaba contenta, pero no pudo ver la diferencia de reacciones que su padre siempre tenía con él, en contraste con ella. Samael fue el único que no le importó mostrar su malhumor. Él también se había dado cuenta de lo que Origami ya sabía.

Sin embargo, Origami se acercó con Eileen en brazos y le sonrió.

—Es bueno verte devuelta —le dijo con sinceridad.

—Gracias —dijo él—, he sido un cabeza dura, ¿no?

—Siempre lo has sido —dijo ella—, me alegro que al fin lo aceptes.

—Akudomi —dijo Samael, alzando la mano a Akudomi. Este la tomó, y sintió el leve apretón de este.

—Veo que tenías muchas ganas de verme —le dijo.

—Ni que lo digas —contestó Samael, con duerza.

Origami miró a Samael y lo reprendió con la mirada. Beigard se había colocado a un lado.

—Lo he vuelto hacer, ¿cierto? ¿Te he puesto en aprietos otra vez?

—Casi —le respondió su hermana, con una sonrisa—, mi padre casi me dejaba la manada a cargo. ¿Pero estás listo para asumirla?

Akudomi le sonrió y ala apretó en un abrazo, con la niña en brazos. Pegó un chillido, cuando vio como la niña le había clavado los colmillos en el cuello.

—¡Oye! ¡Despacio! —gritó él, sintiendo como se le iban las fuerzas.

—¡Eileen! —chilló Origami, avergonzada. El acto hizo que todos retrocedieran. Samael fue quien pudo quitarle la niña del cuello, golpeando con uno de sus dedos directo a los colmillos, haciendo que le doliera tanto que tuvo que guardarlos.

—Lamento hacerte daño pequeña, pero debes aprender que no todo lo que huela bien debe ser probado —le dijo—. Además, es tu tío.

—Quiero a tío —respondió.

—Lo sé, todos le quieren —dijo él, suspirando.

Gracias a que Akudomi era un cambiaformas como los demás, sabía que iba a mejorar prontamente. Origami estaba asustada, de que por ese motivo tuvieran problemas.

—Lo siento, Akudomi, ella es muy joven... y...

—No te preocupes, creo que estoy bien... Ella definitivamente te sacará las canas que le sacaste a mi padre —le dijo. Origami se avergonzó, mientras Beigard comenzó a soltar carcajadas. La expresión del líder, hizo que el resto de la manada perdieran el miedo y le acompañaran en risas.

Cuando la multitud se calló, dijo Akudomi delante de todos:

—Padre, creo fielmente que quieres darme el liderazgo en la manada, pero no soy el indicado para liderarla. No después de haberme ido por mis propias necesidades. Y te mentiría si te digo que quiero seguir luchando por mis propias necesidades. No tengo la mente de un líder, tengo la mente de un hombre común y corriente que solo quería formar una familia con la única mujer que he amado, pero que ahora está muerta. Sin embargo, quiero volverla a ver y lucharé en esta inminente guerra del mundo para lograrlo. No puedo con la manda.

—¡No digas eso, hijo! ¡Yo sé cómo te sientes...!

—No lo sabes —afirmó con seguridad Akudomi a su padre, mirándole a los ojos—, el poder del alfa para transformarte en Hydra, definitivamente debes dárselo a Origami. Ella es la indicada para liderar este pueblo.

—Pero ella está embarazada, no podría....

—Sigue aquí —dijo él—, Origami es la única que podría llevar una vida de esposa, madre, ser líder de una manada y pelear por las razas sin que se sienta vulnerable. Ella siempre ha sido la más fuerte entre nosotros. Yo, en cambio, he llevado a la manada aguerras donde han muerto muchos por poder y ambición, no les he dado respiro por haberme ido, y necesitan de alguien que velen por ellos y no las necesidades del líder.

Beigard miró a su hijo. Tenía la boca abierta. Nunca creyó oír lo que escuchaba. Vio a su hija. Ella parecía tan impresionada como él, y se dio cuenta que no estaba dudando, simplemente no esperaba que Akudomi dijera aquello. Y lo comprendió. Ella era su viva imagen. Por eso, sus propias luchas se debían al mismo carácter.

—¿Lo harás?

—¿Quieres que lo haga? —le cuestionó su hija.

—Sé que puedes hacerlo porque siempre has podido —le contestó.

Samael iba a objetar, pero su esposa le colocó una mano directo a su pecho, le miró con dulzura y le sonrió, asintiendo. Samael supo lo que todos estaban viendo en ese momento.

—Te acompañaré donde quieras —le aseguró.

—Lo haré —dijo—, ahora que sé que mis hijos estarán bien, no hay nada que se me interponga para recibir el poder del alfa.

—¡Bien! ¡Hagamos los preparativos entonces! —Rigió de felicidad Beigard—, alcen sus manos para aceptar a la nueva alfa de nuestra manada, mi hija Origami.

Todos alzaron las manos y rugieron con fuerza. Akudomi notó a una chica de cabello castaños, ojos azulados y piel blanca como la nieve. Los labios eran rojos. llevaba un vestido humano, como una pueblerina cualquiera, pero con toda y la vestimenta humilde, resaltaba.

—¿Quién es ella? —Preguntó entre el algarabío a su hermana, al percatarse que no era alguien de la manada y que su olor era distinto.

—Es una mestiza como mis hijos —le susurró ella—. Su nombre es Norma Reyna. Es la hija de una Azeman y un hombre lobo. La manada les encontró para dar respuesta sobre mis hija Eileen. Ella apenas tiene un año y mírala, parece que va para 3 años. Me preocupa que su crecimiento fuera acelerado, pero Norma nos ha dado esperanza. Dice que crecen rápido sí, pero que a los 10 años se enlentece el crecimiento. No se sabe, pero sí bien no son eternos como los vampiros, pueden vivir una larga vida.

Akudomi la había escuchado, pero entendió lo que ella le decía. Si bien nunca había visto una azeman, sabía que existían diferentes raza de vampiros. Una historia que su padre le contó hace un buen tiempo.

Los preparativos comenzaron dentro de aquel lugar. Akudomi, no podía perder tiempo así que, mientras organizaban la ceremonia especial para titular a Origami y recibir el poder del alfa, estaba él en el hogar de su hermana y Samael.

—Así que has hablado con todos los chicos —dijo Origami, mirándole fijamente.

—¿Iris está bien? —Preguntó Samael, sabiendo lo último que había pasado.

—Está bien. Decidí irme antes de verla —respondió.

—Debes dejar el rencor —dijo Origami, sirviéndole una taza de especias.

—Lo he dejado —confesó—, es solo que verla, me hace recordar lo que he perdido. Y duele...

—No era su intención —dijo Origami.

—Pero no evita el hecho —añadió Samael, entendiendo a Akudomi.

—¡No ayudas, Samael! —Le reprendió Origami.

—¡No quiero ayudar! Solo quiero que sepa tu hermano que le entiendo. SI yo te hubiera perdido por Iris, créeme que me habría degustado de beber hasta la última gota de su sangre.

—¡Eso no es bueno! —chilló ella.

—No lo es, lo sé, pero es lo que hubiera hecho. Luego, me entregaría a Fierce para que me matara. Y si bien no arreglaría nada, igual lo haría.

Akudomi sonrió y levanto la taza, como si estuviera en una tasca, bebiendo algún tipo de alcohol con un motivo para brindar. Origami puso los ojos en blanco.

—De igual forma, tengo planes mejores que buscar la muerte de alguien que no hará que recupere a Diana —continuó Akudomi—, esta vez lucharé con todos ellos. Quería llevarte conmigo para que ayudaras, pero...

—Estoy embarazada —finalizó ella—, ayudaré, pero seré de esos comodines en el momento indicado.

Akudomi asintió.

—Si necesitan un lugar para refugiarse, diles a todos que pueden venir —dijo Origami. Se quedó en silencio un momento, como si su cabeza estuviera pensando en algo y finalmente agregó: —Creo que asumiré el liderazgo de la manada pero no su poder. La siguiente hydra debes ser tú, Akudomi.  

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top