El Poder de los Elementos: Un Deseo Peligroso
Capítulo 34
Todos los cambiaformas dragones estaban en el suelo. Eran incapaces de alzarse contra Jezabel, pues aquella mujer desprendía un olor que parecía mortifero para todo ellos. Era extraño, se suponía que ellos eran completamente inmune a la magia, ¿cómo es que "aparentemente" ella podía ejercerla sobre ellos? ¿Qué Clase de poder tenía?
Sin embargo, lo que realmente sorprendía en ese momento, es la fuerza de voluntad que llevó a Akudomi luchar contra aquello, pues se había levantado del suelo para ayudar a Diana, quíen estaba pálida y con una herida en el hombro. La alzó y le sacó el barrote que la había atravesado. Por suerte, no parecía ser una herida mortal.
-¿Estás bien? -Le preguntó.
-Estaré bien cuando esa mujer muera -respondió ella, pero no con ironía, sino con certeza de que era realmente peligrosa.
Akudomi asintió. La besó en ese momento y tocó la rosa tatuada en su pecho. Como solía pasar, la herida se curó, pero no solo eso, sino que repeleó el efecto que Jezabel parecía tener sobre él, pues dejó de sentir aquel hedor que tenía a sus hermanos paralizados.
Diana se dio cuenta de eso y le sonrió. Sabía que tenían una oportunidad única que no podían desaprovechar...
-Quisiera aplaudirles por ese acto de amor tan estúpido que han tenido, pero debo seguir narrando mi historia -dijo Jezabel, sin la menor pizca de preocupación.
Todos los demás estaban atentos a lo que ella parecía contar... Pero esa vez, decidió no hablar, sino que todo el lugar del salón en el que se encontraban se transformó por completo, en lo que parecía ser el escenario de su narración. Era tan impresionante, que no solo podían ver casas destruidas, fuego y personas muertas apiladas en un punto, sino que el hedor del fuego, las cenizas y el olor a carne humana quemada invadían sus fosas nasales. Incluso el fuerte viento del lugar les abatía. Entonces, la voz frívola de Jezabel continuó:
Arma Blizzard, uno de los chicos de la profecía, había quedado nuevamente huérfano. Eso era realmente una ironía deliciosa de la vida, pero que como siempre, nada bueno dura para siempre...
Pese a la aniquilación que había ocurrido, un hombre había sobrevivido. Era perfecto para Arma, puesto que eso le permitía cobrar venganza sin tener que abandonar el pueblo. Y es que, siendo él hijo de aquel lugar, era su derecho liderarlo. Pero estaba segado de rabia, enojo y venganza, sentimientos que, a mi parecer, eran realmente comprensible y lo mejor de toda esta historia.
-Lion, estarás a cargo hasta que regrese -dijo Arma, mientras empacaba algunas de las cosas que había rescatado entre los escombros de su hogar. Claramente, los supervivientes de aquella devastación estaban detrás del pequeño sucesor.
El hombre que, seguramente no pasaba de unos veinte años, le miró determinado.
-Haré lo que sea por este lugar. Daré mi vida si es necesario para protegerlo.
Lion era un hombre valeroso, pero tan escuálido como Arma. Pero lo que le faltaban de músculos, lo tenía en corazón.
-Necesito que se movilicen por toda esta región. Tendrán que vivir como nómadas, pero no pueden quedarse en este lugar. Es posible que ellos regresen -añadió Arma, colocándose un morral, mirando fijamente a los ojos de Lion, luego a las veinte personas detrás de él-. Ellos van a requerir de mucha ayuda, Lion.
-Solo ve a cumplir tu destino...
Se apretaron las manos, y así Arma salió de aquel lugar con un objetivo en mente: Venganza.
Se internalizó en aquellos vírgenes y hermosos bosques de la región Blizzard. Compuestos por altos pinos que parecían tener milenios creciendo. No solo los troncos eran gruesos, sino cada una de sus ramas y hojas. El suelo estaba tapizados de hojas secas que, para un oído agudo, los pasos de quienes rondaran en el lugar, podrían ser escuchados. Pero, pese a ese detalle importante y, aunque no había sonido alguno más que de la propia naturaleza, una corriente brisa sopló a su alrededor como si le susurrara que no estaba solo.
Se volvió a mirar la corriente de aire, hasta verla acabar detrás de él a unos veinte metros de distancia.
-¿¡Quién está Ahí!? -Preguntó demandante, y sin una pizca de miedo-. ¡Sé que se encuentra alguien y será mejor que salgas antes que tome la decisión de asesinarte!
Lo que Arma no esperaba, es que el mínimo sonido en el bosque sonaría tan alto por la enorme acústica que poseía. De modo que sus palabras, resonaron como parlantes que se repitieron por varios segundos, como si estuviera en la cima de una montaña.
Entonces, cuando el último eco sonó, una figura apareció oculta entre una de las enormes raíces de algunos troncos. Se sorprendió de ver que había sido la misma chica que le había dado la noticia de la muerte de su padre.
-¿Por qué me has seguido Skaitlis? -El cuestionamiento era de real preocupación-. ¡¿No sabes que esto es demasiado peligroso?! ¡No puedo hacerme cargo de ti y cumplir mi destino!
-Vine ayudarte -respondió ella con determinación-. No me tomes como la misma chica que jugaba a las canicas contigo. No seré una carga. Además, siempre ganaba en ese juego.
-¡Esto no es un juego!
-¡Lo sé! -chilló ella. Continuó caminando hacia él. Arma se veía demasiado mortificado por ello-. Sé hacer muchas cosas que podrían serte útiles, Arma. Sólo déjame ir contigo...
Arma arrugó el entrecejo, y negó.
-No tienes opción tampoco. La verdad es que voy a seguirte así no lo desees...
-Entonces no entiendo para qué pedirme permiso si al final harás lo que te plazca.
-Porque no quería dejar la oportunidad de ser cordial con el único líder del pueblo.
-Que ha sido destruido -afirmó él.
-Un pueblo no es un lugar... Son todas las personas que lo conforman y deciden situarse para hacer sus vidas allí -contestó ella.
Arma se pasó las manos por la cara hacia sus cabellos, rindiéndose. Aunque la chica era un año menor que él, era demasiado obstinada para discutirlo. Así que, sin contestar a su último argumento, solo decidió seguir caminado. Claramente, Skaitlis le siguió el paso.
Sí, lo recuerdo, la noche cayó cuatro horas después. Ese sería su primera vez acampando, en regiones que no conocían del todo. Arma se había encargado de levantar las tiendas para domir de ambos y de montar la fogata, mientras Skaitlis preparó medallones de carne que había traído consigo y los puso al fuego.
Para ese momento, el frío en aquel mundo podía ser devastador para personas como ustedes que poseen un clima distinto y mucho más cálido, pero los seres de ese mundo eran un poco más resistentes. Por eso, pese a la helada noche, ellos parecían estar en un simple paseo de verano. Y cuando estaban alrededor de la fogata, cenando, Skaitlis fue la primera en romper el silencio que los distanciaban:
-¿Cúal es tu propósito al realizar este viaje? ¿Por qué no te quedaste con los demás para protegerlos? A fin de cuenta tu padre se sacrificó por todos ellos.
Skaitlis no supo cuanto tiempo pasó para que él respondiera. De hecho, creyó que no lo haría, pues sus ojos estaban fijos en el fuego, como si fuera hipnotizado por este. Por eso, ella dibujaba un pequeño capullo en la tierra, pero con tanto detalle que Arma se dio cuenta en ese momento de la habilidad que esta tenía con las manos.
Arma suspiró, y miró hacia la enorme luna que resplandecía sobre ellos y que apenas se daba cuenta de ese detalle. En otras circunstancias, realmente la habría admirado.
-Necesito experiencia -comenzó. Skaitlis le miró por un momento, y dejó de dibujar en la tierra para darle su completa atención-. Necesito ser más fuerte si quiero vengar al pueblo de Blizzard.
-¿Estás seguro que lo haces por el pueblo? -Skaitlis no pudo evitar cuestionarle.
Arma se asombró, pero no se enojó por ello, al contrario, le hizo meditar un momento.
-Tengo una meta, no un sueño -contestó finalmente. Skaitlis solo le miraba en ese momento. Sabía que había enojo y mucha rabia, pues sus ojos no solo ardían sino que parecía contener el llanto, pero estaba segura de que no era por tristeza-. Es una meta porque voy a lograrlo... Los sueños son meras esperanzas que sea que se trabajen o no, pueden llegar a cumplirse o no, por eso me planteo esto como una meta: asesinaré no solo al que mató a mi padre, sino al que dio la orden de matarlo.
-Eso queda en tus manos y sé que podrías lograrlo -dijo ella, con el semblante más compasivo en ese momento-. Pero ten cuidado, porque nunca se llena de esa forma lo que se ha perdido. A veces, buscamos llenar nuestro vacíos con tantas cosas, que olvidamos que el principio de la felicidad es sentirse a gusto con lo que se tiene y aprovecharlo al máximo.
-¿No quieres que haga justicia? -Le cuestionó.
-No tienes que ser tú quien la aplique -le respondió ella calma-. Creo que todo lo que existe está regido por un control absoluto. Creo que la justicia siempre llega por sí sola y lo que tú yo creemos como justicia, es posible que nos haga tan iguales como aquellos que han cometido el delito.
-¿Cómo saberlo? -Preguntó él.
-Nadie lo sabe... Pero ese es el punto de la vida, ese es el punto de ganar experiencia.
-¿Cómo es que crees en ello?
-Fue lo que mis padres me enseñaron. Ellos también murieron, Arma. No olvides que no eres el único con motivos para justificar tus acciones y decisiones.
Skaitlis, suspiró, se levantó del suelo y se internalizó en su carpa. Esa fue la noche más larga de la vida de Arma por las palabras de la chica.
Así, el viaje continuó por muchas horas en el día y descansos en la noche. Desde aquella conversación, las palabras que estos se dirigían eran para asuntos necesarios y básicos. Skaitlis no quería presionar nada, pero no se arrepentía de haberlo confrontado aquella noche. Es que, si algo tienen lo seres de muchos mundos, de cualquier raza, es ese sentimiento egoísta de creer que el mundo gira a su alrededor. La diferencia de ustedes y de mí, es que yo al menos no pretendo ser buena, solo soy lo que quiero ser y eso he sido hasta ahora.
En un momento del viaje, en las fronteras de la región Blizzard, un sonido les hace detener su caminata. Estaban seguros, aquel sonido no era parte del trinar de los pájaros, o de sus propios pasos. Además, al detenerse aquel sonido se detuvo.
-¿Lo escuchaste? -susurró Arma, lo más bajo que pudo.
-¿Qué crees que sea? -Preguntó ella, confirmando que también lo había oído.
-Vamos averiguarlo -dijo él.
El chico colocó dos dedos a la altura de su rostro, y en ese momento, una ventisca fuerte se arremolinó en todo el bosque.
-Son bandidos, están armados y nos tienen rodeado.
-¿Cuántos son?
-Cuatro -añadió él.
Arma deja su equipaje en el suelo, y en ese instante cuatro flechas alrededor de ellos salieron a gran velocidad.
-¡Enaério pedío!
En ese instante, un campo de aire rodeó a Skaitlis y Arma. Las flechas impactaron contra esta, y no solo fueron repelidas si no que se dirigieron en dirección de donde habían sido arrojadas. Por supuesto, esto hizo que los cuatro encapuchados salieran de su escondite.
-Encargate de los dos de enfrente que yo me encargo de los demás -dijo Skaitlis.
Por un momento, eso desconcertó un poco a Arma, pues que él supiera la chica no era una luchadora. Sin embargo, todo fue tan rápido y repentino que no previó cuando la chica había dejado su mochila también en el suelo.
Entonces, cuando el campo de aire fue removido, vio como la chica se abalanzó sobre los primeros dos bandidos. Asustado de que pudiera ser lástimada, decidió acabar con los otros dos prontamente, así que, juntado sus manos en un pequeño aplauso, dijo:
-¡Apótomi kopí aéra!
Otra ventisca fuerte apareció desde su manos en dirección a los dos bandidos de enfrente, y no solo fueron impulsados hacia atrás, sino que rasgó las vestiduras de estos, y multiples cortes aparecieron en sus carnes.
Cuando se volvió a mirar a Skaitlis, preocupado de lo que pudieran hacerle, notó como la chica había dejado desmayado a los dos hombres.
-¿Cómo...?
-Sé pelear -dijo ella, con una amplia sonrisa-. Te dije que sería de utilidad.
La chica corrió hacia él, tomó su mochila y le dio unos golpecitos en el hombro.
-Que eso no te quite el habla, sé hacer más cosas -añadió ella orgullosa.
***
-¿Estás segura de que funcionará? -Preguntó Dani, curioso de ver como Yami se encargaba de darle un brebaje a Lance.
-Sino funciona, lamentablemente morirá -dijo ella, con la misma preocupación.
-¿Si tuviera una Clymuwaed podría ser sanado de ese veneno? -Preguntó otra vez Dani.
-Posiblemente -se entrometió kimiko-, pude ver como Samael y Origami se salvaron del veneno de Yami cuando le conocimos.
-¿Envenenaste a Origami? -Dani estaba escandalizado de esa posibilidad.
Yami le miró, asintió y agregó:
-Por eso debes portarte bien conmigo. De lo contrario, no sabría hasta dónde puedo llegar...
-Suena realmente alentador -dijo Dani, preocupado ahora de que viviendo con ella pudiera morir al mínimo error.
Lance jadeaba en el suelo y sudaba. Era seguro que tenía fiebre y que estaba delirando porque balbuceaba muchas cosas sin sentido. No se veía del todo bien.
-¿Puedo asesinar el reptiliano ahora?
Dani tomó su hacha y apuntó a Cris.
-No hasta que Lance mejore -respondió Yami-. Después de eso, puedes hacer con él lo que te plazca.
Cris, quien no había vuelto a su forma humana, miró a Yami. Podía sentir el odió de ella sobre sí mismo, se lo merecía, pero más se odiaba él por no cumplir sus propósitos.
-Yo estoy más interesada en conocer tu historia -dijo Kimiko, risueña sentada sobre el aire, flotando justo enfrente de Cris-. ¿Cómo es que un ser como tú que vive en las profundidades del océano, decide vivir en el mundo terrestre y unirse a un reino donde odian a gente como nosotros? No solo eso, sino que decides fingir ser uno de ellos. Deberían darte un premio por hipocresía.
Cris rugió y soltó un escupitaje, de la misma forma que lo hizo para acabar con la vida de Lance. Pero el escupitajo golpeó una barrera invisible antes de que llegara a Kimiko.
-Vamos, no seas obstinado. No creerás que voy a cuidarte sin tener precauciones. Cuentanos tu historia...
-Los mataré a todos -dijo.
-Sí, sí... como digas. Solo habla de una vez -Afirmó ella.
-Hay muchas cosas que envidamos los reptilianos de los humanos -dijo. Por un momento, Kimiko creyó que no hablaría nada, pero se sorprendió al escuchar su inicio-. Enviamos la simpleza que tienen y la voluntad de hacer las cosas y lograrlas, pese a no poseer un don, talento o magia en sus sistemas. Todo lo que hacen, está forjado en sus propias fuerzas y sus voluntades.
-Los seres mágicos como tú y yo, siempre tenemos todo a la mano o con mayor facilidad... Ellos se esfuerzan por tener sus objetivos, y si buscan facilidad, crean cosas que le permitan rendirlo. Pero nace de sus manos, de su mente y de su corazón. Lo nuestro, solo nace de nuestra magia.
Para ese momento, tanto Yami y Dani, aunque estaban al cuidado de Lance, estaban prestando atención. Claramente, estaban sobre la frontera del desierto, pero Kimiko se les arregló para hacer una especie de trinchera de tierra en el desierto y así no estar bajo el inminente sol.
-La hermana de mi abuelo, Soula, es una poderosa y malvada bruja del mar. A diferencia de nosotros, ella no poseyó el glorioso rasgo de los reptilianos: nuestra sangre. La misma que nos hace ser una especie mucho más desarrollada y fuerte. Eso le hizo envidiar todo lo que mi abuelo tenía. Mientras Claus, mi abuelo, tenía escamas, ella tenía tentáculos. Mientras él tenía la sangre azul, la de ella era purpurina. y aunque ambos poseían magia, el poder de mi abuelo Claus provenía de su tridente que, algunos aseguran que era un reliquia que Gaia misma les había otorgado a los ancestros.
-Debido a esto, el tridente solo era dado a aquellos que tomaban el trono. Mi abuelo, era el rey légitimo. Soula lo quería, pero aunque se enfrentó a su hermano para poseerlo, la verdad es que no pudo vencerle. Intentó asesinarlo cuando dormía, y eso fue lo que hizo que la desterraran a las profundidades de la fosa.
-Estando allí -continuó Cris, imaginando todo lo que hace mucho tiempo había enterrado en su mente-. Consiguió engañar a mi madre. Mi madre amaba a los humanos, tanto como yo lo hago. Lo que nadie esperaba, es que su Clymuwaed fuera un humano, eso contradijo todo lo que mi abuelo Claus creía: La supremacía de los hombres de mar, por encima de los terrestres. Obligándola a dejar a mi padre, hizo que ella recurriera a Soula por ayuda. Y por supuesto, ella le ayudó.
-Le hizo creer que estaba de su lado y consiguió hacer un trato mágico con ella. Ayudarle a casarse con el humano, a cambio del tridente. Mi madre fue tan tonta que aceptó y robó el tidente de mi abuelo. Al entregárselo a ella, Soula cumplió con su trato pero no le advirtió que, haciendo eso, ella dejaría de ser una reptiliana para siempre. La despojó de su magia y la desterró del océano. Más nunca pudo volver al mar.
-Cuando nací, lo hice con la herencia del océano. Eso hizo que mi madre, quien había ocultado su procedencia una vez se juntó con mi padre, me llevara al mar en donde me dejó a la deriva. Por supuesto, los reptilianos tenemos un gran sentido de supervivencia, por lo que vivir no fue difícil para mí. Cazar, matar, comer, pelear, todo fue sencillo. Por años, divagué solo por el óceano sin saber nada de mi raza o los humanos. Siempre creí que eran criaturas interesantes cuando los espiaba en las orillas de las playas, o cuando espiaba los barcos que atravesaban el mar, pero nunca creí que podía tener relación con ellos.
-Algo que supe, cuando fui encontrado por los guardias del mar que estaban bajo la esclavitud de Soula. Ella estaba curiosa de mí, pues no estaba dentro de los registros de los nacidos de su reino. Y aunque yo no sabía mi origen, ella lo sabía y estaba intrigada de conocer a su sobrino.
-Por supuesto, lo que mi madre no supo es que su padre, Claus, había sido ejecutado por Soula. De hecho, hubo guerras de años hasta que ella dominó todo el reino por completo. Me permitió quedarme, aprender sobre el reino, sobre lo que era y su cultura y constumbres. Yo era demasiado salvaje para tener sangre real. Me habló sobre mi historia y la hizo saber, peor claro, con matices de mentira que descubría más tarde. Crecí odiando a mi abuelo, hasta que conocí la verdad.
-Verdad que me fue alcanzada cuando decidí buscar a mis padres. Lo que no sabía, es que mis padres eran reyes del reino Diamante. No sabía que mi padre era un hombre cruel con criaturas como yo, y no entendía por qué. Algo que entendí, cuando vi por mi mismo como Soula enviaba cada cierto tiempo criaturas marinas y secuaces a hacer guerra contra el rieno Diamante. Algo que entendí cuando mi madre me explicó el peligro de que me reconocieran, y la razón por la que había ocultado todo y me había abandonado. Me di cuenta que no tenía futuro ni en el reino de Soula ni el reino Diamante, a menos que aceptara vivir como uno de estos dos mundos. Debía decidir.
-La decisión, en principio parecía dificil, pero cuando conocí la verdad por parte de mi madre, y correlacioné lo que Soula me había enseñado, deduje las mentiras de Soula y los faltantes que mi madre no poseía. Decidi vivir como un humano. Tuve que ver morir a mi padre y a mi madre. Otros reyes asumieron, y son los reyes actuales que están y son familiares de mis padres.
-Suena demasiado trágico -soltó Kimiko.
-Ni yo puedo alegrarme de lo que has pasado -dijo Dani, fastidiado.
-¿Cuánto tiempo llevan en guerra? -Preguntó Yami.
-Más de cuarenta años -respondió Cris.
-¿Por qué no has hecho nada? Eres legítimamente rey en ambos mundos -dijo Yami.
-Lo intenté. Quise tomar el trono del reino reptiliano. Sabía que la clave era el tridente, pero ocurrió algo. Cuando intenté robarlo, aquel tidrente desapareció justo en el momento que lo toqué. Solo se esfumó.
Todos fruncieron el ceño.
-¿Desapareció? -Cuestionó Dani-. Vamos, estoy seguro de que sabe mentir mejor...
-No miento -dijo Cris-. Desapareció. Eso me convirtió en el enemigo principal de Soula. Huí al reino Diamante, y desde entonces he estado trabajando con ellos. Todos los súbditos del reino me odian, pues soy casi intocable en el reino Diamante, parece que mis padres se encargaron de hacer un trato con los actuales reyes. Estoy seguro que no me dejarían asumir el reinado, aunque me compete por las políticas del reino, siempre y cuando me dejaran vivir y servirles.
-Por eso, esos caballeros hace unas horas intentaron asesinarte. Encontraron la excusa perfecta para ponerle fin a tu vida -dijo Kimiko.
-Lo que no entiendo, es porque si viviste algo como eso... decidiste cazar justo a seres que, por un linaje mágico, nos hace familia -argumentó Yami.
-Con todo lo que descubrí y lo que experimenté, tengo la convicción de que la magia es mala y debe ser destruida. Para ello, debe ser detenida la fuente que la produce y son todos ustedes.
-Nosotros, querrás decir -le corrigió Dani, con asco.
-Entiendo lo que dices -dijo Kimiko, sin juicio sobre su rostro. Al contrario, parecía pensativa-. Pero estás equivocado en algo. La magia solo es una energía que fluye en algunos seres y otros no. El problema no es esa energía, sino los seres que la controlan. No puedes determinar por esas razones que raza es mejor que la otra, a fin de cuentas, para hacer mal no se necesita de magia. Tú y la mayoría del reino Diamante, son el mejor ejemplo de ello. Asesinar a criaturas que solo buscan vivir en paz, son las mismas acciones que Soula hace.
Cris le miró por un momento, no había comprendido del todo lo que trataba de decir, pero lo estaba meditando.
-Solo piénsalo. Nosotros estamos aquí por la voluntad de la misma Gaia, creer que eres el verdugo, el castigo o el juicio que otros merecen, te hace querer ser igual a Gaia o compararte a ella. ¿Y acaso ese no es un mal mayor? A fin de cuentas, todo lo que cuestiones sobre la naturaleza de este mundo y no sobre lo que Gaia ha establecido, terminas cuestionando a la única Soberana de este mundo y de los otros.
-¿A qué quieres llegar con todo esto? -Le preguntó Cris, sin encontrar argumento alguno sobre lo que decía. Se sintió en ese momento desnudo.
- Aunque no estés de acuerdo con otras formas de vida, no eres tú quien debe traer el juicio. Es Gaia la única que tiene ese poder, por habernos creado. Tú, al ser parte de la misma creación, te hace tan igual como el resto de los demás, ya sea que apliques bien o el mal. A fin de cuenta, nadie es completamente bueno.
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