Los Reyes Vampíricos
Capítulo 77
Lea tenía a los niños sentados en el suelo. Parecían un poco asustados y preocupados, pero Luther tenía buen carisma para los niños, porque los tres, más los niños de Dani, parecían a gusto y seguros con él. La escena, para que no las grafiquemos era: Luther estaba sentado, con las piernas cruzadas, y los hijos de Dani, Dayami y Yamida, cargados en sus brazos. Eileen estaba en su costado izquierdo, tomándole del brazo, curiosa por los otros dos bebés, mientras que Aland y Asahi estaban en el costado derecho. Uno apoyado en los muslos de este, y el otro apoyado sobre su costillas.
Lea había levantado un campo protector mágico. Era la única que estaba de pie en aquella habitación. Se asustó, justo cuando vio una criatura monstruosa de muchas cabezas caer en el exterior del acantilado, el rugido de aquella criatura fue tan feroz, que pareció retumbar al mismo cielo.
—¿Eso qué fue? —Preguntó impresionada y asustada de que existiera una criatura como aquella.
—Es una hydra —dijo Luther—, según algunos libros, se dice que los cambiaformas dragones fueron los seres más temibles para los humanos. Esa capacidad de evolucionar por encima de los reptiles, dominando el aire y el fuego, los convirtió en los amo de todas las criaturas cambiantes. Sin embargo, se habla de que hubo un alfa capaz de desarrollar un poder superior.
—El poder de la hydra —dijo Eileen, sonriendo, pero la sonrisa se le borró del rostro, al recordar quien le contó la historia—, mi tía Fiorela nos contó que el poder del alfa y el poder de la hydra habitaba en el cuerpo de nuestro abuelo Beigard. Antes de morir, este sucedió sus poderes a mi mamá y a mi tío Akudomi.
—¿Eso que está fuera es tu tío? —Preguntó Lea escandalizada.
—Lo es —respondió Eileen—. Eso significa que estaremos salvados.
—Mamá también está allí afuera —dijo Aland esta vez, señalando hacia el balcón.
Allí desde esa vista, se podía ver un dragón chino, blanco, que surcaba los cielos como si fuera una serpiente voladora. Por un momento, mientras la Hydra se encargaba de los terrestres vampiros, ella parecía encargarse de las azeman que atacaban los cielos.
Todo aquello parecía una locura. Lea sabía sobre la misión que debía cumplir, pero no sabía que El Gran Continente poseía criaturas tan peligrosas, ni mucho menos que se encontraría en plena guerra.
Y se creyera o no, aunque el mundo parecía ser un lugar terrible allá fuera, no dejaba de pensar en Dani. Quería saber si estaba bien o si necesitaba ayuda. Incluso, tuvo los horrores de pensar que podía morir si ella no estaba cerca. Estaba preocupada, pero no podía demostrarle eso a los chicos.
Pero parecía que no iban a tener paz todavía, pues justo un portal dimensional apareció.
—¡Oh no! —chilló Luther. Lo niños se aferraron más a él.
—Venimos en paz —dijo una voz dulce y fémina.
Quien había llegado, resultó ser Cristal y Mina en ese instante.
—Nada me dice que vienen por las intenciones que menciona, mi lady —respondió Lea, sin levantar el campo protector.
—Eres una bruja —dijo esta vez Mina—, ¿cómo es que una bruja está en labores tan buena?
—Incluso la bondad puede resurgir en personas que se arrepientan de corazón —contestó ella, con mucha firmeza—. Yo soy una de ellas.
Asahi contornó un poco los ojos, y fue quien se separó de Luther. Por un momento, Luther se asustó de la reacción del niño, pero Mina y Cristal le reconocieron de inmediato.
—¡Asahi! —dijo Mina, con una amplia sonrisa. Miró a los otros niños de atrás, y agregó: —Ustedes deben ser los hijos de Origami y Samael.
—¿Conoces a nuestros padres? —Aland fue el primero en saltar junto a Asahi. Mina asintió—, yo soy Aland y ella es mi hermana Eileen —comenzó a señalar uno por uno—, ella es Lea, vino con un amigo que se llama Dani...
Claramente cuando el niño mencionó su nombre, a Cristal se le arrugó el corazón de inmediato, pero luego, sonrió. El niño no se parecía en nada a Aland, físicamente, pero un buen nombre para hacerle memoria.
—...El hijo de Richard y... Rocío, un humano y una elfina, hermano de Tsukine, el caballero —comenzó a contabilizar Eileen con los dedos, intentando recordar todo aquello—... el caballero oscuro de Amatista, y Eileen, la arcángel Dorzel reencarnada en una humana para...
—...traer juicio, el de Gaia —interrumpió esta vez Aland, emocionado—. Y él es Luther, y los bebés son Dayami y Yamida, hijos de Dani.
—¿¡De Dani!? —Chilló escandalizada Mina.
Esta miró a Cristal que, por su ceguera no parecía ver hacia ningún punto, pero tenía su cabeza inclinada hacia el sonido de la voz del niño.
—Lo que dice es cierto —dijo Cristal—, Dani y Yami tuvieron hijos, aunque el costo de ello fue demasiado caro.
—¿A qué te refieres? —Preguntó Mina, volviéndose a Cristal.
—Yami murió en el momento que nacieron los niños, Mina —concluyó.
Mina abrió los ojos como platos. Se quedó aturdida en ese instante. Se tocó su vientre y temió de que algo le pasara a ella y sus hijos. Pero, si le pusieran a elegir a quien sacrificar, lo haría ella misma en vez de su bebé.
—¿Cómo es que sabes sobre ello? —Esta vez fue Luther, con voz rasposa y cansada, el que preguntó.
—Porqué ella es a sucesora de Saya —dijo Mina.
—¿La Madre Saya? —Preguntó Lea, sin poder creerlo—, tuve entendido que ella había muerto.
—Así es —dijo esta vez Cristal—, pero cedió todos sus poderes para continuar su propia tarea.
Lea bajó el campo mágico en ese momento. Luther temió un poco, pero en cambio, vieron a Mina y a Cristal correr para abrazar a Asahi y a Aland, donde se le unió Eileen.
—Sus padres y nosotras somos muy buenos amigos —dijo mina, con los ojos llorosos de la emoción.
—Gracias por cuidarlos —dijo Cristal a Lea—, ¿Cómo está Ster?
—Preparándose para esta guerra —respondió ella—, ¿cómo sabes de él? —entró en duda.
—Hay cosas que sé que tú no te imaginas, Lea —respondió ella, con amabilidad y una sonrisa.
—¿Quiénes son ustedes?
La pregunta hizo que todos se volvieran hacia el balcón. Allí, había una criatura peluda, con patas de lobo gigantes, un cuerpo encorvado, cabeza de lobo, pero sus miembros superiores era como la de un murciélago. La criatura en sí, era espantosa de ver, y todos retrocedieron al ver como caminaba hacia ellos y podía medir, fácilmente, más de tres metros. Garras afiladas habían en sus manos y sus patas.
—¡Norma! —gritaron Eileen y Aland, con alegría.
Si previo aviso, los niños corrieron hacia la criatura y abrazaron sus patas.
—Sabía que regresarías, nana —dijo Aland.
—¿Por qué nos abandonaste? —Preguntó Eileen—, la tía Fiorela y el tío Jimmy murieron y... —Eileen no pudo continuar porque comenzó a llorar. Aland con solo verla, empezó a llorar también.
Norma vio los cuerpos esparcidos en la habitación y, efectivamente Jimmy y Fiorela habían muerto. Se sintió tan culpable en ese momento que creyó que todo lo que había pasado era su culpa. Los había traicionado desde el principio.
La chica volvió a su estado humano, y se agachó para abrazar a los chicos también.
—Cometí un error —dijo ella con pesar.
—No te lamentes por lo que ya está hecho —dijo Cristal de inmediato a la mujer—, no es momento para sentirse culpable por el pasado, necesitamos que mires hacia el futuro con la frente en alto. Todos estos chicos van a necesitarnos.
—¿A qué te refieres? —Preguntó Norma.
—Sé que enviaste información a los vampiros sobre los cambiaformas de esta manada. Eso llevó a que iniciaran la guerra, pero ya estaba escrito. Lamento el sabor amargo del papel que te tocó jugar, pero esto no acaba aquí.
Mina le tocó el hombro a Cristal.
—Me parece que nadie de aquí entiende tus palabras, Cristal, ni siquiera yo —dijo Mina, con el rostro caído.
—¿No es obvio? —dijo Luther, levantándose del suelo con un semblante severo—, esa mujer de allí —señaló a Norma—, fue la causante de esta guerra.
—No —dijo Lea—, ella solo dio una información que la ocasionó y es responsable por ello. Pero los accionadores de venir a tomar este lugar, es culpa de quien los hizo, y esos son todos estos insolentes vampiros. No se le debe quitar el peso real de quienes hacen las acciones y de quienes contribuyen, pero para ser justos, hay que ver las cosas tal cual están sin exagerar.
—¡Me importa un...!
—¡Luther! ¡Hay niños! —Interrumpió Lea al leprechaum.
El dunde hizo un gesto de disgusto pero se calló.
—Lo que quise decir es que, Lea, tienes que usar el recurso que Ster te contó —dijo Cristal.
—¡No! Es muy arriesgado, además, todos nosotros perderíamos....
—Nuestros recuerdos y empezar de cero —dijo Cristal—, ¿Y cuántas personas no desearían eso? Es un regalo si se mira desde otra perspectiva.
—¿Pero y Dani? Sus niños... él...
—Va agradecértelo —dijo Cristal—, te pidió seguramente que cuidaras de todos estos chicos —continuó Cristal—, y nosotras también vinimos para estar ante tu cuidado. Debes haberlo notado, Lea... —Cristal señaló el cielo oscuro en ese momento—, para mañana, ya no habrá sol.
—No, no puede ser —dijo Lea, ansiosa, caminando d eun lugar aotro—, tiene que haber otro motivo.
—Lamento decir que, Ryan, mi querido y viejo amigo, necesitará recobrar fuerzas como Ster —dijo Cristal.
—¿Quién es Ryan? —Preguntó esta vez Mina.
—El sol de este mundo —repsondió Cristal, como si todos supieran de que hablaba. Respiró profundo—, todos los mundos tienen una estrella que nace y mueren, cuando esta lo hace, necesita recobrar fuerzas para volver alzarce con los demás planetas y estrellas.Ryan, nuestro sol, se ha debilitado por completo. A partir de ahora, el mundo estará sumergido en oscuridad.
—¿La era oscura? —Prgeuntó Norma—, se supone que solo un demonio quería que esta situación llegara para que las criaturas de la noche gobernaran, pero temían a los dioses.
—Lamentablemente la era de los dioses y la era oscura se han combinado. Y justo ese es el motivo por el que vendrá la gran batalla final —contestó Cristal.
—Cristal —suspiró Mina—, ¿qué es lo que le pides a Lea que haga?
—Que nos lleve por el puente Gaia hacia otro mundo —dijo ella, entristecida, porque sabía que algunos no les volvería a ver. Tenía la esperanza de encontrarse con Aland, pero ha sido un infortunio para ella.
—¿Qué sucede si nos llevas allí? —Preguntó Luther.
—Perderán sus memorias de este mundo —dijo Lea—, tambien podremos nacer en años diferentes, incluso pudiéramos no conocernos nunca más. Todos vivieremos nuevas vidas y seremos nuevas personas —Lea estaba realmente mortificada—, ¿en serio no hay otra manera?
—Si nos quedamos, ellos morirán —Cristal señaló a los niños—, además, ellos deben iniciar su propio camino, su propia aventura, incluso nosotras mismas. Solo espero que sea mucho más favorable que la que hemos tenido —se sinceró.
Y lo que nunca creyeron oír, lo escucharon: El sonido de un cuerno que anunciaba una catástrofe. Aquel sonido, parecía helarle la piel y los huesos. Retumbó por todo el lugar de una forma que, quienes fueran, sabía que representaba el sonido de una catástrofe.
—¿Eso qué es? —Preguntó Norma aterrada.
—El tiempo del fin —dijo Cristal—, parece que el propósito de Eileen, nuestra arcángel, llegará para cumplirse finalmente.
—¡Bien, tómense de las manos, todos! —gritó Lea.
—¡No creo que yo deba ir! —chilló Norma—, ¡Yo no soy merecedora de acompañarles, yo merezco el castigo!...
—¡Calla, mujer! —respondió Luther enfurecido, tomándole de la mano—, Lea es el ejemplo de que un corazón arrepentido puede encontrar bondad donde no lo hay, solo arrepiéntete y pídele a Gaia que tengas una mejor vida en el lugar que vayamos. ¡Solo espero no tener que ser un enano! —refunfuñó— ¡Quiero mirar el mundo a la altura de ustedes mis ladys! —aclaró al ver como lo veían, tan vanidoso, las demás.
Todos se tomaron de las manos.
—¿No volveremos ver a nuestros padres? —Preguntó Eileen, la más grandecita de ellos.
—No lo sé —se sinceró Cristal—, ¿quién conoce los caminos de Gaia?
—¿Seremos felices? —Preguntó esta vez Aland.
—La felicidad es un asunto tan personal, que se le hemos atribuido a otros la culpa, para no asumir nuestro propio inconformismo con lo que tenemos, chico —dijo Luther—, si queremos ser felices, solo tenemos que serlo con lo que tenemos y sacarle el provecho al máximo. Mejorar, pero sin la frustración de no tener la vida que queremos.
—Suena como un asunto arduo —dijo Mina, tomando las manos de Cristal y Lea—, somos seres ambiciosos por naturaleza.
—Roguemos entonces que la ambición que poseamos sea la que nos ayude a progresar y no la que destruye hasta nuestra alma —contestó Luther.
Siete círculos mágicos les rodeó a todos, cada uno con colores diferentes, y Lea preguntó:
—¿Están listo?
Todos asintieron. Aunque claramente los niños estaba dudosos.
—Espero ver a mis padres —dijo Asahi.
Un brillo iluminó la habitación, y con el sonido de un vórtice, desaparecieron, dejando inmersa en oscuridad aquella noche.
Para nadie es un secreto, que el sol es considerado como una estrella en cualquier mundo; los planetas que tienen la cercanía perfecta de esta, le permite desarrollar la existencia de la vida, todo bajo un proceso químico y bioquímico que permite generar oxígeno y que los seres vivos puedan respirar. Pero un mundo sin su estrella no es muy alentador su resultado. La estrella proporciona no solo luz, sino un campo gravitacional que permite que decenas de planeta giren entorno de ella. Y sí, probablemente cuando esta deja de existir, los planetas seguirán orbitando alrededor de donde estaba el sol, en un periodo no mayor de diez minuto, pero luego se movería en línea recta por el espacio. Y como todos sabemos, no hay lugar más frío que el espacio, así que la destrucción de la vida sería inminente.
¿Qué sucedería ahora que Ryan se había agotado?
Los campos alrededores del Acantilado estaban en llamas. Montones de cuerpos quemados debajo de ellos, la mayoría de cambiaformas pues los vampiros, tanto humanoides como las azeman se volvían cenizas. Por curioso que pudiera parecer, la batalla había iniciado con muchos caídos por parte de los dragones, pero lo que los vampiros no supieron ni se imaginaron, es que estos hubieran tenido tratados de paz con los otros cambiaformas que, en un momento cumbre de la batalla, estos aparecieron transformados, barriendo toda la zona. Reptiles, criaturas que se transformaban desde kanimas, cocodrilos, dinosaurios, y muchas criaturas escamadas variables, fueron los primeros en aparecer. Luego fueron los leones, seguido de los lobos, los linces, los zorros y finalmente los conejos. Estos últimos aparecieron para rescatar a los sobrevivientes que estaban en el campo, y quemar los cuerpos de los vampiros caídos. Todos sabían que no había algo más terrible que ver el cuerpo de un vampiro no quemado, pues no sabían cuando volvería a levantarse o si solo estaban a la expectativa de que te acercaras para drenarte.
—El hijo pródigo siempre vuelve a casa —dijo Sortelia, con su mano puesta en el cuello de Samael. Del otro lado, Samuel tenía a Dani y a Lance de la misma forma.
Los tres, Samael, Lance y Dani, pataleaban al aire intentando zafarse de estos.
Antes de llegar a aquella situación, lo resumimos de la siguiente forma: Una vez que Samuel y Sortelia fijaron sus manos cortadas otra vez al antebrazo, se abalanzaron contra él. Dani alzó su campo protector, pero los reyes vampíricos atravesaron esta sin problemas. Resulta, que ambos tenían pendientes, collares, anillos y pulseras, hechas a base de polvos alquímicos que neutralizaba un poco el poder mágico. Sortelia abofeteó a Samael de tal forma que lo mandó a volar hacia otro punto. Dani, aunque tomó el hacha de su espalda, no logró usarla pues Samuel palmeó el pecho de este, mandándolo no solo a volar sino sobre montones de escombros.
Los cambiaformas que habían ayudado a llegar en ese punto a Dani, se transformaron en dragones y se abalanzaron contra este, pero estos con un movimiento elegante, evadieron sus movimiento y los distintos alientos de dragón que tenían, y sin que se dieran cuenta, usaron los muros para escalar como si nada, y ocultándose en las sombras, encontraron un tiempo perfecto para degollar estos en un instante.
Dani, a diferencia de ellos, no tenía la capacidad regenerativa, por lo que se el golpe que había recibido, fue lo suficiente para dejarle en el suelo. No podía levantarse del dolor.
Eso dejó a Samael expuesto, y cuando se abalanzaron otra vez hacia él, Samael logró evitar algunos movimientos, pero otros le alcanzaron. Y un golpe en el mentón que lo alzó, por parte de Sortelia, más un agarre por parte de Samuel que lo hizo golpear de un lado a otro contra el suelo, como si fuera un muñeco, lo que le hizo caer de rodillas.
Lance, queriendo ayudar, tomó los cuchillos de sus muslos y comenzó a arrojarlos hacia ellos. Pero cuando impactaron los primeros en el cuerpo de estos, se dio cuenta que había sido inútil, pues estos rebotaron como si su piel estuviera construida sobre el mismo acero. Por su incapacidad humana, entonces, no vio cuando Sortelia estaba delante de él, y con un movimiento simple, lo tomó y lo arrojó contra Dani. Y justo allí, Samuel les tomó a ambos del cuello.
Sortelia se acercó a Samael, le haló los cabellos, y aunque ese momento fue suficiente para que Samael atravesara el cuerpo de Sortelia directo a su corazón, se dio cuenta que aquella mujer era más que un monstruo. Pese a estar derramando sangre, espesa y negruzca por el daño, no se inmutó.
—Siempre he dicho que los chicos deben aprender a respetar a su madre —las palabras de Sortelia salieron como látigos.
Y con un chillido aterrador se transformó en una azeman completamente diferente a las que había conocido. Los ojos eran rojos, y su cuerpo tenía un pelaje fino y brillante, su rostro era como la de un cerdo con orejas puntiagudas y dientes filosos, nauseabundo, y su cuerpo encorvado, lleno de músculos, y alas que nacían de sus miembros superiores. Con los inferiores, le tomó con sus garras por los hombros, enterrándolas, y lo alzó al aire. Ahora era él el que desbordaba sangre negra y espesa en el suelo.
Por más que se quejó del dolor, su madre no le soltó, sino que usó su capacidad de vuelo para arrastrarlo por todos los muros, pegando su rostro directamente a esto. Lo presionó con tanta fuerza mientras se movía, que para cuando lo arrojó al suelo nuevamente, la mitad de la cara de Samael había perdido la carne, y se veía los músculos y el hueso. De haber sido humano, hubiera muerto. Y aunque no lo hizo, lo debilitó de tal forma que ahora estaba siendo suspendido en el aire.
—Siempre quise lo mejor para ti —dijo Sortelia—. Era la pequeña luna de tu madre. Pero no, decidiste salir de nuestras faldas, solo por cumplir tus propios caprichos y por tu propia ineptitud de benevolencia.
—Demasiado humano —dijo Samuel, con crueldad—. Como si estos seres merecieran algo realmente.
—¿Quién eres tú para decidir el futuro de una raza que sirve de alimento para nosotros? —Preguntó Samael—. ¿Qué derecho tienes para hacerlo?
—¡Somos los reyes! —Rugió Samuel.
—Y soy tu madre —añadió Sortelia, con una sonrisa—, tenemos todo el derecho que se nos plazca.
—¿Seguro? ¿Realmente se creen dioses?
Samael, por muy mala situación en la que se encontraba, sonrió y comenzó a burlarse.
—Yo si he visto a Dios —dijo.
—Qué bueno que lo hayas hecho, pero... —comenzó Sortelia—, eso no significa que no vayas a morir en este momento y que asesinemos a los antinaturales híbridos de hijos que tuviste con esa mujerzuela.
Al escuchar eso, Samael clavó dos de sus dedos en los ojos de Sortelia y los perforó. La mujer comenzó a chillar de dolor, revolcándose sobre ella misma, y cuando le soltó, este corrió hacia Dani y Lance, pero antes de alcanzarlo, se vio tomado otra vez por esta. A diferencia de él, los años de Sortelia habían hecho que su capacidad para curarse fuera extraordinaria.
Samael realmente estaba cansado y adolorido, cuando fue arrojado hacia otro muro. Y por increíble que pareciera, vio a su madre tomar el mango de una antorcha, una de madera que, con un movimiento violenta, volvió aquella un arma filosa y letal.
—Una vez los humanos creyeron que la luz del sol nos mataría. Pero que equivocado estaban. Es cierto que odiábamos el sol porque nos hacía débil, pero no porque nos matara. Generaciones después, creyeron que el ajo nos alejaba de sus casas; a esas personas eran las más divertida de matar porque se veía como su esperanza se acababa, al ver la presencia de un vampiro. Usaron la verbena pero nos emborrachaba, intentaron decapitarnos, pero nuestros miembros se movían por sí solo hasta hallar la cabeza, no mataban de hambre y solo nos deseaban, pero basta un poco de sangre para que volviéramos a la vida. Atravesaron nuestros corazones, usaron artilugios mágicos que sí, nos vulneraban y podían matarnos según el poder del mago o brujo, pero lo que realmente nos mata, es una buena estaca de madera directo en nuestro corazón. La misma que voy a clavar en el tuyo en este momento.
—Hazlo rápido para que no sufra, cariño —le apoyó Samuel desde el otro lado—, yo me alimentaré de estos humanos. Dicen que la sangre de una criatura mágica puede ser más deliciosa que la de un simple mortal...
Y cuando iba ser el fin, el techo que mantenía el salón colapsó. El asunto fue tan desprevenido que Sortelia y Samuel no dudaron en soltar a sus oprimidos. Obviamente, si Dani no hubiera colocado un campo protector justo en ese momento, hubieran muerto aplastados. Por otro lado, Samael si había sido sepultado por completo.
Sortelia y Samuel miraron hacia arriba, y se dieron cuenta que, quien había destruido la cima de aquella montaña había sido Origami. Mostraba los dientes con ferocidad, y su cuerpo se había enrollado alrededor de la montaña. En ese momento, se veía realmente majestuosa aquella criatura.
—Si no pudiste vencernos antes, ¿crees que podrás hacerlo ahora? —Preguntó Samuel con ironía.
Origami aspiró y soltó una bocanada de aire escarchado. Estos, como la primera vez, usaron el resto de los muros para escalar y salir fuera de la cortina de humo. No obstante, mientras saltaban, vieron como la cabeza de un dragón intentó tragarles. Y apenas notaron que, en realidad, se trataban de dos cabezas distintas. La sorpresa había sido el error de ellos, para cuando notaron lo que estaba detrás de ello, la hydra ya los había devorado. Solo el grito de ambos vampiros se escuchó, mientras pasaban por el cuello de las cabezas. Se vieron, incluso unos golpes, como si intentaran escapar, pero como muy bien sabemos, el interior del dragón no hay más que fuego líquido.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top