El Inoportuno
Capítulo 59
Emrys estaba en su forma demoniaca sobre un trono de carne, huesos y cadenas. Él mismo estaba en su forma demoniaca, desconcertado de su entorno y su existencia en un lugar completamente distinto. Delante de él, por debajo del espacio de su trono, habían criaturas pequeñas como los enanos, pero con un rostro desagradable, avaro y vicioso. Sabía qué eran, pero no lo que querían.
—Leprechaums —murmuró—, ¿qué estoy haciendo en este lugar?
—Señor Emrys —comenzó uno de los duendes, de vestimenta pulcra y olivácea, y de cabellos rojos y crespos—, le hemos despertado, porque se ha dicho que era uno de los demonios más poderoso de la antigüedad.
—Sí, señor —dijo otro duende de vestimentas amarillas como el oro, con el mismo color y textura del cabello de los demás. Pronto, se dio cuenta que toda la multitud, si tenían ropas distintas, el cabello y la expresión del rostro, parecían ser el mismo. El color de sus ropas, tenía el propósito de distinguirse entre ellos, pues no había diferencia alguna, más que el tamaño y la edad de algunos jóvenes duendes—, se nos ha dicho que el mundo de los demonios fue consumido por una amenaza para este mundo.
—También —interrumpió ahora uno de vestimenta azul—, se ha dicho que nuestro mundo está agonizando y que sí no hacemos algo para salvarlo, ni usted, ni ninguno de nosotros vivirá para contarlo, mi señor.
Emrys suspiró. La verdad es que sentía asco por criaturas tan inferiores como aquellas, pero que parecían estar dispuesto a aceptar las consecuencias de haberle despertado antes de tiempo. Se suponía que iba alzarse cuando su hijo, Emrys II, revelara la maldad de los corazones humanos. ¿Qué había ocurrido desde entonces?
—¿En qué año estamos? —Preguntó el demonio.
—Se nos ha dicho que en el año tres mil quinientos veinticinco, señor —respondió ahora uno de vestimenta rosa—desde la última vez de su ascenso.
Emrys frunció el ceño. Algo había ocurrido. Había pasado demasiado tiempo desde que Lucía, la bruja con la que se había acostado, había dado luz a su hijo. ¿Cómo es que todavía no había llegado La Hora de la Oscuridad? ¿Habría sido Daina? ¿Esa sirvienta y parturienta de Lucía? ¿Qué había pasado con Emrys?
—¿Saben qué ocurrió con mi hijo? —Preguntó, mirando con asco a todo los duendes del lugar.
—¿Su hijo? —Preguntó uno—, no se nos ha dicho nada de un hijo suyo, señor.
Con un solo movimiento de la mano de Emrys, el cuello de aquel duende fue cortado. El pequeño duende emitió sonidos agonizantes, con la expresión en los ojos de las mil yardas, y cayó desplomado en el suelo. Sangre de color verduzca y azulada se derramó en el suelo reluciente de aquel enorme castillo. Por supuesto, todos los duendes se horrorizaron y otros, ante el asco de la suciedad, no dudaron en arrastrar el cuerpo hacia fuera, mientras otros más hicieron aparecer trapos y agua para limpiar la sangre. Odiaban la suciedad.
—El próximo que se atreva a negar a mi hijo, tendrá ese mismo destino —sentenció Emrys I. Hubo un silencio.
—Mi señor —habló ahora un hombrecito de vestiduras negras, a diferencia del resto, sus cabellos no eran rojos, sino blancos, y tenía más arrugas que el resto. Debía ser el sabio entre ellos. El más antiguo de los duendes—, he vivido más años que la mayoría en este lugar, y puedo asegurarle que se ha dicho de la existencia de un hijo suyo —el duende miró al demonio, y luego pasó su mirado a los duendes de su alrededor que le miraban confusos por su afirmación—, sin embargo señor, también se ha dicho que han pasado muchas lunas y soles desde ese momento. La historia de su hijo habla, que una vez nacido, fue criado por una sirvienta en el medio de la nada y esta le habló sobre propósitos de luz y no de oscuridad, no trajo consigo La Hora de la Oscuridad, y por eso, usted no se había levantado —agregó, mirando con cuidado al demonio, rebuscando las palabras adecuadas para no alterarlo—, su hijo tuvo un propósito, aparentemente mejor para él que él usted había decidido para él. Se dice que derrotó a los reyes vampiros, en la Era de Sangre, y que se le vio un siglo después marchando en una carreta de fuego hacia el cielo. No conoció la muerte, señor...
Como lo previó el anciano duende, Emrys se enojó de tal forma, que no solo golpeó el posadero de su brazo derecho del trono, sino que cortó otro cuello. Esta vez, el duende que estaba a un lado del anciano.
—Debería matarte por decir que hay otros propósitos mejores que los que tengo, pero me eres útil por el conocimiento de los años que permanecí dormido —afirmó.
El duende se dobló en una reverencia y añadió.
—Se me ha dicho que puedo ayudarle a conocer los acontecimientos que mi corta mente ha vivido en todos estos años, y así sabrá las verdades de este mundo, pero para eso, tendremos que fusionar nuestra mente señor.
—¿Sabes lo que eso significa? —dijo Emrys con una sonrisa.
El duende asintió.
—Se me ha dicho que moriría. La mente de un duende no puede soportar los conocimientos y recuerdos de un demonio que ha vivido miles y miles de años, señor, pero lo haría por el alzamiento de los duendes, si promete no matar a más de ellos. Le seremos fieles servidores...
—¿Qué garantía tengo? Los Leprechaums no son, precisamente, conocidos por su fidelidad. Son mentirosos, carroñeros, maldicientes, tramposos avaros y codiciosos, son el resumen asqueroso del corazón humano expuesto —sentenció Emrys, siseando aquellas palabras.
—Lo somos señor —agregó el anciano—, pero ¿quién de estos podría alzarse contra usted? No tiene el poder...
—No lo tienen y no pueden, pero lo que sí pueden hacer, es venderme a otros, con el fin de preservarse a sí mismos —le interrumpió.
—Entonces, sería mejor que nos aniquiles en este momento —hubo murmuraciones, temor y asombro en todos los duendes. ¿acaso el anciano se había vuelto loco?
Emrys sonrió.
—Si debería hacerlo... —añadió.
"Que mate al anciano, más bien"
"Se ha vuelto loco"
"No vamos a morir por culpa de él"
Emrys estaba sorprendido de la facilidad del resto en pensar a matar a aquel que abogaba por ellos. Miró al anciano, y agregó:
—De todos los que están aquí... ¿cuál es tu sucesor en edad o cuál es tu mayor? —Preguntó, interesado.
El anciano se volvió hacia los suyos, rebuscando con la mirada y señaló en un punto a su izquierda, a un duende que, por la edad no tenía ya cabello y las arrugas adornaban su cara y su cráneo, y luego señaló a su derecha, donde estaba otro anciano idéntico a él, de no ser por las vestimentas grises que llevaba.
—Allí mi antecesor y predecesor —dijo el anciano duende, con una sonrisa burlesca.
—Bien, ellos morirán por ti... prefiero tenerte de mi lado, vil calaña —añadió, haciendo aparecer de inmediato, cadenas que sujetaron a ambos hombres. Todos los duendes comenzaron a reír y saltar, como si aquello fuera el juego más divertido. Los otros dos duendes maldecían por debajo—, ellos me darán sus recuerdos y tú me explicarás cada uno de ellos —hubo gritos de júbilo.
Emrys se levantó del trono y caminó hacia la parte trasera de este, hasta un enorme ventanal que daba hacia las afueras del castillo. Mientras transformaba su cuerpo demoniaco a una apariencia más humana, sonrió: vio la prosperidad de los Leprechaums en aquel lugar, pero sabían que no estaban en su territorio. Puesto que, observó a algunos duendes encargarse del flujo del agua en el que se suspendían, otros se encargaban de la vegetación. Estaban usando magia natural en una tierra que parecía haber recibido una catástrofe, cosa que determinó al ver ruinas sobre el enorme lago, y algunas rocas.
—¿Dónde estamos? —Preguntó, curioso—. Este no es el reino de ustedes.
—Ahora sí, mi señor —respondió el duende que se atrevió a colocarse a su lado para ver hacia fuera con este—, esta tierra era de los humanos. Era conocida como el gran reino Amatista, pero fue derrotado por una mujer que controlaba a una manada de cambiaformas dragón, fue una masacre... Nosotros la invadimos hace unos años para traerle devuelta y darle este lugar de regalo, señor.
—De esa forma no tendría que robarles sus tierras —dijo Emrys, en su apariencia humana ya por completo. La voz no era gutural y siniestra como en su forma demonio, al contrario, sonaba tranquilo y apacible y enmascaraba esa ira continua que revelaba en su forma demoniaca. La apariencia humana era de tes clara, cabello oscuro arreglado, con una mirada fría en sus ojos. Cejas pobladas y una suave barba en el mentón, que le daba imponencia y virilidad, y sus ropas eran oscuras como el azabache. Lo único que mostraba la firma demoniaca, eran marcas que tenía entre la frente y sus ojos—, sí que son inteligentes —agregó—, pero de igual forma tomaré lo que quiera tomar, y quiero que sepas que no me conformaré solo con este lugar rescatado.
—Lo que usted desee mi señor —dijo el duende.
—Ha llegado La Hora de la Oscuridad, finalmente... ¿Por dónde sugieres empezar?
—Se me ha dicho mi señor, que una carreta pasó cerca del reino hacia el Noroeste, he enviado duendes a seguirla, pues sentimos una fuente de magia poderosa en ella. También, tenemos inquilinos del reino Agrícola. Se dicen que son tres jóvenes humanos que buscan llegar al castillo, mi señor. He enviado una serpiente marina a su encuentro.
—Bien, si la derrotan, déjenle llegar hasta a mí —añadió—, necesito conocer lo que los humanos han visto y han oído hasta hora.
***
—¿Estás seguro de que no nos han descubierto, Guillermo?
El chico que preguntó, era delgado y de cabello rubio, estaba sentado en una roca mediana. Llevaba trajes de color celeste, como los aldeanos del reino Diamante. Si bien no era tan alto, si contaba con veinticinco años para estar en ese lugar. Kuro, provenía del reino Diamante, pero fue criado desde su niñez en el reino Agrícola. Hasta donde Frederick y Guillermo sabían, le dejaron en la aldea cuando tenía diez años. Había sido vendido como esclavo, por un esclavista llamado Rupper Still, el cual había raptado. Lo que Kuro si podía afirmar, es que provenía de una familia de cazadores del reino Diamante.
—¿Crees que si supieran que estamos aquí, permitirían que nos adentrarnos más allá de la frontera del reino? ¡Sería absurdo arriesgarse de esa forma! —contestó Guillermo, el treintón de ropas ligeras, de color mostaza y marrón. A diferencia de Kuro y Frederick, el mayor de ellos tres, este no tenía ni una hebra de cabello. El cráneo de este tenía una reluciente capa de piel. Era tan delgado como Kuro, pero mucho más alto.
—Al menos que no tengan necesidad de esforzarse —añadió esta vez Frederick, mirando hacia la laguna que tenían enfrente. Estaban en un risco que habían escalado desde la última superficie, y estaban tomando un descanso en aquel sitio—, cuando estas confiado en que puedes ganar, la minoría te importa muy poco, así piensa la soberbia de las criaturas.
Kuro, le hizo una seña a Guillermo, indicándole que era sabio pensar como Frederick lo hacía, pero este le hizo una mofa. Se fastidiaba de que Frederick y Kuro fueran tan negativos.
Guillermo y Frederick si eran nacidos del reino Agrícola. Guillermo era el hijo de un botánico humano que se había casado con una elfina del reino Rubí, en una de sus exploraciones. Lo que le permitió a este desarrollar habilidades mágicas asociadas a las plantas. Aunque, había encontrado una especialidad mucho mejor para su uso. Había decidido llevar su vida como un vegano y una especie de monje ermitaño, pues tomó la decisión de no casarse y vivir a las afueras del reino Agrícola. Motivo por el que seguía con vida. Frederick, por su parte, con cuarenta años de edad, había formado familia. Había tomado una mujer del reino Zafiro, y con ella había engendrado a tres hijos. Todos muertos, debido a la destrucción de un enorme Titán que acabo con la aldea por completo, y, los rumores indicaban que el mismo destino de su reino, lo recibió el reino bovino.
Naturalmente, el culpable de todo esto había sido del titán Sigurd, cuando estaba en modo berserker e irracional. Guillermo evitó morir al vivir en los bosques fuera del reino, y, para cuando se enteró del suceso, encontró todo el lugar destruido. Fue allí cuando halló a Kuro, el chico apenas había sobrevivido, gracias a que había logrado crear una fortaleza de roca en el subsuelo, aunque lamentablemente los padres que le criaron habían muerto aplastados por uno de los pies del titán. Frederick, vio a su familia arder, cuando el titán creó llamaradas infernales y, aunque el mismo se vio envuelto por las llamas, resultó despertar su propio poder. Se vio a él mismo en otro lugar, en el que solo pudo presencia el suceso sin hacer nada, para cuando logró volver, solo consiguió ver a Kuro y a Guillermo lamentarse por la destrucción del reino. Nunca creyeron que un titán seguiría vivo.
—Espero que sea porque no nos han descubierto. Mataré a todo aquel que me subestime —afirmó Guillermo, con peligrosidad.
Iban a moverse hasta la otra montaña flotante, cuando una enorme criatura serpentina apareció entre las aguas. Se desdobló así misma por una de las superficies terrestre, evidenciando un cuerpo escamoso azulado, con aletas dorsales en su porción proximal, medial y distal, ojos oscuros y colmillos blanquecinos. Por supuesto, tanto Guillermo, como Kuro y Frederick quedaron helados al ver tan impresionante criatura.
—¡Saben que estamos aquí! —Chilló Kuro, preocupado.
—No es momento de lamentarnos —sonrió Guillermo, al menos sabemos que no nos han subestimado—, sería una pena que eso ocurriera.
—¡Kuro, inicia! —ordenó Frederick, ignorando sus reacciones.
Kuro asintió, y tomando de un saco a su costado polvos alquímicos, lo esparció, levantando una nube de esta para anular todo sentido mágico, peor, al mismo tiempo, ayudó a que salieran de la vista de la serpiente. Lo que no contaban ello, es que esta, gracias a las antenas de su cabeza, poseía la habilidad de ecolocalización, por lo que no dudó de abalanzarse con su cuerpo justo donde ellos estaban. El movimiento de la serpiente fue tan brusco y rápido, que con solo moverse ocasionó una ventisca que dispersó la niebla de polvos alquímico.
Sin embargo, cuando golpeó a la enorme roca, se dio cuenta que ninguno de los tres estaba donde había recibido la señal de sus antenas. Confundida, volvió a usar su ecolocalización, y se dio cuenta de que los tres hombres habían llegado a la otra isla flotante. ¿Cómo habían llegado hasta allí? La serpiente enojada, emitió un chillido, y volviéndose a ellos, soltó una poderoso rayo de energía que salió desde sus fauces.
Kuro, roseando los polvos alquímicos al suelo, y colocando las manos en este, levantó una pared de tierra delante de ellos, muy alta. Y entonces, vieron como esta se congeló de inmediato. Era hielo sólido.
—Aliento mortal —susurró Kuro, al tocar el hielo—, debemos evitar ese rayo.
—Y solo hay una forma para acabarlo —dijo Guillermo, con malicia.
El chico se acercó al filo de la isla, vio a la serpiente desplazarse hacia el lago debajo de ellas e incluso, la vio perderse en sus aguas. Sonrió. Debía admitirlo, era una criatura impresionante. no solo poderosa, sino inteligente. Podía creer que la serpiente aparecería en algún punto para tomarles por sorpresa.
Guillermo tomó una bocanada de aire, y dijo: —Fungus et hortus glomerorum —Jardín de setas y esporas.
De inmediato, toda la base de la isla, donde solo había rocas y tierra, se llenó de miles de setas de colores. La serpiente se alzó, justo detrás de ellos con las fauces abiertas y dispuesta a devorarlos, y todas las setas comenzaron a liberar un polvillo que cubrió el rostro de la serpiente con el aire. Guillermo se volvió a la serpiente. Estaba sin movimiento, y un momento después el cuerpo de esta colisionó contra la isla, completamente muerta, pero que debido a su mismo peso, la haló de la tierra hacia el agua.
—Les dije que detestaba que me subestimaran —afirmó Guillermo orgulloso.
Kuro y Frederick se miraron, el menor se encogió de hombros.
—¿Puedes llevarnos directamente hasta el castillo? —Preguntó Guillermo a Frederick.
Este le dio una vista rápida a la distancia y en lugar, y asintió.
—Pero si lo hacemos, nos encontraremos de frente con en el enemigo —añadió.
—Ya saben que estamos aquí, no vale la pena ocultarnos —cuestiono Guillermo—. De igual forma, la habilidad de Kuro dejará ineficaces a los Leprechaums, y no tenemos necesidad de luchar, tú puedes llevarlos para salvar sus vidas, pues, si se enfrentan a mí, terminarán muertos.
—Una vida es el pago de una vida, y una muerte es el pago de otra muerte, si no mides tus acciones, en algún momento te cobrarán lo que debes —dijo Frederick, preocupado por su amigo.
—Yo mismo esperaré al cobrador —le respondió este.
***
La carreta finalmente se detuvo justo en la frontera del Reino Carbón, a las orillas del bosque Amatista, en el Noroeste. Iris y Fierce, eran los que más se sentían tensos, pues no tomaron en cuenta que les estarían esperando.
—¿Estás lista? —Preguntó Fierce a Iris, preocupado.
Asahi estaba despierto y risueño en ese momento. Iris miró a su bebé un momento, y suspiró.
—No, no le estoy, pero ya estamos aquí.
—¿Y si deciden arremeter? —Preguntó Cris, preocupado de que algo saliera fuera de control, sobre todo porque había conocido el temperamento de Dani, Sigurd y Akudomi .
—No dudaré en matar a todo aquel que se interponga en mi familia —dijo Iris, por primera vez segura de lo que decía.
—No tengo que responder después de esa respuesta —dijo Fierce, con una sonrisa confiada a Cris.
—Esperemos que no tenga que suceder eso —dijo el reptiliano, sabiendo que no tendrían oportunidad ni ella ni Fierce, mucho menos el pequeño Asahi. Feura como fuese, él sabía que sí algo salía mal, debía meterse.
Cuando bajaron de la carreta, Cris ató los caballos a un costado para luego comenzar a cortar las distancia con aquellos. Allí reconocieron a Kimiko, Tsukine, Sigurd, Dani, Yami, Lance, Cristal, el anciano al que llamaban Filius y la criatura verde que no recordaban su nombre, pero que tú y yo sabemos que se llamaba Moon. Iris, por inercia, apegó a su hijo más al pecho, como queriendo protegerlo, y no dudó en alzar el mentón y caminar con Fierce detrás de ella.
A pocos metros de distancia, los chico le vieron por un momento: las harapos que llevaba, la típica vestimenta de alguien que vive en el desierto, más las vestiduras de Fierce de un mercenario, le hizo pensar a todos que, lejos estaba la imagen de una reina y un caballero real. Y sin su alas, Iris, era solo Iris. Sin embargo, el mentón alzado de Iris, le demostraba que no iba a doblegarse. ¿Por qué?
Pero lo más curioso, era la criatura que sujetaba en sus brazos. Era un niño de cabello rubio, con los ojos oscuros como Fierce, y el color de la piel también era idéntico al de su padre. De Iris, hasta ese momento, solo tenía su cabello.
La primera en reaccionar fue Kimiko, quien corrió hacia ella y la abrazó a ella y al niño.
—Esperaba este momento —dijo Kimiko, con una sonrisa alegre. Luego se acercó a Fierce y también le abrazó—, me da gusto de saber que ha llegado el momento. ¿Y cómo se llama esta criatura?
—Asahi —dijo Iris, sonrojada y aliviada de que al menos uno de ellos se alegraban de verle.
—¿Y para mí no hay abrazos? —La pregunta hizo sonreír a Kimiko quien vio al reptiliano quejumbroso.
Kimiko se acercó a él, era más bajita que este, y ella no pudo evitar alzar el rostro para ver la corona sobre su cabeza. Su apariencia había cambiado considerablemente, desde la última vez que le conoció.
—Tienes corona... y dejaste esa cara de amargado de antes.
—La vida te enseña lecciones... Además, he aprendido que toda criatura tiene la capacidad de evolucionar —agregó él.
—Entonces, con eso me alegro de que estés con nosotros, nuevo tú —Procedió a darle un abrazo.
Seguido de ello, fue Tsukine quien siguió los mismos pasos de su amada, seguido de Cristal, lo cual le fue una sopresa, puesto que sabía que Aland había muerto por su culpa, seguido Yami, Dani obligado por Yami, Lance y Sigurd que, si bien no les abrazó, se atrevió de darle las manos en modo de "paz"; y la única excepción de no acercarse a ellos fue Filius y Moon, que se mantuvieron al margen.
Cómo era de esperarse, todos ellos escoltaron a Iris, Fierce y a Cris hasta el palacio, donde le dieron una habitación a la familia y a Cris, ropas limpia y tiempo para que pudieran relajarse. Pero al caer la noche, cuando fueron llamados a la cena real por parte de Donny y Mina, les fue necesario la presencia de estos. Cuando Iris, Fierce y Asahi bajaron, vieron a todos sentados y como las miradas se posaron en ellos. Unos sirvientes se acercaron para ayudarle con el niño, pero ella, amablemente, le sindicó que se encargaría ella misma de alimentarlo.
Quisiera o no, no tenía demasiada confianza para dejar Asahi solo.
—Bienvenida, majestad —dijo Donny, levantándose del asiento por educación, a lo que todos le siguieron el paso e hizo un ademán para indicarle que tomaran asiento.
Iris se sentó, no puedo evitar sonreír mientras negaba con la cabeza, y por supuesto, nadie le apartó la mirada sobre ella.
—¿Ocurre algo majestad? —Preguntó Mina, un poco preocupada por ella.
—No —afirmó—, es solo que, hace mucho que dejé de ser una reina.
—No eres tú quien decide eso —dijo Donny, con amabilidad, pero seguro de lo que decía—, todos aquellos que poseen sangre real, ni que se desangren por ellos mismos, dejarán de ser lo que son. Y tu hijo también tiene tu sange.
—No merezco ser reina —afirmó, con el ceño fruncido.
—Nadie lo merece, pero no somos quien escogemos nuestro destino —dijo esta vez Cristal, recordando el rechazo real de Aland, y lo que ella y Donny, y el mismo Cris eran. Iris sabía a lo que se refería.
—¿Por qué no mejor comenzamos a hablar los que nos interesa, y así no jugamos con el delgado hilo de felicidad que tenemos? —dijo Cris, comenzando a comer sin más.
—Lo ha dicho otro rey —se aclaró la garganta Donny.
Fierce miró a Iris, intentando de hacerle saber que no valía la pena discutir por nada del pasado, ni por lo que ella creía, por bien de Asahi, y ella solo suspiró.
La verdad es que la cena había empezado, pero el silencio sepulcral era lo peor que estaba ocurriendo. Cris, que sabía lo incomodo que había sido el inicio, se aclaró la garganta y añadió:
—Quería ver quien se atrevía a hablar, peor no tengo tiempo de perder tiempo con dramas que no me conciernen.
—Tan letal como siempre —dijo Yami, mirando graciosamente al reptiliano.
—¿Qué fue la cosa que visitó tu reino? —Preguntó de inmediato Kimiko.
Cris, comenzó a explicar desde que había decidido enfrentar a Soula, como obtuvo al reino en su poder de nuevo y, como le fue arrebatado en cuestión de horas por uno de los impuros y la otra de un demonio.
—¿Cómo es que sigue con vida una criatura del averno? ¿Acaso no fue destruida por...? —Iris se detuvo, recordaba el episodio que comenzó por culpa de la resurreccion impura de Sybil.
—Sí, Pandora se encargó de acabar con esa dimensión infernal, pero, uno de ellos tuvo la inteligencia de no enfrentarla, sino de escabullirse y aprovechar su libertad. Parece que no todos en ese lugar, eran buenos amigos de Luzbel —respondió Kimiko.
—¿Pero qué es lo que quieren exactamente? —Fierce, no entendía porque tenían que llevar una vida tan desastrosa.
—Igualarse a Gaia —dijo Cristal, preocupada.
Iris y Fierce se miraron, y entonces, allí comenzó hablar Sigurd, contándoles a Iris, a Cris y a Fierce todo lo que ellos no sabían sobre su última vez con Dorzel.
—¿Yo soy la clave? —Prgeuntó Cris, sin entender demasiaod.
—Al final, sigues siendo el rey de los mares —dijo Yami, divertida—, si esa cosa absorbió todas esas criaturas de mar, es posible que, definitivamente, seas la clave, chico.
—¿Cómo? —Preguntaron al mismo tiempo Cris y Dani.
Yami miró a Dani, le besó la mejilla y le dio uno golpecitos en la espalda. "Te amo" le susurró al oído.
—No lo sabemos, pero es esa criatura tu enemigo —dijo esta vez, Donny, recalcándolo—. Como el rey que eres, todo lo que haya ocurrido en tu propio reino, son tus asuntos ahora.
—Así como el tuyo hacia el reino Amatista —dijo Cris.
Todos le miraron.
—¿De qué hablas? El reino Amatista fue destruido por Diana, la reina Esmeralda, subyugadora de reinos, la dragona humana —afirmó Donny, con el ceño fruncido.
—Eso no es lo que parece que vimos cuando viajábamos hasta acá —el silencio y las miradas ocurrieron de nuevo.
—La era de los dioses —dijo Kimiko, jugando con su comida, como si nada—, ha llegado —añadió con la boca llena. Todos, por supuesto, le miraron para que continuara y explicara—, en la antigüedad, cuando los primeros hombres llegaron a este mundo, la tierra era gobernada por los dioses. En su momento, no eran más que criaturas llenas de poder pero, cuando la raza más débil apareció, se encargaron de adorar a estos de tal forma, que les igualaron a la misma Gaia. Y esa muestra de veneración hizo que se volvieran seres soberbios, tiranos y llenos de poder. Esa era, está llegando.
—Amatista en este momento fue levantada por Leprechaums, quienes despertaron al padre de Aland, antes de que Aland fuera Aland en este mundo. El reino Diamante cayó y fue controlado por Hécate, la diosa de las brujas y los brujos —Cris no podía creer lo que escuchaba. ¿Para qué había acabado con la guerra marina, si al final iban a caer en manos de otros?—, En la región Oscura los reyes de la corte vampírica gobiernan, y se han alzado con más poder que en la época de Emrys II, nuestro querido Aland ya no vivo —enfatizó ella, con gracia, cosa que no era momento de burla.
—¿Emrys II? —Cuestionó Dani.
—Ese era el nombre de Aland, en su vida pasada —dijo Cristal, pensativa—, Emrys I, fue su padre en la antigüedad, pero cuando acabó con las fuerzas vampíricas y despojó la fuerza del reinado Sangriento, fue rebatado a la presencia de Gaia y no conoció la muerte. Antes, fue transformado y enviado a este mudo con una nueva misión que, hasta ahora, cumplió a cabalidad como Aland —agregó Cristal, atando los cabos que nadie había entendido—, Parece que la era de los dioses traerá consigo La Hora de la Oscuridad.
—¿A qué te refieres? —Preguntó Iris, sin entender.
—La Hora de la Oscuridad, se le llamaba al tiempo en el que los hombres serían desterrados y aniquilados hasta la extinción, y las criaturas mágicas ocuparían sus lugares y levantarían a sus propios dioses, trayendo con ellos la era de los dioses. Criaturas de todo tipo, lucharan para sentar en el trono de la corte divina, y quién lo haga, retará a la misma Gaia para despojarla de su mandato.
—¡Pero eso es imposible! ¡¿Quién se atrevería a retar a Gaia misma?! —Vociferó Tsukine, por primera vez.
—La soberbia —respondió Lance, quien había estado callado en todo ese tiempo, pensando—, no hay enemigo más discreto y letal que la soberbia. Solo esta podría creerse en la capacidad de igualarse o sentirse superior a Gaia. Los mismos humanos, son llena de esta naturaleza maligna.
—Pero si las criaturas mágicas van alzarse contra los humanos y levantarán a sus propios dioses, ¿quién gobernará el resto de los reino? —Preguntó Iris, pensativa del reino de las hadas.
—Los elfos levantarán a Freyr, las hadas levantarán a Hades, los troles levantarán a Thor, los familiares de los Leprechaums, los consanguíneos de Moon, levantarán a Ra, y así cada ser mágico que conocemos y, otros que desconocemos, harán su parte para levantar a sus dioses y la pelea por el trono de Gaia comenzará, y nuestro mundo será el escenario —explicó Kimiko, no tan divertida esta vez.
—¿Y qué parte tenemos nosotros en todo esto? —Preguntó Mina, asustada del horror de luchar contra seres supremos.
—La parte que siempre nos ha correspondido —dijo Lance—, la defensa del trono de Gaia. Esa siempre ha sido el fin ultime de quienes han sido creados y no se han corrompidos.
—¿Pero cómo podríamos vencer? —Preguntó Fierce.
—No podremos —respondió Kimiko, con una sonrisa ladina—. Pero seremos los primeros en ver El Gran Poder.
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