El Poder de los elementos: Está bien

Pd: Escuchen con la canción adjuntada a este capítulo :)

Capítulo 44

—¿En qué piensas, cariño? —Preguntó Fierce, abrazando a Iris desde su espalda.

La chica estaba en un pequeño desierto, mirando como el sol comenzaba a meterse. Su mirada era de tristeza y de un profundo dolor que no solo parecía que perennemente le ahogaba, sino que parecía haber aprendido con ello. Lo curioso, es que ese día que casi terminaba, demostraba un sol un poco más naranja de lo usual. 

—Que el sol hoy ha muerto un poco más —respondió, tomando con sus manos los brazos que la envolvían, dejando reposar su cabeza en el pecho del ex soldado. 

Por supuesto, Fierce había abandonado la armadura que le representaba como un general del antiguo reino Esmeralda, ahora ellos se habían convertido en personas del desierto. Iris llevaba muchas telas largas que le cubrían, exceptuando su rostro, aunque seguía igual de pálida aunque llevara tiempo bajo el sol, hasta eso parecía haber perdido este. Por otro lado, Fierce llevaba harapos encima, con un chaleco de piel sobre su pecho, y pantalones desgastados, con botas altas para cubrir sus pies de la arena.  Iris también llevaba, solo que las túnicas eran tan largas que le cubrían estas. 

—¿Sabrás cuanto tiempo le queda? —La voz de Fierce vino, con un beso sobre la mejilla de esta. 

—Ahora no sé muchas cosas. Desde que perdí mis alas, ya no poseo nada especial —respondió ella, entristecida. 

—No necesitas esas alas para ser especial —corrigió este—, para mí lo especial de ti proviene, por quién eres. 

—¿Aunque haya cometido un error que haya costado la vida de todos? 

—Incluso con ese error. Porque mi amor por ti no está basado en tus errores, tampoco se condiciona en la veces que puedas fallarme, mi amor por ti es genuino y está por encima de tus fallos —le respondió él, con tanta ternura, que hizo ruborizar a iris.

—Gracias, definitivamente sin ti habría muerto los días posteriores a ese suceso —comentó.

Iris se inclinó hasta Fierce y lo besó. Él no solo le recibió, sino que le limpió las pequeñas lágrimas que corrían por sus mejillas.  

—También sé que sigues pensando en todos ellos —comentó él, una vez terminó el beso.

Iris se separó, suspiró y le hizo señas para que entraran a la pequeña cueva en la que vivían. Estaba en un pequeño risco de tierra, sepultado casi en su totalidad por la arena, y que, Fierce se encargó de escarbar el mismo hasta volverlo un lugar habitable. Obviamente, le llevó tiempo conseguirlo, pero ahora que habían pasado dos años, se había convertido en un buen lugar para vivir. 

—Sé que lo sabes —dijo ella, mientras abría la puerta para dirigirse hasta la pequeña cacerola herviente, sobre una pequeña chimenea humeante—, y también sé que tu piensas en ellos. 

—Eso quiere decir que todavía sabes algunas cosas aunque no tengas tus alas —aprovechó el momento para intentar compensar su sufrimiento con algo de humor. 

—Y me alegro que la razón de ese conocimiento seas tú —dijo ella, con una leve sonrisa, comenzando a cortar unos vegetales, los cuales llevaba desde la pequeña plataforma de madera hasta la cacerola. 

El llanto de un bebé se escuchó. Iris alzó la mirada hacia la dirección del llanto, miró a Fierce, y este hizo con un gesto con la mano, que él se encargaría de aquel asunto. 

Cuando Iris estaba echando en la cacerola las partes de una liebre cazada, completamente limpia, vio a Fierce aparecer con un niño de cabello rubio como el de ella, pero con los ojos oscuros de su padre. Su piel, gracias a Gaia, no era tan pálida como el de ella, sino un poco más morena como la de su padres. El niño le sonrió a la madre que, por primera vez, se vio a ella misma sonriendo con una alegría genuina. Y es que, justo ese niño era lo más genuino, aparte de Fierce, que le hacía sentir feliz. 

—¿Cómo está mi pequeño, príncipe? —dijo ella, soltando la liebre, limpiandose las manos con un mantel, para acercarse a tomar el pequeño.

Fierce dejó a este en los brazos de ella, sonriendo como tonto al ver tal imagen. 

—En otras circunstancias, él estaría disfrutando los placeres de la sangre real —dijo Fierce jocosamente. 

—Se nota que no sabes nada de lo que implica ser sangre real —respondió Iris, con ironía, pues precisamente su sangre la había llevado a vivir cautiva muchos años, y a sus padres ser asesinado por personas que consideraban "leales" a la corona—, me alegro mucho que haya nacido de esta forma. Es más genuino que un trono —acotó—, lo que lamento es que tal vez no tengamos tiempo suficiente para disfrutarle. Yo mismo le arruiné el futuro a mi propio hijo. 

Fierce suspiró. Si había algo que le agotaba en realidad, es que Iris fuera tan pesimista y martirizante como lo estaba siendo en ese momento. Él sabía que lo que ella había hecho, realmente les había puesto en aprieto, pero la vida es como es, y no se puede cambiar. Quedarse en el pasado, para él, era el primer paso para nunca disfrutar lo que se tiene en el momento y para no seguir soñando lo que se quiere en el futuro.

Le arrebató el niño de sus brazos. La simple mirada de Fierce hacia Iris, fue suficiente para ella saber que este se había enojado con ella. Así que hizo silencio. Si no fuera por el símbolo en su pecho, fácilmente pudo haberse imaginado que le arruinaba la vida a Fierce con su presencia, pero no, sabía perfectamente que era lo que le molestaba a él con respecto a ella. 

—Lo siento —dijo, pero Fierce le alzó una mano, indicándole "que lo dejara", y con ello se sentó en la sala de estar, en donde colocó al niño risueño sobre sus muslos. 

—Sigamos con la historia que se ha contado en todos los reinos, los destruidos y los que no... Y esperemos que tu mamá recuerde el motivo por el que tu y yo existimos en su vida...

*** 

El lugar en el que los chicos escogidos habían llegado, resultaba ser un pequeño pueblo construido sobre un lago. Había un largo puente que iba desde la tierra hasta el pueblo, hecho de madera por completo. Cada casa y estructura que componía a la aldea, estaba sobre el mar, como si fueran manglares —más bien eran palafitos—, que se mantenían suspendidas y fuera de contacto con el agua. Cada sitio los unía montones de puentes que se usaban para transitar e ir de un lugar  otro, y sobre esto, habían pequeñas luces de colores, como las ferias de otros mundos. Sobre el mar, y rodeando la aldea, habían nenúfares. 

Por supuesto, todos los chicos estaban en una de las casas más grandes, ubicadas en el centro de la aldea, que resultaba ser la hija del líder. Y como era de esperarse, Annerys, la chica que les había salvado del arrebato de Roderick, resultó ser la hija de este.

—Entonces, llevan meses que iniciaron su viaje —afirmó el líder de la aldea, un hombre delgado, casi esquelético, con el torso casi desnudo. llevaba solo un chaleco azul, y monos del mismo colo, con zapatillas doradas. Todos tenían el mismo color de vestimenta característico, solo que las mujeres cubrís su torso con un corcel, que solo dejaba entrever los brazos y que se extendía hasta el cuello, y muchos detalles dorados—. He escuchado terribles rumores sobre esas tierras que han mencionado. 

Claramente, los rumores sobre ellos habían llegado a la aldea de Aqua, lo que no se esperaba es que todos estos fueran tan jóvenes como lo era su hija Annerys. La esposa del líder estaba a su lado, y Annerys estaba en el otro lado. Los chicos —todos menos Roderick—, estaban enfrente de este, sentados al igual que ellos en el suelo en postura seiza —forma tradicional japonesa de doblar las piernas sobre el suelo y sentarse sobre las rodillas, recargando los glúteos sobre los talones—, y miraban directamente a los ojos al líder.

Claro, lo extraño de su comentario estaba, en el hecho de que no habían rumores de tragedias desde el inicio de su aventura, más que el problema en la aldea Blizzard y el pueblo Dinamo, en donde lucharon contra aquella bestia del general maligno.

—¿A qué se refiere con tragedias, Señor Edgard? —Preguntó Arma, confundido.

Edgard, el líder, miró a su esposa primero y luego a su hija. 

—Verás, tengo el don de comunicar con los entes espectrales de este mundo. Los rumores me llegan más temprano que tarde —indicó—, unas horas después de que la aldea Blizzard fuera destruida, ya yo lo sabía —hizo una pausa, justo cuando unos sirvientes se acercaron a traerles a todos algo para beber—, minutos más tarde envié convocatorias de alerta al resto de los pueblos y aldeas, incluso con aquellos con los que no he construido alianza. Luego, me enteré sobre las hazañas que se canta y narran sobre unos jóvenes que parecían tener la motivación genuina de liberarnos a todos. Les llamaban: los elegidos. 

—¿Y usted cree que somos eso? —Preguntó Arma tajantemente.   

—Creo en Esesmus —contestó él, con una amplia sonrisa—, también creo que mi hija me fue otorgada para cumplir propósitos más grande que ser casada y dirigir este pequeño recinto.

Annerys se sonrojó, por el comentario bochornoso de su padre. 

—Lo que nos preocupa en este momento —intervino esta vez su esposa, una mujer de cabellera oscura y piel morena, que parecía ansiosa ante la palabrería de su marido—, es la corrupción con la que vino su compañero. Estamos seguro que, lo que sentimos hace unas horas, se trataba de un ser realmente maligno.

—Roderick es... —María comenzó hablar, tenía el mismo semblante tranquilo y discreto de siempre—, un asunto nuestro que Esesmus ha permitido. Si se preocupan realmente por nuestro destino debido a esa problemática que, segundo veo su hija puede manejar, entonces deben comunicarse con Esesmus y liberar sus angustias delante de Él. 

La esposa miró mortificada a su marido. Todos creyeron que iban a reprender a María por hablarle de esa forma, pero se encontraron con que este se carcajeara en ese momento. 

—La jovencita tiene razón, Efémira —Annerys también sonrió, aunque su esposa se ruborizó avergonzada—, todo lo que nos carga, deben ser entregados a Esesmus. Además, si ese chico presentara ser un problema, Annerys es la chica indicada para acompañarles. No conozco el poder del agua más sagrada que el que ella posee. 

—¡Es cierto! —chilló Skaitlis, recordando los objetos que le habían sido entregados—, tenemos algo para su hija —añadió, sacando de su bolso, un pequeño collar de oro con un talismán azul—. Estoy segura que este es el de ella. 

Se levantó para entregárselo. Annerys lo tomó, curiosa de lo que estaba en su cuello. Sus padres miraron el objeto con la misma curiosidad de ella, y un segundo después, le dieron permiso de usarlo. La chica se lo colocó. 

Por un instante creyeron que no pasaría nada, pero segundos después, esta alzó su mano por encima de todos y aparecieron millares de gotas de agua que se mantuvieron suspendidas en todo el lugar. Gracias a esto, más el efectos de la luz de las antorchas que iluminaban el salón donde se hallaban, lograron ver decenas de espectros que le rodeaban. Arma se dio cuenta de que, la actitud pacifista del líder se debía a la confianza que tenía sobre su don y la manipulación de seres espectrales. Si hubieran sido enemigos, él fácilmente podría haberles acabado en un segundo, pues estaban rodeados.

Cuando Roderick despertó, se vio rodeado de mujeres  de piel oscura que parecían limpiar su torso desnudo. 

El chico se levantó abruptamente. Estaba asustado, así que que se posicionó en modo de lucha en un instante. Sus brazos llameaban en ese momento, y las mujeres que le habían estado sanado, se horrorizaron al ver aquello.  

—¡¿Quién son?! ¡¿Qué hacían conmigo?!

Antes de que alguien le respondiera, miles de gotas de agua aparecieron a su alrededor, y literalmente le extinguieron sus llamas. Vapor comenzó a salir de aquella habitación, y detrás todas las cuidadoras. 

—Será mejor que te calmes —dijo Annerys, apoyada en el marco de la habitación con una sonrisa amable. Detrás estaban los demás chicos. 

—¿¡Y tú quién eres!?

—¿Por qué no me extraña que no puedas despertar como alguien normal? —Preguntó Arma, malhumorado, ingresando a la misma vez que el resto. 

—Si lo hiciera, estoy seguro que la vida sería menos aburrida —añadió María, con poca gracia. 

Skaitlis, se acercó a uno pequeño estante y tomó los ropajes de Roderick y los lanzó hacia él. 

—¡Vístete! —le ordenó.  

El chico se puso rojo, nuevamente de la ira, y ahora llamas salía de su cabeza. Pero, otra vez Annerys apagó el fuego. 

—Es inutil —dijo ella, esta vez con una sonrisa triunfante—, las apagaré las veces que sean necesarias. 

—¿¡Pero quién rayos eres!? —Volvió a gritar, y esta vez, una burbuja de agua entera lo envolvió. 

El chico se removió en su interior intentando salir, pero era inútil. Todos empezaron a reírse, hasta que le vieron una coloración en el rostro que, indicaba que se estaba ahogando. Como era de esperarse, tuvieron que esperar que se despertara una vez más, pues se había vuelto a desmayar. 

Cuando se despertó otra vez, tuvo la prudencia de despertar con menos escándalo. Allí, por supuesto, le contaron sobre el lugar en el que estaba y sobre quién era Annerys, precisamente. Pero decidieron ocultar el evento que, por lo que se dieron cuenta, ni Roderick parecía estar al tanto de lo que le había pasado.   

Salieron de la Aldea Aqua a los tres días de haber permanecido allí. Con energías nuevas, comida, agua y todo lo que necesitaban para seguir con el viaje. 

Cuando se internaron al bosque otra vez, con la nueva integrante, y pasada unas horas, habían llegado a una bifurcación en l que, tenía un letrero que decía: Buelí y Dowle; el primero señalaba ser el camino a mano izquierda, mientras que el segundo hacia la derecha. Lo interesante, es que el camino de la izquierda se mostraba nítido, amplio y seguro, el otro era mucho mas pequeño que, debían transitar uno detrás del otro, era pedregoso, y una neblina no muy densa parecía cubrirle. Parecía siniestro. 

—¿Qué dirección deberíamos tomar? —Preguntó Skaitlis, analizando el letrero. 

—No entiendo para qué preguntarlo —afirmó Roderick—, creo que deberíamos ir por la izquierda, se ve muchos más despejado y seguro. 

—Creo que Roderick tiene razón por primera vez —señaló Arma, con confianza. 

—Creo que deberíamos ir por la izquierda —dijo María, con simpleza. 

Skaitlis, Arma y Roderick, le miraron como si se había vuelto loca. 

—¿Por qué crees que el camino más siniestro es el indicado? —Preguntó Roderick, sin entender. 

—Definitivamente creo que tiene una relación con su personalidad y lo siente mejor opción —añadió Arma. 

Pero Skaitlis en ese momento le dio un pisotón.  

—¡No digas tonterías, Arma! —le gritó.

—Estoy con María —dijo Annerys, mirando hipnotizada el camino angosto—, ese lugar es húmedo y, puedo sentir que es el camino que Esasmus quiere que tomemos. 

—¿Esasmus? ¿Qué tiene que ver Él con esto? —Preguntó Arma, sin entender. 

—Tiene que ver con todo —respondió María—, ¿todavía no lo entienden? 

—Creo que deberíamos votar —dijo Roderick, con suficiencia.

Skaitlis y Arma asintieron a su propuesta, pero María no le prestó atención en lo absoluto. Comenzó a caminar por el camino angosto, y detrás de ella corrió Annerys. Skaitlis y Arma se miraron, y Roderick comenzó a calentarse ene s emomento.

—Juro que en cualquier momento podría matarle —murmuró apretando los dientes. 

—¿Qué deberíamos hacer, Arma? —Preguntó Skaitlis preocupada a este, pero este solo suspiró.

—Andando —dijo, siguiendo el mismo camino angosto por el que Annerys y María habían ido.  

Skaitlis y Roderick siguieron detrás, no sin que este último, dijera improperios voraces a todos los vientos. 

Lo peor, es que en la medida que avanzaban el camino parecía volverse pequeño y con más obstáculos rocosos que, por cada tropiezo que Roderick y Arma tenían, había una maldición por debajo. Las chicas, eran las únicas que atravesaban el lugar con mucha más paciencia y más cuidado que estos. Además, la neblina parecía volverse mas densa de lo usual.

—No logro ver nada —dijo Arma, preocupado de que cualquiera de esto pudieran matarse debido a este problema. 

—Puedo encargarme de eso —dijo Annerys— ¡Omichlódis sfaíra!

De inmediato, de la mano de Annerys se formó un orbe de agua que, con la fuerza de un poderoso vórtice, comenzó absorber la niebla en su interior, en lo que parecía ser un agujero infinito.  El talismán de Annerys comenzó a alumbrar y, allí los chicos notaron que ella, al igual que María, podía usar los objetos que les fueron entregados. 

—Ella es igual a María —dijo Skaitlis, impresionada—, puede usar el objeto mágico.

En un minuto, toda la niebla había sido absorbida por completo. Se dieron cuenta que el camino era realmente angosto y que las piedras, aunque eran molestas, tampoco era lo suficientemente grande como para no permitirles pasar. Además, como estaban rodeados de estas, era seguro que nadie iba a optar por escoger tal rumbo. 

Skaitlis observó una enorme piedra a su costado, y se encontró con una inscripción en una de las piedras y leyó en voz alta: "Entrad por el camino estrecho, porque ancho es el camino y espacioso el rumbo que lleva a la perdición, y muchos van por él. Estrecha puerta es, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos la hallan".

—Creo que comienzo a entenderlo —añadió Skaitlis, esta vez—, el otro camino era demasiado obvio. 

—No solo eso —argumentó Annerys—, camino peligroso siempre ha sido el que parece ser más obvio, sin ningún tipo de esfuerzo. Esesmus es el primer ser que conoce y reconoce el sacrificio que merece de lo que realmente importa. 

—¿Crees que hubiéramos muerto de haber escogido el otro? —Preguntó Arma, un poco abrumado de lo que comenzaban hablar.    

—¿Por qué no lo miras por ti mismo? —Le contestó María que, con una pisada fuerte al suelo, hizo vibrar la tierra, y el suelo se separó, formando una división al costado izquierdo del camino.

Al hacer aquello, todos pudieron observar que, en realidad, estaban separado del otro camino por una decena de metros, pero a la altura donde se encontraban, habían un enorme abismo. El problema no era el abismo tan siquiera, sino que, notando como algunas aves sobrevolaban este, caían completamente muertas hacia este. 

—¿Qué es eso? —Preguntó Roderick horrorizado. 

—Es una trampa silenciosa —dijo María—, desde el momento en el que llegamos a la bifurcación, pude sentir gracias al suelo, el camino que nos deparaba si íbamos por ese lugar. Ese lugar emite gases venenosos que matan a las personas, incluso antes de llegar al abismo. 

—¿Y por qué no solo lo mencionaste? —Le cuestionó Roderick—, nos hiciste parecer realmente ridículos al creer que tomaríamos una decisión correcto.

—Por qué Arma ya lo dijo —contestó esta con una sonrisa, leve—, tengo una personalidad siniestra.  

—Retorcida diría yo —agregó Roderick.

Todos siguieron el camino. Lo que nadie esperó, incluso María, es que al terminar el camino angosto, y cuando este empezaba ensancharse, había un templo tan antiguo, como en el que le entregaron los objetos. Con la diferencia en la que este estaba completamente descuidado, enmarañado de raíces, plantas, y olor a moho que caracterizaba decenas o entenas de años en el lugar. Tenía la misma apariencia grecorromana de otros mundos,  pero un enorme símbolo en el centro del techo, mostraba a un "hombre hoja" que tenía la manos extendidas a los costado, y la piernas juntos, parecía mirarle directamente. Debajo de este, había una inscripción que decía: Infinito. 

—¿Deberíamos entrar? —Preguntó Skaitlis, pero esta vez no se lo preguntaba a Arma, sino a María directamente. 

—Me temo que esta vez no sé que no depara delante —afirmó ella—, no entiendo cómo es posible que no pueda rastrear el interior de ese templo. 

—Creo que se debe a su protección —dijo Annerys, alzando su mano, y al igual que cuando estaban en el salón de su padre, hizo aparecer millares de gotas de agua que, revelaron espectros poderosos, de distintos tamaños, que parecían rodear y custodiar el lugar. 

—Creo que no deberíamos entrar —dijo Arma, pálido, al ver aquellos seres, semitransparentes a través de las gotas de agua de Annerys. 

—¿Crees que nos hagan daño? —Preguntó María a Annerys.

—No si nuestras intenciones buenas —contestó ella. 

—Vamos entonces —recalcó Skaitlis, esta vez confiada. 

Annerys y María se miraron, al igual que Roderick y Arma. La diferencia, es que las dos primera chicas se vieron sorprendidas de la afirmación de esta, mientras que Arma y Roderick, les pareció que estaba siendo corrompida con la misma locura de María y Annerys. 

—¿Te sucede algo? —Preguntó María a Skaitlis, que sabía realmente como esta era.

—Solo quiero ver lo que tú y Annerys ven, necesito descubrir el secreto. Y creo que tiene que ver con Esesmus —recalcó. 

Así, bajo una convicción guiada por las mujeres de aquel grupo, se internaron en aquel templo.  Lo sorprendente era, que pese a ser muy antiguo y al estar muy deteriorado, los pasillos no crujían a sus pasos. No había tan siquiera animales rastreros, e incluso no tenía la maleza, ni las plantas que estaban en su exterior. Era como si el propio lugar parecía protegerse de lo que consideraba impureza. 

Y aunque en principio Arma y Roderick estaban atemorizados por los espectros que custodiaban el lugar, resulta que no había ninguno de esto en el interior del templo. Además, ellos asumieron que habían sido actos, pues no iban con malas intenciones y porque ninguno de los espectros hizo algo para detenerles.   

Cuando iba por el centro del templo, se encontraron con una enorme tabla de piedra que iba desde el techo hasta el suelo. Eso significaba, veinte metros de longitud y diez metros de ancho, pues era rectangular.  

—¿Qué es? —Preguntó Skaitlis curiosa. 

—No tengo idea —dijo María curiosa. 

Roderick, colocando sus palmas juntas, creo montones de conatos de fuego que se alzaron por todo el aire, distanciados entre ellas, que fácilmente alumbraron todo el templo, e iluminaron la piedra. Esta también tenía una inscripción.

—No estoy segura de poder leerlo a esta distancia —dijo Annerys, intentando descifrar el escrito que estaba sobre este. Aunque la piedra era grande, sus ojos no abarcaban las dimensiones para poder leerla. 

—Yo me encargo —dijo Arma. 

Como si fuera el mismo viento, Arma apareció metros atrás de todos ellos y se mantenía en el aire con fuertes vientos que se arremolinaban alrededor de él, que lo ondulaban de un lado a otro con suavidad. Y desde allí, comenzó leer:

Antes había escuchado hablar de ti, pero ahora mis ojos te han visto Esesmus, Infinito, Gaia, Gran León.

Ella había nacido del mismo polvo del cual nacieron los hombres. Pero a diferencia de Alheri que consideró a Gilgash como su complemento en el orden de la perfección para establecer un mismo ser, esta se consideró una igual a Gilgash, al punto de no reconocer las diferencias que les hacían ser únicos y necesarios. Disfrazando la igualdad por orgullo, y el respeto por fuerza impuesta.

Gilgash y Sharia nunca hallaron la armonía juntos, pues cuando él deseaba intimar con ella, Sharia se sentía ofendida por la postura acostada que él le pedía. «¿Por qué he de acostarme debajo de ti? —preguntó—: yo también fui hecha de la misma esencia, y por lo tanto soy tu igual». 

Gilgash, reconociendo los problemas que Sharia le había traído numerables veces, con sus propios hombres en el reino, trató de obligarla a obedecer, Pero Sharia, encolerizada, pronunció un atributo que originaba una magia antigua y perturbada, se elevó por los aires y lo abandonó. Esta es la verdadera historia contada, la misma que no ha sido narrada ni contada. 

Saliendo del reino Elemental fue a dar a las orillas del desierto de la perdición. Allí se entregó a la lujuria con los demonios, dando a luz a seres sin almas que usaría como un ejercito propio y así establecer su propio reino, al cual llamó Elimantis. Cuando Gilgash se enteró, fue a luchar contra ella, pues solo podía existir un único reino que protegiera a los demás pueblos y aldeas, y aunque el no quiso luchar, más bien, usó el método de reconciliación por la paz, con la intención de que esta regresara, entonces ella se negó. Antes la inevitable guerra, el rey Gilgash se llevó a cien de los hijos de esta por su propia mano, cuando se alzó el combate. Esto hizo, que sintiera un profundo deseo por traer miseria a los niños de la aldea elementara, cuando acabó con sus propias manos a Gilgash.  

Todo empeoró cuando se enteró que Alheri, había sido el reemplazo perfecto de Sharia. Ella se presentó a Alheri, como un alma noble, y esta la aceptó en el reino. Cuando comenzó a  sospechar de esta, ante la desaparición de Gilgash y su ejército, y la extraña aparición de esta. Sharia también desapareció. Eso, sumado a las catástrofes que comenzaron, en el reino y su tío Zunubi, fueron los encargados de hacerle creer a la reina que se debía a la desaparición de Sharia.

Lo que Alheri no sabía es que Zunubi y Sharia habían intimado, y de ella nació su prima, Jezabel, quien había nacido con el corazón más oscuro de todos. Incluso peor que el de Sharia. Ante este complot, que Alheri desconocía por completo, y sin Gilgash con ella, lamentablemente cayó en el engaño. Sharia no solo trajo catástrofes para arruinar el reinado de Alheri, sino que buscó la forma de desaparecer  a Alheri, contando una fábula completamente distinta a las escritas en estas piedras. haciéndola ver como una mujer buena y necesaria para el reino Elemental, mientras Alheri parecía ser una una reina incompetente. 

Por supuesto, para que todo fuera creíble, desapareció del reino y comenzó a robar niños por todo el reino, pues todavía no se sentía saciada de haber perdido cien de sus hijos a manos de Gilgash. Por eso, cuando la profecía se alzó, una en la que se obtenía a los elegidos para destronar la maldad de los universos, decidió influenciar a Zunubi para que hiciera desaparecer a siete niños que nacieran el mismo día. 

¿Dónde está Sharia? 

  

Arma terminó de leer, y arrugó el entrecejo. Bajó hasta los chicos que parecían tan perturbados y pensativos como él, y agregó: 

—Estoy seguro que esa no es la historia que nos han contado —afirmó Skaitlis. 

—No, no lo es —dijo María pensativa. Se acercó hasta la enorme tabla, y colocó su manos sobre esta. Su tiara se iluminó ene se momento—. Pero esta es la verdadera —finalizó con una sonrisa. 

Annerys parecía curiosa y se acercó también a la tabla y la tocó. Su talismán brilló, y su rostro se le iluminó de felicidad. 

—Sharia es quien ha estado mintiendo todo este tiempo —aclaró. 

Skaitlis, sabiendo que estas estaban recibiendo información que, ella ahora deseaba, se acercó con cautela hasta las chicas. Roderick y Arma, miraban aquello escépticos. 

—¿Qué haes, Skaitlis? —Preguntó Arma, preocupado. 

—Necesito confirmarlo yo misma, solo así yo...

La chica se detuvo. Miró a María un momento y luego a  Annerys, estas le sonrieron e hicieron un además para que tocara la tabla. Skaitlis dudó por un momento, pero al ver la convicción reflejada en el rostro de estas, tomó el valor y tocó la tabla. 

Sus ojos se abrieron como plato, cuando sintió una poderosa calidez sobre ella que parecía hervir su propia piel, y su corazón pareció acelerarse en ese momento, y una voz susurró: "en lo poco has sido muy fiel, en la bonanza y la grandeza estarás, hija".

—¡Skaitlis! —fue el grito que escuchó de Arma, antes de desmayarse.



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