El Poder de los Elementos: Sacrificio

Pd: La mejor referencia de como se ve el reino Carbón, está justo en el vídeo de este capítulo. Esto, para que tengan una idea de como imaginarse este pequeño reino. 

Capítulo 45

El reino Carbón resultaba ser un pueblo que pese a la tristeza que gobernaba el mundo, parecía derrochar esperanza. Mientras los cinco principales reinos de la región humana constituía en epicentro del continente, sus alrededores estaban llenos de reinos mucho más pequeños. Antes de los reinos mágicos, como el de las hadas, los orcos, troles, enanos, gnomos, entre otros, estos estaban. 


Sin embargo, el hecho de que el reino Carbón fuera pequeño, no significaba que fuera insignificante. De hecho, en este momento, era considerado como uno de los lugares más seguro, ante la problemática que vivían. Muchos de los que habitaban en este lugar eran expertos en ciencia y tecnología. No de la forma en la que los cazadores del reino Diamante lo usaban, sino como aquellos que miraban hacia el futuro para el progreso. Naturalmente, sus planes siempre habían hecho ver el reino de forma próspera. Pero lamentablemente, el rumbo de la historia de su futuro cambió gracias a la aparición del Nihilismo. 

Era fácil ver en aquel sitio, globos aerostáticos recorrer el pequeño reino de un rumbo al otro. Por encima de estos, había una enorme barrera tecnológica de polvos alquímicos que repelía no solo cualquier tipo de magia —exceptuando la infernal como se ha visto anteriormente—, sino que inhibía la capacidad de hacer magia en el interior de este. Por supuesto, la barrera cubría todo el reino.  Además, los mantenía fuera de cualquier radial mágico, de modo, que hasta ahora no habían sido descubiertos por eso. 

Altos edificios se alzaban desde el suelo, con cumbres puntiagudas que parecían demostrar un enorme poder. La mayoría de los edificios eran dorados, bronce y plata. Sus calles y avenidas eran de una superficie lisa, pero dura, que parecía ser roca liquida para muchos habitantes. Habían comercios, y tumulto de personas que se movían de un lugar a otro, con puentes movibles ente edificios, e incluso habían puentes y túneles debajo de la ciudad. Lo más grandioso, es que justamente debajo de esta, había otra ciudad tan imponente, pero mucho más abismal que la de la superficie, que era parte del mismo reino. Lo curioso era, que todos los habitantes vestían prendas que ningunos de los chicos guerreros de los grandes reinos habían visto —para nosotros, sería un matiz de una sociedad más civilizada y moderna—.   

Estas personas habían descubierto la electricidad a través de la energía eólica e hidráulica, por lo que estaban llenos de molinos entre sus calles y de ruedas hidráulicas sobre cuerpos de aguas que provenían de ríos y los mares de las penínsulas lejanas. Las personas que servían de guerrero, no llevaban espadas habituales, más bien, era un armamento que no existía en toro lugar, pero que en nuestro mundo se les conocía como armas de detonación. Sí, la pólvora también había sido descubierta, así como el trabajo a vapor y las maravillas del calor, producido por las empresas de carbón distribuidas en toda la zona. 

—Se dice que el sol ha muerto un poco más —la voz de Donny, parecía cansada y preocupada. 

—Efectivamente está muriendo —contestó Kimiko, desde el asiento de un sillón, en el que hojeaba y leía un grueso libro que decía "termodinámica". Sobre su cuello, estaban los cincos talismanes mágicos de los cinco reinos más grande—. Sí que dicen cosas raras e interesantes estos libros. 

En aquella amplia habitación lujosa llena de tapetes, cortinas, ventanales altos que daban hacia un enorme balcón y un montón de habitaciones,  se encontraban todos estos. Kimiko, parecía realmente interesada en el libro que flotaba para ella. Tsukine estaba posado sobre uno de los ventanales mirando a Donny pensativo, mientras que Yami y Dani estaban en la cocina de donde provenían las risas.

—Al menos algunos se divierten —dijo Lance, desde el otro lado del sillón. 

—¿En serio dirás eso? —Preguntó Tsukine, mirando al otro con una mirada retadora.

—¿Y qué esperas que diga? —Le contestó Lance, con el ceño fruncido. Por supuesto, hacía mucho que había dejado de ser el muchacho flacucho, para ganar un poco de masa muscular.

—Se supone que eras el guía vívido de este grupo —respondió Tsukine, bajando los brazos a un costado. Estaba claro que no dejaría en paz a Lance. 

Kimiko dejó de leer y miró de rabillo a Tsukine. 

—¿No te das cuenta que ya no hay grupo? Solo somos un montón de perezosos en este lugar, esperando no ser hallados por una criatura titánica.  ¡Se supone que eres fiel, no? Pues anda hablarle de fidelidad a Iris, Fierce, Akudomi, Origami y Samael, porque no los veo en este lugar. 

Hubo un silencio. Claro, haber dicho aquella palabra "titánica", removió recuerdos dolorosos para todos ellos. Sigurd no solo estaba perdido, sino que lo que se oía en los alrededores, parecía ser mas terrible que el hecho de que no supieran de su paradero. A menudo, se mencionaba que el último titan de la tierra estaba devastando todo a su paso. Incluso, que fue el responsable de destruir el reino bovino él solo.  

—¿Tenías que mencionar eso? —Tsukine frunció el ceño, y se entristeció por lo forma en la que habían terminado las cosas. 

Tsukine salió al balcón. Kimiko botó todo el aire contenido. Cerró el libro. Y salió detrás de Tsukine. Era obvio, que esos dos iban a tener una larga conversación. 

Donny miró a Lance. El chico iba a decir algo, pero Lance lo detuvo con un gesto y se retiró por el pasillo hacia uno de los pasillos. El mismo por el que Mina aparecía. La morena elfina se acercó a Donny y le besó a los labios. 

—Me alegro que hallas llegado —le ronroneó como un gato juguetón.

—Yo también me había alegrado hasta que acabo de presenciar menuda discusión —se sinceró este, correspondiendo al beso, para luego abrazarla. 

—¿Tsukine y Lance otra vez? 

—Otra vez —contestó Donny, cansado—, me pregunto si podrán recuperarse de todo lo que han vivido. 

—Lo dudo mucho —dijo Mina, con el semblante entristecido. La rosa sobre el pecho de ella y Donny, brillaba con intensidad cuando estaban juntos—, no es fácil sanar de heridas profundas. 

—Lo sé, por ese motivo Cristal no está con nosotros —dijo él, sentándose en uno de los sillones, reposando todo el cuerpo. Como si pensar en Cristal fuera más agotador que toda las horas de trabajo que había tenido. 

—¿Has sabido algo de ella? —Preguntó Mina, sabiendo la respuesta, pero no quería sonar directa. Sabía que ese era un tema delicado para su esposo.

Donny negó con la cabeza. 

—Solo estuvimos en el consejo hablando sobre los futuros planes entre el reino Carbón y Amatista, como si dichos planes fueran a resucitar a mi reino de la nada —confesó él. 

—Ellos saben la situación de Amatista —dijo Mina, sin entender la referencia de este. 

—Sí, pero quieren hacerme rey del reino Carbón. 

Mina abrió los ojos como platos. 

—¿Es eso posible? 

—Sí, lo es. Resulta que el último rey no dejó generación y ha testificado antes de morir, que yo debía ser el sucesor del trono, pero me siento confluctuado puesto que, se supone que es mi deber restablecer el reino Amatista. 

—¿Y por qué debes tener esa responsabilidad y no tu hermana? —dijo Mina, sentándose a su lado, con las piernas sobre el cojín, sin importarle que no fuera protocolarmente lo más educado.  

—Cristal, ella... bueno, no estoy seguro de que quiera llevar esa responsabilidad. No después de que perdiera a —se detuvo, era otro tema delicado. 

—Dilo, ninguno de los chicos están, y como no le conocí, no hace falta que no hables con libertad —añadió la elfina. 

—No después de lo de Aland.

—¿Sí sabes que podría ubicarla? —dijo ella, con un rostro compasivo al sentir la pena de su amado.    

—Lo sé, pero para ellos tendrías que salir de este reino, y un solo pies fuera de este lugar, es suficiente para que te pasen miles de desgracias. Si es por eso, preferiría no tener que perderte a costa de mi hermana. Ella tomó su decisión, y aunque me entristece no saber nada de ella, sé que podría estar bien con él. 

—¿Akudomi? ¿El dragón? 

—Sí, el mismo que perdió a su Clymuwaed como ella —explicó.

—No puedo imaginar el dolor que siente. Yo misma, creo que no podría vivir sin ti a mi lado.

Donny la miró, acarició su mejilla  y le sonrió. Había sido afortunado cuando llegó a este reino y se encontró con ella.  El recuerdo no debía ser lo más bonito que podía tener, pero lo era. Aunque todos estaban moribundamente vivos, en medio de la vida y la muerte, ellos se miraron, sonrieron y extendieron sus manos en aquellas camillas, mientras intentaban salvarles la vida.   

Cuando el Nihilismo ondeó uno de sus tentáculos en aquella oportunidad, devastó kilómetros enteros que de no haber sido por Filius que, justamente llegó en ese instante, ninguno de ellos lo hubiera contado. 

***

—Una flor, muchas sonrisas, una rosa, mucho dolor, esa es la canción de molusco devorador...

Aquella era una canción que, el duendecillo Moon venía cantando, una y otra vez, desde que habían pasado El Cruce de Todos los Caminos. Filius estaba hartado de la canción, pero se contuvo de mandarle a callar, pues parecía realmente contento cantándola, mientras sus hojas y sus pies se movían de un lado a otro, danzando. 

—Una flor, muchas sonrisas, una rosa, mucho dolor, esa es la canción de molusco devorador...

Jal y Jul iban remontando en el sendero, llevando el peso más fuerte que el resto de los caballos. Filius, podía ver porque estos animales estaban despareciendo, eran maquinas para correr. Sí, eran mágicos, pero era su voluntad y fuerza, los que le hacía ver como seres magistrales. Por supuesto, los demás caballos, descansaban más de lo usual y podían llevar el ritmo, pues Jal y Jul buscaban que estos fueran ayuda y no una carga. Eran líderes innatos. 

—Una flor, muchas sonrisas, una rosa, mucho dolor, esa es la canción de molusco devorador...

—¿Puedo hacerte una pregunta? —dijo finalmente Filius, interrumpiendo el duendecillo. 

Moon se detuvo, miró curioso al umano, e hizo un ademán de permiso para hablarle. 

—¿Por qué cantas la misma melodía desde que entramos al sendero que nos conducía este reino? —La curiosidad era real en Filius.

—Porque lo que los humanos no pueden ver, nosotros los duendecillos podemos verlo —afirmó este, orgullo de su propia naturaleza. 

—¿Y qué es lo que vez? 

El duendecillo se paró firme, pero susurró, dándole aquel toque de misterio: 

—Una flor, muchas sonrisas, una rosa, mucho dolor, y un molusco devorador que canta.

—¿Eso que significa? 

Filius sabía que este estaba hablando en lo que parecía ser un acertijo. Había escuchado de ciertas habilidades mágicas de estos seres, peor nada comprobado. Era la primera vez que veía uno, siendo alguien que había vivido mucho y conocedor de la magia. 

El pequeño Moon alzó un dedo al cielo, y allí estaba la criatura más temible que había visto en su vida. 

—Ese es el molusco que canta —dijo Moon, con una sonrisa inocente. 

Por supuesto, los animales que movían la carreta se asustaron ante aquella presencia, relincharon, y ante el miedo y la fuerza con la que iban, más el deseo de huir, hizo que en cuestión de segundos la carreta se volteara. Las ruedas de la carreta golpearon contra una roca y se destrozó. Los caballos huyeron, pero Jal y Jul parecían intentar alcanzar a Filius y a Moon en una tarea noble de que estos pudieran salvarse de una terrible caída. 

Estos dos, mientras volaban por los aires, notaron al atravesar una barrera de arboles y arbustos, hasta aterrizar el suelo frío, que habían llegado hasta su destino. En aquel lugar, había un montón de personas que, el primero en reconocer fue a Tsukine desmayado en el suelo, y la señorita Origami con su amante Samael. Personas que había visto en el Pico de las Tres Piedras. Los demás, si les conocía, en ese momento no había tiempo de ponerse a pensar.

De hecho, ninguno de ellos parecía importarle su llegado. Al contrario, todos veían la majestuosa criatura por encima de ellos. Y aunque, Filius llevaba a Moon entre sus manos que, por suerte logró atrapar en el aire, y aunque él se sentía adolorida pues le golpe de la caída igual cobró su daño en él, no tenía tiempo para lamentarse. Jal y Jul habían aparecido entres los arbustos,buscando con su mirada a Filius y al pequeño. 

"¡No demores!"

Aquella voz que le habló en su cabeza, no supo Filius como, pero reconoció la esencia divina de Gaia. 

—¡Divina protectione sedis Gaia! —Fili chocó las palmas de sus manos, al mencionar aquello. 

Y sin saber de qué forma, él había cumplido su destino: salvar a los elegidos.

***

Como es obvio pensar,  la historia de los chicos elementales se popularizó después de la catástrofe que recordó la razón por la que necesitaban una salvación. 

Dos días era lo que había pasado, desde el evento que habían vivido en el templo. Skaitlis, no sabía que había demorado tanto tiempo en despertar. Y a diferencia de Arma y Roderick que estaba preocupados, al nivel de sentirse angustiados y desconsolados, Skaitlis despertó realmente emocionada aquella mañana. 

—De oídas le había oído, pero realmente mis ojos han despertado y le he visto —proclamó tan claro, que izo que el resto de los chicos miraran hacia su cuerpo, ahora sentado, en el suelo. 

—¡Por Esesmus, has despertado! —Chilló Annerys. 

Arma fue el primero en dejar su tarea de despellejar a un conejo para acercarse hasta la chica. detrás de él, Roderick también corría, soltando toda la leña que había recolectado. María, al estar cerca de Annerys, miraba la escena con tranquilidad. 

—Me tenías realmente preocupado —le dijo el chico, ocultando sus manos ensangrentadas, en el momento en el que la chica miró estas. Estaba avergonzado. 

—No tenías porque estarlo —dijo Skaitlis—, ¡he estado en el mejor lugar del mundo!

—¿Qué lugar? —Preguntó Arma, sin entender. 

—No lo sé, era como si estuviera allí y, al mismo tiempo, no lo estuviera —explicó ella. Por supuesto, todos intentaban comprender lo que decía—. No parecía ser un lugar como este, más bien parecía ser un mundo distinto. En ese mundo, las personas tienen poderes como nosotros, pero es magia. Magia real —la chica parecía inspirada—. En ese lugar, había montones de árboles, como un bosque en estación de un otoño naciente. Había hojas en el suelo, pero no demasiado. 

Todos estaban callados escuchándole, como si estuviera hablando de un viaje que había vivido ella. Arma y Roderick, parecían más desconcertados que María y Annerys, pero no le interrumpieron.

—Yo estaba en el centro de lo que parecía ser un pequeño valle, y conmigo estaba una chica que se llama Ransell, la cual llenó todo el recinto de burbujas, de una forma tan impresionante que no pude contenerme en adornas su jardín burbujeante, con pequeños dibujos de gaviotas que volaban a través de ellas. ..

—Entonces, ¿tú llevabas tu cuaderno y tu pincel? —Preguntó Roderick, intentando descifrar se había oído bien. 

—Sí —dijo ella, sin embargo—, pero no necesité del cuadernos, solo pensé en las gaviotas, su diseño y el pincel las recreó. Pero, en ese momento, apareció un hombre con una túnica azul, como el Zafiro, y se inclino delante de nosotras, como un rey, y aseguró llamarse Aland. Este, al ver nuestro espectáculos, convirtió las burbujas de la chica y mis gaviotas, en miles de luces, como pequeñas estrellas que no solo revolotearon a nuestro alrededor, sino que iluminaron el bosque en su totalidad. Allí, las luces se aquietaron y en un fila circular, hicieron un ademán como si se inclinaran ante alguien, y vi a tres seres que nos rodeaban. 

—¿Tres seres? —Preguntó María curiosa, mirando a Annerys. 

—Sí, el primero se presentó como Infinito, y era un hombre hoja idéntico al símbolo que vimos en la entrada del templo. La segunda era una mujer llamada Gaia, con vestidos que revelaban miles de galaxias, como las estrellas en el cielo, y su cabellera era dorado y mucho mas brillante que el sol. Y luego estaba Él, Esesmus, con la forma de un enorme Águila que llevaba en su pico una sarza ardiente. Pero lo impresionante estaba en que era el águila más gigantesco e imponente que había visto en mi vida.     

—Note que la chica parecía conocer a Señor Infinito y el otro sujeto a la Señora de nombre Gaia, mientras que yo me identificaba con el Señor Esesmus, y cuando intentamos acercarnos a ellos, nos detuvieron y dijeron unánimes los tres: "No se muevan, tierra virgen y pura es esta", por supuesto, nadie movió ni un pelo —aclaró ella. María y Annerys le observaban como si había visto una majestuosidad, Arma y Roderick, por el contrario, parecía que estaba diciendo maledicencias—, entonces, inclinamos nuestros rostros, y los tres nos dijeron: "Despierten".

—Cuando eso sucedió, Aland aclamó diciendo, "así que soy Emrys"; la otra chica, comentó "El tiempo y el espacio somos, y tu el Alfa y la Omega" y yo... —se calló por un momento, bajó el rostro—, comprendí la verdad que ustedes conocen —señaló a Annerys y Amaría—, fue comosi un velo se rompiera.

—¿Qué verdad? —Preguntó Roderick. 

—Que la gracia es un don, que el perdón de un corazón arrepentido se otorga aunque no le merezca, y que Esesmus es la razón por la que todo tiene sentido. Incluso nuestras propias convicciones, sin Él, son solo un argumento para darle sentido a una vida de la que muchos están perdidos. 

Arma y Roderick se miraron por un momento. Ambos creían que se trataba de una tontería, y antes de que ambos blasfemaran contra lo que había afirmado esta, María dijo, esta vez con el ceño fruncido: 

—Me alegra que descubrieras El Secreto, pero tenemos compañía. 

María señaló la corriente del pequeño riachuelo en el que se encontraban. Y sobre estos, cascos de caballos se escuchaban, capoteando el agua. Un momento o dos, aparecieron cuatro hombres a caballo. Tres de ellos parecían soldados comunes, y el otro, definitivamente era alguien importante pues no solo contaba con una capa de color purpurina, sino que tenía medallas sobre el pecho. 

Arma de forma automática creo una ventisca que nació desde él y se expandió circunferencialmente a su alrededor, hasta cubrir varios metros a la redonda, intentando buscar si habían un ejercito, pero no. 

—Son solo ellos —dijo, preocupado de que solo cuatro hombres hubieran venido tras ellos. 

—¿Nos subestiman? —Preguntó Roderick, sin entenderlo. 

—Eso, o son suficientemente fuerte como para venir solo ellos —acotó Annerys.

—¿Pero cómo es que dieron con nosotros? —Argumentó Arma. 

—Buena pregunta —señaló María. 

—¡No permitiremos que nos lleves a ningún lado! —gritó Roderick. 

Los cuatro hombres se rieron, en burla. Y entonces, el que parecía más importante, agregó: 

—No tenemos ordenes de llevarles, sino de asesinarles. Así que no se crean con tanta suerte —hizo un gesto, y con ellos los tres soldados bajaron de sus caballos.

Sacaros sus espadas, estas se tornaron de color negro, y los tres rugieron: 

—¡Tristános ​​spathí kátheto!

De las tres espadas, un rayo de color negro apareció y fue abalanzado hacia estos. 

No supieron en qué momento, pero Skaitlis había sacado su pincel, y de la punta de esta, comenzó a desprender tinta que se arremolinó alrededor de ellos, creando una cúpula perfecta. El rayo impactó contra esta, y los efectos de esta rebotaron, dañando en ese instante el campamento que habían creado. 

—¿Tinta? —Preguntó Arma, sin entender. 

—No tuve tiempo suficiente de pensar en algo, solo quería protegernos y esto fue lo que pasó —confesó Skaitlis, impresionada. 

—Parece que has sido bendita con algo más que la verdad —dijo María. Su tiara en la cabeza brillaba, al igual que el talismán de Annerys en su cuello. 

—¿Cómo es que obtienen tanto poder? —Preguntó Roderick, sin entenderlo. 

—Ese es El Secreto y El Mensaje —contestó Skaitlis, con una sonrisa amable a su amigo.

—¡Cuidado! —gritó María, justo cuando una media luna oscura atravesó la defensa. 

No pasó a mayores, porque una pared de tierra se había alzado delante de Skaitlis. La cúpula cayó, y se vieron rodeados por los soldados. Habían saltados, y desde el aire, enviaron cada uno tres media lunas oscuras cortantes. Ante esto, Arma hizo aparecer un tornado que no solo permitió desviar las medialunas, sino que repelió a los soldados. 

Estos, aunque fueron repelidos, cayeron de pie en el terreno. Roderick, ansioso como siempre, envió un enorme dragón de fuego que surcó los aire, buscando atemorizar a sus presas, pero los soldados se mostraron poco impresionados ante su poder. Y los tres, uniendo la punta de sus espadas, crearon un poderoso rayo que no solo pulverizó aquel dragón, sino que fue directo hacia estos. 

—¿Qué mierda...? —Roderick no podía creer lo que había pasado. 

—Son fuertes —afirmó Arma. 

En eso, los chicos se vieron envueltos por una ola de agua que los movió de un lugar  a otro, evitando el rayo que de haberlos golpeado, les hubiera pulverizado como lo hizo con la tienda detrás de ellos. Por supuesto, fue tan inesperado aquel movimiento, que Arma y Roderick se vieron mareados en el suelo. María y Skaitlis, parecían estar en sincronía con Annerys. 

—Para la próxima avisa —se quejó Arma, escupiendo agua que había tragado. 

Aunque estaba siendo irónico, debía admitir que algo había en ellas tres. Parecía que, en ese momento, había un abismo de poder entre ellas y ellos. Miró a Roderick, y estaba tan desconcertado como él. Estaba seguro que él también se sentía tan inútil como él estaba creyendo en ese momento. ¿Tanto era el poder que Esesmus tenía para otorgar? ¿Pero cómo lo consiguieron? Hasta donde sabía, él y Roderick no habían podido activar la magia de sus objetos. Pero María, Annerys y Skaitlis sí. ¿Qué les hacía falta?

—Acabemos con esto de una vez —dijo María allí. 

La chica chocó sus palmas, tocó el suelo, y de inmediato un enorme abismo se formó debajo de los tres soldados. Arma y Roderick vieron aquello atónito, y luego de escuchar los gritos de los soldados que parecían caer eternamente, el abismo se cerró, callando aquellos gritos. Los tres primero habían sido eliminados.

Como era evidente y como tal vez tu te encuentres al ver visto lo que María había hecho, Roderick y Arma estaban ensimismados de la diferencia de poder que se les presentaba. 

El otro hombre que, evidentemente estaba viendo la escena desde su caballo, simplemente bajó de este, y dio unos golpecitos a su caballo y a los otros tres que habían sido de sus soldados. Estos galopearon alejándose del lugar, como demostrando que tenía respeto por la vida. La escena parecía una burla para Arma. 

—Hipócrita —susurró—, el que da honor a la vida no determina la especie que la tiene, sea humano, animal o planta. 

Aunque lo dijo en voz baja, el resto le había escuchado. 

—Lamento el final de mis soldados —comenzó hablar este, dejando la capa a un lado— me llamo Apolos —confesó—, soy uno de los generales del rey Zunubi —su voz era densa, oscura, con aquel tono arbitrario característico de los que luchan en guerra, pero al mismo tiempo tenía una tonalidad amable—. Se ha contado las heroicas hazañas de los libertadores de este mundo. En principio, a la mayoría del reino nos pareció una vil broma, una burla que merecía ser escuchada para animar un maldito bar; pero ahora que he visto con mis ojos lo capaces que son, me temo que debo cumplir con mis propias manos la extinción de lo que parece ser un brote de esperanza.

—¿¡Quién te crees que eres!? —Rugió cabreado Roderick, apretando las vestiduras a la altura de su pecho. Pero Arma sabía que aquel enojo, no era precisamente por eso, sino por la misma sensación que él había estado teniendo—, ¡El rey y tú pagarán sus insolencias, ustedes...!

—¡Roderick, no! —chilló María, cuando vio al chico correr en dirección al general. 

—...¡Me las pagarán! 

Roderick a un metro de distancia saltó, en un ataque directo, con el puño alzado hacia el rostro de este, y Apolos le sonrió con insolencia. 

¡Ilektroniká kalódia! —el general lo pronunció con suavidad. 

Entonces, montones de cables eléctricos salieron del cuerpo de este, como tentáculos grotescos que, en el momento en el que Roderick impactó su puño en el rostro, cables le atraparon y enviaron una descarga. Roderick gritó de dolor y sus ojos se emblanquecieron.  

En un segundo, Arma apareció en un costado, asustado de que su amigo muriera, y con un movimiento de su brazo, envió una onda cortante que cortó los cables que apresaban a su amigo. Naturalmente, Apolos se apartó para salir fuera del ataque de Arma, pero esa fue la oportunidad que Arma tuvo para rescatar a Roderick. Arma atrapó en el aire a Roderick, y notó que todo su brazo derecho estaba carbonizado. 

—Idiota —murmuró.

Arma iba a retroceder hasta donde estaban las chicas, pero se vio rodeado de montones de cables serpentiantes, con puntas eléctricas que amenazaban con electrocutarlo. Arma se dio cuenta del problema, y sin pensarlo, saltó justo cuando Skaitlis sobrevolaba el lugar con un enorme pajarraco dibujado. 

—¿Estás bien? —Le preguntó la chica, cuando este se acomodó en el lomo del animal.   

Lo que no tomaron en cuenta fue, que Apolos hiciera uso de todo el cableado extendido por el bosque, para que de sus puntas comenzaran a enviar ráfagas eléctricas que buscaban atrapar a los chicos. El cielo estaba iluminado de estos rayos, y desde otra perspectiva, parecía un escenario de una guerra galáctica. 

Skaitlis evitaba los disparos moviéndose de un lugar a otro. Alzó su pincel por encima de ella, como cuando creó el campo protector de tinta, y de este salieron una centena  de mariposas, de dos pares de alas, que hacían que fueran mucho más veloces que las comunes. Con esto, esperaba desviar los disparos de Apolos y atraparlo en una red de explosivo. 

Sin embargo, no contó con que Apolos fuera mucho más rápido. Antes de que pudiera preverlo. Observó como la centena de mariposas, fueron atrapados por una centena de rayos eléctricos que, no solo destruyeron estas, sino que explotaron y la reacción en cadena fue tan fuerte, que derribó a Skaitlis ya  los chicos. 

Naturalmente, Roderick seguía desmayado ahora en el suelo, con rasguños y cortes, y quemaduras, al igual que Arma y Skaitlis que, aunque no estaban desmayados, sabían que no podrían hacer mucho. Se confiaron demasiado, y ahora se habían vuelto atrapados en su propio ataque.  

—Es demasiado fuerte —dijo Arma, entre jadeos. 

—Lo siento, yo..

Skaitlis iba a disculparse, pero en ese instante se vieron atrapados por los cables desde sus talones. ambos chillaron, mientras eran alzados al cielo. 

—Creo que ustedes tres serán los primeros en morir —dijo sin muchos ánimos, Apolos. 

¡Seismós!

Aquel rugido provino de parte de Annerys. La chica, había formado una esfera de agua por encima de ella que, al girar sobre ella misma, liberó agua a presión que cortó todos los cables. Los chico cayeron otra vez al suelo, y María se encargo de hacer mover la tierra debajo de estos, para atraerlos hacia ella y sacarlos del peligro de este.  

—Creo que no seré de mucha ayuda en esta ocasión —dijo Annerys, apenada—, no estoy tan segura que la electricidad y el agua se lleven muy bien. 

—En realidad se llevan de maravillas —le contestó María—, lo que las hace las mejor combinación asesina —dio un paso al frente, mirando directamente a los ojos de Apolos, y agregó:—Será mejor que intentes curar a los chicos, yo me encargaré de él. 

—¿Estás segura? —Preguntó Annerys indecisa. 

—Lo esté o no, soy la única que puede hacerlo, por el bien de todos ustedes.

La chica rubia asintió ante el comentario de la pelinegra. Skaitlis solo pedía disculpas, pero Arma se sentía realmente peor que la primera vez. Y su estado empeoraba, pues comenzaba a ver la realidad que se le presentaba delante de sus ojos: no podría acabar contra Zunubi, sino tenía el poder suficiente para vencer a sus soldados o sus generales. 

María desde esa distancia, denotó la nariz perfilada y los ojos azules del general. Al igual que Annerys, era rubio, pero su mirada y su color de piel, tan blanca como la luna, le hacía ver como un ente frío que representaba la misma muerte. 

—¿Qué puedes hacer tu sola? Me han atacado cuatro de los tuyos y no han podido tocarme un pelo. ¿Qué te hace tan especial? 

—No se trata de si soy especial o no —respondió María—, el reconocimiento de alguien se da cuando realmente lo merece. Y todos, por muy insignificantes que sean, tiene un momento de impacto, un momento de grandeza y un momento que hace de otros envidiarles. Y este es mi momento.

—Entonces, disfrute el momento —le contestó el general, con la misma poca emoción que María solía mostrar—, ¡Vrachykýkloma!

 Allí, de la tiera salieron miles de cables que, un segundo después crearon un enorme corto circuito que iluminó el cielo en ese instante. Y aunque la tarde comenzaba a caer, atravesó las barreras de la claridad del sol. 

Pero, por primera vez, Apolos alzó una ceja desconcertado al ver lo que se presentaba delante de sus ojos: en el campo, justo al lado de cada cable y con la misma cantidad de estos, habían pequeños pararrayos de tierra, con forma de cruz filosas, que absorbían toda la electricidad de alrededor. 

—Annerys, lleva a los chicos fuera del campo —ordenó esta. 

Apolos no iba a permitir que se escaparan, pero cuando alzó su mano para atacar a los demás, observó como la chica de cabello crespo, y ojos un poco achinados, rodeó todo su entorno con enormes muros de tierra de 50 metros de altura. Debía admitirlo, fue una majestuosidad de poder el ver como se alzaban tales paredes a su alrededor. 

—No dejaré que lastimes a mis amigos —dijo ella, con los brazos cruzados.

Apolos, admiró la valentía y la determinación de aquella jovencita. Y eso era lo sorprendente. Era tan pequeña, con una apariencia tan noble que, por supuesto, nadie hubiera creído la magnitud de su poder.  Además, la tira sobre su cabeza, que iluminaba su rostro con un resplandor dorado, le hacía ver como una figura de la realeza, casi divina. 

—Parece que sí será una fiesta después de todo —dijo este, sonriendo un poco. 

Entonces, del cuerpo de este comenzaron a surgir montones de cables que se apilaban uno sobre otros en el suelo. En un principio parecía algo grotesco y descabellado, pero tuvo lógica sus intenciones, cuando de cada amontonamiento de cables a sus costados, se formaron dos enormes golems, compuestos de cable y electricidad que iluminaban sus fauces y sus ojos. 

María chocó sus palmas y las colocó en el suelo, y de esta misma, surgieron dos enormes caballeros de tierra, con el mismo tamaño que los golems. Es decir, con una altura de tres metros de largos, aunque los golems eran más ancho y robustos, pero los caballeros se veían mucho más fortificados, con rocas que asemejaban la armadura. 

Tanto Apolos como María, comenzaron a hacer movimientos con sus manos, donde cada acción de su parte, representaba algo que sus súbditos debían hacer. Y así, comenzó una lucha entre los dos golems y los dos caballeros. Los dos primeros enviaron un fuerte puño que, cada caballero contrarrestó con su escudo de tierra. Aunque el impacto hizo desvoronar el escudo, el escudo volvió a formarse. 

Los caballeros enviaron un corte con la hoja de su espada, peor los golems se doblaron sobre sí mismos —como un armadillo lo haría—, y rodaron por el suelo para evitar el filo de sus espadas. Pero no acabó allí. En esa posición, estos se movían a gran velocidad por el terreno, y con ellos, chispas aparecían. Por supuesto, el movimiento de los golems y la velocidad, superaba la de los caballeros y, cuando hallaron el punto ciego de estos, les atacaron destruyendo a los caballeros. 

Apolos creyó que había tenido victoria. Y sí, la había tenido, pero no contra María. Los golems ahora rodantes, iba en su dirección, uno por su delantera y el otro por su espalda, y antes de que hicieran contacto con esta, esta creó un enorme agujero a su alrededor, el cual se tragó a estos. Viendo aquello, María decidió expandir el agujero, creando un enorme abismo que limitaba con los enormes muros. Ella estaba posicionada sobre un pináculo de tierra, pero todo a su alrededor era un inmenso hoyo que dejaba ver, al final de este, un incandescente mar de lava a miles y miles de metros.

Por supuesto, aquel pudo haber sido el final de Apolos, pero el general se la ingenió para hacer uso de sus cables y mantenerse suspendiendo en el aire. 

—La electricidad te permite generar un campo magnético que, me da la capacidad de volar en un terreno como este.   

—¿Debería sentirme orgullosa por tus conocimientos en la energía? —Preguntó ella, sarcástica.

El general soltó una risotada fuera de lugar, peor que le permitió ver a María lo mal que podría estar de la cabeza. 

—Realmente eres una insolente —dijo—, te contaré una historia...

—Rup Walt, fue un explorador que, en sus viajes, conoció a una mujer cerca del valle de hielo. Se enamoró perdidamente de esta y tuvieron un hijo, al cual llamó Victor Frank. El chico no era como el resto, y su padre lo sabía. Cuando tenía un año de edad, parecía un crío de unos tres años —explicó, con una pizca de emoción que María no podía comprender—, cuando tenía quince años, este había tomado la apariencia de una «figura gigantesca», el cual día tras días cruzaba y merodeaba el valle.

—Por supuesto, los mitos y las leyendas comenzaron a forjarse. "Un monstruo de hielo gobernaba el Valle de Hielo". Cuando Victor tenía 8 años, su padre había salido a un largo viaje de exploración que tardó montones de años. Y cuando estaba a punto de cumplir los dieciseis, nadie se esperaba que el señor Rup Walt regresaría esa noche. 

—Cuando Rup llegó al pueblo, se encontró con la leyenda que entrañaba su hijo. Al principio le causó gracia que reconocieran a su hijo de esa forma, pero cuando llegó esa noche a su hogar, se encontró con su esposa muerta, entre los brazos de un hombre gigante. Rup creyó, que el culpable era esa criatura que, por supuesto, había perdido la viva imagen de su hijo. No se veía tan inocente. 

—La muerte de su esposa había sido por una terrible fiebre, pero la ira y el miedo de su padre lo dejaron cegado. Rup se dio cuenta que el monstruo era dócil a sus palabras, y decidió convertirse en un pérfido, que llevó al muchacho hasta una cama metálica, fría y con correas. Ante el conocimiento de la ciencia, decidió experimentar con él. Transfiriendo cables que suplantaran su sistema vascular, y cambiando algunos órganos por aparatos mecánicos, y otros por partes de su propia esposa. Para hacer de éxito su experimento, aunque Victor ya había muerto, esperó una tormenta eléctrica que reanimara el cuerpo. 

—Lo llevó a la azotea esa noche y un rayo impactó su cuerpo.  Victor resurgió naturalmente, y sus ojos vieron el rostro más hermoso que había visto en su vida. Y aquella mujer le dijo su nombre: "Victor, sírveme eternamente. A tu señora, Sharia... Ya no serás más Victor, serás Apolos" —María abrió los ojos al escuchar aquello. Apolos alzó el menton soberbiamente—, Obviamente me pareció justo el don de la vida y el poder que mi cuerpo había sentido. Mi cuerpo volvió a su normalidad, pero su interior era otra cosa distinta. El culpable de todo eso era Rup,  así que asesiné a mi padre esa noche. 

—Recordé la historia del monstruo que sobrevivió en el pueblo y a través del tiempo, intentando encajar, intentado educarse,  y necesitaba que todos los pueblerinos admitieran su responsabilidad. Por ello, desplegué millones de cables esa noche y acabé con todo el pueblo. Todavía escucho los gritos de las mujeres, hombres y niños, y el olor a carne quemada. 

—¿Por qué me cuentas todo esto? —Preguntó María, sin entenderlo. 

—Porque quiero que sepas que las millones de descargas con las que asesiné esa noche a todo el pueblo, serán las mismas que utilice para asesinarte a ti. ¡Me has inspirado! —Aquello último, sonó casi como un grito agudo y desquiciado. 

Entonces, lo vio: de todos los muros salieron millones de cables que la rodearon en un segundo. Todos, llenos de chispas que apuntaban a ella. No había escapatoria. No se dio cuenta, pero todo el cuento había sido una forma de engañarla y hacerle ganar tiempo para duplicar sus propios cableados.

—¡Muer...!

El general no pudo terminar su frase, pues justo en ese momento, un viento les arropó. María entendió lo que sucedía, cuando vio todos los cables ser cortados. Comenzó a ubicar con su mirada hacia los muros a Arma, hasta que le vio. No estaba en los muros, estaba volando con ayuda de Skaitlis. 

Resulta que todos habían sido sanados. Annerys había hecho un trabajo rápido e impresionante, pues incluso el brazo de Roderick carbonizado había sido restaurado por completo. En ese momento, los cuatro volaban con ayuda de dos enormes aves que Skaitlis había creado con su don. 

—¡Tengo una idea, pero necesito tiempo! —Chilló María.

—Nosotros te ayudáremos con eso —dijo Arma, con una amplia sonrisa. 

—¡No creas que te dejaremos toda la diversión! —Añadió Roderick. 

—¡Insolentes! —Rugió Apolos, enviando millones de cables para atrapar a los chicos.

Arma, creó con su poder una red de aire que, cada cierto segundo, cortaba cada uno de estos. Por ello, Apolos decidió entonces comenzar a enviar millones de disparos que, al estar ya el cielo oscurecido, parecían un espectáculo de luces. Ante la amenaza, Roderick, Arma y Annerys saltaron al ave de Skaitlis —segundos después aquellas aves fueron atravesadas por rayos—, y estando todos juntos, Arma creó una esfera de aire al rededor de ellos. Roderick hizo lo mismo, y unió sus llamas con la de Arma, creando una enorme esfera incandescente. 

—Creo que no será suficiente —dijo Annerys que, con solo su voz, parecía agotada. 

El talismán de esta brilló, y esta uniendo sus manos, creó una esfera mucho mayor que encerró la esfera incandescente de Roderick y Arma. Entonces, cuando todos aquellos rayos impactaron la capa de agua, todo el agua se electrificó, de modo que cambió la trayectoria de los rayos, mientras que la capa de Arma y Roderick, les protegían de las chispas que se generaban. 

—¡Bien hecho todos! —Gritó Arma, con una amplia sonrisa. 

—Todavía no acaba —agregó Skaitlis, al señalar a un Apolos enfurecido.  

Todos miraron a María, y la vieron sentarse sobre el pequeño pináculo de tierra que era rodeado por aquel enorme abismo.   

—¿Qué hace? —Preguntó Roderick. 

—No lo sé, pero debemos confiar en ella —dijo Arma, convencido de que solo María podía contra aquel enemigo. 

Skaitlis soltó de su pincel un enjambre de moscas que llenó el campo en millones de esta. Aunque los miles de cables de Apolos intentaban acabar con estas, no lograban hacerlo del todo, por las dimensiones de los insectos. Eso permitió hacer explotar a la mayoría de sus cables y penetrar su ofensiva. Apolos, al ver el peligro de aquel ataque, recreó una esfera de cables a su alrededor, con chispas que, hizo que cada mosca dibujada fuera incapaz de golpear directamente a la red de cables. 

—Es demasiado astuto —dijo Skaitlis, sorprendida. 

—No solo eso, ha construido una defensa-ofensiva perfecta —señaló Arma, viendo como a través de una carga de energía de la esfera, ahora enviaba montones de rayos. 

—¡María, es ahora o moriremos todos! —Gritó Roderick, cuando nuevamente miles de rayos se dirigían hacia ellos. 

Annerys, volvió a recrear su esfera de agua que, gracias a la magnitud de esta, y la distancia entre ellos, no se veían afectados. Pero era notable que Annerys no duraría para siempre. 

Entonces, justo cuando la esfera de agua se agotó. Vieron una luz que provenía del  punto donde se hallaba María. Allí, vieron a la chica con una tonalidad luminosa. Su piel era de bronce, y su tiara resplandecía con más fuera. Entonces, escucharon una voz que parecía surgir de la misma tiara: 

"Yo soy el juicio divino de Gaia, Esesmus e Infinito. La divina triunidad perfecta"

—¿Qué es eso? —Preguntó Arma sin entender. 

Entonces, una imagen brillante apareció por encima de la cabeza de María, era una imagen de una criatura alada, como un ángel, con un resplandor dorado. 

—Aquellos que no creen en el poder divino y absoluto de Esesmus, y lo que no entienden su voluntad, jamás podrán comprender que en los momentos más oscuro, una luz siempre aparece para iluminarlo todo —dijo Annerys, con una sonrisa cansada. 

Aquel ángel, con forma de fémina, se adentró en el cuerpo de María, y una energía mucho mayor se sintió de tal forma, que comenzó a  derribar los muros que María había construido.

Por algún motivo, Apolos comenzó a chillar, como si algo le desgarrara, y en su suplicio, vociferó: 

—¡Todos morirán por el poder de Sharia! 

Entonces, una poderosa descarga se acumuló en aquella esfera de cables que, al mirar bien los chicos, se dieron cuentas que cada cable de estos, tenían rostros dolientes y angustiosos. Los cuatro chicos en el aire, llevaron sus manos a sus bocas, horrorizados de la imagen delante de sus ojos y la abominación que representaba Apolos mismos. Cada cable de su cuerpo, representaba el alma robado de los aldeanos que había asesinado.  

—Cuídense siempre —dijo María, con una amplia sonrisa—, ¡Theía tafikí kideía!  

De inmediato, los muros cayeron en un segundo, y con la majestuosa capa de polvo levantada, todo aquel abismo fue sepultado, delante de los ojos de aquellos que todavía miraban hacia donde debía estar Apolos y María.

—¡No, no, no! ¡No!..- —Gritó Arma, sin poder creer que todo hubiera desaparecido. 

No le importó saltar desde donde estaba hacia el suelo, aunque amortiguó la caída con su aire, y comenzó a escarbar con sus propias manos. 

—Debes estar allí, debes seguir allí. Tú, me enseñaste que... 

—¡Arma! —gritó Skaitlis, ya en el suelo. 

Arma le miró, pero la chica negó con la cabeza, como si todo se había perdido. 

—¿Por qué sucedió esto? —Preguntó Roderick, sin entender.

—Me parece que tendremos que esperar un poco para entender esa respuesta —afirmó Annerys, con la misma pena de todos ellos. 

Esa tarde todos lloraron. Y aunque Arma se rompió las manos bajo un intento fallido de hallar a María, el dolor de estas, no se compraba al dolor de su corazón. Sentirse inútil por no hacer nada, podía ser desgarradoramente peor, cuando las acciones que se buscaban hacer eran de vida y muerte. 

  

 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top