Capítulo 23: Polvillo negro.
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"Un alquimista debe usar con juicio e inteligencia el polvillo, porque en el momento en que se acabe estarás desnudo"
Esas palabras se repetían en su mente con la voz de Torino como un eco dentro de su conciencia, sólo que ahora con un significado más profundo. Era simple, con su cinturón robado no tenía polvillo, por lo que no podía usar esos magníficos poderes que le brindaba el solar, y no podría fingir poseer la magia que no tiene.
Está desnudo pero con ropa.
—Es bastante sencillo, con mi hielo y la magia de tierra de Midoriya haremos un muro que impedirá que los trols ataquen a Aizawa sensei.
—¡Ya veo! ¡Así podremos aligerar su carga!
Uraraka se veía entusiasmada y Todoroki conforme, él también lo estaría sino estuviera tan vulnerable como lo está.
—Andando.
—¡Sí!
Izuku entra en pánico cuando los ve marchar con miradas de determinación, más por reflejo que por ingenio termina estirando el brazo hacia ellos como si tratara de atraparlos.
—¡Esperen!—Llama con cierta desesperación, como resultado el par voltea a verlo extrañados.
—¡E-Este plan tiene huecos!
Puede ver la expresión de intriga de Todoroki.
—¿Cuáles?
Puede salir de esta, años de estudios lo han vuelto un estratega ingenioso, puede sacar una excusa viable y considerablemente creíble. Siempre y cuando los ojos heterocromáticos no lo perforen.
—Los trols pueden volar, pasaran por encima—Argumenta intentando mantener una expresión seria pese al sudor en sus palmas.
—Si hacemos el muro hasta el techo no. Podemos hacerlo tan alto como el de la carrera a la montaña—Agrega Todoroki y Uraraka asiente con la cabeza estando de acuerdo, primer strike.
Izuku traga grueso, aún puede lograrlo.
—¿Y si herimos a Aizawa sensei?
—El mejor que nadie conoce nuestras habilidades, puede esquivarlo, de todas formas Uraraka puede arrastrarlo con el truco de la roca levitando—Mira a la aludida y ésta asiente nuevamente.
Segundo strike Midoriya.
—D-Deberíamos tratar de contactar a los profesionales—Cuando el pánico empieza a subírsele tartamudea, Todoroki arquea la ceja entre intrigado y extrañado.
—No creí escuchar algo así de ti Midoriya ¿Te sucede algo?—Izuku aprieta los labios sintiéndose atrapado, si el plan continúa es obvio que fracasará y será debido a él.
—No...—Responde tenuemente antes de empezar a andar por entre los presentes.
Debe pensar en algo cuando lleguen.
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Respiró extenuado, era consciente de las habilidades de los trols, y se las había ingeniado para no darle la espalda a ninguno y manteniéndolos al margen con sus hechizos. Logró reducirlos en gran medida, hasta el punto de sólo quedar cuatro de ellos. Pero lejos de estar aliviado contempla en guardia la mirada serena del brujo rebelde, su semblante le daba a entender que se esperaba ese resultado o mínimo estaba preparado.
—De verás los magos de UA están en otro nivel...—Agrega monótono alzando la mano, en un chasquido de dedos los malheridos trols dejaron de rodear a Aizawa para ponerse junto al brujo—unas simples criaturas como estás no son oponentes para ellos. Ya te lo había dicho, Shigaraki Tomura.
Y es cuando lo ve girarse al costado que Aizawa se percata del espectador sentado en la verja de madera. Un joven vestido con gabardina negra probablemente de la edad de sus estudiantes.
—Fue una escena interesante...—Farfulla por lo bajo con acidez, rascándose el cuello con cierto temblor de ansiedad. Aizawa nota los resquicios de quemaduras por hielo y partes congeladas en la vestimenta del chico.
—¿Qué te sucedió? Pareces haber venido del polo norte—Comenta mientras el chico chasquea la lengua.
—Una molestia se interpuso en mi camino pero la perdí—Agrega, y Aizawa se daba una idea de quién pudo haber sido esa molestia.
—Nos vendría bien tu toque—Agrega el brujo con un tono de cordialidad, y Aizawa ve como el chico da un gran salto hasta llegar por encima de los trols.
Hurga en su abrigo hasta dar con lo que buscaba, con una sonrisa torcida deja caer polvillo gris encima de los lacayos.
Aizawa ve a las criaturas en un principio observar el extraño brillo embelesados, para luego caer una tras de otra retorciéndose del dolor en el piso. Las ve gimotear y gruñir sufriendo mientras sus músculos se deforman haciéndose más grandes, mientras sus amos los observaban expectantes del resultado.
Cuando terminó el horrido espectáculo las criaturas se levantaron de a poco del suelo, con miradas hambrientas y enrabietadas, sus músculos tensándose preparándose y los colmillos afilados.
—Funcionó—Agrega el brujo de negro al joven que sonrió de lado satisfecho.
—Ataquen escoria inútil—Apunta con el dedo a Aizawa y las criaturas se lanzan a atacarlo.
Apenas logra esquivar a una y bloquear el puñetazo de otro, eran más rápidos y más fuertes. Juntó sus manos y murmuró el conjuro de un hechizó de ralentización dando de lleno como una bola de energía a las bestias, más sin embargo al recibir unas garras que cortaron las mangas de uno de sus brazos supo que no hizo efecto.
—¡Los hechizos de tan baja categoría no funcionarán con mi polvillo!—Grita Shigaraki extasiado desconcertando más a Aizawa.
En el despiste dos monstruos logran atacarlo desde atrás y retenerlo contra el suelo.
—¡Inmovilicen sus brazos y tapen su boca!—Se apresura a decir el brujo de negro, y al obedecerlo las criaturas impiden que el mago haga más hechizos o recite conjuros.
—¿Ves? Te dije que funcionaría Kurogiri—Agrega, con un tono de niño risueño.
—Pues la vigésima quinta vez es la vencida ¿No?
—Púdrete anciano, la próxima vez tú serás mi conejillo de indias—Agrega ácido antes de darle la espalda—trae a los duendes para llevar las flores.
Sin responder a su insulto se limitó a hacer su deber. Dibujó un círculo con el dedo índice de su mano derecha, trazándolo con una línea morada, al finalizar dio un toque en medio empujándola hacia adelante. Aizawa vio como ese trazo de línea circular flotaba y se hacía más grande.
En unos segundos se volvió un portal oscuro, del cual salió unos duendes de piel verdosa con macetas en mano que Aizawa muy bien sabía para que era. Se removió violento, más el agarre aumentó sacándole un quejido.
Esos duendes verdes tienen el nombre de trotamundos, hombrecitos enanos de nariz ancha conocidos por ser grandes trabajadores, y pese a ser mudos, poseen una gran lealtad por sus amos. Si estos le hicieron un gran favor antes, ellos permanecerán junto a su superior independientemente de la ética de éste.
Shigaraki pasó de largo al mago retenido en el suelo para ponerse a la altura de uno de los duendes, él único que llevaba en su vestimenta maltrecha un gorro rojo.
—Ya saben, no toquen la flor sólo remuevan la raíz—El duende asiente en silencio y se limita a ser el primero en avanzar siguiendo al joven y sirviendo de guía para sus demás compañeros.
Shigaraki destroza parte de la verja de madera de una patada, hurga nuevamente en su abrigo para sacar polvillo anaranjado. Lo deja caer haciendo maniobras con los brazos para alzar la tierra de la pared apilándola como una escalera.
—Dense prisa—Ordena haciéndose a un lado y permitiendo que el duende de gorro rojo, junto con el resto, bajen por el camino recién hecho.
Kurogiri observó hasta el último en ir, sacando cuentas mentalmente.
—Apenas trajimos siete trotamundos—Agrega llamando la atención del joven—y remover las flores solares como tú les explicaste lleva su tiempo, suponiendo que los magos aún no se den cuenta, podríamos llevarnos...
—Nos llevaremos todas—Declaró en seco, Kurgogiri le dio una mirada de reojo a su expresión amarga y decide que es una mala idea el siquiera insinuar que la misión no saldrá como él quiere.
Shigaraki vigila desde arriba los movimientos de los duendes, observando como estos empleaban lo que les enseñó al pie de la letra. Al subir la mirada se percata del punto negro tembloroso que aleteaba por encima del agujero.
Pese a su castigo Nightmare se dirigía hacia él. Y Tomura ladea la cabeza extrañado, ese insecto no lo desobedecía porque si. Extiende su dedo índice y deja que la oscura mariposa se pose en el.
—¿Qué te pasa?—Le interroga. El insecto abre y cierra las alas tenuemente, mostrando un brillo gris titilante en sus alas.
Se está comunicando con él.
Tomura abre los ojos con sorpresa para luego dirigirse hacia Kurogiri.
—Una bomba viene hacia aquí—Dice con acidez poniendo el insecto en su hombro. Kurogiri no entiende hasta que escucha las explosiones.
—¡Los encontré basura!—Bakugou aterriza en uno de los trols que mantenían contra el suelo a su maestro. Cae y ataca su espalda con las explosiones de sus manos, pero pese a la potencia la criatura permanece de pie, y al intentar atraparlo Bakugou se aleja de un salto hacia atrás.
—Tch, son más duros que los otros eh—Farfulla enrabietado mientras aprieta los puños destellantes.
El trol sonríe mostrando sus colmillos afilados, se aleja de Aizawa dejando a sus otros tres compañeros reteniéndolo. El maestro se remueve impotente, mira fijamente a Bakugou intentando advertirle en lo que se está metiendo.
Pero Katsuki lo ignora olímpicamente, incluso a la bestia que se le acercaba, su mirada carmesí y afilada estaba fija en el brujo rebelde y en el encapuchado en las verjas de madera.
Tomura mete las manos en sus bolsillos mientras observa al rubio de arriba a abajo.
—Eh... eres fuerte chico—Agrega meditativo.
—El trol se encargará de él—Decía Kurogiri, no dándole gran importancia lo que enardecía a Bakugou, pero Tomura alza una mano frente a él como si lo estuviera reteniendo.
—No, yo me encargo—El brujo contempla la sonrisa torcida del joven y en seguida adivina sus pensamientos.
—Tomura no—Dice en forma de advertencia—aquí no, aún es muy inestable y no sabemos que podría ocurrir.
Pero el menor no lo escuchaba, y haciendo caso omiso a sus palabras avanza, ordenándole al trol que retroceda mientras Bakugou se prepara en posición.
—¿Cómo funcionará en ti? ¿Qué tipo de rostros harás? Oye dime ¿A qué le temes?
Desde su posición Aizawa ve como Bakugou observa desconcertado la sonrisa sádica del chico desaliñado, el rubio frunce el entrecejo molesto.
—Estás muerto niño abandonado.
Escupe con furia, Tomura ríe y Aizawa logra divisar lo que ocultaba en sus bolsillos. Un frasco cuyo contenido no alcanzaba a ver, por su posición deduce que piensa arrojárselo a Bakugou y éste no se percataba. Recuerda aquello que le arrojó a las bestias para que se hicieran más fuertes, seguramente hicieron más con efectos distintos, y si se lo va arrojar a Bakugou, sus consecuencias pueden ser catastróficas.
Aizawa reacciona cuando ve a Tomura correr hacia Bakugou, con todas sus fuerzas logra liberarse del potente agarre de las bestias.
Katsuki lo sintió muy repentino, justo cuando juntaba los brazos hacia el niño abandonado para estallarle su fea cara, una embestida en su hombro lo arroja a un lado en el suelo. Antes que pudiera reaccionar su maestro ya estaba recibiendo de lleno aquello que arrojó Tomura.
Una especie de escarcha negra le cae en la cara a Aizawa, Tomura se aleja de un salto mientras el mago cae de rodillas con una mano en su rostro.
—¡Oi!—Llama Bakugou, poniéndose de pie en seguida y corriendo hacia el adulto.
—Valla, eso fue bastante heroico mago—Agrega Tomura mientras ve al rubio pararse a un lado del adulto—oye, yo que tú me alejo, de lo contrario su último esfuerzo por proteger a su estudiante será más que en vano.
El rubio lo mira entre enrabietado y confundido antes de volver su atención al mayor inmóvil en el suelo.
—¡Oi! ¡Anciano desaliñado reacciona! ¡Hey!—Empieza a zarandearlo del hombro sin cuidado, más el adulto permanecía con la mano en la cara y quieto.
Bakugou empieza a desesperarse, si hay algo que detesta es que lo ayuden porque de lo contrario estaría en deuda, y como fue salvado de lo que sea que le hayan arrojado a su maestro, debía al menos mantenerlo con vida.
De repente Aizawa retira la mano de su cara, Bakugou por un momento piensa que reaccionó pero en seguida cae en su expresión. Aizawa miraba hacia el frente, con un rostro pasmado o alarmado, incluso su labio inferior temblaba, y entonces se da cuenta que sus ojos están completamente negros y observando algo que no estaba allí, o que almenos no veía.
—¡Debemos tomar distancia!—Agrega el tal Kurogiri, mientras tomaba de los hombros al sonriente Tomura y hacía retroceder a sus sirvientes.
Bakugou los ve sin comprender nada hasta que Aizawa se pone de pie.
—Hey ¿Qué demonios te pasa?—Interroga brusco, pero el adulto se mantiene con esa expresión intranquila, avanza un paso.
En un reflejo instintivo Bakugou gana distancia de un salto, empieza a sudar tenso al ver el aura mágica de su maestro. Sabe lo que viene.
—¡Oye! ¡Despierta de una vez! ¡O de lo contrario te voy a destrozar!—Grita antes de que Aizawa corriera hacia él.
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—Ya nos estamos acercando—Agrega Todoroki al salir por entre la maleza de la jungla del hábitat de lianas cosquillosas.
—Pff jejeje l-lo siento—Escucha a Uraraka contener la risa cuando una liana la toca antes de situarse junto a Todoroki.
Era el sitio más cercano a la de las flores solares y al ser frondoso podían esconderse para planear una emboscada, siempre que aguantarán cada que una liana los tocara. Izuku termina por ponerse al otro lado de Todoroki, por donde su cabello se torna rojo, evita mirarlo para no distraerse como suele hacer cuando observa al contrario, y se enfoca en lo que hay al frente.
—¿Ven algo?—Pregunta la chica, Izuku niega con la cabeza a la vez que Todoroki dice la negativa.
Izuku fija la mirada en los trols que volaban arriba, notando que estos eran mucho más musculosos de lo que eran los que atacaron a Uraraka y a Bakugou, y luego baja la mirada en la verja de madera y lo ve.
Una escalera de tierra por la que bajaban unos duendes trotamundos, jadea al verlos sacar las flores solares de la tierra y llevarlas hacia un agujero negro.
—¡Se están llevando las flores!—Dice.
—¡¿Qué?! ¡Debemos hacer algo!—Agrega alarmada Uraraka, entonces al voltear ve la expresión extrañada de Todoroki, como si estuviera viendo algo.
—Esperen, hay algo... ¿Qué...?
—¿Todoroki kun?—Llama Izuku cuando ve que la expresión de su compañero cambió a una alarmada.
—¡Midoriya cuidado!
—¿Eh?—Balbucea sin comprender hasta que aquello que vio Todoroki choca contra él violentamente volcando unos metros lejos.
—¡Midoriya!
—¡Deku kun!
Las voces del par se oyen distantes mientras se reincorpora intentando recuperarse del golpe. Escucha un quejido que no era suyo.
Junto a él visualiza a Bakugou con rasgaduras e intentando sentarse en el suelo con su semblante muy enfadado.
—¡Kacchan! ¡¿Qué ocurrió?! ¡Esas heridas...!—Más el contrario escupe sangre a un lado, limpia su labio con la mano mientras mantiene la mirada fija en su objetivo.
—Cállate y no estorbes Deku—Farfulla poniéndose de pie y en posición de pelea.
Izuku mira en dirección a donde ve su amigo de la infancia, y el oponente al que se enfrentaba lo deja atónito.
—¡¿Aizawa sensei?!—Dice su amiga antes de que lo dijera él.
Izuku contempla a su maestro, no queriendo creer que esa figura que se acercaba a paso lento y semblante oscuro e inexpresivo sea la misma persona desaliñada y perezosa que les imparte las clases.
Aizawa junta sus manos en un círculo apuntando hacia ellos, Todoroki reacciona reconociendo esa formación para usar su magia de hielo.
—¡Midoriya! ¡Bakugou! ¡Salgan de allí!—Grita, levantando un muro que hizo de escudo para proteger al par.
Más sin embargo el hechizo de Aizawa como rayos destrozó el muro, y el impacto mandó unos metros a Izuku y a Bakugou.
—¡Aizawa sensei somos nosotros!—Grita en vano desde el suelo.
—¡No seas idiota, no puede liberarse tan fácilmente!
—¡¿Qué le hicieron?!
—¡Está así desde que le arrojaron esa porquería brillante!—Bakugou se levanta en seguida dispuesto a seguir peleando.
Izuku reacciona en seguida, comprende las palabras del rubio y las relaciona en seguida. Un tipo de polvillo hizo que su maestro esté actuando de esta forma, y lo peor es que no tiene idea de cómo disolver el efecto. Mira a un lado y observa como otros dos duendes llevan flores al agujero.
—Se llevarán las flores a este paso...—Murmura mientras se pone de pie—necesitamos entretener a Aizawa sensei e ir a recuperar las flores.
—No me digas que hacer nerd estúpido—Escupe por lo bajo mirando al contrario de forma despectiva antes de regresar su atención a su maestro.
Ambos se tensan cuando lo ven a un metro de ellos, más cuando Aizawa iba a lanzar otro hechizo una roca choca contra él y lo manda a volar unos metros.
—¡Deku kun ve con Todoroki kun y eviten que se lleven las solares! ¡Nosotros retendremos al sensei!—Grita Uraraka parada en una roca levitando y con sus manos juntas, Izuku no puede evitar admirarla con una sonrisa antes de asentir y salir corriendo mientras escucha a Bakugou a sus espaldas.
—¡Nosotros es demasiado, cara redonda!
—¡¿Ahora soy cara redonda?! ¡Me llamo Uraraka, tú musulmán terrorista!
—¡¿Cómo me llamaste?!
Izuku hace uso de toda su fuerza de voluntad para no detenerse y regresar para asegurarse de que el par retengan al maestro y no se maten entre ellos.
Corre con todas sus fuerzas en hacia la verja que separa el habitad de las flores solares con el resto cuando un brazo tapa su boca y lo jala a unos arbustos.
Agachado en el suelo ve alarmado a Todoroki que lo tenía retenido.
—Están protegidos—Señala a una dirección e Izuku ve al chico de la gabardina con otro sujeto, además de los trols que vigilaban cuales animales de caza los alrededores—están alertas por los destrozos de Bakugou y Aizawa sensei, debemos ser cautelosos.
Libera al más bajo sin dejar de mirar a los objetivos en ningún momento.
—Usaremos el muro para separarlos de los trotamundos, en ese momento los neutralizaré—Dice y Midoriya se sobresalta.
Está en problemas, en unos muy graves. En su desesperación empieza a pensar en todo tipo de cosas, en todas las enseñanzas de Torino, desde las pociones explosivas y las posiciones de yoga que rechinan huesos. Ninguna servía y sólo era una distracción del pandemonio que se le avecinaba sino pensaba en algo pronto.
Se muerde el labio y desvía la mirada fijándola en una de las flores solares, un brillo tenue y dorado que le hacen recordar a la flor que oculta en su taller, de cómo la encontró. Y cuando ve unos pequeños destellos de polvillo caer al suelo recuerda de repente.
Izuku voltea a mirar fijamente a Todoroki, específicamente su lado izquierdo, con sus ojos abiertos y con el entrecejo fruncido.
El bicolor por fin lo mira ya alterado por su mirada. Y cuando iba a reclamar el porque de su atención a una parte de él que tanto le incómoda Izuku se adelanta.
—Tengo una idea.
Izuku se mantiene firma pese a la expresión consternada del contrario.
Continuará...
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