Nihilismo
Alerta de spoiler:
Para entender el último hechizo de Aland narrado acá, vean el vídeo de este capítulo en su portada, solo el minuto 1:25 hasta el 1:59. No lo vean hasta haber leído.
Capítulo 42
Pandora miró a Iris por un breve momento. Pareció reconocerla, pero Iris estaba segura que no era la misma mujer que le había cuidado. Se acercó a la muchacha, extendió su mano hasta su rostro, y dijo:
—Gracias por sacrificar todo lo que tienes por mí —dijo ella, con una gratitud genuina, pero había algo mucho más siniestro que heló a Iris.
Miró a Urasue. Esta parecía realmente excitada y feliz de la creación que estaba delante de ella. Era el ser mágico más poderoso de ese mundo, en ese momento. Básicamente, había robado el poder de dos entidades suprema, sus almas, y el de todo el que estaba alrededor del reino Esmeralda. Ni siquiera, Emrys o ese que se hacía llamar Aland, sería capaz de vencerla.
—Solo necesitamos robar el alma de ese mago —dijo Urasue, señalando con el dedo índice en donde estaba Aland y Sigurd.
De su dedo envió un poderoso rayo, pero que inútilmente este golpeó la barrera mágica sin sufrir daños.
—Esa barrera, es la misma que protege el trono de Gaia —dijo ella, con el ceño fruncido. Aquella era una barrera impenetrable—. Si no sale de esa barrera, será imposible obtener el poder para abrirte Pandora.
Pandora, le miró sin emoción, y le sonrió falsamente.
—No es necesario su poder para abrirme —dijo ella, acercándose a la Bruja con cautela hasta tocar su pecho a la altura de su corazón.
Urasue la miró horrorizada.
—No podrías... yo... yo soy tu ama —dijo Urasue, asustada de lo que esta pudiera hacer—, debes cumplir los deseos de tu señora.
—Y el deseo de mi señora es que yo sea abierta —respondió Pandora, esta vez sin fingir amabilidad—, estoy segura de que esto es lo correcto.
—¡No...! —gritó Urasue, pero el sonido acabó cuando su alma y su poder mágico fueron absorbidos por Pandora.
El cuerpo de esta comenzó a emitir un aura oscura, y el cielo se oscureció más de lo que estaba. Nubes llenaron el cielo, y desde la posición de Aland, sorprendido de lo que sus ojos veían, se dio cuenta del terrible mal que se aproximaba. Era inevitable.
En un momento dejó caer la barrera, y de la misma forma que había atraído el cuerpo de Sigurd, lo hizo con el cuerpo de Iris que se veía expuesta al suceso que estaba ocurriendo. Truenos comenzaron a rugir en el cielo.
—Lo siento, Aland, yo... yo no sabía que...
Iris comenzó a llorar disculpándose, pero Aland le miró con compasión. En ese momento, se dio cuenta que ella solo era un alma que sufría. No solo por lo que había vivido, sino que, aun saliendo de su encierro, no habían terminado sus calamidades: su reino esclavizado por los brujos, sus padres muertos, su lucha contra Mim, quien la llevo a un mundo ilusorio que podría volver loco a cualquiera, la muerte de la única que fungió como madre en su encierro, su intento de resucitarla a costa de su magia y sus alas, y ahora cargaría con la culpa de saber que la muerte de Eileen y de todas las personas que habían muerto, había sido por el trato que esta había hecho con Urasue.
Todo esto hacía ver a Jezabel, Reynolds y hasta Diana en el pasado, como un insignificante problema. Entonces, lo comprendió, el tiempo estaba llegando. En ese momento, preguntó mentalmente: "¿Es esta tu voluntad Gaia?", esperó unos segundos, pero ¿qué creen? solo hubo silencio.
Él sabía que el silencio también era una respuesta.
Miró a Iris nuevamente, la tomó de los hombros, y con amabilidad y amor genuino, le dijo:
—No te preocupes, hay personas que, por más que juzguemos como malas o buenas, son necesarias para cumplir con todo lo que está escrito.
—¿¡Y por qué yo!? —gritó ella, fastidiada de toda esa mierda del destino en ese momento—, ¿¡Por qué no pudo ser otro!?
—Porque eras tú la única que tenía en su corazón, el deseo genuino de ver a la que fue tu madre otra vez —respondió Aland, con paciencia, que si bien en primera instancia no había sabido que había hecho Iris, cayó en cuenta cuando vio el cuerpo de Sybil, era magia impura en todos sus sentidos. Iris todavía no comprendía-. Verás, todo lo escrito o lo que denominamos como destino, si bien parece un hecho aterrador y desanima a aquel que busca con anhelo vivir sus vidas sin sentirse atado a nada, en realidad, está sujeto a las mismas decisiones que las criaturas poseen.
—Aland, yo... realmente no entiendo... —dijo ella, cansada y lágrimas en los ojos.
—Es sencillo... tienes que ver la historia del mundo como un mapa compuesto de millones de redes. En estas redes, están conectadas todas las criaturas del mundo, y a su vez, de ellas se desprenden más redes nuevas. Todos tienen el mismo final, "la muerte" —Iris abrió los ojos como platos, al comenzar entender aquello—. El destino para todos los que nacemos es la muerte, y aunque luches contra ella por diferentes métodos para entender tu vida, o aunque no hagas nada para ello, tarde o temprano va a llegar. Bueno, las redes que surgen de cada criatura nacida en ese mapa de nuestro mundo o de la vida misma, representan la forma en la que decidimos vivir. Y sea cual sea el camino que se tome, tendrá el mismo destino.
—¿Quieres decir que aunque yo no hubiera decidido traer devuelta a Sybil otro se encargaría de hacer lo mismo que yo hice porque estaba escrito? —Preguntó, sin poder creer lo estúpida que había sido.
Aland asintió.
—Lamento mucho que tomaste la decisión de ser tú quien cumpliera con ese hecho, aunque no lo supieras, pero lo que sí era cierto, es que alguien tenía que cargar este hecho. Esto pudo suceder unos años atrás o unos años adelante, pero iba a suceder de todos modos. Al final, aunque todo esté escrito, el hecho de "cómo se llenará el mapa para llegar hasta ese punto" no está dibujado. Aunque, debo asumir que Gaia lo sabe todo, y al mismo tiempo no lo entiendo —se sinceró.
—De igual forma no me siento mejor —dijo ella, sacudiéndose las lagrimas del rostro.
—No dije esto para hacerte sentir mejor —afirmó Aland, sonriendo con tristeza—, solo esperaba que tus cargas se minimizaran menos, y comenzaras a buscar entender que los planes de Gaia siempre son perfectos. Aunque no entienda el futuro, la vida, la muerte y las personas, y a la mismísima Gaia, sé que este mundo se liberará de ese mal. Incluso, aunque no pueda verlo en vida.
Iris negó con la cabeza. Estaba negada a sentirse complaciente por lo que había hecho, aunque fuera parte de la voluntad de Gaia. Y ella sabía que la referencia de Aland no estaba en que Gaia deseaba la muerte de todos o que ella misma cargara con aquella culpa, entendía que era un asunto de "necesidad", como cuando ella misma tuvo que levantarse del suelo cuando se cayó la primera vez, aunque sus padres estaban cerca.
Lo recordaba. Tenía como unos cuatro años cuando golpeó su mentón contra el suelo por haberse tropezado contra una piedra, y aunque gritó "mamá y papá", pues estaban enfrente de ella, y aunque su madre estuvo en querer acercarse para ayudarle, fue su padre quien la detuvo. En su momento, ella no entendió porque sus padres no fueron a ayudarla, pero lo entendió cuando dejó de llorar y gritar y se levantó por ella misma.
Cuando lo hizo, sus padres la abrazaron, le limpiaron las lagrimas y la tierra del rostro, y fue su padre quien le dijo:
"Aunque no deseaba que te cayeras y aunque quería ayudarte, también sabía que necesitabas aprender que no siempre estaremos para ti para defenderte, que supieras que tienes las herramientas para resolver tus problemas y que era necesario que ellos se abstuvieran."
Eso era justo lo que Aland, parecía tratar de hacerle ver.
—Necesito que cuides a Sigurd y los demás, si quieres expiar tus propias culpas -esta vez, la voz de Aland era demandante. Se quitó del cuello los collares robados de todos los reinos, claramente solo faltaba el del reino Rubí, y se los entregó.
—¿Tú que harás? —Preguntó.
—Trataré de detener lo que sea que salga de Pandora —dijo.
Iris no había afirmado, cuando un agujero dimensional apareció a un costado y se tragó el cuerpo de Sigurd y el de ella.
***
Samael, Origami, Akudomi y Diana, estaban en el estrato Noble, cuando vieron la primera explosión del salón donde estaba la prisión especial que Clisius había construido para Iris, la misma donde la batalla entre Jezabel, Aland y Eileen había iniciado.
Samael iba a la cabecera y Origami y Akudomi iban en el centro, discutiendo sobre el egoísmo de Origami cuando abandonó la manada. Diana iba atrás, con dificultad para correr debido al vestido de novia que llevaba. Estaba martirizada, pero no era tan estúpida para quedarse a resolver ese asunto. Solo pensaba en que debía escapar de aquel lugar.
Aquello era realmente extraño para ella. Es que, a decir verdad, pensó que su mundo había cambiado por completo desde que Aland la rechazó en el reino Záfiro, desde que conoció a Akudomi, desde que mató a su despreciado padre, desde que se unió al clan de los dragones y desde que conquistó los reinos que habían sido enemigos de Esmeralda desde hacía mucho tiempo. Siempre se vio a ella misma como la que sería que restauraría su reino y, ahora... estaba huyendo de él, como si fuera de la misma calaña o estirpe de Samael y Origami. Justo los ladrones que hicieron acabar el poder mágico de Esmeralda cuando robaron la joya real.
Se detuvo de correr, cuando una mano se colocó en su pecho. Era la de Akudomi, y con ímpetu, este rasgó la parte inferior de su vestido desde sus rodillas para abajo.
—Con esto podrás moverte mejor... supongo que la clase no importa en esta circunstancia —dijo su esposo.
Ella le sonrió, le besó en los labios, y recordó la escena en la que su padre se presentó delante de Iris, estando cautiva todavía, y aunque era una prisionera, ella misma se sorprendió de que esta no perdiera la altura de lo que representaba ser de la realeza. Claro, ese día su padre la humilló:
—Tantos años y ella mantiene su postura como si todavía fuera de la realeza y no una cautiva— Diana recordó el desprecio con el que pronunció ella esas palabras.
—Eso es lo que la diferencia a ella de ti —le contestó su padre enojado, sin importarle la humillación pública que le haría pasar—. Ella, aunque ha tenido el tiempo suficiente para dejar sus principios para temer y comportarse como una víctima, aun estas condiciones, se muestra como una princesa. Tú, siendo una princesa y no estando cautiva, te comportas como una niña.
Y tenía razón, pero ¿cuáles serían los pensamientos de su padre cuando se convirtió en una verdadera mujer, justo en el momento en el que lo asesinó, queriendo tomar por sus manos el destino del reino Esmeralda?
—No necesito de un vestido para ser una reina, tampoco una corona, mi derecho es legitimo y he demostrado con determinación mi propia sangre real —le respondió finalmente a su esposo.
Akudomi asintió, y la volvió a besar.
—¿Seguirán perdiendo el tiempo? —Preguntó Origami mortificada. Tanto ella, como Samael, no habían dado otro paso esperando a Akudomi y a Diana.
—Puedes irte si tanto te molesta nuestra presencia —respondió Akudomi, malhumorado—, me he cuidado solo desde que te fuiste, ¿qué importa si lo sigo haciendo ahora? Además, no soy un niño.
Origami soltó el aire contenido. Estaba roja de aquella respuesta por parte de su hermano.
—Igual sigues siendo mi hermano menor —dijo ella, fastidiada.
—Y eso no te da derecho en decirme qué hacer —contestó él.
Continuaron su camino...
Tsukine divisó la cabaña. Esta parecía ensombrecida en aquel momento, aunque una lámpara alumbraba el porche y había humo en la chimenea. Tragó grueso.
Permaneció unos minutos allí, y se dio cuenta de que la verdad no tenía ni idea de que podría hacer allí. ¿Acaso iba simplemente a decir, "hola, soy su hijo perdido y abandonado?"
Se masajeó la nuca. Era un mal momento para dudar sobre lo que tenía qué hacer. Bajo el pensamiento de lo que se cernía en Esmeralda, supo que ellos también estaban en peligro, así que ese era el valor que necesitaba, simplemente debía ir con la intención de querer ayudarles.
Dio paso firme hasta la entrada de la cabaña. Tocó un par de veces. Se demoraron tanto en contestar, que creyó por un momento que no había nadie en ese lugar. Entonces, cuando iba a forzar la cerradura, un hombre tan grande como Dani, apareció en la entrada. Una mujer cebellos rizados como los de Eileen, no con aquella transformación, sino en su estado natural poseía. Pero descubrió que, los ojos de ella eran suyos y el color del cabello de su padre era le suyo, incluso su quijada cuadrada.
Se vio a si mismo siendo arrebatado de las manos de su padre, cuando el ejército Amatista les encontró. Vio a Eileen y Dani de niños, llorar y a su padre intentando luchar inútilmente con solados, pero sabía que, o se llevaba a los dos niños o morían todos allí, al final decidió sacrificarlo a él por cuidar de Eileen y Dani que, en apariencia, eran lo único que podría quedar de su esposa.
—Entiendo que estén extrañados que esté en su puerta, pero he sido liberado de esto —Tsukine tragó grueso, se volvió para mostrarle su nuca, en el mismo punto donde debía estar la marca mágica que borraba los recuerdos.
—¿No comprendo? —Dijo Richard, viendo a su esposa.
—Tú... eres David —dijo la mujer, apartando a su marido, para hacer girar a Tsukine y mirarle el rostro.
Tsukine se vio abatido por unas manos que parecían registrar su cara, y vio a la mujer llorar en ese momento.
—Tú eres mi hijo... David... —dijo ella, abrazándole.
Richard se quedó pasmado atrás un momento, y luego se unió al abrazo. Tsukine se vio envuelto por tantas emociones, que no pudo contener llorar en ese momento como un niño. Al menos, se sentía como un chiquillo allí. Apretó con fuerza a sus padres, hasta que el aire parecía habérseles acabado a todos.
—¿Dónde están tus hermanos? —Preguntó Rocío, limpiándose las lágrimas del rostro—, ellos dijeron que iban a buscarte...
—Debo preparar un banquete por el regreso de ustedes —añadió Richard, con una amplia sonrisa-, esto es un milagro, estoy seguro de que...
—Están en peligro —soltó Tsukine sin más—, Eileen, ella pues... —No sabía como explicar todo lo que él sabia— y Dani...
Se calló de nuevo. ¿Qué iba a decir exactamente? ¿Cómo iba a afectarles lo que sabía en ese punto? ¿Era mejor ocultarlo? Se negó. El mismo sabía el dolor que representaba tener que vivir con mentiras y engaños. Ocultar la verdad también era una forma de mentir. Entonces, colocó un dedo en la frente de su madre y su padre, y haciendo uso del cosmos, envió todos los recuerdos que él tenía hacia ellos. Solo llevó un par de minutos para que Richard y Rocío se pusieran al corriente de todo lo que habían vivido.
—¡Por Gaia! —Gritó Rocío cuando terminó el último recuerdo—, ¡Estarán castigados cuando les vea! ¿Cómo es que se ponen en peligro de esa forma?
—Por favor, mujer... ellos están grandes, además... es una misión de la misma Gaia...
—¡Cállate, Richard! ¡Ellos estarán muy grandes, pero siguen siendo mis hijos por la misma voluntad de Gaia! —contestó Rocío a su esposo. Tsukine se dio cuenta que lo impulsivo de Dani venía de ella.
—¿Te interpondrás contra Gaia? —Preguntó su esposo escandalizado.
—¡Por Saya! ¡Claro que no...! Yo... —Se calló cuando analizó todo despacio, y otra vez comenzó a llorar de la nada-, ¡Por Gaia! ¡No...! ¡Mis bebés! Gaia, no....
Richard la abrazó, y Tsukine se quedó abrumado del momento.
—Lo siento mamá, pero debemos salir ahora que...
—¡Tsukine! —rugió Fierce, interrumpiéndolo— ¡Espadachín malnacido!
Tsukine se volvió a mirar a Fierce, a su lado estaban los príncipes de Amatista que, a decir verdad no entendía porque estaban con Aland, cuando llegaron a salvarles, pero muchas cosas habían surgido desde que salieron de aquella cabaña en El Cruce de Todos los Caminos.
—¡Te juro que voy a matarte! —Fierce dio pasos peligrosos.
—Por encima de mi —le encaró Richard al soldado que, irónicamente, aunque Fierce era grande, Richard parecía superar el doble de este. Era tan rustico como lo podía ser un leñador, alejado de todo índole de la sociedad y de trabajo pesado.
Fierce retrocedió, avergonzado de la escena, pues en ese momento se dio cuenta que, en verdad Tsukine había encontrado a sus padres. Además, se suponía que eran los padres de Eileen y Dani también.
—Lo siento señor, es que... ese... —se detuvo a pensar bien lo que iba a decir—, tenemos un asunto importante que atender. Necesitamos rescatar a la reina de las hadas...
—Iris —dijo Rocío detrás de su esposo. Fierce abrió los ojos como platos y miró a Tsukine que, se encogió de hombros apenado—, no te preocupes, Tsukine nos ha puesto al corriente... tu eres Fierce y sé que eres amigo de mis chicos -dijo ella, con una sonrisa.
—Fierce, eh... así que esa reina de las hadas es tu Clymuwaed —afirmó Richard, pensativo- ahora tiene sentido que estés tan alterado... mi esposa y yo no tenemos ese sello, pero... si es tan genuino como parece y tan fuerte, debe ser mortificante perder a tu amor de esa manera, aunque debo decir que... todavía cuando Rocío y yo no tenemos ese sello en nuestro pecho, sería capaz de morir por ella y...
—¡Richard! —Le reprendió su esposa-, no ves que están urgidos y tu y yo los retrasamos, vamos por nuestras cosas...
—¡Cierto! ¡Qué tonto soy! ¡Lamento hacerles demorar es que...!
—¡Richard!
Ese último grito de Rocío hizo retroceder a su esposo, adentrándose ambos en la cabaña.
—Menuda familia tienes, Tsukine —dijo Donny.
Esta vez, fue Tsukine el que miró a Fierce porque se dio cuenta que le había contado todo a Cristal y a Donny.
—Estamos a mano —ironizó Fierce, con los brazos cruzados-, tus padres saben lo mío y ellos saben lo tuyo, así que no te debo nada.
—¡Estamos listo! —gritó Richard, cargando un enorme bolso que, evidentemente llevaba las cosas de él y su esposa dentro, y tal vez otras cosas más.
Justo cuando salían del porche, Rocío y Richard cayeron inertes en el suelo. Vieron salir de estos una esencia blanquecina, aunque la de Rocío brillaba, lo que demostraba su poder mágico, y segundos después, estos volaron por los cielos en dirección al reino.
—¡Mamá! ¡Papá! —Chilló Tsukine.
Y justo cuando estaba a punto de dar un paso para rescatarlo, Cristal lo detuvo.
—¡No, Tsukine! ¡Mira!
Cristal señaló el cielo, y vieron como la misma sustancia viajaban por los cielos.
—Son almas, almas de criaturas. Si te acercas, te arrebatarán el alma como a ellos... Yo, lo siento... —dijo ella...
—¿Y por qué nosotros no fuimos afectados? —Preguntó Donny, sin entender.
—Porque justo donde estamos, representa el límite del reino Esmeralda. Lamentablemente la cabaña está en terreno del reino Esmeralda —contestó Fierce, horrorizado de la escena.
Tsukine no pareció escuchar. Siguió llorando y forcejando, de modo que Donny y Fierce tuvieron que ayudar a mantener a raya a este, al punto de hacerlo dormir con un golpe directo a la nuca por parte de Fierce.
—Lo siento, amigo...
***
Cuando Akudomi, Origami, Diana y Samael llegarón al estrato bajo, el miedo se cernió sobre ellos, debido al temblor que sintieron debajo de ellos. Al mirar hacia atrás, observaron un poder mágica que parecía venir como una poderosa ola que consumía todo a su paso.
Sabían que el tiempo no les alcanzaría para salir de aquella fuerza. Así que, eso hizo que, tanto Origami como Akudomi se transformaran en dragones por completo, y por inercia de ambos, Origami se colocó encima de Samael y Akudomi de Diana, y con sus alas formaron una especie de capullo de manera que no dejara espacio para no proteger a sus Clymuawed.
De esa forma, la onda pasó sobre ellos, y aunque acabó con todo a su paso, gracias a la habilidad dragónica de no verse afectado por la magia, se vieron salvados. Ellos y sus compañeros.
Cuando todo acabó, se destranformaron, y tanto Samael como Diana abrieron los ojos por la visión que se presentó delante de sus ojos. Todo el terreno en el que estaba, había desaparecido, como si nunca hubiera existido, como un desierto árido en forma de cráter en todo el lugar.
—Mi reino —susurró Diana, sin poder creer que las razones por la que había hecho todo en el pasado, había sido borrado en un momento—, no... no... fui una estúpida... Yo... demasiado banal, yo...
—¡Diana! —rugió Akudomi, abrazándola—, deja de lastimarte de esa forma. Tú no sabías nada de esto...
—Y por eso fue que vinimos a buscarte —dijo Origami, esta vez sin intención de pelear con él. Akudomi la miró y no quiso decir nada, puesto que su hermana parecía saber algo que él no—. El mundo está en peligro Akudomi y te necesitamos... a ambos —miró a Diana.
—¿Contra qué luchamos exactamente? —Preguntó Akudomi, al ver el peso de las palabras de Origami.
—Contra un ser que es mucho peor que esa bruja de la que huimos —dijo Samael—, se llama el Nihilismo.
—¿Por qué ustedes están involucrado en todo esto?
—Porque si no lo hacemos... es posible que nadie más lo haga —respondió Origami—, las personas viven sus vidas sin saber el peligro que corren, son pocos los que conocen sobre esta verdad.
—Creo que necesitaremos tiempo para que nos expliques todo esto —dijo Akudomi, viendo a Diana, pero esta parecía estar en shock por lo que acababa de ver.
Origami asintió, y con ello le dio unas palmaditas en el hombro a su hermano.
—Será mejor que volemos si queremos salir vivos de este lugar —dijo Origami, haciendo aparecer aquel dragón plateado majestuoso, el cual Samael montó.
Akudomi se transformó en el dragón negro, reluciente y más grande que Origami, del cual Diana no dudó en subir sobre él. Y así, ambos dragones con sus compañeros, iniciaron el vuelo.
Sin embargo, Diana, ahora estando en el aire, se dio cuenta que la visión terrorífica de su reino era mucho peor. Desde el cielo, comprendió que, la verdad es que todo el reino Esmeralda quedo hecho polvo. Por primera vez, sintió pena por el imperio creado por sus antecesores, la gente que hacía vida en todo el lugar, la vegetación que le rodeaba y sus animales. Todo vuelto absolutamente nada.
Cuando salieron del estrato bajo, ya en dirección del bosque que en apariencia fue lo que quedó intacto de aquella destrucción, se dieron cuenta que el peligro no había terminado.
Debajo de ellos había todavía montones de personas corriendo despavoridas, y en un segundo, como una marea que se aproximaba, vieron como caían tumbadas y sustancias blanquecinas, algunas brillantes y otras no, salían de sus cuerpos.
—¿Qué está sucediendo? —Preguntó Samael, sin entender.
—¡Están muriendo! —Chilló horrorizada Diana, al ver como el color salía de los cuerpos caídos.
Obviamente, Origami y Akudomi aletearon con más fuerza, y Akudomi por ser más grande y fuerte, se adelantó muchísimo más. La onda los alcanzó, pero a Origami no le sucedió nada y Samael tampoco.
—¿Seguimos vivos? —se cuestionó Samael.
Entonces miró alfrente para ver a Akudomi, y lo que temía ocurrió: Vio a Akudomi rugir y una esencia blanquecina se disparó en dirección a lo que había sido el reino Esmeralda, pero la sensación que emitió Akudomi fue de dolor puro. Tanto, que vio a este destranformarse en el aire, convulsionando.
El cuerpo de Diana sin vida caía por el cielo.
***
Un enorme abismo se había formado en el suelo en el que Aland y Pandora se encontraban. Por supuesto, ambas criaturas se mantenían flotando sobre aquel abismo. Aland podía sentir la fuerza oscura que este desprendía.
"¿Esto qué es?", se preguntó a sí mismo. ¿Acaso Pandora buscaba abrir las mismas puertas del infierno? Tenía sentido si lo pensaba... pero, ¿por qué ninguna criatura se había alzado para escapar de aquel lugar?
Aland podía sentir el calor que se emitía debajo de sus pies. E intentando mirar lo que parecía ser el infinito, percibió una luz incandecente y enrojecida en lo última de esta. Escuchó un murmullo aterrador provenir de él, y Aland se cubrió a sí mismo, otra vez, con la barrera mágica que cubría el trono de Gaia.
Entonces, pudo observar como criaturas de muchas formas empezaron a surgir del abismo, como un enjambre aterrador. Formas de murciélagos gigantes, cuervos, dragones, serpientes, enanas, gigantes, titánicas incluso. Eran demonios. En su vida como Emrys y Aland, nunca había visto algo tan oscuro, aterrador y tan poderosamente malvado como aquello. Todos salían y volaban alrededor de ellos.
Algunas que intentaron penetrar la barrera de Aland, pero apenas entraban en contacto con esta, se desintegraban. Claro, la oscuridad jamás podría contra la luz. Una existía y la otra, realmente no, solo era la ausencia de esta.
Entonces, observó como las criaturas dejaron de intentar atacarle, pero tenían a una aterradora presa delante de ellos: Pandora.
La mujer con apariencia de Sybil, no parecía perturbada en absoluto. Entonces, los primeros ataques comenzaron: una lluvia de bolas de fuego demoníaco surgieron de las fauces de muchas criaturas, pero nada de aquello llegó a impactar a esta, pues una barrera también le cubría.
Los demonios entonces decidieron embestirla, pero cuando entraron en contacto con la barrera, estos a diferencia de Aland, no se desintegraban, sino que parecían ser absorbidas. Las criaturas que se mantenían al margen parecieron estar tan desconcertados como Aland. Pandora sonrió, con malicia genuina, y un vórtice se formó en el momento que esta miró hacia el cielo y abrió la boca.
Aland vio como cada criatura del abismo mismo era tragada por ella. Y aunque los demonios intentaban huir de esta, la fuerza de su magia los llevaba al centro para ser devoradas.
Y lo impensable ocurrió:
El mismo rey del inframundo se presentó delante de Pandora. Se trataba de una criatura humana, de buen aspecto, cabellera blanquecina y ojos rojos, con enormes cuernos y con traje oscuro real.
—No dejaré que destruyas nuestro mundo —dijo este.
—¿No dejarás? —Pandora le cuestionó-, en ningún momento he tenido la intención de pedir un permiso, Luzbel.
Aquel ser, al que este llamó como Luzbel, desplegó unas alas de color negro detrás de su espalda. Eran seis en total. Forjó en sus manos una hoz, y con ello se abalanzó contra Pandora. La hoja de hoz se incendió en fuego demoniaco, y con un solo movimiento, decapitó a Pandora.
Aland miró impresionado aquella hazaña. La cabeza de Pandora volaba por los aires, pero notó en la supuesta expresión de muerte de Pandora, como sonreía. Y allí, vio como la cabeza comenzó a danzar en el aire con vida todavía. Luzbel miró aquello contrariado.
La cabeza se pegó en la espalda de Luzbel, y antes de que pudiera hacer este algo, tanto la cabeza de Pandora como su cuerpo, se convirtió en una sustancia negra, parecía a la brea, viscosa y líquida y arropó el cuerpo de este.
El hombre comenzó a removerse de un lado a otro, intentando zafarse de aquella sustancia. Aland escuchó un chillido doloroso, de sufrimiento puro, y seguido de ello, la calma. El cuerpo de este había dejado de luchar.
Aland recordó aquella conversación con Saya:
—¿Has pensado en el futuro? —Le pregunta había sido de Saya.
—No, aunque reconozco que es un asunto importante y hace unas horas antes de tu llegada pensaba en mi victoria sobre la muerte —él había afirmado, sabiendo lo que eso representaba—. Es difícil cuando sabes que otros sufrirán por ello -su dulce Cristal sufriría, y él lo sabía.
—Entonces, sí has pensado en ella —Saya le había sonreído—. Pensar en que otras personas podrían sufrir por una muerte, debes saber que estás hablando del futuro.
-¡Está bien! -se había frustrado-. Estoy enfurecido en este momento y no pienso bien. ¿Cómo no puedo pensar en el futuro con una chica bajo mi responsabilidad?
—¿Y acaso todos ellos y los que no están aquí, no están bajo tu responsabilidad? —Saya parecía conocer que, no se trataba de escoger uno a otro, sino ver la magnitud real de un todo.
—Están bajo la responsabilidad del guía —le había cuestionado.
—¿Y la voz del guía no eres tú? —dijo ella, con una sonrisa.
—Eres imposible —se sinceró—. Suelo ganar siempre en una discusión.
—¿Y por qué crees que no has ganado en esta? —Saya sabía su referencia.
—Porque no se gana nada cuando la voz que razona está llena de necedades —Era cierto, era increíble que siendo Emrys y viviendo una larga vida, nunca había encontrado el amor como en ese momento.
—Para mí, ahora has ganado —ella le confesó—. Ahora, el futuro no es malo, Aland... para mí la vida es Gaia y mi muerte es ganancia, ¿cómo no pensar en el ahora y en el futuro? Con ello, hace que el pasado solo sirva como lección para no repetir los errores.
—Es más fácil decirlo que hacerlo —había confirmado Aland—. Pero tienes razón.
—Sí, sí que la tengo —ella había enfatizado—. Estoy feliz de saber cosas que tú sabes, es todo un alago para mí...
—Madre ¿Sabes lo que pasará cuando recuerde mi memoria?
Saya le asintió.
—Lo vi en tu futuro, pero me temo que no puedo decirte —dijo ella—. De hecho, la señorita Eileen cumplirá su destino, tanto como el tuyo.
—Ella me preocupa, Saya —confesó.
—¿Y quién no se preocuparía del juicio divino?
—¿Crees que Sigurd será suficiente?
—Porque no mejor me cuentas lo que sabes al respecto —dijo Saya, apretando el antebrazo de Aland.
—Que es necesario —eso fue lo que concluyó.
"Es necesario" volvió a pensar. Entonces, saliendo de su propio ensimismamiento, observó el cuerpo tranquilo lleno todavía de lo que parecía ser brea, y sabiendo que era una oportunidad más, entonces, quitó la barrera y trazando formas complejas con las manos extendidas, fue capaz de crear un diseño geométrico en el aire, el cual, estirándolo en un círculo mágico, físicamente presente en capas, encerró en su interior a la figura de brea de Pandora.
—¡Esta es la magia celestial más poderosa que poseo, Pandora, el momento de tu muerte ha llegado! ¡Disintegrate!
Desde una vista panóramica, las capas mágicas con simbolías geométricas complejas, parecía ser una enorme torre de encierro que se cernía hasta el cielo y gran parte del abismo. Pandora comenzó a removerse, parecía intentar escapar, y justo cuando pronunció su magia, una enorme explosión masiva -idéntica a las formas que causan las bombas nucleares en otros mundos-, ocurrió.
El impacto fue tal, que una enorme brisa barrió por completo la zona, levantando una enorme capa de polvo y arrasando con arboles a las afueras. Incluso hizo vibrar a toda la tierra.
Aland, sin embargo, no estaba victorioso. Al contrario, tenía los hombros caídos. Pese a que no observaba a su objetivo por la capa de humo, podía sentir algo siniestro.
Una sombra se alzó entre la oscuridad y el polvo, algo que parecía llegar hasta las estrellas, y que superaba por miles de veces el tamaño de un titan como Sigurd. Observó que parecía ser una criatura con tentáculos, y se dio cuenta que su tiempo había llegado.
—Lo siento mucho Cristal... —dijo, y una lágrima cayó al suelo, aunque estaba sonriente—, pero estoy agradecido de partir nuevamente de este mundo con el sabor de haber conocido un amor distinto.
Dicho eso, la criatura emitió un poderoso chillido y el cuerpo de Aland se desintegró en cenizas...
***
Pd:
Para entender el último hechizo de Aland narrado acá, vean el vídeo de este capítulo en su portada, solo el minuto 1:25 hasta el 1:59.
Una representación de lo que Aland vio sería una mezcla de Kraken su forma y con Galactus el tamaño:
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top